"La naturaleza quiere que la amistad sea auxiliadora de virtudes, mas no compañera de vicios" (Marco Tulio Cicerón).

"La naturaleza tiene perfecciones para demostrar que es imagen de Dios, e imperfecciones para probar que solo es una imagen" (Hipócrates).

Estamos tan sumergidos en los infinitos artificios, tan valorados y buscados en esta época de desarrollo tecnológico, que estamos perdiendo las viejas habilidades de percepción que nos proporcionan nuestros sentidos.

Nos hemos acostumbrado a mirar el mundo a través de una cámara de fotos, de vídeo o últimamente desde el objetivo del móvil, que también nos sirve para comunicarnos a distancia y en todo momento; nos asomamos a la realidad a través de las autopistas de la comunicación, más o menos veloces...

Los ruidos de nuestras ciudades nos recuerdan que tampoco sabemos vivir sin automóviles, que nos transportan a cualquier sitio...

No sabemos estar sin esos aparatos, extensiones de nuestros órganos sensoriales, que diría MacLuhan, aparatos que, por otra parte, hemos de reconocer que nos proporcionan no pocas soluciones a los problemas que se nos presentan.

A cambio de las posibilidades que nos dan nuestras sofisticadas aplicaciones de la tecnología, vamos abandonando los antiguos y simples gestos que responden a necesidades de nuestra alma.

Este verano puede servirnos para recuperar algunos de ellos, por ejemplo el hábito de sentir la Naturaleza.

Digo sentir porque no se trata solo de mirar o contemplar, sino también de escuchar, de oler, de tocar.

Apreciar esos espectáculos grandiosos de los amaneceres, o de las puestas de sol, el viento que mece los árboles, las estrellas que se van encendiendo en el cielo negro de la noche...

O el mar con su rítmicos susurros, y esas espumas primigenias que surgen cuando se frota con la orilla...

Pensemos por un momento que más allá de nuestros cambios y alteraciones, del tiempo que pasa, hay algo eterno que no cambia en esos elementos naturales que podemos advertir con solo desprendernos de los artificios.

Ficino recomendaba a sus discípulos en Florencia salir a caminar al campo para curarse de la ansiedad y la melancolía.

Sigamos ese consejo sabio (Ficino era médico y también filósofo), nosotros, atosigados por las prisas y las tensiones cotidianas, y notaremos en seguida los benéficos efectos de sentir la Naturaleza: se suspende el tiempo cotidiano, con sus exigencias y podemos escuchar los antiguos mensajes que tiene guardados para nosotros y es como si recuperásemos energías ancestrales, contenidas en nuestros recuerdos.
M.ª Dolores F.-Fígares

SENTNATUR¡Oh Tierra, espérame!
Vuélmeme oh sol
a mi destino agreste,
lluvia del viejo bosque,
devuélveme el aroma y las espadas
que caían del cielo,
la solitaria paz de pasto y piedra,
la humedad de las márgenes del río,
el olor del alerce,
el viento vivo como un corazón
latiendo entre la huraña muchedumbre
de la gran araucaria.

Tierra, devuélveme tus dones puros,
las torres del silencio que subieron
de la solemnidad de sus raíces:
quiero volver a ser lo que no he sido,
aprender a volver desde tan hondo
que entre todas las cosas naturales
pueda vivir o no vivir: no importa
ser una piedra más, la piedra oscura,
la piedra pura que se lleva el río.
(Pablo Neruda).

Marsilio Ficino (1433-1499):
Marsiglio Ficino o Marcilius Ficinus, nace en Figline (Valdorno), en las proximidades de Florencia.

Estudió en la misma Florencia y también en Pisa, interesándose especialmente por el griego y el hebreo.

Junto con Pico della Mirandola desempeñó un papel fundamental en el impulso de los estudios humanísticos y, sobre todo, en la difusión del pensamiento de Platón.

