Miscelánea

Místicos sufís.

Se denomina sufismo a una corriente ascético-mística islámica que surgió en los albores del siglo VIII y que es considerada heterodoxa…

por las influencias que tiene de otras culturas y religiones no musulmanas.

El sufismo produjo una gran inspiración y riqueza dentro de la lírica y de la narrativa árabe y persa, alcanzando su esplendor hacia el siglo XII.

Hoy, les invito a que se acerquen a las palabras de algunos de los grandes místicos sufís, seguro que extraerán de ellas sabiduría y bálsamo:

"Vi a un niño que llevaba una luz.
Le pregunté de dónde la había traído.

Él la apagó y me dijo:
ahora dime tú dónde ha ido".
Fragmento de un poema de Hasan de Basra (siglo VIII, Irak)

* * *

"Tu medicina está dentro de ti, y tú no la ves.
Tu enfermedad viene de ti mismo, y tú no te das cuenta".

Fragmento de un poema de Hazrat Alí (siglo VIII, Egipto)

* * *
"¿Creéis que sé lo que hago,
que por un segundo, o incluso medio segundo,
sé qué versos saldrán de mi boca?

No soy más que una pluma en manos de un escritor,
¡no más que una pelota lanzada por un mazo de polo!"

Fragmento de un poema de Jaladuddin Rumi (siglo XIII, Afganistán)

* * *
"Mi corazón abarca todas las formas,
contiene un prado para las gacelas
y un monasterio para los monjes cristianos.

Hay un templo para los idólatras
y un santuario para los peregrinos;
en él está la tabla de la Tora
y el Libro del Corán.

Yo sigo la religión del Amor
y voy por cualquier camino
por donde me lleve Su camello.

Ésta es la verdadera fe;
ésta es la verdadera religión".
Fragmento de un poema de Ibn Arabí (siglo XII, España).

Un "buscador" le preguntó al sufí Yalaluddin Rumi si el Corán era un buen libro para leer.

Y éste le respondió:

"Más bien deberías preguntarte a ti mismo si estás en condiciones de sacar provecho de él".

* * *
Cuentos de Nasrudín

Un día, el juez pidió a Nasrudín que le ayudara a resolver un problema legal.

–¿Cómo me sugerirías que castigue a un difamador?

–Córtales las orejas a todos los que escuchan sus mentiras -replicó el mulá–.

* * *
Nasrudín estaba echando puñados de migajas alrededor de su casa.

Alguien le preguntó: –¿Qué está haciendo?

–Mantengo alejados a los tigres.

–Pero si en estos lugares no hay tigres.

–¡Así es! Es efectivo, ¿verdad?

* * *
Un vecino de Nasrudín fue a visitarlo.

Mulá, necesito que me preste su burro.

–Lo lamento -dijo el mulá-, pero ya lo he prestado".

No bien terminó de hablar, el burro rebuznó. El sonido provenía del establo de Nasrudín.

–Pero, mulá, puedo oír al burro que rebuzna ahí dentro.

Mientras le cerraba la puerta en la cara, Nasrudín replicó con dignidad:

"Un hombre que cree en la palabra de un burro más que en la mía no merece que le preste nada".

* * *
En la plaza del mercado, Nasrudín, profundamente absorto, recitaba una oda:

–¡Oh, mi bienamada!
Mi ser interior está tan colmado de ti
que todo lo que se presenta ante mi vista
¡me parece que eres tú!

Un bromista gritó:
–¿Y qué pasa si un tonto aparece ante tu vista?

Sin detenerse, el Mulá, como si fuera un estribillo, continuó:
–¡... Me parece que eres tú!

* * *
Una vez el sultán iba cabalgando por las calles de Estambul, rodeado de cortesanos y soldados. Todos los habitantes de la ciudad habían salido de sus casas para verle.

Al pasar, todo el mundo le hacía una reverencia.

¡Todos menos un derviche harapiento!

El sultán detuvo la procesión e hizo que trajeran al derviche ante él. Exigió saber por qué no se había inclinado como los demás.

El derviche contestó:

–Que toda esa gente se incline ante ti significa que todos ellos anhelan lo que tú tienes: dinero, poder, posición social. Gracias a Dios esas cosas ya no significan nada para mí.

Así pues, ¿por qué habría de inclinarme ante ti, si tengo dos esclavos que son tus señores?

La muchedumbre contuvo la respiración y el sultán se puso blanco de cólera.

–¿Qué quieres decir?– gritó.

–Mis dos esclavos, que son tus maestros, son la ira y la codicia -dijo el derviche tranquilamente.

Dándose cuenta de que lo que había escuchado era cierto, el sultán se inclinó ante el derviche.

* * *
Un hombre mundano le preguntó a un buscador sincero:

–Y vosotros, en realidad ¿qué hacéis?

El buscador le respondió:
Nos caemos y nos levantamos, nos volvemos a caer y nos volvemos a levantar.

* * *
Un padre deseaba para sus dos hijos la mejor formación mística posible.

Por ese motivo, los envió a adiestrarse espiritualmente con un reputado maestro de la filosofía vedanta. Después de un año, los hijos regresaron al hogar paterno.

El padre preguntó a uno de ellos sobre el Brahmán, y el hijo se extendió sobre la Deidad haciendo todo tipo de ilustradas referencias a las escrituras, textos filosóficos y enseñanzas metafísicas.

Después, el padre preguntó sobre el Brahmán al otro hijo, y éste se limitó a guardar silencio. Entonces el padre, dirigiéndose a éste último, declaró:

–¡Hijo, tú sí que sabes realmente lo que es el Brahmán!

* * *

–Durante seis años busqué la iluminación –dijo el discípulo–.

Siento que estoy cerca y quiero saber cómo he de dar el siguiente paso. Un hombre que sabe buscar a Dios, sabe también cuidar de sí mismo.

–¿Cómo te mantienes? –preguntó el maestro.

–Ése es un detalle sin importancia. Mis padres son ricos y me ayudan en mi búsqueda espiritual. Gracias a ello puedo dedicarme por entero a las cosas sagradas.

–Muy bien –dijo el maestro–, entonces te explicaré el siguiente paso: mira al Sol durante medio minuto.

El discípulo obedeció.

A continuación, el maestro le pidió que describiese el paisaje a su alrededor.

–No puedo hacerlo. El brillo del Sol me ha deslumbrado.

–Un hombre que mantiene los ojos fijos en el sol, termina ciego.

Un hombre que sólo busca la luz y deja sus responsabilidades en manos de los demás, jamás encontrará lo que busca –comentó el maestro–.

* * *

Retales de sabiduría oriental

"No nos preocupemos por el mañana.

Aprovechemos este soplo de vida.

Mañana, todos abandonaremos esta posada
y nos pareceremos a los muertos de hace diecisiete mil años.

Que tu pensamiento no rebase
el tiempo presente;
he aquí el secreto de la paz".
 Omar Khayam

* * *
"Una persona sólo posee
aquello que no puede perder
en un naufragio".
Proverbio hindú

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"Los pájaros de la preocupación
vuelan sobre tu cabeza; eso no lo puedes cambiar;
lo que sí puedes impedir
es que aniden en tus cabellos".
Proverbio chino

Fuentes:
"Cuentos de Nasrudín" y "Cuentos sufíes".
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"No busques al amigo para matar las horas, búscale con horas para vivir" (Khalil Gibrán).

 

 

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