"Para provocar el sueño del niño intervienen varios factores importantes, si contamos, naturalmente, con el beneplácito de las hadas.

Las hadas son las que traen las anémonas y las temperaturas

La madre y la canción ponen todo lo demás".

Federico García Lorca, "Las nanas infantiles".

A la nanita, nanita
A la nanita, nanita,
a la nanita de aquel
que llevó el caballo al agua
y lo trajo sin beber.

Duérmete, niño chiquito,
duérmete y no llores más,
que se irán los angelitos
para no verte llorar.

 

A dormir va la rosa
A dormir va la rosa
de los rosales;
a dormir va mi niño
porque ya es tarde.

Mi niño se va a dormir
con los ojitos cerrados,
como duermen los jilgueros
encima de los tejados.

Este niño tiene sueño,
muy pronto se va a dormir;
tiene un ojito cerrado
y otro no lo puede abrir.

Din dan, din don dan
Din dan, din don dan,
campanitas sonarán.

Din dan, din don dan,
que a los niños dormirán
Dindilín dandalán dandalán dan,
las estrellas brillarán.

Cierra los ojos y duérmete ya,
porque la noche muy pronto vendrá.
Dan, dan, dan.

Una niña tengo
Una niña tengo,
chiquita y bonita,
que no tiene sueño
y a mí me lo quita.

Yo quiero dormirla,
dormirla quisiera;
ella abre los ojos
y juega que juega.

Este nene lindo
Este nene lindo
se quiere dormir,
y el pícaro sueño
no quiere venir.

Este nene lindo
que nació de noche,
quiere que lo lleven
a pasear en coche.

¿Señora Luna a dónde vas?
Todas las noches te veo pasar
Por esos mundos donde tú vas,
Qué bellas cosas aprenderás.

Señora Luna ¿quieres venir?
Dame la mano para subir
Por nubecitas quiero pasear
Con las estrellas quiero jugar.
-Rodrigo Murguía Flores, Yucatán (México)-

Jugarretas de la nube y de la estrella
Una estrellita corrió por el cielo y enganchó a una nube panzuda.

Le propuso: juguemos, juguemos, que la luna ya asoma, ya asoma.

La estrellita y la nube corrieron, entre luces y tules jugaron y fue tanto el alboroto en el cielo, que enojado despertó el lucero.

Se asomó a la noche estrellada, se quejó a Doña Luna muy clara, rezongando se volvió a su espacio, a soñar con las luces del alba.

Mamá Luna llamó a la estrellita, y también a la nube panzuda, y les dio en penitencia a sus bromas, consolar a los niños que lloran.
Zulma Nicolini Rollano (Argentina)

Análisis y recopilación de canciones de cuna "nanas"

Si analizamos las nanas que se cantan por todas las partes del mundo, observamos que dicen cosas muy parecidas todas ellas, y eso es porque el ser humano sea de donde sea, tiene las mismas necesidades, las mismas inquietudes, las mismas sensaciones y los mismos deseos.

En todos los países, en todas las culturas, los niños/as recién nacidos/as escuchan por primera vez música de parte de los adultos que les quieren, a través de las nanas.

Las nanas, esas canciones infantiles cantadas por madres, padres, abuelas etc., a los bebés con el fin de acunarles y tranquilizarles son deliciosas melodías con letras sencillas que provocan en los bebés sensación de seguridad y de amor, ayudándoles a conciliar el sueño.

Se cantan en voz baja o susurrando, y sirven para ayudar a calmar y hacer dormir a los niños.

 

Es un especial tipo de canción popular, de comunicación y transmisión esencialmente orales, en la que se pueden encontrar muchas de las primeras palabras que se le dicen al niño pequeño.

Abre una criatura los ojos a la vida, y la primera manifestación de ella que reciben sus sentidos son los cantares maternales.

En un principio, nada entiende de ellos, pero como se le hacen oír muchas veces al día y cada día de igual modo, llega a acostumbrarse y no puede pasarse sin ellos.

Las canciones de cuna que aparecen en América tienen sus orígenes en el cancionero español popular y fueron transmitiéndose oralmente de generación a generación.

La mayoría de ellas se refieren al Niño Jesús...

Aunque su vigorosa existencia en la tradición hispánica es cierta, este tipo de canciones -con otros nombres, pero con los mismos contenidos y parecidas formas- se interpretaron y se interpretan también en otros países hablantes de lenguas diferentes.

