La ansiedad y el estrés se han convertido hoy en día, en los problemas psicológicos más acuciantes no sólo dentro del ámbito clínico o psicoterapéutico, sino también, dentro del...

mundo empresarial, en especial, en el área de la consultoría psicológica dada la relación tan directa que guarda el rendimiento laboral y la productividad con los procesos de estrés.

La excesiva competitividad en todas las esferas de nuestras vidas, el enorme desarrollo demográfico en las ciudades y su consiguiente sobrepoblación y repercusión sobre la infraestructura de estas (como es el caso de la ciudad de México, la más poblada del mundo), la delincuencia e inseguridad ciudadana, la soledad, el desarraigo, la desintegración de la familia, la dificultad para hacer nuevas amistades o conseguir pareja, son algunas características de la sociedad en la que vivimos y que dan lugar a severos trastornos como la depresión, el estrés y los trastornos de ansiedad.

"Cualquiera puede ponerse furioso... eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta... eso no es fácil." Aristóteles, “Ética a Nicómaco”.

Estas sabias palabras de Aristóteles a su discípulo, resumen perfectamente la esencia de este artículo, con la única intención de que adquiramos conciencia de que determinadas emociones negativas o “tóxicas” como la ansiedad, la ira o la desesperanza, repercuten notablemente en nuestra salud, trabajo y en definitiva en el buen hacer y bien discurrir de nuestras vidas, siendo, el conocimiento de uno mismo, el autocontrol y el optimismo, las claves para navegar serenos y en paz por el mar de la vida, un mar calmado en ocasiones y tempestuoso en muchas otras.

En nuestros días la ansiedad y el estrés son dos de los principales trastornos de conducta que más prevalecen entre la población, y que dadas sus características han adquirido mayor relevancia frente a otro tipo de psicopatologías.
Independientemente de las variables genéticas y biológicas que influyen notablemente en el origen y consolidación de dichos trastornos, no cabe la menor duda de que son consubstanciales de nuestro tiempo, y lo que es más importante, al modo en que interpretamos la realidad y en definitiva como vivimos.

Dicho en pocas palabras, guardan mucha relación con cuestiones socioambientales, socioeconómicas, culturales y también con variables del organismo (rasgos de personalidad, variables de predisposición y estrategias de afrontamiento).


Por citar algunos datos:
• Un 48% de trabajadores europeos considera que el estrés afecta a su salud.

• En USA el estrés y enfermedades mentales suponen un coste anual de 230 millones de dólares.

• Los trastornos de ansiedad lo sufre un 14% de la población mundial. Según fuentes de la OMS el 25-30% de las consultas médicas guardan relación con la ansiedad.

Lo padecen más el doble de mujeres que hombres, las personas de edades comprendidas entre los entre los 25 y los 44 años son los que más la sufren y 68% de las personas diagnosticadas con ansiedad presentan otro trastorno.

Correlaciona con depresión, trastornos psicosomáticos y trastornos de la alimentación (Miguel-Tobal, 1.996)

Pero antes de entrar de lleno en este terreno debemos definir primero qué es el estrés, la ansiedad y que similitudes y diferencias encontramos en ambos conceptos.

El estrés laboral es un fenómeno personal y social cada vez más frecuente y con consecuencias importantes en el ámbito individual y organizativo.

A nivel individual puede afectar al bienestar físico y psicológico. Como colectivo, puede deteriorar la salud de organización (Peiró, 1.992).

Desde el punto de vista del individuo, el trabajo es una actividad que las personas tienen que ejercer por necesidad para poder obtener, bien directamente o bien indirectamente, mediante un salario, los bienes que le permitan no sólo sobrevivir, sino alcanzar unas compensaciones personales y sociales lo más satisfactorias posibles.

El trabajo no sólo supedita la vida en cuanto a reparto de tiempo, movilidad, posibilidades económicas, relaciones humanas, familiares, etc., sino que como fuente de riesgos, limita la salud, incidiendo en ella de una forma violenta a través de los accidentes de trabajo, o provocando enfermedades somáticas o psíquicas, o bien siendo un generador de fatiga muscular o nerviosa que conlleva la alteración de la salud (Sola, 1.993).

