"Aproximadamente una tercera parte de los casos que trato no sufren debido a alguna neurosis clínicamente definible, sino a causa...

de la falta de sentido y de propósito de sus vidas".
-Carl G. Jung-

Mónica Cavallé es pionera en España en el campo del asesoramiento filosófico. Imagen del espíritu socrático, de la filosofía como arte de vida y sanación.

Mónica reivindica la sabiduría como medio para alcanzar la plenitud. Actualmente es presidenta de la Asociación Española para la Práctica y el Asesoramiento Filosófico (www.asepraf.org).

La casa de Mónica Cavallé es una casa de té, un ágora socrática, una academia y un refugio zen.

Un suave aroma a incienso de sándalo y una elegante decoración vegetal nos indican que estamos en un santuario. Todo parece emitir un discreto aire de serenidad.

Al cabo de unos minutos, nos damos cuenta de que hablamos, como siempre, con una amiga.

Mónica, ¿qué es el asesoramiento filosófico?

El asesoramiento filosófico es una oferta de orientación y asesoramiento alternativa a las psicoterapias basada en la filosofía práctica.

Es decir, utiliza una metodología y una aproximación específicamente filosóficas.

¿En qué consiste?

Todo el mundo, lo sepa o no, tiene ya de hecho una filosofía de vida a través de la cual interpreta, significa y valora su experiencia.

La orientación filosófica busca hacer consciente, clarificar y madurar la filosofía personal que está en la base de las situaciones que el consultante plantea.

El eje del asesoramiento filosófico es el diálogo, un diálogo mayéutico, libre y no jerárquico que, en todo momento, respeta y promueve la autonomía y responsabilidad del asesorado sobre sí mismo.

Su fin es ayudar a vivir con más conciencia y autenticidad.

¿En qué se diferencia, entonces, de la psicología?

Muchos enfoques psicológicos y psiquiátricos parten del paradigma salud-enfermedad.

El asesor filosófico no opera con este paradigma. No busca detrás de los problemas humanos enfermedades mentales o disfunciones psicológicas.

Ahora bien, la orientación filosófica no se plantea como un sustituto de la psicología ni de la psiquiatría.

Sencillamente, reivindica que muchas dificultades del vivir requieren un tipo de aproximación específicamente existencial y filosófica.

Es erróneo psicologizar o patologizar sistemáticamente el sufrimiento emocional y los conflictos o las situaciones existenciales difíciles.

¿Es necesario tener conocimientos filosóficos para acudir a un asesor?

¡No! La filosofía práctica no necesita de un bagaje de conocimiento erudito.

Lo que pretendemos es recuperar la filosofía originaria: un diálogo mayéutico no necesitado de antecedentes intelectuales, es decir, en el que no tiene mucho sentido remitirse permanentemente a figuras de autoridad.

La filosofía es, ante todo, una inclinación natural de todo ser humano.

¿Quién puede ser asesor filosófico?

En cierta medida, todo el mundo en algún ámbito de su vida es orientador: los padres lo son de sus hijos, etc.

Luego está la figura profesional del asesor filosófico. El requisito, dentro del marco de nuestra asociación, es tener una titulación universitaria en Filosofía y pasar unos cursos destinados a complementar la formación, básicamente teórica, del filósofo con un conocimiento práctico orientado a la ayuda.

¿Qué cualidades tiene que tener un buen asesor?

La filosofía no ha de ser solamente un discurso sobre la realidad, sino, ante todo, un estilo de vida.

El filósofo asesor ha de encarnar las ideas que supuestamente comprende y enseña. Ha de tener madurez, experiencia vital y ser profundamente respetuoso y tolerante.

Creo, además, que la alegría serena y la ecuanimidad son sellos del buen filósofo.

Entonces, conozco a muy pocos "buenos filósofos"…
(Risas) El cliché sobre el filósofo lo muestra, efectivamente, como una persona sombría y compleja; incluso amargada.

En algunos pseudofilósofos pueda darse un cierto regodeo mórbido en el hecho de ser una persona infeliz, como si esto fuese un signo de profundidad.

Creo que esa actitud, algo snob, es fruto de una filosofía que ha enfatizado el aspecto puramente mental y ha disociado el pensamiento analítico de la intuición profunda y del ser del filósofo.

¿Cómo se ha perdido la filosofía vital en Occidente?

Eso no es completamente cierto.

El estoicismo, por ejemplo, una tradición sapiencial y vital, ha sido la doctrina filosófica que, con diferencia, ha tenido más vigencia en Occidente, ya que perduró por más de 500 años en la antigüedad, y ha mantenido su influencia hasta el presente.

Algunas psicoterapias cognitivas, por ejemplo, se inspiran en principios de la filosofía estoica.

Lo plantearé de otra manera, ¿por qué se ha escindido la filosofía especulativa de la "sapiencial"?

Creo que uno de los factores que ha favorecido esta escisión es la propia estructura de la universidad. En la antigüedad, la autoridad del filósofo se fundaba en su propia sabiduría intrínseca.

Con el nacimiento de la universidad surge la figura del filósofo profesor que concede el título de filósofo en base a la mera posesión de cierto conocimiento erudito.

Otro factor importante ha sido el monopolio que ha tenido la religión, en Occidente, como único referente de transformación personal y de la liberación interior, dejando a la filosofía los aspectos meramente teóricos y abstractos.

