“Estoy absolutamente convencido que ninguna riqueza en el mundo puede ayudar a que progrese la humanidad...

El mundo necesita paz permanente y buena voluntad perdurable”.
-A. Einstein-

“¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” -A. Einstein-.

Fueron Estrellas...

El 20% de la materia ordinaria (visible) producida por el Big Bang, explosión que originó el universo, existe actualmente bajo forma de estrellas, lo que significa que no se ha agotado más que un ínfimo porcentaje de su capacidad de crecimiento, según un estudio difundido al margen del 26º Congreso de la Unión Astronómica Internacional (UAI).

El polvo emitido por estas estrellas, que luego se agrupan para formar planetas como la tierra, representa el 0,1% y, los agujeros negros, capaces de tragar soles enteros, el 0,01%, según un resumen del estudio que fue entregado este lunes a la prensa en Praga.

"El 80% restante existe casi en su totalidad bajo forma gaseosa, a la vez en el interior de las galaxias y entre ellas. Constituye la reserva a partir de la cual se podrían formar las futuras generaciones de estrellas", explica el principal autor de la investigación, Simon Driver, de la Universidad de Saint-Andrews (Escocia), citado en el comunicado.

Esto quiere decir que el universo consumió alrededor del 20% de sus reservas energéticas iniciales.

"El pronóstico más sencillo es que el universo será capaz de formar estrellas durante unos 70.000 millones de años más, y luego comenzará a obscurecerse", adelantó el profesor Driver.

Aún así el ritmo de creación de nuevas estrellas decrece, matizó.

La materia ordinaria, que da lugar a estrellas, planetas y gases interestelares, no representa más que el 4% de la materia producida por el Big Bang.

El 72% está formado por energía obscura, que propulsa las galaxias, y un 24% de misteriosa materia oscura impide que se disloquen por el efecto de su rotación.
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¿Están los físicos a punto de detectar ondas gravitatorias?

Interesantísimo artículo del diario británico The Telegraph acerca de la inminente puesta en marcha del interferómetro GEO600, el aparato detector de ondas gravitatorias más sensible construido hasta la fecha.

“The Telegraph-Astroseti”
En la esquina de un gigantesco campo de remolachas, sobre una pequeña y poco notable parcela de tierra baldía, se ubica una caseta gris de la que emergen, en ángulo recto, dos tuberías de acero ondulado de más de 600 metros de longitud.

A la sombra de una hilera de torres de alta tensión y rodeada por ortigas, la escena tiene poca cosa que ofrecer a un observador casual, y nada incita a detenerse.

Sin embargo, es aquí, al final de una senda polvorienta situada al borde de una adormecida villa del norte de Alemania, donde los científicos se encuentran a punto de culminar la búsqueda, que dura ya 40 años, del santo grial de la física.

La cabaña de Ruthe, cerca de Hannover, alberga el corazón del interferómetro anglo-alemán GEO600, un instrumento tan sensible que puede detectar a un objeto que se mueva una mil billonésima de milímetro.

El equipo cree que sólo quedan unos pocos meses para que la humanidad detecte ondas gravitatorias por primera vez; corrimientos en el espacio tiempo causados por el movimiento de cuerpos con masas astronómicas.

Si están en lo cierto, el descubrimiento abrirá una vía completa y nueva de observar los eventos que se dan a lo largo y ancho del cosmos, confirmará la Teoría General de la Relatividad de Einstein, y potencialmente, dará a los astrónomos una visión sin precedentes del nacimiento del universo, hace 13.700 millones de años.

Colegas de la otra orilla del Atlántico conectaron ayer sus detectores a un sitio paralelo situado en Hanford (estado de Washington) que actuará como socio del GEO600. El profesor Bernard Schultz, de la Universidad de Gales en Cardiff, miembro de la directiva del equipo GEO600 dijo:

“Hasta ahora hemos sido capaces de aprender un montón de cosas sobre el universo gracias a lo que podíamos ver. La habilidad de detectar y leer las ondas gravitatorias nos dará mucha información extra acerca del universo, como si de repente hubiésemos adquirido la capacidad de escuchar”.

En su Teoría General de la Relatividad, presentada en 1.916, Albert Einstein propuso que los cuerpos con grandes masas, como las estrellas, causaban distorsiones en el tejido del espacio, de forma similar a los efectos que causa una bola situada sobre una pieza de material elástico.

La gravedad, creada por la presencia de la masa, pliega el espacio-tiempo, y hace que un cuerpo que viaja a través del espacio, por ejemplo una estrella, siga un curso “curvo”.

Asumiendo que Einstein tuviera razón, cada vez que una masa se acelera, se envían ondas gravitatorias a lo largo del universo que provocan sacudidas en el tiempo y en el espacio.

Nadie ha sido capaz de observar y registrar una de estas ondas, debido a la pequeñísima escala de los cambios que provoca.

Se cree que incluso la ruptura violenta de cuerpos astronómicos superdensos, como los agujeros negros, provocan ondulaciones del orden de una cienmilmillonésima del espesor del más grueso de los cabellos humanos en una distancia equivalente a la que separa la Tierra de la luna.

Desde que iniciaron la búsqueda en 1.960, los científicos han ido desarrollando equipos cada vez más sensibles.

El detector GEO600, el más sensible de los construidos hasta la fecha, comenzará el próximo mes (al mismo tiempo que los detectores de Washington y Louisiana) una campaña de lecturas que durará 18 meses.

Para hacer esto, un haz de rayos láser es dividido en dos ramales que se desvían a través de dos tuberías idénticas de 609 metros de longitud hacia unos espejos suspendidos, desde los que regresan.

Los haces se recombinan de nuevo y, asumiendo que los dos brazos permanecen exactamente a la misma distancia, se cancelan entre sí.

Pero si al recombinar ambos haces se crea un patrón de interferencia esto querrá decir que la longitud de la bifurcación ha sido alterada y que se ha detectado una onda gravitatoria. La detección solo será aceptada si es recogida por más de un interferómetro.

Si el equipo GEO600 logra detectarlo, sería visto como uno de los más grandes logros en la historia de la ciencia y situaría a los líderes de los equipos científicos en disposición de ganar el Premio Nóbel de Física.

El profesor Jim Hough, físico de la Universidad de Glasgow que lleva 30 años dedicándose a la búsqueda de las ondas gravitatorias, ha dicho:

“Dado lo que sabemos acerca de la frecuencia de sucesos que causan la emisión de poderosas ondas gravitatorias, y en base a la sensibilidad del equipo que tenemos ahora, confío en que ya veamos cosas durante esta campaña”.

Fuentes:
IBLNEWS, AGENCIAS
http://www.hispamp3.com
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“La ciencia es orgullosa por lo mucho que ha aprendido”.
-William Cowper-

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