¡Esa cualidad infinita!

"Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana.

Y del universo no estoy seguro"

(Albert Einstein).

"Nada en el mundo es más...

 

peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda" (Martin Luther King).

A mi entender, estupidez, ignorancia y ambición son el cóctel más explosivo que tenemos y el que más estragos ha causado a la Humanidad.

Y para nuestro mal, son también la mayor epidemia que sufren algunos miembros de nuestra "sociedad".

Sobre la estupidez, esa cualidad infinita:

1.º.- "Cuando un estúpido hace algo que le da vergüenza, siempre declara que era su deber" (Georges Bernard Shaw).

2.º.- "Pensamientos tontos los tenemos todos, pero el sabio se los calla" (Wilhem Busch). (Por favor, no confundir con George Bush).

3.º.- "La tontería de la Humanidad se renueva diariamente" (Jacinto Benavente).

4.º.- "Conviene ceder el paso a los estúpidos y a los toros" (Refrán español).

5.º.- "Era tonto, pero era políglota, con lo cual decía sandeces en varias lenguas" (Wenceslao Fernández Flores).

6.º.- "La estupidez es una roca inexpugnable: todo lo que da contra ella se despedaza" (Gustave Flaubert).

7.º.- "Nada es infinito en el universo salvo la estupidez de los hombres" (Anatole France).

(Añado yo: y de las mujeres, que tampoco estamos a salvo de poseer esta cualidad –tan duradera–, en algunos casos).

8.º.- "Todos los que parecen estúpidos lo son y, además, también lo son la mitad de los que no lo parecen" (Francisco de Quevedo y Villegas).

9.º.- "La osadía de los estúpidos es ilimitada, y su capacidad para arrastrar a las masas, insuperable" (Georges Bernard Shaw).

10.º.- "La estupidez insiste siempre" (Albert Camus).

11.º.- "La estupidez es la más constante de nuestras virtudes" (María Bestard).

Chiste"Tiene suerte, señor González, si bien los electrochoques no le curaron la depresión, por lo menos le hicieron crecer el pelo…".

Carlo M. Cipolla
"Tengo la firme convicción, avalada por años de observación y experimentación, de que los hombres no son iguales, de que algunos son estúpidos y otros no lo son" (Carlo Cipolla).

Las leyes fundamentales de la estupidez humana

La Primera Ley Fundamental:
"Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo".

La Segunda Ley Fundamental:
"La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona".

La Tercera Ley Fundamental:
"Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio".

La Cuarta Ley Fundamental:
"Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas.

Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error".

La Quinta Ley Fundamental:
"La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado".

Categorías fundamentales de personas
Todos los seres humanos están incluidos en una de estas cuatro categorías fundamentales: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos.

Los incautos:
Podemos recordar ocasiones en que un individuo realizó una acción (es decisivo que sea él quién la inicie), cuyo resultado fue una pérdida para él y una ganancia para nosotros: en este caso, hemos entrado en contacto con un incauto.

Los inteligentes:
Igualmente, nos vienen a la memoria ocasiones en que un individuo realizó una acción de la que ambas partes obtuvimos provecho: se trataba de una persona inteligente.

Una persona inteligente puede alguna vez comportarse como una incauta, como puede también alguna vez adoptar una actitud malvada.

Pero, puesto que la persona en cuestión es fundamentalmente inteligente, la mayor parte de sus acciones tendrán la característica de la inteligencia.

En determinadas circunstancias una persona actúa inteligentemente, y en otras circunstancias esta misma persona puede comportarse como una incauta.

La única excepción importante a la regla la representan las personas estúpidas que, normalmente, muestran la máxima tendencia a una total coherencia en cualquier campo de actuación.

Los malvados:
Todos nosotros recordamos ocasiones en que, desgraciadamente, estuvimos relacionados con un individuo que consiguió una ganancia –no siempre tiene que ser material–, causándonos perjuicio a nosotros: nos encontramos frente a un malvado.

Existen diversos tipos de malvados; el malvado perfecto es aquel que con sus acciones causa a otro pérdidas equivalentes a sus ganancias.

Otro tipo de malvados son aquellos que obtienen para sí ganancias mayores que las pérdidas que ocasionan a los demás; esos son deshonestos y con un grado elevado de inteligencia, pero la mayoría de los malvados son individuos cuyas acciones les proporcionan beneficios inferiores a las pérdidas ocasionadas a los demás.

Este individuo se situará muy cerca del límite de la estupidez pura.

Los estúpidos:
Nuestra vida está salpicada de ocasiones en que sufrimos pérdidas de dinero, tiempo, energía, apetito, tranquilidad y buen humor por culpa de las dudosas acciones de alguna absurda criatura a la que, en los momentos más impensables e inconvenientes, se le ocurre causarnos daños, frustraciones y dificultades, sin que ella vaya a ganar absolutamente nada con sus acciones.

Nadie sabe, entiende o puede explicar por qué esta absurda criatura hace lo que hace.

En realidad, no existe explicación –o mejor dicho– solo hay una explicación: ¡la persona en cuestión es estúpida!

La mayoría de las personas estúpidas son fundamental y firmemente estúpidas.

En otras palabras: insisten con perseverancia en causar daños o pérdidas a otras personas sin obtener ninguna ganancia para sí, sea esto positivo o negativo.

Pero aún hay más...

Existen personas que, con sus inverosímiles acciones, no solo causan daños a otras personas, sino también a sí mismos.

Estas personas pertenecen al género de los superestúpidos.

El poder de la estupidez
Como ocurre con todas las criaturas humanas, también los estúpidos influyen sobre otras personas con intensidad muy diferente.

Algunos estúpidos causan normalmente perjuicios limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades enteras.

