Mirarse al espejo puede aliviar el dolor. En ciertos casos es posible engañar al cerebro para sufrir menos. Una investigación hecha por científicos británicos ha descubierto una forma de terapia para aliviar el dolor.
Basada en la observación, el sistema consiste en situar al paciente ante un espejo que refleja una imagen distorsionada, mediante la cual los ojos ven duplicada la parte sana del cuerpo, mientras permanece oculta la parte afectada.
El cerebro puede fijarse en esta imagen irreal y dejar de emitir señales de dolor entendiendo que todos los miembros están bien.
De momento la técnica se ha comprobado que funciona sólo con síntomas concretos, como el dolor regional complejo o por lesiones de esfuerzo repetitivo, en personas que sufren dolores crónicos en sus extremidades; además, no es eficaz en el cien por cien de los casos.
Sin embargo, promete nuevas terapias inteligentes para el tratamiento de ciertos dolores.
Este innovador tratamiento funciona con personas que sufren el llamado “síndrome de dolor regional complejo” o CPRS (siglas en inglés) y también lesiones por esfuerzo repetitivo (RSI).
El CPRS se da en un tercio de las personas que se fracturan la muñeca: una vez que se quitan la escayola, el dolor persiste en sus manos, brazos y hombros.
El CPRS es un trastorno que produce un dolor crónico como resultado de una disfunción del sistema nervioso central o periférico.
Este síndrome se caracteriza por cambios radicales en el color y la temperatura de la piel en la extremidad o parte del cuerpo afectada, acompañados de fuertes dolores candentes.
Estos dolores persisten incluso después de que las heridas de los pacientes hayan desaparecido por completo.
Por lo tanto, su síntoma principal es un dolor continuo e intenso, desproporcionado para la gravedad de la herida (si es que la hay), y que con el tiempo empeora en lugar de mejorar.
Los expertos aseguran que este síndrome afecta sobre todo a mujeres jóvenes.
Frecuentemente el dolor se extiende para incluir todo un miembro (la mano o pierna), aún cuando la herida original haya sido solamente en un dedo. A veces el dolor puede propagarse a la extremidad opuesta. El dolor puede aumentar aún más con el estrés emocional.
El origen de este extraño síndrome se desconoce, y se maneja la probabilidad de que sea debido a varias causas que van desde una afectación en el sistema nervioso simpático al mantenimiento anormal de la respuesta inmune, una vez que la herida ya ha sido sanada.
Las lesiones por esfuerzo repetitivo o RSI son aquellas lesiones que se originan por movimientos físicos repetitivos que pueden dañar tendones, nervios, músculos y otros tejidos del cuerpo.
Algunas de ellas afectan a los músicos, a los que trabajan muchas horas con el ordenador o a los tenistas, por poner algunos ejemplos.
-Nueva solución
Los síntomas CPRS o de lesiones RSI tienen difícil tratamiento médico. Sin embargo, un estudio realizado por la Universidad de Bath, en el Reino Unido, y dirigido por la doctora Candy McCabe, del Royal National Hospital for Rheumatic Diseases, ha demostrado que tanto el síndrome CPRS como las lesiones de origen RSI se pueden curar gracias a los espejos.
En dicho estudio, publicado por la revista Clinical Medicine, Journal of the Royal College of Physicians, ocho pacientes afectados por CPRS se sentaron delante de una serie de largos espejos.
Estos espejos estaban colocados de tal manera que los pacientes veían sólo la mitad sana de su cuerpo, quedando la enferma oculta.
Además, creaban un efecto óptico de reproducción de dicha mitad sana, así que, ante los participantes, aparecían dos partes del cuerpo sanas (resultado de un efecto óptico que une ante el espejo la imagen de los dos lados sanos).
Los pacientes, aunque sabían que estaban ante un efecto óptico, debían concentrarse en la imagen observada e intentar creer que lo que veían era la realidad de todo su cuerpo y de ellos mismos. El resultado del experimento fue sorprendente, comenta New Scientist.
