“La educación, la formación escolar y paraescolar, el aprendizaje de valores, la cultura y la conciencia de lo mucho que tenemos por aprender señala un rumbo que no debemos descuidar, ni educadores ni discípulos, ni padres"

“Últimamente me sorprende confirmar una y otra vez, que no importa el tema del cual se hable, a la hora de pensar en las verdaderas soluciones, no puedo evitar alzar la bandera de la educación. Y me ha vuelto a pasar ahora, releyendo mis propios comentarios acerca de estos temas tan tristemente relacionados: la pobreza, la falta de trabajo, la criminalidad y la violencia. Sin embargo, a pesar de la responsabilidad compartida, no podemos olvidar que en todo aprendizaje la figura importante, central e imprescindible, nunca es la del que enseña, siempre es la del que aprende.

Los sufis decían que el desarrollo del intelecto es como un bordado artesanal: Si bien el maestro es la aguja que jala del hilo, el discípulo es el hilo mismo. Sin la presencia y la ayuda del alumno la aguja del maestro sólo agujerea, y puede hasta hacer daño. Contando en cambio con el hilo, construyen entre ambos, unen y crean la obra de arte del saber más. El aprendizaje, dicen los psicopedagogos, tiene varias etapas, por lo que muchos de ellos lo comparan a un durazno (árbol melocotonero). Al principio se ve áspero y rugoso, como la cáscara del fruto, no parece demasiado atractivo ni tentador; pero enseguida que pasa la primera etapa, se descubre la pulpa, y el aprendizaje se vuelve jugoso, dulce y nutritivo.

Es la parte con la que solemos identificar nuestro paso por el colegio de niños aprendiendo. Muchos podrán detenerse en ese momento ideal, aunque la educación no termina aquí. De seguir adelante nos encontraremos con la dura madera del carozo (hueso del fruto). Es el momento del cuestionamiento de todo lo anterior, el momento más difícil.

-EL TÉ- El hombre llegó a la tienda de Badwin, el sabio:

-Vengo -le dijo- después de haber estudiado con muchos maestros, de haber leído todo lo que llegó a mis manos, después de haber capitalizado lo que otros dejaron en mí. Hoy creo que tú puedes enseñarme lo que me falta. Estoy seguro de que puedes agregar a lo que sé, lo poco o mucho que me falta.

El maestro Badwin le dijo: -Siempre estoy dispuesto a compartir lo que sé. Tomemos un poco de té antes de empezar nuestra primera clase.

El maestro se puso de pie y trajo dos hermosas tazas de porcelana, medio llenas de té y una jarrita de cobre, donde humeaba el aroma de una infusión deliciosa. El discípulo tomó una de las tazas, y el maestro tomó la tetera y empezó a inclinarla para agregar té en la taza. El líquido no tardó en llegar al borde de la porcelana, pero el maestro pareció no notarlo.

-Badwin siguió echando té en la taza, que después de desbordar y llenar el platillo que sostenía el alumno, empezó a derramarse en la alfombra de la tienda. Enseguida, el discípulo se animó a llamar la atención del maestro:

-Badwin -le dijo-no sigas echando té, la taza ya está llena, no cabe más té en ella...

-Me alegro que lo notes -dijo el maestro-, tú si tienes lugar para todo lo que puedas aprender conmigo... y sin embargo, si estás dispuesto a incorporar profundamente lo que aprendas deberás animarte, a veces, a vaciar tu taza, tendrás que abandonar lo que llenaba tu mente, será necesario estar dispuesto a dejar lo conocido sin siquiera saber qué ocupará su lugar. Esa es la diferencia entre quienes sólo buscan confirmar lo que su experiencia les ha enseñado, y los que sinceramente están dispuestos a aprender... Finalmente, y si nos animamos a traspasar la dura corteza del apego a lo anterior, si conseguimos sumar lo nuevo a lo viejo para sacar partido de ambos; llegaremos a la semilla. El centro de todo. La potencialidad absoluta desde la que todo es posible. El germen de un nuevo fruto. El comienzo de un nuevo ciclo, para seguir aprendiendo, pero también, la oportunidad de sembrar el deseo de aprender en alguien más. Como dije tantas veces, los padres, los maestros, los responsables de los medios, los legisladores, los jueces, los sacerdotes y los demás líderes y dirigentes podrán encontrar cosas más urgentes de las que ocuparse, pero nunca algo más importante...”

Fuente: Las Provincias. -Jorge Bucay- * * * * *

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