Ya en el siglo XIX, Francisco Rodríguez Marín comprobó las semejanzas que existían entre nanas españolas, italianas, portuguesas y francesas, afirmando no sólo las influencias que entre ellas se producían, sino también su pertenencia a una tradición común, evidentemente románica.

Pero, además, existen otras composiciones, fuera del ámbito de las lenguas de origen latino, que estarían en la misma línea que nuestras canciones de cuna; sería el caso de algunas "nursery rhyme" inglesas.

En cualquier clasificación del Cancionero Infantil que contemple las edades del niño, habría que incluir la canción de cuna en el apartado correspondiente a los primeros momentos de la vida del infante, es decir, los que van desde su mismo nacimiento hasta aquellos en que empieza a ser capaz de expresarse oralmente con cierta autonomía, aunque ello no impedirá que se sigan practicando durante más tiempo.

La unión de voz, canto y movimiento de arrullo proporcionan a la nana su singularidad más significativa, sobre la que algunos autores se han detenido en explicaciones más pormenorizadas:

La canción de cuna tiene dos particularidades en su expresión: arrullará con ritmo lento y amoroso; su cadencia será acompasada y firme para incitar al sueño...

La canción de cuna es uno de los pocos géneros del Cancionero Infantil en que el papel de emisor lo representa el adulto.

En la tradición hispánica ese papel ha sido asumido por las mujeres: madres, tías, abuelas, ayas y nodrizas que cumplen la función de arrulladoras, cantando el sueño del niño y dejando sentir su presencia, aun en aquellos casos en que la misma no esté explicitada en el texto.

El adulto-hombre, cuando aparece en la canción, no suele intervenir directamente, sino que, al contrario, se tiende a señalar su ausencia:

"Este niño tiene sueño,
no tiene cama ni cuna.

A su padre carpintero
le diremos le haga una".

La canción de cuna es una modalidad de poesía lírica popular que aún se encuentra viva en la tradición de los países de habla hispana, pese a la presión que sobre este tipo de manifestaciones culturales ejercen los diversos medios de comunicación de masas, sobre todo aquéllos que tienen en la imagen su principal capacidad de fascinación.

La riqueza interna de estas composiciones y la magia que el niño siente con su interpretación han contribuido a impedir que el género terminara desapareciendo; a ello también han ayudado dos hechos más:

La asunción de la función de arrulladora por parte de los niños, sobre todo de las niñas, que en clarísima mimesis del mundo adulto, se han servido de la canción de cuna para jugar a dormir a sus muñecas, por un lado.

Y, por otro, tanto la práctica creativa llevada a cabo por autores consagrados en otros géneros, como el interés por la fijación y el estudio de estas composiciones que, en ocasiones, han demostrado otros, como Carmen Conde (en Canciones de nana y desvelo, Miñón, 1985), en el primero de los casos, y García Lorca en el segundo (vid. su conferencia sobre "Las nanas infantiles", en Obras Completas, vol. I, Aguilar, 19ª ed., 1974).

Al respecto es difícil resistir la tentación de recordar una deliciosa nana, de evidente sabor andaluz, que el propio García Lorca recogió como 'cantar popular' y que se sigue interpretando, en formas más o menos distintas, en varias regiones de España y en algunos otros países iberoamericanos:

Este galapaguito
no tiene mare;
lo parió una gitana,
lo echó a la calle.

No tiene mare, sí;
no tiene mare, no;
no tiene mare,
lo echó a la calle.

Este niño chiquito
no tiene cuna;
su padre es carpintero
y le hará una.

Serra Boldú, refiriéndose a este tipo de cantos, dice que: (...) se avienen con el balanceo de la cuna y a los cuales va acostumbrándose progresivamente el rorro, fijándose en los piropos y halagos, y aun en los dicterios, de que están llenos."(En Ob. cit., p. 540).

Por su parte, Carmen Bravo Villasante, alude al componente lúdico de las nanas:

Jugamos con palabras casi desde que nacemos. Cuando la madre canta las nanas, está jugando con el niño, y las palabras acompañan este juego de dormirle de una manera lúdica.

Podría decirse que las nanas sirven para el juego de dormir.

Al cantar la nana, se balancea al niño y hasta se baila. (En "Juego y folclore", introducción de Al corro de la patata... Madrid. Escuela Española, 1984).

