Seres vivos que detectan la contaminación.

Las alteraciones de la calidad medioambiental se pueden comprobar observando a organismos especialmente sensibles a estos cambios.

 

Libélulas para saber el estado de las aguas, hormigas para evaluar la peligrosidad de una mina, abejas para detectar la contaminación atmosférica urbana, la hoja del tabaco para comprobar daños por ozono, corales y pingüinos para conocer el alcance del cambio climático...

En vez de costosos equipos de medición y análisis, algunos científicos proponen el uso de bioindicadores, organismos o sistemas biológicos sensibles a las variaciones en la calidad ambiental.

Ante la más mínima alteración de las condiciones de su entorno, algunos seres vivos generan una determinada respuesta, cambiando sus funciones vitales y/o su composición química o genética, o incluso acumulando el agente contaminante (bioacumuladores).

Por ello, estos seres vivos se pueden convertir en unos indicadores biológicos muy útiles, fiables –y económicos– para evaluar la calidad ambiental del suelo, el aire o el agua.

Así lo ha asumido por ejemplo la nueva Directiva Marco de Aguas, que incorpora el uso de bioindicadores para indicar el nivel de degradación o el buen estado de un ecosistema.

En este sentido, algunos animales son conocidos tradicionalmente por los pescadores como buenos indicadores de las condiciones de los ríos.

Tal es el caso, por ejemplo, de los mirlos acuáticos, las libélulas y caballitos del diablo, las nutrias o las ranas comunes.

Este tipo de animales necesitan unas aguas muy limpias para encontrarse a gusto.

Si aparece algún mínimo elemento contaminante, que podría pasar desapercibido para los seres humanos, estos seres huyen del lugar.

Por su parte, investigadores de la Universidad del País Vasco están utilizando también diversos bioindicadores para analizar la Ría de Bilbao, muy castigada por la contaminación industrial de la zona a lo largo del siglo XX y que ahora se encuentra en pleno proceso de recuperación.

Proyectos muy diversos
Las plantas son unos indicadores muy utilizados por los investigadores, ya que el método se basa en técnicas simples y relativamente económicas.

Por ejemplo, el proyecto europeo "Eurobionet" pretende evaluar la calidad del aire e identificar los contaminantes atmosféricos en diversas ciudades de Europa, entre ellas Valencia y Barcelona, usando plantas bioindicadoras.

En concreto, sus responsables están empleando una variedad del tabaco, Bel W3 (Nicotiana tabacum), para detectar los daños por ozono troposférico, la Tradescantia para los efectos mutagénicos de los contaminantes atmosféricos, la Ray grass (Lolium multiflorum italicum) para el azufre y los metales pesados, y la col rizada (Brassica oleracea), que acumula compuestos orgánicos en las ceras de sus hojas.

Los líquenes, organismos que surgen de la simbiosis de un hongo y otro ser fotosintetizador, como un alga, son muy útiles para detectar por ejemplo la presencia de hidrocarburos, aceites, lluvia ácida, o en general, la presencia de metales pesados en la atmósfera, que acumulan en su interior.

BIOINDICADORES liquen1Por ejemplo, biólogos de la Universidad de La Laguna proponen en las Islas Canarias la instalación de "estaciones de control" con líquenes para medir la contaminación a largo plazo.

Los insectos también son muy buenos bioindicadores de deterioros ambientales muy diversos.

Científicos del Centro Iberoamericano de la Biodiversidad de la Universidad de Alicante (CIBIO) han utilizado insectos coleópteros de la familia Tenebriónidos, cuyas especies están adaptadas a medios secos y áridos, para determinar las zonas de la provincia de Alicante que sufren una mayor degradación del suelo y, por tanto, con mayor peligro de desertificación.

El Ayuntamiento de Córdoba y la empresa Apoidea trabajan en un proyecto de evaluación de la contaminación urbana, en el que utilizan abejas y su miel como bioindicadores.

Las patas de estos insectos tienen un pelo al que se adhieren las partículas del aire, por lo que se puede conocer la concentración de metales pesados, pesticidas o radiactividad en grandes áreas de la ciudad donde se mueven.

Asimismo, explican sus responsables, son fáciles de criar y su análisis no es complicado.

