Los países donde existe mayor igualdad entre hombres y mujeres son económicamente más estables y más pacíficos, según una investigadora de la Universidad de Michigan.

Si bien ningún país ha logrado la equidad total entre los sexos, los que están más próximos a ella tienden a ser menos violentos, dice Cindy Schipani, profesora de Ley Empresarial en la Escuela Ross de Administración de Empresas en Michigan.

"Los datos sugieren que el acceso de las mujeres a cargos de autoridad en el lugar de trabajo y en la sociedad puede conducir a una reducción en la pobreza y a una mayor estabilidad social", señaló Schipani. "Nosotros llevamos esta proposición un paso más adelante y sugerimos que con la estabilidad puede llegarse a que los conflictos sean menos violentos".

En un nuevo estudio en la revista American Business Law Journal, Schipani y su colega Terry Morehead Dworking, de la Universidad de Indiana, comparan los datos de ciento cuarenta países tomados del Índice de Desarrollo de Géneros, de las Naciones Unidas (que mide la expectativa de vida, tasas de alfabetización, educación, y el ingreso de hombres y mujeres), con la medida de resolución violenta de conflictos que elabora el Instituto Heidelberg.

Los investigadores dividieron a los países en cinco grupos de veinticinco y un sexto grupo de quince. Encontraron que los quince países donde es más bajo el índice de desarrollo de la igualdad de sexos resolvieron violentamente sus conflictos el cincuenta por ciento del tiempo, comparado con el dieciocho por ciento para los veinticinco países con el índice más alto.

Además, el número de conflictos violentos por grupo se incrementó de manera constante a medida que bajaba el Índice de Desarrollo de Géneros. En el tope del índice se encuentran países como Noruega, Australia, Islandia, Suecia y Canadá, y en el fondo están Mali, Chad, Burkina Faso, Sierra Leona y Níger. La mayoría de los países en el tercio más bajo del índice de desarrollo de la igualdad de sexos la conforman países de África, en tanto dieciséis de los veinte países al tope son europeos. Estados Unidos se encuentra en el octavo lugar.

"Muchos de los países que tienen bajas calificaciones en el desarrollo de sexos también las tienen en desarrollo humano, lo cual, a su vez, conduce a una probabilidad más baja de resolución no violenta y diplomática de los conflictos", dijo Schipani. "En cualquier caso, vale la pena notar que estas cifras, al parecer, continúan presentándose combinadas".

Las investigadoras dicen que las empresas y la sociedad pueden desempeñar un papel significativo en la promoción de la equidad integrando a más mujeres en la fuerza laboral como trabajadoras asalariadas, especialmente en los países en desarrollo. Los métodos incluyen la aprobación y aplicación de leyes contra la discriminación en la contratación y promoción, y la consideración de la maternidad, embarazo y cuidado infantil, como asimismo medidas que prohíban el hostigamiento y garanticen igual remuneración y valor comparable.

Pero la forma potencialmente más eficaz y menos costosa para que las empresas multinacionales ayuden a equiparar las oportunidades para las mujeres es la provisión de tutoría intercultural, según las investigadoras. "A menudo, cuando un grupo no tradicional entra en el sitio de trabajo, los miembros tienden a agruparse en ciertos trabajos de bajo nivel y las oportunidades de carrera son limitadas", dijo Schipani."La mentoría les ayuda a subir en una organización, y es particularmente útil para quebrar las limitaciones que existen en muchos países desarrollados".

Además de la mentoría, los micropréstamos son otra forma de apoyar el desarrollo económico de las mujeres, señalaron las investigadoras. Mediante estos pequeños préstamos y el ingreso que producen (de los negocios financiados con los préstamos), las mujeres pueden contribuir al bienestar de la familia como, asimismo, al desarrollo comunitario y nacional, agregan. "Las fuentes de ingreso independientes producidas mediante los préstamos, además de la exposición a ideas y valores nuevos, y el apoyo social, las hace más firmes en la defensa de sus derechos", dijo Schipani.