Los orígenes de la canción de cuna hispánica
Para algunos estudiosos del tema, la canción de cuna ha existido siempre; así lo afirma Guillermo Orta:

Pudo haber sido un balbuceo en épocas remotas, careciendo de palabras en verso y de construcciones formales; pero no pudo evitarse nunca su expresión sincera.

Asimismo pueden encontrarse influencias de unos pueblos a otros, similitudes, interpolaciones, imitaciones y diversificaciones que, a pesar de todo, permiten reconocer la fuente y el tronco común.

En lo que a la canción de cuna hispánica se refiere, hay que pensar en que es de origen español, al igual que los demás géneros del folclore infantil; de otro modo, no podríamos explicar no sólo los parecidos, sino incluso las exactitudes, que existen.

Los registros de embarque de las expediciones españolas a América nos indican que, junto a libros religiosos, vidas de santos, sermones, vocabularios eclesiásticos, obras de Garcilaso de la Vega o Fray Luis de Granada, también se llevaban al otro lado del Atlántico colecciones de romances y de canciones, así como resmas de coplas, catones y cartillas.

Algunos cronistas de Indias nos confirman este trasvase:

Bernal Díaz del Castillo, en su Conquista de Nueva España (B.A.E., XXVI, 36, p. 316) aporta informaciones concretas de algunos romances que confirman que, en México, desde 1519 en que Hernán Cortés inicia su andadura por territorio azteca, comenzó también la llegada de canciones y romances españoles...

De sobra son conocidas las versiones que, en diversos países de Iberoamérica, existen sobre los temas de Mambrú, Delgadina, Bartolo o La pájara pinta, por poner sólo algunos ejemplos, manteniendo casi siempre los elementos básicos de la composición originaria española.

No es osado, pues, afirmar que, aunque cada canción tiene -sin duda- su propia historia, con carácter general la inmensa mayoría proceden de España y que, en algunos casos, su antigüedad pudiera superar los cuatrocientos años.

Margit Frenk, en un magnífico trabajo sobre el folclore poético de los niños mexicanos, refiriéndose a sus orígenes, dice:

Existen muchas coincidencias entre esos testimonios -alude a los de Rodrigo Caro y otros poetas españoles de la Edad de Oro- y las rimas infantiles de nuestro tiempo: como si los niños de hoy fueran los mismos -casi los mismos- que vivieron en los siglos XVI y XVII (y aún podemos decir, como si fueran los mismos que vivieron en la Edad Media, puesto que esas cancioncitas eran ya viejas cuando fueron recogidas).

Como si los niños fueran inmunes a los cambios históricos, a la renovación de las corrientes culturales, al ir y venir de las modas poéticas.

Aunque la transmisión de estas composiciones populares infantiles es, esencialmente, oral, algunas de ellas debieron ser conocidas, por primera vez, con el apoyo de textos españoles que las habían recogido por escrito.

La propia Margit Frenk, ejemplificando sus palabras anteriores, recoge la canción de cuna "Un cantarcillo viejo", con que acallaban a los niños, ya conocida en la España del siglo XVI.

Los estribillos
La sencillez comunicativa de la canción de cuna hispana, en la que el emisor transmite un mensaje -directo, breve y conciso- al destinatario, del que no se espera contestación, no impide que sea portadora de elementos que, literariamente, la enriquecen.

Sirva como ejemplo que el emisor se apoya en determinados personajes -que cumplen funciones secundarias- para reforzar los contenidos de su mensaje, es decir, para incitar al niño a que concilie el sueño.

De este modo, vemos aparecer personajes de tradición religiosa:

San Miguel (España, Colombia, México...), Ángel de la Guarda (generalizado), Santa Ana (España, México, Chile...), Santa Margarita (Colombia), San Joaquín (España, México...), San Juan (España, México, Chile, El Salvador...), etc. También aparecen animales (gallo, gallina, buey, burro, pajarito, cierva...) o elementos inanimados de la naturaleza (sol, árbol, luna).

Incluso otros, de diverso tipo: pastora, brujo o el ya mítico coco...

Por otro lado, la canción de cuna aporta al Cancionero Infantil Hispánico una riqueza formal determinada, destacando la presencia de estribillos portadores de significados especiales que refuerzan el ritmo, reiterativo y machacón, con el que se induce al niño al sueño:

A la ro, ro, ro; A la ru, ru, ru; Ea, ea, ea; A la nea, nea, nea; Arrorró, arrorró, etc., que se repiten en casi todos los países.