El estudio de los efectos del cambio climático también está siendo realizado mediante bioindicadores por algunos investigadores.

En la Universidad de Birmingham están probando al pingüino rey, ya que cubre varios cientos de kilómetros y pueden ser bien estudiados.

Para ello, monitorizan sus constantes vitales para comprobar si ahora tienen que esforzarse más para encontrar su alimento.

Los investigadores encargados del programa de seguimiento de la reserva marina de las Islas Columbretes (Castellón) han descubierto que la Cladocora caespitosa, un coral abundante en el interior de Puerto Tofiño, ha visto elevada su tasa de mortalidad, debido, al parecer, al incremento de la temperatura del agua.

Aunque los científicos reconocen que no puede afirmarse con rotundidad que sea consecuencia del cambio climático, recuerdan que este coral es un buen bioindicador de dicho fenómeno.

Grandes posibilidades de los bioindicadores
El reino animal y vegetal proporciona una gran variedad de posibilidades, desde líquenes y hongos, pasando por anfibios y reptiles, peces, aves o hasta mamíferos.

En cualquier caso, antes de un estudio mediante bioindicadores debe realizarse un análisis previo que seleccione el mejor organismo para el tipo de problema ambiental y su extensión geográfica y temporal.

Un bioindicador ideal es un organismo sencillo de estudiar y bien conocido por la ciencia, y que esté presente de manera amplia en todos los hábitats posibles.

Por otra parte, el desarrollo de investigaciones mediante bioindicadores con metodologías científicas se ha producido en las últimas tres décadas, si bien se trata de una práctica conocida desde hace siglos.

Los mineros utilizaban canarios que, en caso de perder el sentido, indicaban la presencia de gases inodoros y mortales.

En Australia, la minería también se ha servido de hormigas para conocer si la restauración de una zona había tenido éxito.

En los pueblos, la desaparición de los líquenes ya era asociado al empeoramiento de la calidad del aire.
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Lluvia de animales
La aparente lluvia de ranas, peces y diversos animales se ha observado desde la Antigüedad, lo que ha dado pie a todo tipo de relatos y explicaciones.

La caída del cielo de animales, frecuentemente ranas y peces, se ha producido en diversos lugares del planeta a lo largo de la Historia, lo que ha originado toda clase de leyendas y especulaciones.

BIOINDICADORES LLU ANIMEn la actualidad, los científicos apuntan a causas meteorológicas y físicas para explicar un fenómeno sorprendente aunque no tan inusual.

Los vecinos de la localidad alicantina de El Rebolledo recordarán el jueves 25 mayo de 2007 durante mucho tiempo.

Tras soportar unos fuertes aguaceros, nadie esperaba como punto final una "lluvia" de cientos de pequeños batracios, que mostraron al resto del país.

En este sentido, las lluvias de sapos, ranas, peces, pájaros, y otra clase de animales han sido protagonistas desde la Antigüedad de numerosos relatos, crónicas o leyendas por todo el planeta.

Por ejemplo, la Biblia describe una intensa lluvia de ranas como parte de las diez plagas que asolaron Egipto.

En épocas más recientes, los periódicos han recogido los testimonios de personas, en países y fechas muy diversas, que apuntaban al mismo suceso.

De esta manera, se habla de lluvia de ratones en la ciudad noruega de Bergen en 1578...

De sapos en la aldea inglesa de Ancle...

De peces en Singapur en 1861...

De serpientes en Memphis (Estados Unidos) en 1877...

En España también se describe una lluvia de codornices sobre Valencia en 1880...

De cangrejos en Nueva Gales del Sur (Australia) en 1978; etc.

Las ranas y los peces suelen ser los animales más comunes en estas peculiares precipitaciones, que pueden o no ir acompañadas de lluvia común.

En algunas ocasiones, los animales pueden incluso sobrevivir al golpe, aunque en otras el fenómeno es tan violento que acaban destrozados.

Por otra parte, se han relatado también casos de animales que caían totalmente helados o atrapados en trozos de hielo.

Asimismo, los expertos recuerdan que se trata de un fenómeno más habitual de lo que parece.

Explicación del fenómeno
La lluvia de animales ha motivado todo tipo de explicaciones insólitas hasta la llegada de los estudios científicos.