Debe partirse de una realidad fundamental, la de considerar al trabajador como un ser humano y no como un factor de producción, por tanto, como ser humano está sometido a las satisfacciones y padecimientos propios de su condición, que necesita usar de todos los medios de los que la naturaleza le dota para valerse por sí mismo.

Al mismo tiempo hay que considerarlo como integrante de una sociedad organizada, primeramente en unidades familiares y después en unidades colectivas más amplias, las cuales necesitan del mantenimiento de la integridad de cada individuo para no sólo aprovechar sus cualidades al máximo, sino, además, porque de su bienestar dependerá el bienestar de las personas más próximas.

Las investigaciones iniciales sobre el estrés, parten de la existencia de estresores prácticamente universales (determinadas condiciones ambientales) y de unas respuestas generales e inespecíficas por parte de la persona.

Selye establece el concepto de Síndrome General de Adaptación, entendiendo por tal, los diferentes cambios que se van produciendo en el organismo como consecuencia de la presencia más o menos mantenida de un estresor.

Supone que la respuesta del organismo es la misma ante cualquier estresor, y que todos los organismos ante situaciones de estrés presentarán esta respuesta de activación generalizada.

Frente a las indicaciones de Selye, pronto se observó que existían enormes diferencias individuales en el modo en que las personas reaccionaban a un mismo estresor.

Esto ha llevado durante la década de los 80 a la aparición de nuevas perspectivas, en las que se enfatiza el modo idiosincrático en que cada persona percibe las situaciones y responde a ellas.

Una de las más influyentes ha sido el modelo transaccional o interaccional de Lazarus y Folkman, según el cual el estrés es un proceso dinámico de interacción entre el sujeto y el medio.
De acuerdo con estos autores, un suceso será estresante en la medida en que el sujeto lo perciba o valore como tal, sean cuales sean las características objetivas del suceso.

Por otra parte, las estrategias de que disponga una persona para hacer frente a la situación determinarán en buena medida que se emita la respuesta de estrés (Labrador, 1.993).

Para una persona en el desarrollo de su labor profesional es deseable que pueda operar en situaciones donde las exigencias y su capacidad para hacerles frente estén equilibradas. Establecer y mantener este equilibrio puede suponer regular su exposición a los estresores, y alternativamente, ir reduciendo sus niveles de ansiedad e incrementar su capacidad para hacerles frente.

Dentro del ambiente de trabajo pueden darse determinadas condiciones que contribuyan a romper el equilibrio pretendido. La persona puede estar sufriendo una sobrecarga de trabajo en forma de plazos no realistas, demasiadas horas o tener la sensación de que el trabajo es superior a su capacidad.

Por otro lado, el trabajo puede carecer de estimulación provocando que se aburra, o puede no ofrecer oportunidad para que demuestre su capacidad. También puede darse una falta de claridad en cuanto a los límites de su responsabilidad y los objetivos de su trabajo pueden estar inadecuadamente definidos Powell y Enright, 1.990).

Burnout, es un término que fue utilizado por primera vez (Freudenberg, 1.974), para referirse a la problemática padecida por los trabajadores de los servicios sociales y de otros ámbitos laborales.

Las manifestaciones del síndrome de Burnout aparecen en aquellos profesionales cuyo trabajo se relaciona con la atención directa, sobre todo atención educativa o social, concretamente en personal hospitalario, maestros, educadores, psicólogos y asistentes sociales.

Se ha comprobado que la preparación de estos profesionales no siempre es suficiente para afrontar algunas situaciones habituales de su trabajo, las cuales pueden inducir a dificultades emocionales y conductuales como ansiedad, agresividad, depresión, hostilidad, aburrimiento, lentitud, resignación… que conllevan un sentimiento de fracaso personal e incapacidad para el ejercicio de la profesión.