"En la medida en que los negocios y la sociedad puedan desempeñar un papel dando más poder a las mujeres en el sitio de trabajo mediante los micropréstamos y la mentoría, también pueden tener un impacto en una sociedad más pacífica. Esto parece una meta encomiable".

Mostramos a continuación parte de un interesante estudio: “el papel de la mujer en la historia social del Egipto antiguo”, de José Carlos Castañeda Reyes. UAM-I. En él se amplía el papel de la mujer en una de las sociedades más duraderas y estables que ha conocida la Historia, y que se caracterizaba, entre otras muchas cosas, por el logro de la paz y de la no injerencia violenta en otros países.

ESTATUILLA EGIPCIA

Al efectuar estos trabajos nos dimos cuenta de que el papel de la mujer dentro de la historia social de Egipto debía ser considerado en relación con su participación en la vida cotidiana del país, no únicamente como partícipe en la actividad productiva, sino como decidida participante en la construcción de su propia historia a través de diversas acciones sociales concretas...

Será necesario estudiar a las mujeres egipcias en diversas esferas y contextos: como parte de la vida económica, dentro de una sociedad específica, en donde cumplió diversos papeles y gozó de consideraciones diversas, de acuerdo a las características de la sexualidad egipcia, en el interior del Estado, como propietaria o heredera, como partícipe en los ritos religiosos o en la vida intelectual de esta civilización...

Creemos que a través del análisis de los aspectos de historia social que revisamos puede observarse que existió una diferenciación de sexos en el interior de la sociedad egipcia, que colocó a la mujer en una posición subordinada y secundaria frente al hombre en la esfera pública y en la esfera política, a pesar de que la participación económica y social de la mujer egipcia fue de notable relevancia a lo largo de la historia de esta civilización. La igualdad jurídica y social de la mujer egipcia, señalada repetidamente por diversos egiptólogos, tuvo su contrapartida lógica en la incorporación de la mujer a la vida productiva del país, que compartió con el hombre en un plano de igualdad ante las responsabilidades y obligaciones que esa situación implicaba en todas las esferas de la vida económica egipcia... Este papel de sexo se manifiesta en el tipo de actividades productivas en las que toma parte la mujer, tal como son representadas estas en la sociedad egipcia: el espacio de trabajo definido para el hombre es al exterior de la casa; el de la mujer, en el interior, con todas las excepciones señaladas previamente.

La esfera de labor masculina es muy clara: la mujer difícilmente podía ingresar en ella y tener oficios o responsabilidades fundamentalmente masculinos. La mujer era considerada básicamente por su función como “nebet per”, esposa y madre, no por su participación en otras esferas de la vida del país. Sin embargo, ya vimos que la mujer egipcia participó de hecho en casi todas las esferas de la vida económica, si bien en algunas de ellas su accionar fue más común. En el campo de lo que podríamos denominar “vida profesional”, aquel fue más restringido, por ser un mundo dominado fundamentalmente por los hombres, pero, a pesar de eso, pudo destacarse en algunos casos, siendo reconocida por su trabajo cotidiano. (...) En otras áreas, por ejemplo la religiosa, la mujer tuvo un papel fundamental también. La repetición continua del tema de la doble naturaleza de lo femenino es muestra de su importancia dentro del pensamiento del Egipto antiguo. En él, la mujer tomó el papel clave de dirigir el culto doméstico, base, sin duda, de la propia sociedad egipcia.