Por ejemplo, la creencia de que los animales nacían en los cielos llegó de diversas maneras hasta el siglo XIX.

Uno de los primeros en tratar de buscar una explicación científica al fenómeno fue el matemático y físico francés André-Marie Ampère, que señaló como responsable a los vientos de gran intensidad.

En la actualidad, los investigadores apuntan a las trombas marinas como principales causantes de las lluvias de animales.

Los vientos producidos por estos fenómenos tienen la suficiente energía como para succionar y trasladar todo tipo de objetos y animales, dejándolos caer de manera concentrada sobre un lugar concreto.

"Los últimos fenómenos registrados en España apuntan a la formación de grandes 'sistemas convectivos de mesoscala', originados por situaciones atmosféricas de gran inestabilidad, como causantes de estas lluvias de animales".

No obstante, la distinta naturaleza de estos fenómenos conlleva más de un posible causante atmosférico.

De forma similar, los tornados también son capaces de provocar este tipo de consecuencias.

Además, las trombas recogen fauna diversa y acuática que puede provenir del mar, lagos, pantanos e incluso ríos, pero no sirven para explicar cuando se trata de otro tipo de animales o si se trata de una única especie, como ocurre por ejemplo en el pueblo hondureño de Yoro, cuyos habitantes afirman presenciar todos los años entre junio y julio espectaculares lluvias de peces.

En este último caso, los científicos explican que los peces que "llueven" allí, una variedad de sardina de esta región, aprovechan para desplazarse a contracorriente del río Aguán los cambios de presión de las tormentas producidas por un tipo de nube, denominada "cumulonimbus mammatus", además de la gran cantidad de agua de los chubascos, de manera que consiguen saltar a tierra.

La corriente de vientos que, desde la superficie –marina o terrestre– ayuda a formar estas enormes nubes arrastraría a los animales hacia arriba.

Y una vez dentro de la nube, las corrientes de viento internas, que llegan a alcanzar 250 km/h, mantendrían en el aire estos cuerpos hasta el desarrollo de las precipitaciones, que los depositarían finalmente en el suelo.

Extraterrestres, novelas y películas
Los estudios científicos no han podido explicar todavía ciertos casos de estos fenómenos naturales, lo que ha permitido a los amantes de lo paranormal seguir lanzando todo tipo de conjeturas.

En este sentido, no falta quien considera a los extraterrestres como responsables de los mismos.

Por otra parte, la acción de fuerzas y energías misteriosas es también otra de las causas esotéricas preferidas.

Su defensor más emblemático, el periodista estadounidense Charles H. Fort, dedicó gran parte de su trabajo a recoger datos sobre estas lluvias de animales.

Por otra parte, la literatura, y más modernamente el cine, han introducido también este tema en algunos trabajos.

Por ejemplo, Alejandro Dumas incluye en su obra "El capitán Pánfilo" una lluvia de sapos, mientras que la escritora francesa Colette describe en su libro "Sido" una lluvia de ranas.

En el apartado cinematográfico, la película Magnolia, del director estadounidense Paul Thomas Anderson, tiene diversas secuencias en las que aparecen ciertos casos relatados por Fort.

Asimismo, el francés Luc Besson introduce en su ópera prima, "Le Dernier Combat", una lluvia de peces.

Varios grupos conservacionistas de todo el mundo, reunidos el pasado mes de septiembre en Budapest, Hungría, han declarado 2008 como el 'Año de la Rana'.

Esta decisión se enmarca como parte de una campaña destinada a salvar a los anfibios de la extinción.

La iniciativa cuenta con el respaldo del conocido naturalista David Attenborough, quien afirmó que "sin un inmediato y sostenido esfuerzo cientos de especies de estas maravillosas criaturas podrían extinguirse en el curso de nuestra propia vida".

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Por otra parte, la Sociedad Alemana de Herpetología acaba de nombrar a la ranita de San Antonio (imagen de la portada), como "Batracio del año 2008”.

En el mismo sentido se pronunció Karen Sausman, presidenta de la Asociación Mundial de Zoo y Acuarios (WAZA), para quien "es imperativo que la comunidad de parques zoológicos y acuarios juegue un papel activo en salvar las especies que se encuentran en peligro crítico de extinción".