La terapia sirvió para que el dolor desapareciera instantáneamente en tres de los pacientes. Una vez que se les retiraron los espejos, el dolor volvió.
Sin embargo, con una terapia de espejo continuada, seis de los ocho pacientes fueron curados del todo. Los otros dos no se curaron debido a ciertas complicaciones añadidas, como úlceras en los brazos y daños físicos reales.
-El cerebro redefine la imagen del cuerpo
Desde que probó con este experimento, McCabe asegura que ella ha tratado con éxito a más pacientes con CRPS y RSI con esta misma técnica. En su opinión, el dolor de este tipo de enfermedades se deriva de una “distorsión” en la percepción que tiene el cerebro de lo que le sucede al cuerpo en el momento presente.
El cerebro envía continuamente señales al cuerpo, con el fin de predecir la forma o el peso de los brazos o cualquier otra parte del cuerpo, así como su localización.
Los nervios sensitivos responden enviando la información de vuelta, permitiendo así que el cerebro redefina su imagen del cuerpo continuamente.
Así, por ejemplo, cuando tenemos un brazo escayolado e inmóvil, el cerebro envía sus señales para “localizarlo”. Como el brazo no puede responder porque está inmovilizado, entonces el cerebro lanza sus señales de dolor como aviso.
La mayoría de la gente deja de sentir ese dolor cuando se le quita la escayola y el cerebro “comprende” que el brazo “sigue ahí”, pero algunas veces el cerebro mantiene esta percepción equivocada del brazo y continúa emitiendo las señales de advertencia.
Algo similar ocurre en el caso de la RSI: cuando un pianista mueve rápidamente las manos sobre el piano, o tecleamos a gran velocidad en el teclado de un ordenador o damos muchos golpes a la pelota jugando al tenis, estos movimientos también originan confusión al cerebro.
-Otro estudio
En otro estudio realizado también por la doctora McCabe, se analizaron 41 voluntarios no afectados por el CRPS, a los que también se situó frente a los espejos. Sólo podían ver uno de los lados de su cuerpo, y la observación de este lado debía ir acompañada de una reflexión acerca de él.
Como se hizo en el experimento anterior, ese lado se duplicó en dos partes contrapuestas dándoles una imagen completa de la zona a observar, de manera que pudieran creer que aquello era la realidad.
Entonces, los investigadores les pidieron a los participantes que hicieran dos movimientos distintos, uno por cada brazo. La imagen devuelta por el espejo no se correspondía por supuesto con el movimiento real, pero los voluntarios comenzaron a notar ciertos efectos en la parte del cuerpo “escondida”, es decir, que no estaba reflejada en el espejo.
Las sensaciones iban desde los calambres hasta dolores de cierta intensidad, que a algunos de ellos les impidieron terminar la experiencia. Según McCabe, estos dolores provenían de la discordancia entre aquello que el cerebro percibe del cuerpo y la condición real en la que el cuerpo se encuentra.
La revista "Rheumatology" ha dedicado un interesante editorial a comentar la investigación de la doctora McCabe.
-Amplio campo de investigación médica
Estos estudios están en consonancia con una línea de investigaciones médicas que pretende encontrar nuevas fórmulas más inteligentes para aliviar el dolor asociado a enfermedades o diversas sintomatologías.
En un artículo anterior, ya hemos señalado que la Universidad de Stanford ha descubierto que la actividad cerebral puede controlarse mentalmente para reducir el dolor.
Asimismo, hemos señalado otro estudio según el cual la reacción biológica ante un trauma no es única y universal para cada persona, sino que tiene una relación con la sensibilidad o receptividad del individuo hacia el dolor.
Según este estudio médico, del que ya hemos publicado un artículo, esta constatación reafirma la importancia de la componente subjetiva del sufrimiento, que se basa por un lado en la estructura genética del individuo y por otro lado en la propia experiencia del sujeto.
