... Ya que todo conocimiento nos afecta, la clave puede estar en saberlo.

Para ser dueños de nuestra vida conozcamos primero cómo somos, qué nos mueve qué queremos, qué soñamos, qué nos compone.

Seamos además, conscientes de que tenemos inteligencia para manejar no sólo nuestro entorno sino también nuestro interior.

Finalmente, vayamos hacia nosotros mismos, despacio pero certeros.

Y si no sabemos donde esta ese "nosotros mismos" aún, habrá que parar un rato porque todo ser sabe lo que quiere, otra cosa es que esté acostumbrado a no escucharse o que se haya respondido demasiadas veces "no es posible".

Igual soy muy utópica, pero hoy sigo pensando que todo es posible, más aún, si hablamos del desarrollo de la persona.

Se trata de una cuestión de fe (creer en lo que no ves).

Por: Altea
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"LOS LOBOS"

Hace tiempo que quería contar cómo en uno de esos días de niebla interior y confusión, de decepción sobre las personas, me habló un amigo.

Lo que me dijo fue tan sincero y tan cierto que lo aprendí al instante, y jamás lo he vuelto a olvidar.

Me contó cómo en la vida puedes tomar el camino del rencor, el odio, la incomprensión y el encierro; inevitablemente ese camino tiene sabor amargo.

Luego hay otro camino, el de la confianza, el entender, el querer y el avanzar, que de modo seguro lleva a la alegría.

Se trata de creer, primero en nosotros y luego en los demás.

Creer en que son más los errores que la malicia, las prisas que los olvidos, la falta de comunicación que la falta de sentimientos.

Y desde ahí, comprender, tendiendo los puentes que faltan, facilitando la salida al exterior de aquello que está dentro de todos nosotros.

Increíblemente, funciona. Es sencillo y gratificante.

Se llama ¡CONFIANZA!

Todo lo que él me decía, había sido así para mí durante muchos años; en realidad, sólo lo había olvidado.

Y lo mejor de recobrar estas cosas con cierto tiempo de vida en la espalda, es el sabor a maduro que traen consigo.

Hoy he leído una historia muy relacionada con lo comentado que paso a compartir con vosotros:

Una anciana de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.

Les dijo:

"¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos!

'Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad'.

'El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Confianza'.

Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros y dentro de todos los seres de la Tierra.

Lo pensaron durante un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuela:

'¿Y cuál de los lobos crees que ganará?'

La anciana respondió, simplemente...

¡El que tú alimentes!"

Por: Altea.
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"UN CÉNTIMO"

Estaba en una venta cumpliendo mi rito matinal del café. Aquello estaba lleno de gente, a pesar de la hora temprana.

Busqué mesa, y sólo encontré una que estaba llena de vasos vacíos y restos de comida.

Me hice un sitio y esperé pacientemente el café y que me limpiaran la mesa. Los camareros estaban agobiados.

Mientras esperaba miré alrededor distraídamente y vi un céntimo en el suelo.

Observé a la gente que pasaba por su lado. Al parecer nadie reparaba en él. También podría ocurrir que alguien lo viera y pensara:

- ¡Bah!, sólo es un céntimo.

Al rato, me agaché, lo cogí, y lo puse en mi mesa. Al poco vino el camarero, recogió los restos del desayuno ajeno, paso un trapo, pero... dejó el céntimo en la mesa.

Tenía ya el periódico abierto y el café esperándome, pero cogí el céntimo y lo observé.

No era de oro falso y plata falsa, como la moneda de euro. Sólo era de humilde cobre.

Era pequeña, muy pequeña, si acaso como un botón de camisa.

Me quité las gafas (soy miope) y la miré de cerca por ambas caras. Y quedé sorprendido.

No tenía efigie de reyes. No tenía mapas de pueblos opulentos.

No tenía siquiera adornos en su canto. En suma, vista de lejos era sumamente insignificante.

Pero yo procuré quitarme mis gafas de la vida y mirarla con detalle, tratando de resolver su misterio.

Y vi una de sus caras. Era una catedral, la fachada de una espléndida catedral.

¡Vaya! ¿Qué cosa podría ser más grande que una catedral, atemporal, sagrada, casa y templo de sentimientos puros?

Descanso del viajero en el tortuoso camino al cielo lejano.

Sorprendido le di la vuelta. Esperaba el mapa de los pueblos ricos y "de progreso".

Pero, ¡no! Tenía una imagen del planeta Tierra. ¡Incluso estaba África! Allí estaba toda la Humanidad.

Los que malgastan inútilmente la riqueza y los que nunca conocieron siquiera la existencia de un grifo.

Los sumamente tontos y los sumamente listos.

Los cobardes y los valientes.

Los hombres de todos los colores.

Los esclavos y los traficantes de esclavos.

Todos allí, en la pequeña moneda de céntimo.

La guardé en mi bolsillo, después de limpiar la suciedad de los que la pisaron, de los que la ignoraron y de los que la despreciaron...

Y ahora la tengo delante de mí, como mi símbolo, como mi despertador, como mi pequeña y gran amiga.

Ahora no es un céntimo. ¡Es mi céntimo!

Por: Abraxas (Filosofía cotidiana).
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"REPETICIONES"

Un magnate norteamericano viajó a Inglaterra invitado por un Lord inglés, por la mediación de un amigo común.