Las ofrendas alimenticias, las libaciones y las flores en los altares, el culto a Hathor y a Bes, la preocupación por la fertilidad y el mantenimiento de la familia, todo esto era responsabilidad de la mujer. Siempre los cultos más familiares y personales, aquellos ligados a la vida cotidiana de la mujer y su familia, ocuparon un papel fundamental en sus vidas. El mantenimiento de tales ritos, como en otras sociedades, fue un medio de cohesión familiar muy importante, amén de contribuir a preservar las tradiciones más queridas de la sociedad egipcia. Por otra parte, la sociedad egipcia antigua conoció, sin duda, la participación popular para la construcción de su propia historia, y no únicamente desde el punto de vista de la esfera económica, de suyo ya importante, sino también a través de la conquista de mejores condiciones de vida y trabajo. Fue un proceso paulatino, marcado por avances y retrocesos, pero que, al final de cuentas, surge como una constante, tanto en esta civilización como en la historia de la humanidad en su conjunto. En este proceso, hombres y mujeres egipcios, a la par, contribuyeron a la creación de su propia historia. (...) Por ello, puede concluirse que a lo largo de la historia egipcia, la participación social de la mujer fue variable, pero siempre intervino en su propia historia, no como un ente pasivo o al margen del hombre, sino como parte de los diversos procesos sociales, económicos, políticos, que se sucedieron a lo largo de la historia egipcia.

Por ello, a pesar de que algunas mujeres de la elite seguramente se opusieron a movimientos como el de la “revolución social” o a las reformas “revolucionarias” inspiradas o apoyadas al menos por Nefertiti, su acción contribuyó también, aun de esa forma, a edificar la historia de Egipto. Con todo esto se ve cómo la mujer egipcia, en el marco de las grandes sociedades antiguas, se destacó por una posición de mayor participación y trascendencia, comparada con otros casos históricos bien conocidos. Como tantos otros tópicos, no se agotó aquí esta temática. A la mujer egipcia la hemos visto como pivote de su sociedad, realizando actividades diversas dentro de la esfera económica; gozando de su sexualidad de manera libre; reclamando su igualdad jurídica con el hombre; contribuyendo a mantener el equilibrio del universo a través de su participación en los ritos religiosos y en la preservación de la memoria de su compañero sobre la tierra, o motivándolo para renovarse y gozar de los placeres de su vida mortal y de su vida eterna; participando en una creación artística literaria o tan solo utilizando la escritura para cubrir las necesidades de su vida cotidiana, entre ellas, comunicar sus mensajes de amor a aquel a quien amaba.

Finalmente, participando a su lado en la construcción de su propia historia. (…)Si no vivieron en un mundo perfecto, las mujeres egipcias fueron capaces de construirse su propio espacio y ganar su propio respeto, gracias a su acción continua y decidida, individual y colectiva. Así legaron a las generaciones futuras otro ejemplo a seguir. Su camino no fue fácil, pero fue construido por ellas. Nada recibieron graciosamente. Y al desarrollarse a sí mismas y constituirse en el apoyo y en las compañeras del hombre, se convirtieron también en uno de los fundamentos de la sociedad egipcia antigua, aun tan solo desde su humilde, pero trascendental papel como “nebet per”. Ante esto, ¿quién hubiera podido resistir la belleza y el amor a la vida que simbolizaban las mujeres del Egipto antiguo? De aquella tierra que algunos extranjeros consideraban como "el verdadero hogar de Afrodita, ya que todo lo bueno que existe y se produce en el mundo está en Egipto: riqueza, vino, todas las cosas buenas que pueda uno desear, ¡y las mujeres! Más en número que las estrellas que ostenta el cielo, ¡y cómo se ven! Como la diosa cuya belleza una vez fue juzgada por Paris, lo juro por Démeter". Además de la hermosura, su sabiduría y fortaleza de carácter, que hicieron de la mujer egipcia "...señora de encanto, dulce en el amor, experta en sus palabras, dulce en el hablar, excelente en el consejo en sus escritos.