Valga como ejemplo el del estribillo "arrorró, arrorró", presente en nanas españolas, mexicanas y colombianas:

Arrorró, mi nene,
arrorró, mi sol;
arrorró, pedazo
de mi corazón.

(Española; tomada de Cerrillo, Pedro C.: Lírica popular española de tradición infantil, vol. II, cit., p. 18).

Arrorró, arrorró,
a mi niño duermo yo,
pero él no me quiere oír,
y yo me quiero dormir.

Arrorró, arrorró,
mi niño ya se durmió.

(Colombiana; tomada de Castrillon, Silvia: Tope, tope, tun. (Arrullos, rimas y juegos), s.p.)

Son repeticiones de sonidos que crean una evidente sensación de arrullo que, en buena lógica, debe ayudar al niño a dormirse, al menos a ello se le está incitando con especial énfasis.

De todos modos, también es cierto que muchas nanas aportan elementos temáticos destacables por sí mismos, sobre todo en aquellas nanas en que el adulto, expresa distintos sentimientos personales y, casi siempre, transitorios, con los que parece que desea fortalecer la comunicación con el crío:

Suelen ser referencias o expresiones sentimentales que van desde la mera y elemental afirmación del amor maternal (... que tu madre te quiere mucho) hasta la alusión a amores no concretados:

Corazoncito mío,
calla y no llores,
que te traigo noticia
de tus amores.

A veces, el sentimiento es más triste:

En los brazos te tengo
y considero
qué será de ti, niño,
si yo me muero.

En otras ocasiones, los sentimientos se exteriorizan al ver enfermo al niño o al sentir la pobreza familiar...

Incluso, hay algún ejemplo que anuncia la tragedia y que, al final, se queda en un eficaz recurso cómico, que idea la madre para distraer momentáneamente al niño que aún no se ha dormido:

- ¡Ay, mi niño del alma,
que se me ha muerto!

-No me llore usted, madre,
que estoy despierto.

El coco
La frecuente presencia de la madre, las citas al padre ausente, las referencias a diversos quehaceres hogareños (lavar, cocinar, planchar,...):

Dórmite, niñito,
que tengo que hacer:
lavar los pañales,
ponerme a coser.
(Nicaragua).

Así como el constante recuerdo del amor que los padres sienten por su niño, confieren a las canciones de cuna hispanas un especial tono afectivo, muy familiar, que las identifica, reforzado -además- por la presencia de abundantes diminutivos:

'nanita', 'chiquito', 'chiquitín', 'casita', 'pajaritos', 'ojitos', 'guagüita', 'niñito', etc.

Pero no es este tono el que más destaca en la tradición del género, sino el derivado de la propia concepción de estas canciones, es decir, el tono imperativo con que se induce al niño a que concilie el sueño lo más rápidamente posible.

Precisamente las nanas en que este tono imperativo es más explícito son las que más vivas se conservan, al menos en España, y las que podemos encontrar, con leves variantes, en más lugares distintos de la geografía iberoamericana.

La tradición parece indicar que estas canciones de cuna llevan implícita una amenaza, pero la verdad es que el tono imperativo no siempre va acompañado de ella:

Lo que sí hay es una invitación, más o menos seria, al sueño, que el adulto que canta dirige al niño:

Si este niño se durmiera,
yo le diera medio real,
para que se comprara
un pedacito de pan.
(España)

O:
Si mi niño se durmiera,

le daría un regalito:
una piedrita de azúcar,
envuelta en un papelito.
(Colombia)

En otros casos, el adulto tranquiliza al niño, para que el temor o el miedo que, con la llegada de la noche, le aquejan, se alivien:

Duérmete, niño de cuna,
duérmete, niño de amor,
que a los pies tienes la luna
y a la cabecera el sol.
(España)

Se unen, pues, en ocasiones, lo 'familiar' y lo 'imperativo', pero ello no nos oculta la existencia explícita de amenaza en otras canciones de cuna:

Conocida es la tradición del coco, personaje que, curiosamente, aparece en pocas nanas españolas, pero cuya existencia popular está muy extendida, asociada siempre al género de la nana.