Maslach y Jackson han definido este síndrome en tres dimensiones: agotamiento emocional, despersonalización (actitudes cínicas y sentimientos negativos) y reducida realización personal (tendencia a evaluarse negativamente a sí mismo).

El cuadro sintomatológico de estos tres componentes es el siguiente:

• El denominado cansancio emocional se refiere al agotamiento físico y psicológico, expresado como la sensación de no poder dar más de uno mismo a las personas que atiende.

• La despersonalización hace alusión a una actitud fría y despersonalizada hacia las personas atendidas y hacia los propios compañeros de trabajo. La actitud es, en estos casos, de distanciamiento, irritabilidad, cinismo, etc.

• La llamada inadecuación personal hace referencia a un sentimiento de inadecuación personal y profesional en el puesto de trabajo, que surge al comprobar repetidamente que las demandas que se le hacen, exceden su capacidad para hacerles frente adecuadamente.

Estos tres componentes suelen ir acompañados de otras alteraciones, entre ellas las cognitivas (baja autoestima, problemas de concentración y atención, dificultad para tomar decisiones y resolver problemas, reducción en las habilidades de memorización).

Las fisiológicas (cefaleas, hipertensión, asma), motoras (absentismo laboral, postergación y aplazamiento de las tareas y obligaciones laborales, consumo de antidepresivos, estimulantes o tranquilizantes).

Así como alteraciones en los hábitos de riesgo para la salud (incremento del consumo de tabaco y otras sustancias, conducción temeraria).

El Burnout ha sido entendido como una respuesta emocional y cognitiva a ciertos factores laborales e institucionales, o como consecuencia del estrés. En lo referente a la evolución del síndrome, se ha propuesto un desarrollo secuencial.

En un principio las demandas laborales excederían los recursos materiales y humanos de los profesionales. Posteriormente y como consecuencia de ello dichos profesionales hacen un esfuerzo excesivo.

Aquí ya comienzan los síntomas de ansiedad, la fatiga e irritabilidad, y la reducción en el sentimiento de responsabilidad personal y de altruismo profesional. Como consecuencia a todo ello se produce un cambio de actitudes, distanciamiento emocional, deseo de huida, cinismo y rigidez.

Hasta ahora sólo he hablado acerca del concepto, características y modelos explicativos del estrés. En cuanto a la ansiedad, ¿qué podemos decir de ella? ¿Es sinónimo de estrés o por el contrario no tiene nada que ver con este? ¿Qué semejanzas y qué diferencias hay entre ambos conceptos?

Para entender qué son los trastornos de ansiedad hay que pensar primero en la normalidad. Hay que pensar que todas las personas tienen capacidad para reaccionar con ansiedad, porque se trata de una respuesta emocional.

Después podremos entender mejor el trastorno de ansiedad como una patología, como un exceso en la frecuencia, intensidad, duración, etc. de la respuesta de ansiedad, o simplemente como una respuesta inadecuada a las demandas de la situación.

Las emociones son reacciones que se vivencian como una fuerte conmoción del estado de ánimo o estado afectivo. Esta reacción suele tener un marcado acento placentero o desagradable y va acompañada por la percepción de cambios orgánicos, o corporales a veces muy intensos (experiencia emocional).

Los cambios corporales se caracterizan por una elevada activación fisiológica, especialmente del sistema nervioso autónomo (sudoración excesiva, aumento de tasa cardiaca) y del sistema nervioso somático (tensión muscular), aunque también se activan otros sistemas (hormonal, inmune).

Esta reacción puede reflejarse también en expresiones faciales típicas, fácilmente identificables por cualquier observador externo (expresiones de alegría, tristeza, miedo, enfado), así como en otras conductas motoras también observables, como algunos movimientos, posturas, cambios de voz, etc.

La interpretación de una situación determinada no es igual para todos los individuos, ni siquiera a veces para el mismo individuo en diferentes momentos. De cómo se interprete dicha situación dependerá el que surja o no alguna emoción, así como si la emoción es positiva (placentera) o negativa (desagradable).

¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una respuesta emocional, que da el sujeto ante situaciones que “percibe o interpreta como amenazantes o peligrosas” aunque en realidad no se puedan valorar como tal; esta manera de reaccionar de forma no adaptativa hace que la ansiedad sea nociva porque es excesiva y frecuente.

Debemos señalar que la ansiedad es adaptativa permitiendo reaccionar de forma positiva cuando existe peligro real en la situación. La ansiedad es lo que nos hace reaccionar y activarnos en nuestra vida.

La respuesta de ansiedad, entendida como “la percepción de peligro” puede estar provocada tanto por estímulos internos (pensamientos, imágenes) como externos (situaciones).

- ¿Cómo se manifiesta la ansiedad? -

A finales de los años 60 Peter Lang, en la Universidad de Florida, elaboró un modelo explicativo de las emociones en general y de la ansiedad en particular que actualmente es el que impera en nuestros días y se conoce como el “Enfoque Tridimensional de las Emociones” en el cual se sigue investigando no sólo en EE.UU. sino también, en toda Europa encontrándonos con el grupo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid dirigido por los doctores Miguel-Tobal y Cano Vindel, director y coordinador respectivamente del Master en Intervención en la Ansiedad y el Estrés.

Este último grupo lidera la investigación en el viejo continente. El Dr. Lang consideró que la ansiedad se manifestaba mediante un triple sistema de respuestas: Cognitivo (pensamientos), Fisiológico (órganos inervados por el sistema nervioso autónomo y actividad muscular tónica) y Motor (comportamientos).

Encontrando que estos tres sistemas correlacionaban escasamente entre sí. Todos los sistemas están modulados por centros neurales del cerebro.

Resumiendo, con la ansiedad se pone en marcha toda una serie de recursos para hacer frente a la situación, se moviliza energía para enfrentarnos o huir de situaciones amenazantes.

¿La ansiedad patológica que requiere del tratamiento de un especialista, suele presentarse sola o de la mano de otros trastornos?

Pues desafortunadamente la respuesta a esta pregunta es poco alentadora ya que normalmente la ansiedad cursa con problemas de depresión e ira-hostilidad.

Estos tres jinetes del Apocalipsis suponen hoy en día el “punto de mira” de las intervenciones dentro del campo de la clínica y por supuesto dentro de la asesoría y consultoría psicológica en materia de estrés que unos pocos profesionales verdaderamente calificados ofrecen a las empresas.

Respecto a la ira debo decir que es una emoción negativa, al igual que la ansiedad, que incluye sensaciones subjetivas de enojo, irritación, furia, rabia, etc. y produce una activación del Sistema Nervioso Autónomo.

Se consideran tres formas básicas de ira:
• Ira-Interna: Se expresa hacia dentro, mediante pensamientos y autoverbalizaciones... (Debería haber hecho...).

• Ira-externa: Es la expresión de la ira a través de conductas visibles (portazo, puñetazo...).

• Control de ira: Consiste en frenar los impulsos más problemáticos y encauzarlos adecuadamente. Nos enviamos a nosotros mismos mensajes para intentar ver la situación menos alarmante o importante.

Existe una importante relación entre la ira y los trastornos cardiovasculares y además es de gran importancia en el campo del estrés laboral dado que las investigaciones actuales coinciden en considerar este factor como característica determinante del patrón de conducta Tipo A, el cual es considerado como determinante en el desarrollo del “Síndrome de Burnout”.

¿Y por último, de la depresión que puedo decir que no se haya escrito ya? Casi con toda certeza este es uno de los trastornos acerca del cual hay más literatura científica publicada.

Por ello y sin entrar en demasiados detalles técnicos es importante mencionar que las personas que presentan síntomas depresivos se caracterizan por tener determinados pensamientos y criterios para valorar e interpretar los acontecimientos que les rodean, de carácter negativo y pesimista.

Su mundo lo interpretan según lo que Aron Beck denominó: “La triada cognitiva” caracterizada por:

• Visión negativa de uno mismo: La persona se menosprecia, interpreta fracasos aislados como signos de su incapacidad total.

