¿Por qué las hojas de los árboles se colorean de color rojo en otoño? Una nueva teoría afirma que de este modo ellas se protegen contra las radiaciones ultravioleta del Sol. 

Ya llegó el invierno y desde hace unos meses, en muchas regiones se pueden apreciar las coloraciones doradas y rojizas de muchos árboles. Y aunque muchos de nosotros únicamente nos solazamos con la visión estética de estos colores…, algunos científicos se preguntan nuevamente el porqué de este fenómeno. Durante mucho tiempo no se le asignaba ninguna función biológica a este fenómeno.

Se suponía que era una mera manifestación colateral, que acompañaba a la muerte de las hojas. Esto se creía así, hasta que hace unos años, uno de los más conocidos biólogos evolucionistas del pasado siglo, William Hamilton, presentó una teoría totalmente diferente acerca de la coloración de las hojas en otoño. Esto hizo incrementar el interés de los biólogos por este tema. La teoría más reciente, presentada por dos jóvenes biólogos, un alemán y otro inglés, refutan la teoría de Hamilton. Hamilton mismo no pudo publicar sus hipótesis porque falleció en el año 2000. Pero uno de sus discípulos amplió su teoría y la publicó en nombre de su maestro tras su muerte.

Según esta teoría, la coloración de las hojas sería una señal de alarma para los insectos. Así, hay un determinado tipo de piojos de las hojas que ocupan árboles y ponen ahí sus huevos. Las larvas que surgen en primavera despiertan con un gran apetito por las frescas y tiernas hojas verdes de los árboles. Tal ataque podría resultar mortal para los árboles si no fuera porque tienen una defensa desarrollada contra ello: pueden liberar determinadas sustancias tóxicas para las larvas. Según Hamilton y Brown, la coloración de las hojas de un árbol es más intensa cuanto más sano es este; eso supone una información para los insectos, que así buscan árboles menos “fuertes”.

Pero la coloración roja y amarilla de las hojas también podría deberse a otra causa totalmente diferente. Esto es lo que sostienen los biólogos Martin Schaefer, de la Universidad Albert Ludwig de Friburgo, y su colega David Wilkinson, de la Universidad John Moore, de Liverpool. Ambos biólogos han analizado datos fisiológicos de las plantas de los últimos años y han llegado a la conclusión de que esta coloración otoñal protege a las plantas del exceso de radiación solar. Las plantas tienen diferentes sustancias colorantes para las hojas. En primavera y verano domina sobre todo el color verde de la clorofila. Este es el principal colorante vegetal, ya que es responsable de atrapar la luz solar para obtener energía bioquímica a través de la fotosíntesis. A partir de septiembre las hojas poco a poco empiezan a cambiar su color. Este es un proceso ya desde hace tiempo conocido: En el interior de las hojas tienen lugar numerosos procesos de “reconstrucción”.

En las hojas se contienen muchas sustancias nutritivas necesarias para el árbol y que este necesita para los procesos de crecimiento de la próxima primavera. Antes de que la hoja muera y caiga, muchas de esas sustancias son absorbidas por el árbol hacia su tronco, especialmente el nitrógeno y los fosfatos. En esta fase también se transforma la clorofila, provocando el color amarillento característico de la carotina. Diferente es el caso del colorante rojo, la antocianina, que se produce solamente en otoño. Ahora se sabe que tienen una importante función biológica: Sirven a modo de filtro de rayos UVA, semejante a los que se utilizan en los protectores solares humanos. Cuando escasea la luz, o las temperaturas son bajas, las plantas se encuentran en situación de “estrés”. En estos casos, el ritmo del proceso fotosintético decae y se produce menos energía. El proceso de convertir luz solar en energía se dificulta y además se producen por el exceso de luz, que no puede ser transformado, radicales libres extremadamente agresivos y que destruyen el tejido de las hojas. En este sentido el anthocyane actúa como un doble protector: contra el exceso de luz y contra los radicales químicos libres.

La hipótesis de ambos biólogos se ve reforzada porque también los brotes de muchas plantas, que empiezan a crecer el principio de la primavera, cuando todavía hace mucho frío y la luz solar es excesiva para ellas, también albergan esta sustancia como protección.

Muchas plantas que crecen en el suelo de bosques húmedos también utilizan esa protección, por estar intermitentemente expuestos a la luz del sol. Además, esta protección solar tiene la ventaja de que mantiene el tejido de las hojas durante más tiempo, con lo cual puede obtener aún energía sin estar en plenitud. “Al contrario de lo que se pensaba, la fotosíntesis no termina cuando las hojas se colorean”, afirma Schaefer. Es decir, que el árbol puede reciclar más sustancias nutritivas para poder tener un buen renacimiento en primavera. Ello demuestra una vez más que los espectáculos más bellos de la vida en la Naturaleza, unen la estética y la finalidad. ¡Cuánto podríamos aprender los humanos de ella!

FUENTE: http://archiv.tagesspiegel.de/archiv/

* * * * * “Lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlos”. -Peter Bamm-

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