Ya Covarrubias, en 1611, recogía el término del siguiente modo, sin duda sorprendente tantos años después:

En lenguaje de los niños, vale figura que causa espanto, y ninguna tanto como las que están a lo obscuro o muestran color negro de 'cus', nombre propio de Can, que reinó en Etiopía.

La tradición, no obstante, no es sólo española, ni siquiera hispana...

Con la misma o con otras denominaciones, en toda Europa se asusta con el coco, entendiendo como tal un ser imaginario que produce miedos infantiles, que serán mayores o menores, según sea la propia fantasía del niño destinatario de la amenaza.

En la tradición hispana tenemos ejemplos que aún se conservan con notable pujanza:

Duérmete, niño mío,
que viene el coco,
y se lleva a los niños
que duermen poco.
(España)

Duérmete, niño,
que ahí viene el coco,
y se lleva a los niños
que duermen poco.
(México)

Duérmete, niño,
duérmete ya,
que ya viene el coco
y te llevará.
(Colombia)

Es la síntesis del amor filial y del miedo provocado; cariño y amenaza explícita; realidad y fantasía.

En la canción de cuna hispana no está sino la propia dualidad de la vida misma desde sus orígenes:

Los sentimientos que más vivamente han caracterizado al hombre, incluso sus obsesiones y sus esperanzas; como bien dice Paloma Sainz:

Todos estos antagonismos que -¡tantas veces!- nos parecen injustos, forman parte imprescindible de nuestra vida.

La riqueza literaria de la canción de cuna, así como su ininterrumpida transmisión de generación en generación, nos obligan a realizar todos los esfuerzos posibles para evitar que terminen desapareciendo.

De ese modo, estaremos contribuyendo a la perpetuación de una manifestación cultural, de tradición popular, en la que confluyen dos mundos tan necesitados entre sí:

El infantil y el adulto, que es patrimonio de una colectividad de cientos de millones de personas que se expresan en la misma lengua, y que es coincidente con otras colectividades que hablan lenguas diferentes.

¿QUÉ DICE ESTA CANCIÓN?
Prof. Graciela Pacheco de Balbastro

La canción de cuna nació el lejano día en que una madre hizo de sus brazos nido y musicalizó su ternura.

En una palabra: ¡casi desde siempre!

Desde el punto de vista literario este género es el primero en ser disfrutado por el hombre. Por mucho tiempo sólo existieron en el corpus de la literatura tradicional de transmisión oral.

La canción de cuna, la nana, el arrorró, son la misma vertiente dirigida a distintos destinatarios: la madre y el hijo.

Canturrear, cantar, mientras la mamá acompaña la letra heredada o aprendida o recién compuesta no sólo está destinado al bebé.

Bien dijo Gabriela Mistral que los arrullos folclóricos, esa "isla de las canciones de cuna", "no es para la mujer sino un antojo de palabras enderezadas al niño y a sí misma".

Mientras mamá canta lo mira, lo explora, fabula. Y la nana que repite entronca a su pertenencia, a su cultura.

Si por las raíces bebe el árbol, mosto jugoso trepará por los retoños si los padres se brindan ese tiempo.

La canción de cuna tiene ritmo de vaivén y es de una importancia capital en el desarrollo armónico de la criatura.

Con quien se hamaca y canturrea se establece una íntima relación. ¡Es una soledad de dos!

Es el momento que precede a la calma, es un espacio propicio para que mamá haga, intuitivamente, su diagnóstico del porqué del llanto, por ejemplo.

Si el niño está llorando y es una criatura sana, está anunciando alguna situación molesta: hambre, frío, sueño, algún dolor...

Y cuando mamá lo levante, cuando se acomode con su carga preciosa, las más de las veces, por pequeña que sea la criatura, dejará saber qué es lo que la aqueja.

Buscará por su lugar habitual de comida, o luchará denodadamente contra el sueño. O, calentita entre los brazos, el frío se alejará.

Cuando la madre devuelve a su hijo a la cuna, subconscientemente trata de repetir en el "moisés", en la camita, las condiciones de sus brazos.

Trata, inadvertidamente, de transformar el lecho en pequeño nido.

Así, que si era frío lo que tenía, es muy probable que inconscientemente la madre lo subsane.

Y si era sueño... "arrorró mi niño/arrorró mi sol/arrorró pedazo/de mi corazón".

En la historia de las civilizaciones, los sociólogos le asignan a la canción de cuna un sentido protector, una especie de encantatorio para alejar a los malos espíritus.