• Visión negativa del entorno: Se ven negativas las experiencias, viéndose el sujeto enfrentado a obstáculos y cargas insalvables.

• Visión negativa del futuro: No se espera que las dificultades momentáneas pasen pronto, más bien se piensa en un futuro negro y no se emprenden nuevas tareas y retos porque se piensa que no tienen sentido.

Igualmente se producen “pensamientos deformados” tales como:

a) Inferencia arbitraria: Se saca una conclusión cuando falta evidencia.

b) Sobregeneralización: Se extrae una conclusión definitiva universal (siempre, nunca, todos, nadie) de un pequeño dato.

c) Magnificación: Tendencia a exagerar la importancia de un pequeño suceso negativo. O por el contrario se minimiza la importancia de un evento positivo.

d) Personalización: Tendencia a relacionar cualquier información con uno mismo aunque no exista ninguna base para hacer esta conexión.

e) Pensamiento dicotómico: Tendencia a categorizar casi todo en sólo dos categorías (bueno-malo, blanco-negro, agradable-horrible, si-no).

Volviendo al título de este artículo: ¿cómo se explica que el estrés desmedido produzca una disminución del rendimiento laboral y productividad de una empresa? “Pues simple y llanamente” como diría un castellano y en base a las siguientes teorías:

1. Ley Yerkes-Dodson (1.908)
Como he señalado, el estrés es un proceso adaptativo que juega un papel importante en la supervivencia de las personas. Sin embargo, los efectos del estrés se pueden tornar negativos bajo ciertas condiciones (cambio de puesto de trabajo, adquisición de nuevas responsabilidades o competencias).

La relación entre la activación producida por un estresor y la actuación/rendimiento, mantienen una forma de “U” invertida, según la ley formulada por Yerkes y Dobson (1.908).

Esta relación señala, que si bien los niveles bajos y medios de un estresor hacen que este actúe como energizante y por lo tanto como facilitador en la actuación, desempeño y ejecución de cualquier tarea, cuando se elevan demasiado los niveles de intensidad del estresor, la activación comienza a interferir y entorpecer la ejecución, hasta llegar a bloquear cualquier tipo de respuesta; siendo por lo tanto el efecto del estrés, una función de los niveles de intensidad del estresor.

Así pues, la condición generadora de efectos positivos/negativos del estrés, viene en principio definida en función de la magnitud del propio estresor, pero esta condición está altamente mediatizada por la auto-capacidad para afrontar el estrés que posea la persona.

A mayor capacidad de afrontamiento, los efectos positivos del estrés abarcarían niveles más altos de intensidad del estresor y cuanto menos sea la capacidad de afrontamiento mayores niveles de estrés habrá ante una menor intensidad de este. (Adaptado de Fernández-Abascal, 1.999).

2. Teorías de la relación entre ansiedad de prueba y rendimiento

En los tiempos en los que vivimos, las situaciones de prueba son cada vez más frecuentes en la vida de los individuos. Desde que comenzamos la escolarización hasta que llegamos a la Universidad el número de pruebas a las que debemos enfrentarnos es enorme y nuestro futuro depende en gran medida del rendimiento que tengamos en las mismas.

De igual manera, en el ámbito laboral la realización de pruebas está siempre presente y de hecho, para acceder a la mayoría de los puestos de trabajo hay que superar pruebas de selección, exámenes psicotécnicos etc.

El término ansiedad de prueba o ansiedad de evaluación (test anxiety) fue introducido por Mandler y Sarason (1.952) para hacer referencia a la tendencia o disposición a emitir respuestas interfirientes y autocentradas cuando el individuo es expuesto a condiciones evaluativas.

Este estado de ansiedad se considera una reacción específica y transitoria caracterizada por preocupación por el fracaso, bajo rendimiento en la tarea, incapacidad para tomar decisiones, problemas de autoestima, percepción negativa de la propia capacidad, tensión, nerviosismo, fracaso académico, absentismo laboral y cambio de trabajo.