El Lord lo recibió a las puertas del vasto jardín que se extendía como una verde y cuidada pradera, al final de la cual se levantaba, solemne, su “castillo” (an english man home is his casttle).

Recorrieron ambos, a pie, plácida y lentamente el trecho que mediaba entre la verja y la casa, hollando silenciosamente el mullido césped, en amables minutos de paz y coloquio.

En poco tiempo, el americano, asombrado por la belleza de la inmensa alfombra, preguntó al inglés:

- ¿Cómo ha conseguido Vd. tal perfección en su jardín?
¿Le ha resultado difícil? Si me explicara Vd. la manera de hacerlo, querría hacer algo como esto en mi tierra.

- ¡Oh!, es muy sencillo de hacer, se lo explicaré brevemente:

Mire, sólo tiene que preparar la tierra, sembrar el césped y, una vez que este ha nacido, regar moderadamente cada tres días, cortarlo cada semana y abonarlo al principio de cada temporada.

¡Así de sencillo...!

Si es Vd. constante y lo hace durante quinientos años, es seguro que tendrá con seguridad, una pradera como esta.

Tenía razón el inglés. ¡Era sencillo! Sólo que las labores no era cuestión de hacerlas únicamente durante un par de meses...

Esta anécdota se me quedó grabada desde que la escuché, porque es muy ilustrativa de la importancia de la repetición en el logro de la maestría, cuestión de la que ya nos hablaba el pueblo egipcio antiguo.

En nuestra actual cultura, la repetición tiene mala fama.
La llamamos rutina, sin darnos cuenta de que la rutina es repetición, pero falta de conciencia e intención de perfeccionamiento; perdiendo con ello todo su inmenso valor de experiencia.

Hoy decimos que el trabajo es embrutecedor y degradante. Y efectivamente lo es, si se realiza sin conciencia ni amor, si se lleva a cabo de manera mecánica.

Y nos lleva lógicamente a la rutina, a la monotonía y, finalmente, al sufrimiento inútil.

No es culpa del trabajo. Es culpa de la actitud del que lo realiza.

¿Cuántas veces hace una paella un buen cocinero?

¿Cuántas veces escribió y rescribió Khalil Gibran “El Profeta"?

¿Cuántas veces repite el pianista el mismo fragmento de una sonata?

¿Cuántas veces hemos cambiado los pañales a nuestro bebé?

La repetición consciente establece una mágica relación entre el obrador y la obra, llegando ambos a ser una sola cosa.

El alma del obrador se infunde en la obra, y la obra se impregna en el alma del obrador.

El obrador perfecciona la obra. Y la obra perfecciona al obrador.

¿Magia...?

Por: Abraxas (Filosofía cotidiana)
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"UN MUNDO PERFECTO"

Voy a reproducir, más o menos, una conversación que tuve hace poco con una buena amiga, alguien de quien siempre aprendo algo cada vez que hablamos, porque ambos somos sinceros y lo hacemos con espíritu de diálogo...

De dos personas que muestran sus puntos de vista sin pretender tener toda la razón, pero con la suficiente vehemencia de quien cree tenerla, al menos mientras no se le demuestre lo contrario.

Decía ella haber conocido a una persona maravillosa con una vida muy auténtica, una vida más real que la de mucha gente.

Yo le respondía que claro que hay gente maravillosa por ahí, qué duda cabe.

Pero que yo en su lugar no entraría a valorar si la vida de esa persona es más o menos real que la de otros.

Creo que todas las vidas son reales para el que la vive, aunque a veces no lo parezca.

Aunque podamos ver en otra gente hipocresía o cobardía para vivir, eso mismo puede constituir su prueba, su cruz.

Con lo cual, una gran parte de su realidad consistiría en darse cuenta y salir de ese círculo.

No creo que sea buena idea comparar las vidas de unos y otros. Mi amiga misma me dijo hace tiempo, y he reflexionado sobre ello, que no hay nadie mejor ni peor.
Pues bien, me parece que tiene razón.

Es así, lo que hay es más o menos afinidad con unos u otros en función de nuestras necesidades o anhelos, y eso lo usamos para juzgar, y claro, nos podemos equivocar.

Ante mis razones, mi amiga, me responde que ella no duda que exista gente maravillosa, que lo afirma, y que en cuanto a su amigo, es uno de los que ha conseguido menor grado de cobardía en su vida, y eso es un hecho.
A lo que yo respondo con cierta ironía:

“Lo que tú digas”, expresión que la deja sorprendida.

¡Sí amiga mía!, lo que tú digas porque no le has dado margen a mi reflexión y me has respondido con más de lo mismo.

Al ver ella que no le aceptaba lo que me decía tal cual, me dijo sonriendo: “anda, vuelve a tu mundo perfecto”.
Y ahí acabó nuestro dialogo.

Y digo yo, no será que en el fondo la vida de cada uno de nosotros es ya “perfecta”...

Lo digo en el sentido en que todos nuestros esfuerzos, nuestras capacidades, los sueños, las ambiciones, las decisiones, el grado de valor o cobardía, etc., son los que han ido tejiendo lo que es ahora nuestro mundo (desgracias a parte), con lo cual es lo que tiene que ser y nos corresponde, es decir, “perfecto”.

Por: Cyrano (Filosofía contracorriente)

Fuente:
http://blog.nueva-acropolis.es
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"Cuatro características corresponden al juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.
-Sócrates-

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