Finalmente, hemos publicado que investigadores alemanes han podido determinar que la transmisión de los impulsos eléctricos responsables de la percepción del dolor hacia las células nerviosas de la médula espinal, puede ser acentuada o debilitada después de un cierto tiempo, según la naturaleza de una experiencia dolorosa anterior.
El alivio del dolor es uno de los grandes desafíos de la ciencia médica y estas investigaciones están ayudando a concebir nuevos tratamientos que tengan en cuenta los conocimientos alcanzados en disciplinas tan afines como la neurología o la psicología, entre otras.
El entrenamiento cerebral puede reducir el dolor sin necesidad de medicamentos.
-OTROS DATOS-
Aunque no funciona en todos los individuos, la técnica puede derivar en nuevos tratamientos médicos.
La actividad cerebral puede controlarse mentalmente para reducir el dolor, señala un estudio de la Universidad de Stanford. La técnica sólo funciona cuando las personas pueden contemplar en directo, mediante imágenes de resonancia magnética, la zona del cerebro relacionada con el dolor.
Combinando esas imágenes con un entrenamiento mental adecuado, el dolor disminuye. El estudio demuestra que en determinadas circunstancias es posible “dominar” nuestra actividad cerebral y que, además, se puede en teoría controlar la intensidad del dolor que sentimos sin tener que usar medicación.
La técnica abre nuevas vías a inéditos tratamientos médicos, aunque hay que tener en cuenta que no funciona por igual en todos los individuos y que el uso de las imágenes de resonancia magnética es caro.
Todos nosotros controlamos consciente e inconscientemente nuestro cerebro cada vez que iniciamos cualquier actividad, tenemos cualquier pensamiento o sentimos cualquier emoción o sensación.
Hasta hace poco, no estaba muy claro hasta qué punto podía controlarse la actividad cerebral (o más concretamente la actividad en algunas regiones del cerebro muy específicas), ni el impacto que ese control podría tener sobre nosotros.
En el cerebro hay regiones muy bien definidas que son las responsables de nuestras percepciones de dolor.
Un estudio realizado por un grupo de investigadores norteamericanos ha intentado responder a dos cuestiones básicas: ¿podemos aprender a controlar una región del cerebro llamada la corteza cingulada anterior, relacionada con nuestra percepción del dolor?
¿Este control aprendido afectaría tanto a enfermos con dolores crónicos como a gente sana a la que se ocasionara un dolor puntual?
El experimento ha contestado a ambas cuestiones afirmativamente: se puede enseñar a controlar la actividad de las regiones del cerebro relacionadas con el dolor, y reducir de esta forma esta desagradable sensación.
Esta prueba ha sido realizada por Chistopher deCharms, investigador principal de Omneuron, una empresa de San Francisco especializada en conocer con imágenes de resonancia magnética la actividad cerebral para entrenar a los pacientes en su control, en colaboración con la Universidad de Stanford, que explica el experimento en un interesante artículo.
Los investigadores han puesto de manifiesto que si un individuo puede aprender directamente a controlar la activación de ciertas regiones localizadas de su cerebro, eso puede darle control sobre los mecanismos neurofisiológicos de comportamiento y conocimiento, y puede convertirse en una nueva fórmula de tratamiento de enfermedades.
-Imágenes de resonancia magnética
El experimento de deCharms consistió en utilizar la llamada imaginería de resonancia magnética (IRM) para visualizar la actividad de una zona del cerebro implicada en la percepción del dolor: la corteza cingulada anterior.
En medicina, la resonancia magnética nuclear es una técnica de obtención de imágenes internas del organismo, gracias al fenómeno físico de la resonancia.
Estas imágenes se utilizan como fuente de información en numerosos diagnósticos. La resonancia magnética utiliza fuertes campos magnéticos que provocan que las células del cuerpo emitan ondas de radio.
Los diferentes tejidos emiten diferentes ondas en función de su densidad y de su contenido en agua. Una computadora traduce los patrones de estas ondas en imágenes muy detalladas de las partes del cuerpo en las cuales se pueden identificar anomalías que pueden ser utilizadas para un diagnóstico médico.