La Teoría de la Interferencia Cognitivo-Atencional (Wine 1.971-82, Sarason y Pierce, 1.990) ofrece una explicación cognitiva, de carácter atencional del deterioro que la ansiedad produce sobre el rendimiento.

El efecto debilitador se debe a que el sujeto focaliza la atención en aspectos internos, tales como pensamientos autoevaluativos y depreciativos y no en la propia tarea.

De esta forma, el deterioro en el rendimiento laboral, intelectual o académico se debe a un déficit atencional, lo que produce una interferencia en la recuperación del material aprendido o información almacenada en la memoria ya que el sujeto focaliza la atención en claves irrelevantes y no en las relevantes para resolver adecuadamente la tarea.

El descenso en el rendimiento será mayor cuanto mayor sean los recursos atencionales que precise la tarea para su ejecución, es decir, en tareas o trabajos complejos.

Esta teoría está considerada como la más difundida y aceptada dentro de la psicología científica y dentro de esta área de estudio que abarca el rendimiento escolar o académico y laboral.

Desde mi experiencia como psicólogo clínico y consultor dentro del campo de la ansiedad y estrés laboral, toda intervención dirigida a detectar o diagnosticar niveles de estrés y baja productividad para posteriormente realizar una intervención dentro del sistema organizacional o empresarial debe reunir las siguientes características y objetivos:

1. Realizar un Diagnóstico de necesidades en la empresa (a nivel organizacional, grupal e individual) y un Análisis Funcional para determinar las variables que están interviniendo en los incremento de los niveles de estrés y en el descenso de la productividad y rendimiento laboral de los ejecutivos y/o directivos.

2. Dotar de estrategias de afrontamiento adecuadas para reducir los niveles de ansiedad y estrés.

3. Aumentar el rendimiento laboral y la productividad basándonos en los modelos teóricos de Yerkes-Dobson y Wine, Sarason y Pierce.

4. Aumentar la motivación, la capacidad de resolución de problemas y la eficiencia en el desempeño del trabajo.

5. Inculcar en los empleados una Filosofía de Empresa basada en: optimismo, hábitos de vida saludables, rendimiento, productividad y fidelidad a la empresa.

6. Generalización de las estrategias aprendidas a otras áreas y funciones dentro de la propia empresa así como a otros ámbitos de la vida.

En definitiva y a modo de conclusión tras lo expuesto anteriormente quisiera finalizar este artículo citando literalmente a dos escritores bien dispares y alejados el uno del otro en el tiempo y en el espacio, pero conectados por un mismo modo de pensar reflejado en sus escritos, el Dr. Daniel Goleman y William Shakespeare.

Ante la pregunta ¿Cuáles son los ingredientes básicos para aprender a ser inteligentes emocionalmente?

La repuesta del Dr. Daniel Goleman, “La Inteligencia Emocional II”, es sencilla y clara: “el autodominio, el ser capaces de soportar las tormentas emocionales a las que nos someten los embates de la fortuna, en lugar de ser “esclavos de la pasión”, virtud que ha sido elogiada desde los tiempos de Platón...

La antigua palabra griega que lo define era sophrosyne, “cuidado e inteligencia para conducir la propia vida, “un equilibrio y una sabiduría templados”.

Los romanos y la primitiva iglesia cristiana lo llamaron temperantia, templanza. El objetivo es el equilibrio... como señaló Aristóteles, lo que se quiere es la emoción adecuada, el sentir de manera proporcionada a las circunstancias.

Sir William Shakespeare es el otro escritor, por su notable influencia en la cultura y literatura inglesa y europea.

“Tranquilo tus desgracias soportaste, tú, de la suerte el golpe y el halago recibiste con ánimo sereno... Encuentre al hombre que no sea esclavo de la pasión, y vivirá en mi pecho, junto a mi corazón como tú vives...”. Hamlet a su amigo Horacio.

Fuente: Joaquín Marbán Sánchez
http://www.coparmex.org.mx
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“Mientras vivas, sigue aprendiendo a vivir”.
-Séneca-

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