Y también el de momento socializador del grupo o tribu.

La canción de cuna viabiliza la situación onírica.

La nana, aliada del sueño, ayuda a que éste gane la lucha.

¿Por qué los niños se resisten a abandonarse y dormir?

¿Por qué la mayoría riñe con el sueño?

La canción de cuna es la que ayuda a poner pesados los párpados, la que calma el llanto, la que ayuda a confiar.

Es un puentecillo placentero y seguro para que madre e hijo lo crucen en mutuo reconocimiento.

Además, dicen que dicen los que saben mucho de estas cosas, que hasta el segundo mes los bebés no se malacostumbran.

No sé si es totalmente cierto, pero a mí me gusta creerlo: sesenta días es tiempo suficiente para aprender a acunar al bebé.

Lo que no se discute es que "el apresuramiento en el vivir, la falta de espacio en la vivienda actual, el trabajo de la madre fuera del hogar, así como la ausencia de determinados contornos profundamente poéticos -el fuego en la chimenea, el cuarto de hilar o de costura, las viejas cocinas con servidumbre sabedora de cuentos...

Y hasta la existencia de abuelas abuelas...- gravitan negativamente en el encuentro del niño (...) con la palabra".

La canción de cuna sería así la primera aproximación placentera que hacemos a la palabra hecha arte.

La poesía infantil toma diferentes formas. Ésta que nos ocupa hoy es el vaivén poético con que acompaña y destraba la madre el sueño de su hijo.

Ese susurro maternal rimado, ritmado y musicalizado lubrica la relación madre e hijo y ayuda a éste a entregarse confiado al sueño.

No importa que ni mamá, ni papá, ni la abuela tengan voces para el Colón, hay canciones de cuna "adecuadísimas para ser leídas (diríamos casi susurradas) a los pequeños a la hora del descanso, debido a la honda sugestión de su atmósfera onírica que predispone al sueño".

Los temas:
El gran tema es indudablemente el sueño visto como contienda.

Para ganar en la lid, la canción de cuna se transforma en estrategia.

Y esta estrategia se estructura en tres posibles momentos o actitudes del poeta ante el problema.

Actitud ante el problema:
Ante la resistencia del niño por no claudicar al descanso, la nana aliándose al sueño exhorta, tienta, amenaza... ruega.

1º Nanas de exhortación
2º Las de acción de tentar
3º La amenaza

La rogativa:
Estos tres tratamientos del problema a resolver (el sueño que no llega) pueden resumirse como de rogativa:

La madre que pide su propio descanso, que necesita ir a trabajar, que ruega por el abandono momentáneo del niño al sueño:

Ángel que te trajo
ya mira el reloj.

tiene que volverse.
duérmete, mi sol.

Mientras crece el trigo,
durmamos los dos.
José Pedroni

¿Qué primero un cuento?

Pues sí, niño, sí;
Había una vez
en cierto país
mucho que lavar,
mucho que planchar,
mucho que zurcir...

Por suerte los niños
dormían allí...

¿Y usted, dígame?
¿No piensa dormir?
¡Oh, quiere un besito!
¡Uno, y cien, y mil!

Pero, ¡a ver si ahora
se duerme por fin!

Que su madre vive
en aquel país
y la pobre tiene
mucho que lavar
mucho que planchar,
mucho que zurcir...
Germán Berdiales

Muchas canciones de cuna son breves cuentos en verso.

Muchas de ellas son poesía narrativa. Hay canciones de cuna breves y otras extensas.

Las hay anónimas y las hay literarias. Heredadas de la tradición española (europea en general) o pertenecientes a nuestro folclore.

Que el niño no entienda qué significa cada palabra, no interesará por ahora.

El verbo de los poetas, como el de los santos, no requiere descifrarse por la gramática para mover las almas.

¡Su esencia es el milagro musical!

La madre ha logrado
dormir a su hijito.

Una obra maestra
de pequeños suspiros,
de menudas palabras,
de amenaza, de mimos
de dulces cancioncillas
de voluntad, de instinto...

No respiremos casi
El niño se ha dormido.
-Baldomero Fernández Moreno-

Fuentes:
http://www.usuarios.sion.com
http://www.alonsoquijano.org
http://www.aulaintercultural.org/
http://www.7calderosmagicos.com
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"¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta".
-Victor Hugo-

 

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