Según la asociación, la mitad de las especies de anfibios podrían desaparecer en los próximos años como consecuencia de la pérdida de sus hábitats naturales y del cambio climático.

A su juicio, sería la extinción masiva más importante después de la de los dinosaurios.

Según Sausman, "para nosotros es nuestra obligación y nuestro privilegio ayudar a estos gloriosos animales.

Invitamos a la gente de todo el mundo a ayudar a los anfibios a sobrevivir, firmando una petición mundial y contribuyendo a esta iniciativa".

Otra organización conservacionista, 'IUCN-The World Conservation Union', estima que 1856 de 5743 especies de anfibios conocidos están amenazadas de extinción.

Las asociaciones convocadas quieren constituir un fondo de 60 millones de dólares para sacar adelante varios proyectos, como la construcción o mejora de instalaciones dedicadas a los anfibios.

Además, están muy interesadas en lograr la cooperación de los Gobiernos, y desean que se impliquen en la lucha contra esta crisis.

Para intentar salvar a los batracios de una enfermedad mortal, los directores de zoológicos de todo el mundo quieren hacer de 2008 el Año de la Rana.

No menos de 2000 de las 6000 especies conocidas de batracios, como las ranas, los sapos y las salamandras, están amenazadas de extinción a causa de la proliferación del hongo llamado chytridium, que tiene un efecto similar al de un parásito.

Provoca una disfunción en los poros de las ranas, lo que causa rápidamente su muerte por deshidratación.

"Es la mayor crisis de extinción desde la época de los dinosaurios", afirma Jeffrey Bonner, presidente de Amphibian Ark (Arca de los Anfibios), una asociación cuyo objetivo es reunir 500 ranas de, por lo menos, 500 especies distintas (es decir, alrededor de 25 000 ranas) para programas de cría.

"Los batracios están en el planeta Tierra desde hace 360 millones de años", señala.

"Hoy nos arriesgamos a perder entre un tercio y la mitad de estas especies".

Según dice, 500 ranas de cada especie en "detención preventiva" sería el mínimo necesario para garantizar una diversidad genética apropiada para la cría.

En el transcurso del 62º congreso anual de la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios (WAZA), recientemente celebrado en Budapest (Hungría), el presidente electo de dicha entidad, Gordon McGregor Reid, estimó que este programa podría permitir la renovación de las especies cuando la enfermedad haya desaparecido o pueda ser controlada y curada.

"Son muchas las especies de batracios que ya no están seguras en la Naturaleza por culpa del chytridium”, precisó.

Por su parte, Jorg Junhold, miembro de WAZA y director del zoo de Leipzig (Alemania), anunció que el 29 de febrero de 2008 ha sido declarado Día de la Rana.

"El resultado del proyecto Amphibian Park será que habremos salvado cientos, incluso miles de especies en extinción", vaticinó.

Jeffrey Bonner, quien además de presidir Amphibian Ark dirige el zoo de Saint-Louis (Missouri, EE.UU.), explicó que el chytridium procede de África del Sur y se ha propagado a otros continentes estas últimas décadas, probablemente a través del sapo xenopus africano, que lleva la bacteria en su piel y es inmune a sus efectos mortales.

"El chytridium solamente es mortal a una cierta altura y a temperaturas determinadas", aseveró J. Bonner.

"Desgraciadamente, donde mayor es la diversidad de batracios, es donde es más letal.

Por eso vamos a perder entre un tercio y la mitad de las especies de batracios durante los próximos años".

Y subrayó la importancia de las ranas en los ecosistemas, en su doble rol de presa y depredador.

"Las ranas son agentes de control de las enfermedades. Imaginen lo que pasaría si no hubiera ranas para comerse los mosquitos, si no hubiera ranas para ser comidas por los pájaros.

Ignoramos cuáles son las implicaciones (...), pero estamos aterrorizados por esto y ahora debemos actuar todos juntos".

Fuentes:
http://losirracionales.blogspot.com
http://www.consumer.es
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"Hago más caso del testimonio de mi conciencia que de todos los juicios que los hombres hagan de mí"
(Cicerón).

 

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