"Estudié medicina por respeto a mi padre, y no la ejercí nunca por respeto a la Humanidad" (Alfonso R. Castelao).

Debido al calentamiento global, se prevé que algunas patologías infecciosas se agraven y propaguen con más facilidad.


Doce plagas por el cambio climático
Bautizadas con el nombre de "la docena mortífera", se prevé el aumento de doce enfermedades infecciosas debido al cambio climático.

Algunas, como la tuberculosis, nunca han dejado de estar presentes y otras, que parecen pertenecer al pasado, como la peste o el cólera, pueden resurgir.

La comunidad científica apunta como últimos culpables a los cambios migratorios de las aves y a la proliferación de insectos y arácnidos.

Una docena de enfermedades infecciosas se agravarán y propagarán con más facilidad como consecuencia del cambio climático.

Así reza el documento, publicado en el Congreso Mundial de la Conservación de la Naturaleza celebrado recientemente en Barcelona, que muestra cómo el calentamiento global influirá en el desarrollo de estas patologías y las consecuencias que estas enfermedades provocarán en la salud y la economía mundial.

Se estima que el incremento de la temperatura del planeta no solo causará el derretimiento de los glaciares y el consiguiente aumento del nivel del mar, sino que, además, se verá modificado el régimen de precipitaciones y, por tanto, de las corrientes fluviales.

Este cambio en el ciclo del agua provocará una variación en los ecosistemas que, a su vez, condicionará una diferente distribución de los agentes patógenos causantes de las doce enfermedades.

De animales a personas
Un buen ejemplo son las aves migratorias que, como consecuencia del calentamiento global, cambiarán las rutas de migración, de modo que las enfermedades de las que son portadoras se distribuirán en distintas regiones del planeta.

Este hecho ya empieza a hacerse visible con los emergentes brotes de la gripe aviar, ébola, cólera y tuberculosis.

El principal factor de riesgo se encuentra en aquellas enfermedades infecciosas que pueden ser transmitidas de animales a humanos.

"La salud de los animales está estrechamente relacionada con los ecosistemas en que viven y el medio ambiente que los rodea, y cualquier alteración, incluso la más pequeña, puede tener enormes consecuencias en las enfermedades que pueden padecer y transmitir a medida que el clima cambia", comenta Steven Sanderson, presidente la Sociedad de Conservación de la Naturaleza.

La solución que plantean los expertos ante el problema consiste en monitorizar los cambios de localización de la fauna salvaje para poder controlar las migraciones y, así, la distribución de los agentes patógenos.

Aunque se conocen las doce enfermedades y algunas de ellas tienen tratamiento, aún falta información sobre cómo se están extendiendo y propagando por todo el planeta.

Entre otras cosas, es importante preparar al personal sanitario para reconocer y mitigar los brotes de las enfermedades que aparezcan en una determinada zona, antes de que se extiendan descontroladamente.

Enfermedades "nuevas" y "viejas"
Dentro del grupo de las doce, se encuentran viejas conocidas, como la tuberculosis, el cólera o la peste, y otras enfermedades que se pueden considerar como más "nuevas", como la gripe aviar.

La tuberculosis ha sido, sin duda, durante muchos siglos una de las enfermedades que ha provocado una mayor mortalidad.

A mediados del siglo XX, y gracias al descubrimiento de la estreptomicina y las mejoras de las condiciones higiénicas y sociales, la situación mejoró.

En 1993, la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró la tuberculosis como una enfermedad emergente y justificó el aumento en el número de casos, relacionados con el VIH y también por los movimientos migratorios.

Un grave problema añadido es el de la tuberculosis resistente a los fármacos habituales.

Este tipo de microorganismo se encuentra en mayor proporción en las tuberculosis que padecen los pacientes infectados por VIH.

España y Portugal son los países con mayor número de casos de la Unión Europea, probablemente por el enorme reservorio de infectados por "Mycobacterium tuberculosis" que hay (muchas personas han tenido contacto con el bacilo en algún momento de su vida, que permanece en estado latente, sin que se manifieste).

La tuberculosis bovina (TB), que puede transmitirse al hombre a través del consumo de leche sin pasteurizar, podría aumentar.

LAS DOC PLA VACLos expertos temen que el cambio climático pueda favorecer el contacto entre el ganado y los animales salvajes, aumentando la propagación de la enfermedad.

El cólera es otra de las patologías que potencialmente podría extenderse debido al cambio climático.

La enfermedad, causada por la bacteria "Vibrio cholerae" se transmite con mucha facilidad por el agua y alimentos contaminados.

Actualmente, la mayoría de los casos tienen lugar en países en desarrollo, aunque el aumento de la temperatura de las aguas hace prever un mayor número de casos.

La peste bubónica o peste negra, enfermedad que había causado verdaderos estragos, parece pertenecer a los libros de Historia, pero puede volver a resurgir.

Se propaga a través de los roedores y sus pulgas, que podrían favorecerse del incremento de la temperatura.

La gripe aviar es otra de las amenazas relacionadas, ya que las anomalías en el régimen de lluvias y la sequía podrían influir en los movimientos migratorios de las aves y, por tanto, en la expansión de la enfermedad, que en los últimos años mantiene a las autoridades sanitarias en alerta bajo la amenaza de una gran pandemia.