-Sesiones de entrenamiento
En las imágenes tomada por los investigadores, aparecía en pantalla una especie de “llama” que reflejaba el nivel de actividad del área de la corteza cingulada anterior, lo que permitió a los voluntarios visualizarla.
Entonces, los investigadores le pidieron a los pacientes que controlaran la activación de esa zona o bien concentrando su atención en el dolor o, por el contrario, distrayéndose de él para pensar en otra cosa.
Después de algunas sesiones de entrenamiento, algunos pacientes fueron capaces de reducir la actividad de esta parte del cerebro, experimentando al mismo tiempo una reducción del dolor. Los resultados han sido publicados por la revista "Proceedings of the Nacional Academy of Sciences".
Tal como se explica en el mencionado artículo, los pacientes que consiguieron controlar el dolor contemplaron la imagen de sus cerebros durante 39 minutos y en ese tiempo intentaron varias estrategias mentales para aumentar o disminuir la actividad cerebral de la zona afectada por el dolor.
La técnica mental empleada consistía básicamente en distraer la atención del sujeto del dolor experimentado, tratando de que su mente pensara en otra cosa.
Cuando lo conseguían, contemplaban cómo disminuía la actividad de la corteza cingulada anterior y al mismo tiempo la sensación de dolor en la zona del cuerpo que formaba parte del experimento.
Para verificar que el hecho de pensar en otra cosa no es suficiente para explicar tanto la reducción de la actividad cerebral como el dolor en sí mismo, otro grupo de voluntarios emplearon la misma técnica mental con otra región del cerebro, lo que no produjo ningún cambio en la sensación de dolor.
Se realizaron, por tanto, experimentos que demostraron que el control del dolor no se observa después de un entrenamiento similar si los sujetos no contemplan las imágenes de su cerebro y si estas imágenes no corresponden a la corteza cingulada anterior.
De esta forma, se demostró la importancia de la visualización en la consecución de los objetivos del experimento.
-Nuevo mecanismo clínico
Según los expertos, el control sobre el sistema modulador del dolor es un objetivo muy importante porque podría suponer un mecanismo clínico único de control del dolor.
Utilizando imágenes a tiempo real de la actividad del cerebro, captadas con resonancia magnética, se puede guiar a los pacientes para que aprendan, mediante entrenamiento, a controlar la corteza cingulada anterior, una región del cerebro que se relaciona con la percepción y con la regulación.
Cuando los participantes indujeron deliberadamente un aumento o un decrecimiento de la activación de esta región, este control en dicha actividad produjo un cambio correspondiente en la percepción del dolor ocasionado artificialmente por un estímulo térmico nocivo.
El experimento se aplicó a ocho pacientes sanos y a otro grupo más de pacientes con dolores crónicos de entre 18 y 37 años de edad. En ambos casos, los voluntarios consiguieron reducir su dolor después del entrenamiento.
Estos descubrimientos demuestran que los individuos pueden controlar voluntariamente la actividad de determinadas regiones del cerebro si son entrenados para ello, lo que exige más experimentos que estudien esta vía como fórmula médica paliativa del dolor.
No es la primera vez que algunas personas consiguen controlar su actividad cerebral a través de un experimento. DeCharms se ha asociado con un especialista del dolor de la Universidad de Stanford, Sean Mackey, para transformar esta técnica en terapia, particularmente de los dolores crónicos.
Sin embargo, los resultados varían mucho de una persona a otra, sin olvidar por otra parte que la imagen de resonancia magnética es cara, lo que lo que limita su generalización a menos a corto plazo y para cualquier circunstancia.
Fuente:
http://www.tendencias21.net/
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"La ciencia son hechos; de la misma manera que las casas están hechas de piedras, la ciencia está hecha de hechos; pero un montón de piedras no es una casa y una colección de hechos no es necesariamente ciencia".
-Henri Poincare-