Cualquier cosa que pasa por sus labios sobrepasa la obra de la verdad. Una mujer perfecta... grandemente apreciada en su ciudad. Quien extiende una mano (para ayudar) a todos, que habla lo que es bueno, repite lo que da placer. La que hace lo que todo el mundo ama, para que ninguna mala cosa pase por sus labios. Es grandemente amada por todos...y creadora de su propia historia. Y finalmente, dos interesantes aportaciones del foro egiptomaniacos2007: Mi opinión personal es que estos derechos, no son solo alcanzados por la mujer, sino que son el resultado de una visión normal y natural de la civilización egipcia. Ante los ojos de los hombres del siglo XXI podemos creer que las mujeres consiguieron tales o cuales logros como si fueran las feministas del siglo XX. Creo que el egipcio tenía otorgado el papel de la mujer de forma natural a las características de su propia naturaleza.

Además de que tendrían el concepto natural de la dualidad para que el entorno en la tierra funcionara al igual que en el cosmos. Vamos, que no veo yo una revolución feminista, porque tanto los hombres como las mujeres, en mi humilde opinión, en aquella época no tenían el concepto de machismo y feminismo. El individuo brillante es brillante independientemente de su sexo. Así lo demuestran los múltiples casos que se dan en la realeza. Me viene a la memoria el caso de Tetisheri, por poner un ejemplo. Lo cual indica que no había una represión de sexo, y el que destacaba en ciertas habilidades no era discriminado por ser mujer. En la esfera de los dioses podemos ver la importancia de las diosas, que casi asumen más protagonismo que los dioses. Vuelvo a repetir que para mí el concepto de machismo o feminismo no existía. Existía una forma natural de lo masculino y lo femenino, ambos en sintonía y ambos necesarios.

Reproducimos a continuación un antiguo texto egipcio que no necesita comentarios: “Para celebrar a las mujeres” Su esposa, querida de su corazón, Ama de su casa, de carácter encantador, Aquella a quien el universo entero dice: “Sé bienvenida, bienvenida”. Su esposa amada, soberana de gracia, dulce de amor, La de la boca exquisita, la palabra amable, Aquella cuyo consejo es excelente para componer los escritos; Todo lo que de sus labios salía era como una obra de la Verdad; Una mujer perfecta, muy honrada en su ciudad, La que tendía la mano a todos, La que decía lo que está bien, y repetía lo que se ama, La que hacía lo que aman todos, A cuyos labios ningún mal acudió, La que todo el mundo ama, Renpet-Nefert.” Tetisheri (?- Tebas 1541 a. C. fue una reina de la familia real egipcia de finales de la dinastía XVII y la matriarca de la XVIII. Era esposa de Senajtenra, madre de Seqenenra y de Kamose y abuela de Ahmose. Tetisheri participó en la expulsión de los hicsos de Egipto y estableció un precedente de reina con poder, que anticipó a grandísimas mujeres descendientes suyas como Ahhotep, Ahmose-Nefertari, Hatshepsut, Tiy o Nefertiti. Tetisheri nació en una familia plebeya, hija de un juez llamado Tyenna y de un ama de casa de nombre Neferu, y fue elegida por Senajtenra para ser su esposa principal, dándole el título de Gran Esposa Real. Este hecho era bastante poco habitual en el Egipto antiguo.

Senajtenra concedió a Tetisheri muchos privilegios que no habían tenido reinas anteriores. Fue la primera reina en llevar la corona del buitre, indicando que la posición de esposa principal había llegado a ser parte integral del poder faraónico. Cuando su hijo Seqenenra se levantó contra los hicsos, Tetisheri ayudó y contribuyó a reclutar tropas. Seqenenra murió en batalla, lo mismo que su sucesor, Kamose. Su nieto Ahmose consiguió expulsar a los hicsos de Egipto. Tetisheri fue una sabia consejera de tres reyes durante la guerra contra los hicsos y el pueblo egipcio la tuvo como el motor de la resistencia nacional. Durante la campaña guerrera de Ahmose, Tetisheri gobernó junto con su hija Ahhotep, esta en calidad de regente. Parece ser que Ahmose estuvo muy unido a su abuela y, cuando ella tenía unos setenta años, encargó varios proyectos más en su honor.

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Cantos de amor del antiguo Egipto (José J. de Olañeta, editor) http://es.wikipedia.org/wiki/Tetisheri