La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de dos factores principales: del factor genético y del grado de poder o autoridad que ocupa en la sociedad.

Nos queda aún por explicar y entender qué es lo que básicamente vuelve peligrosa a una persona estúpida; en otras palabras: en qué consiste el poder de la estupidez.

Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido.
Albert Einstein
Una persona inteligente puede entender la lógica del malvado.

Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad: racionalidad perversa, si se quiere, pero al fin y al cabo, racionalidad.

El malvado quiere añadir un "más" a su cuenta.

Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener un "más" para sí, procurando también al mismo tiempo un "más" para los demás, deberá obtener su "más" causando un "menos" a su prójimo.

Desde luego, esto no es justo, pero es racional, y si es racional, uno puede preverlo.

Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible.

Una criatura estúpida os perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables.

No existe modo alguno racional de prever cuándo, cómo y por qué una criatura estúpida llevará a cabo su ataque.

Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.

Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, de ello se deriva que generalmente el ataque nos coge por sorpresa.

Incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa racional, porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura racional.

El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales no solo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque.

Hay que tener en cuenta también otra circunstancia.

La persona inteligente sabe que es inteligente.

El malvado es consciente de que es malvado.

El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez.

Al contrario de todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido.

Esto contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora.

Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón.

¡Estúpidamente!

No hay que asombrarse de que las personas incautas, generalmente, no reconozcan la peligrosidad de las personas estúpidas.

El hecho no representa sino una manifestación más de su falta de previsión.

Pero lo que resulta verdaderamente sorprendente es que tampoco las personas inteligentes ni las malvadas consiguen muchas veces reconocer el poder devastador y destructor de la estupidez.

Generalmente, se tiende incluso a creer –erróneamente– que una persona estúpida solo se hace daño a sí misma, pero esto significa que se está confundiendo la estupidez con la candidez.

Sociedad y estupidez
Sería un grave error creer que el número de estúpidos es más elevado en una sociedad en decadencia que en una sociedad en ascenso.

Ambas se ven aquejadas por el mismo porcentaje de estúpidos.

La diferencia entre ambas sociedades reside en el hecho de que en la sociedad en declive los miembros estúpidos de la sociedad se vuelven más activos por la actuación permisiva de los otros miembros.

Un país en ascenso tiene también un porcentaje insólitamente alto de individuos inteligentes que procuran tener controlada a la fracción de los estúpidos, y que, al mismo tiempo, producen para ellos mismos y para los otros miembros de la comunidad beneficios suficientes como para que el progreso sea un hecho.

En un país en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo igual; sin embargo, en el resto de la población se observa, sobre todo entre los individuos que están en lo alto de la sociedad, una alarmante proliferación de malvados con un elevado porcentaje de estupidez y, entre los que no están arriba, un igualmente alarmante crecimiento del número de los incautos.

Medidores de estupidez humanaMedidores de la estupìdez
Debe existir un departamento que mida cuántos individuos en un país prefieren no hacer uso de sus neuronas.

Saber exactamente esta cifra es muy importante para la casta dirigente y para los que venden cualquier cosa, incluso objetos inservibles.

Sería muy sencillo salir a la calle con encuestadores e ir preguntando a la gente:

A.- Es usted gilimemo

B.- No es gilimemo.

C.- No sabe, no contesta.

Pero, conociendo todo lo que miente la gente en las encuestas, seguro que saldría algo así como el 90% de los españoles considera que no son gilimemos y el 20% no sabe, no contesta.

Los que se encargarían de hallar la cifra exacta de este tipo de personas que han decidido no usar sus neuronas podrían elaborar un cuestionario con preguntas trampa, pero seguramente, decidirán eliminar entrevistas trampa.

La entrevista del otro día a (por respeto al lector omitimos los epítetos hacia estos "personajes" que se incluyen en el artículo original), Julián Muñoz la vieron 2,6 millones de personas, algo más del 20% de la audiencia.

Ergo, hay 2,6 millones de seres humanos en este país que tienen a su disposición para llenarles su cerebro vacío con cualquier cosa.

Pueden robarles lo que quieran, mientras no sea el televisor, porque saben que no se van a quejar; pueden indicarles que voten a fulano o mengano, porque van a votar al que les lave mejor el cerebro o incluso se lo lave antes; y así, podría poner cientos de ejemplos que se pueden hacer con este tipo de seres cuasi inanimados mentalmente.

Después de la entrevista al otro "político", Roldán, no sé si seguirán con la serie de vidas ejemplares de nuestros "insignes ex-representantes", pero si la respuesta es afirmativa, ¿por qué no entrevistan a "..." cómo Alberto Cortina y Alberto Alcocer?

Quizás, porque entre su círculo de amistades hay gente demasiado influyente...

El otro día tuvieron trabajo en este departamento.

Reconozco que han mejorado mucho y que cada vez consiguen resultados más exactos, algo digno de elogio en un universo tan cambiante y tan variable como el nuestro.
Jorge Olguín

Error de la psiquiatría
La psiquiatría está lejos de resolver los trastornos mentales porque aún sigue considerando al hombre como un animal sin alma.

El que piensa y se aberra es el espíritu y no el cerebro, que solamente es un medio para que el ser encarnado pueda operar en el plano físico.

El error garrafal de los psiquiatras es considerar que el que piensa es el cerebro y que, reparándolo, el hombre se volverá cuerdo.

En otras palabras, ¿bastaría poner a punto el motor del automóvil para que el conductor, no importa lo demente que esté, conduzca cuerdamente…?

Fuentes:
http://www.grupoelron.org
http://www.esperantia.com
http://www.personal.able.es
http://serrizomatico.blogia.com
* * * * *
"Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada" (Francisco de Quevedo y Villegas).