Entrevista a Mónica Cavallé. (Se puede leer la entrevista ampliada en www.uam.es/mandala).
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Nueva Acrópolis te propone:

Una Filosofía Activa. La desgraciada deformación de las ideas y de las palabras que las representan, ha hecho que casi siempre se confunda la Filosofía con una actitud pasiva y meditativa, como una fórmula mental que no tiene por qué poner en marcha nuestro cuerpo físico ni influir en nuestros sentimientos.

"La Filosofía, si se quiere definir bien, no es más que el deseo de sabiduría.

(Nec quicquam aliud est Philosophia, si interpretari velis, quam studium sapientiae)".
-Marco Tulio Cicerón-

Ser filósofo no es lo mismo que estudiar Filosofía.

Una Filosofía que no se siente, que no se ama, un conocimiento que no nos conmueve, que no nos hace vibrar, ¿para qué sirve?

¿Para que vibren las neuronas?

Es muy poca cosa. Necesitamos que vibren nuestras neuronas, de acuerdo, pero también el corazón.

Necesitamos que un fuerte sentimiento acompañe todo lo que pensamos.

Y el asunto no termina allí: hace falta pensar, sentir y actuar.

Y hace falta poner de acuerdo lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos, y cuando esos tres elementos están de acuerdo, entonces somos filósofos, porque hay una enorme diferencia entre estudiar Filosofía y ser filósofo.

Estudiar Filosofía puede hacerlo cualquiera. Puede gustarle o no, puede entenderla o no, pero la puede estudiar.

Ser filósofo es algo diferente. Es una actitud, es un arte.

Sin embargo, también lo puede ser cualquiera.

Precisamente es mucho más fácil ser filósofo que estudiar Filosofía, porque ser filósofo lo es cualquiera que se haga preguntas con una auténtica inquietud, con sinceridad, y emprenda también con sinceridad la búsqueda de las que serán las respuestas.

Lo que queremos es ser filósofos y no simplemente estudiar Filosofía.

- Filosofía constructora

Proponemos una Filosofía para un ser humano constructor, para un constructor de sí mismo. Considero que este es el título más grande que pueden concedernos.

Si alguna vez nos gustara obtener una condecoración, un título, todos deberíamos pedir este de constructor, para ser constructores de nosotros mismos y de las sociedades en las cuales vivimos, para poder mejorarnos a nosotros mismos y el mundo en el que vivimos.

- Filosofía como amor y transformación

Si la Filosofía es amor a la sabiduría, en virtud de ese amor debe surgir el movimiento.

El amor no puede quedarse quieto porque busca lo que necesita, lo que ansía.

Ser filósofo requiere movimiento, porque es:

Un amor que siempre pide más e impulsa a andar para conseguirlo.

Una actualización permanente de todo lo que se sabe o se cree saber.

Releer lo que se ha leído, volver a escuchar lo que se cree haber entendido, porque esta nueva búsqueda proporciona nuevos tesoros.

Una actualización permanente de los medios a emplear para conseguir los resultados propuestos.

Nosotros no somos siempre los mismos, y lo que ayer pudo haber sido herramienta, hoy puede ser obstáculo en el camino.

Una revisión y transformación de sí mismo. La revisión es una forma de nacer todos los días.

Una comprensión por quienes nos rodean, por sus sueños y necesidades.

Hacer las cosas por uno mismo es de sabios, pero no tener de quién aprender es de ignorantes.

- La naturaleza de la Filosofía

Imaginemos un árbol. Su vida vegetal se expresa en una naturaleza fundamental de madera.

Su tronco de madera se expande en múltiples formas de vida, en numerosas ramas que se abren en todas las direcciones.

A su vez, las ramas se cargan de hojas, flores y frutos cuyas particularidades dependen del tipo de árbol.

Pero sería insensato por nuestra parte definir al árbol por la cantidad y tamaño de sus ramas, o de sus hojas, sus flores y sus frutos.

Lo que nos importa es cómo se manifiestan y la relación que mantienen con su tronco, de tal forma que, sin tronco, tampoco existiría lo demás.

Así es la naturaleza filosófica. Es el tronco firme del árbol.

De su estabilidad y su inalterable condición de madera, dependerán sus ramas y hojas, y la calidad de sus flores y frutos.

Si nuestro tronco es el amor a la sabiduría, la fuerza del amor dará lugar a las ramas del saber, y de allí vendrán las flores del conocimiento que se convertirán en frutos para la Humanidad.

La naturaleza filosófica tiene la doble cualidad de buscar y de dar, de encontrar y de compartir, de ser ricos y generosos al mismo tiempo.

Continuando con el árbol, una cosa es lo que se ve, y otra es la raíz que se esconde en el interior de la tierra, que constituye, sin embargo, su aspecto más importante.

Sin raíz no hay vida, y sin vida no hay filosofía.

¿Cómo puede haber amor a la sabiduría, si no hay vida?

El amor es esencialmente vital, necesita raíces que lo alimenten y le permitan sobrevivir a todas las tormentas y dificultades.

Las raíces escondidas no intentan escapar de la búsqueda sincera del que participa de la naturaleza filosófica.

Solamente piden una búsqueda más profunda, dirigida a las causas y no a los efectos evidentes.

Delia Steinberg Guzmán.
Extraído del libro “Filosofía para vivir”. Editorial N. A.

Para informarte sobre los Cursos, en el Telf.: 680.26.38.94.
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“Las grandes almas tienen voluntad; las débiles sólo tienen deseos”.
-Proverbio chino-
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