Insectos y arácnidos
La amenaza se amplía a otras enfermedades infecciosas que, aunque quizás menos conocidas, no dejan de ser preocupantes, sobre todo en los países en desarrollo.

Una de ellas es la babesiosis, enfermedad hasta ahora poco frecuente, causada por un parásito transmitido por la picadura de la garrapata del perro.

Los síntomas pueden ir desde cuadros leves que pasan casi inadvertidos a otros de mayor gravedad, máxime en pacientes ancianos e inmunodeprimidos (*).

Esta enfermedad, más prevalente en la zona este de África, ha pasado a ser cada vez más frecuente en Europa y América del Norte.

Otra enfermedad transmitida por la picadura de una garrapata es la borreliosis o enfermedad de Lyme.

Se trata de una patología que puede resultar de difícil diagnóstico; sus síntomas pueden confundirse con otras afecciones como cuadros gripales, fibromialgia o esclerosis múltiple.

Al igual que en el caso anterior, el aumento de las temperaturas, al favorecer el ciclo vital de las garrapatas, podría ayudar a una mayor difusión de la enfermedad.

La fiebre amarilla es una enfermedad vírica, propagada en este caso por mosquitos.

A pesar de que afecta a las regiones tropicales de África y partes de América central y del sur, podría extenderse a nuevas zonas.

La fiebre de Rift Valley es una zoonosis vírica que afecta, principalmente, al ganado doméstico, pero que también puede llegar al ser humano provocándole cuadros graves.

El virus se transmite por la picadura de un mosquito. Es más frecuente en el África subsahariana y el norte de África.

La conocida como “enfermedad del sueño” está causada por un parásito transmitido por la mosca tse-tsé.

LAS DOC PLA EBOPuede afectar a personas y animales y es endémica en algunas zonas del África subsahariana.

El clima influye en la distribución de la enfermedad, puesto que la mosca suele encontrarse en la vegetación que rodea a ríos y lagos, en los bosques y en la sabana.

Se conoce como enfermedad del sueño debido a que, en fases avanzadas, se producen trastornos del sistema nervioso central que se traducen en cambios en el comportamiento y períodos frecuentes y prolongados de somnolencia.

La infección por el virus del río Ébola provoca un cuadro grave con elevada mortalidad.

En el informe de los expertos se destaca que existen evidencias de que los brotes de esta enfermedad están relacionados con las variaciones inesperadas de las épocas de lluvias.

Cabe esperar que en el futuro aumente el número de personas infectadas, dado que el cambio climático provoca alteraciones del régimen de lluvias.

Finalmente, dos situaciones que previsiblemente pueden aumentar son las infecciones por parásitos intestinales y LAS DOC PLAG ALGla que se conoce como marea roja, una excesiva proliferación de algas productoras de toxinas letales, tanto para animales como humanos.

Teresa Romanillos

(*) Inmunodeprimidos
Los pacientes inmunodeprimidos suelen tener una respuesta inmunitaria a las vacunas inferior a la de las personas inmunocompetentes.

Sin embargo, su vacunación puede ser beneficiosa para prevenir algunas infecciones que en ellos revisten mayor gravedad.

Por ello se debe establecer un programa de vacunaciones adaptado individualmente a los riesgos a que se hallan expuestos estos pacientes.

Para establecer las necesidades de vacunación y las contraindicaciones de las mismas se debe distinguir entre tres grupos de pacientes:

– Personas infectadas por el VIH (grupo A).

– Personas con inmunosupresión severa no relacionada con el VIH (grupo B).

Este grupo incluiría a los pacientes afectos de déficits inmunológicos congénitos, leucemias, linfomas, neoplasias, pacientes en tratamiento con quimioterapia y radioterapia, corticoesteroides a dosis altas (dosis iguales o superiores a 20 mg/día de prednisona durante dos o más semanas).

Si se administra una vacuna dos semanas antes o durante un tratamiento inmunosupresor, debe considerarse que la persona no está inmunizada y hay que revacunarla tres meses después de finalizar el tratamiento.

En caso de trasplantes alogénicos, las vacunas de virus vivos están contraindicadas en los dos años siguientes al mismo.

– Personas con trastornos que causan déficits inmunológicos limitados (asplenia, insuficiencia renal, cirrosis hepática, alcoholismo...) (grupo C).

Las vacunas requeridas están en función de la patología de base.

En ocasiones se precisan dosis más elevadas o de recuerdo más frecuentes, pero no hay ninguna vacuna contraindicada, por lo que se deben administrar las vacunas según el esquema habitual.

Las vacunas con gérmenes inactivados, toxoides y vacunas de polisacáridos no implican ningún riesgo para los inmunodeprimidos.

La vacunación se debe realizar lo antes posible en el curso de la enfermedad, o antes de que se produzca, en aquellos casos en que se prevea que se alterará la capacidad de respuesta inmunitaria del paciente (quimioterapia, esplenectomía, etc.).

Fuentes:
http://www.consumer.es
http://www.elmedicointeractivo.com
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"Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere.

Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos.

Es el resultado de un duro esfuerzo personal..." (Paul Tabori).

 

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