Fue uno de los adalides de la Academia florentina –cuyo origen se remonta a la villa cedida a Ficino por Cosimo de Médicis en Caregii, cerca de Florencia, a fin de que el filósofo pudiera dedicarse al estudio e interpretación de la filosofía platónica–.

Ordenado sacerdote en 1473, fue nombrado en 1487 canónigo de la catedral de Florencia.

Ficino tradujo al latín el "Corpus Hermeticum" (V.) y las obras de Platón, la primera traducción completa de Platón en Occidente.

Tradujo asimismo al latín las obras de Plotino y diversos escritos de Porfirio, Proclo y otros autores neoplatónicos, así como las obras de Dionisio el Areopagita.

Escribió comentarios a diversos diálogos de Platón (el "Banquete" y el "Filebo"), a Plotino y a la Epístola a los romanos, de san Pablo.

Estos comentarios contienen una parte sustancial del pensamiento filosófico de Ficino, pero este aparece sistematizado, sobre todo, en sus dieciocho libros titulados "Theologia platonica", escritos entre 1469 y 1474 ("Theologia platonica". "De immortalitate videlicet animorum ac aeterna felicitate libri XVIII").

Este texto fue revisado y apareció en 1482, dos años antes que su traducción de Platón.

Terminada la "Theologia platonica", escribió un tratado teológico titulado "De cristiana religione", y luego, diversos tratados menores, entre los que mencionamos: "De triplici vita" (De vita sana. De vits longa. De vita caelitus); "De voluptate".

Aunque dominado por el platonismo, el pensamiento filosófico de Ficino puede ser calificado de «ecléctico»; junto a los elementos platónicos, se hallan en él numerosos elementos aristotélicos y, desde luego, neoplatónicos.

Imagen: página de los "Diálogos de Platón", dedicSENTNADEados por su traductor, Marsilio Ficino, a Lorenzo de Médicis.


El italiano contribuyó en gran medida a la difusión del platonismo durante el Renacimiento.

Los conceptos fundamentales tratados por Ficino, especialmente en la Theologia platonica, son:

(1) El concepto de ser, el más universal de todos, y el que se halla en todos los entes (de un modo parecido al analógico), dividiéndose en conceptos subordinados, tales como el de sustancia y atributo, forma y materia, acto y potencia.

El ser tiene géneros, que son las categorías (de las cuales Ficino considera las aristotélicas y las platónicas).

El ser se articula asimismo en los tres trascendentales de lo uno, lo verdadero y lo bueno.

(2) El concepto de pensamiento, que es el proceso de un intelecto; aunque incluido en el concepto de ser, el de pensamiento es importante por cuanto el ser solamente es accesible al pensar (es decir, al pensar el ser en su verdad).

(3) El concepto de perfección, el cual se halla íntimamente relacionado con el siguiente.

(4) El concepto de jerarquía de los entes, en tanto que un ente es tanto más cuanto más perfecto es.

(5) El concepto de alma, que Ficino trata en forma platónica, neoplatónica y cristiana subrayando su inmortalidad y su eternidad.

Estos dos últimos atributos son los atributos esenciales del alma.

Debe tenerse en cuenta que, además de desarrollar especulativamente los conceptos citados, Ficino tenía la intención de encontrar un pensamiento filosófico que permitiera alcanzar la "pax fidei".

A su entender, esa "pax fidei" solo era posible por la estrecha unión de las creencias cristianas con la tradición intelectual griega una vez depurada esta última de todo elemento espurio.

Ello representaba eliminar de la tradición griega cuanto no representara una anticipación del cristianismo.

Sin embargo, este cristianismo no era de carácter dogmático.

Justamente, uno de los rasgos más constantes en el pensamiento filosófico-religioso de Ficino es el de destacar la unidad de la religión a través de la variedad de los ritos.

Por eso, la verdad se encuentra no solamente en la revelación en sentido estricto, tal como está en las Sagradas Escrituras, sino también en la «revelación» de carácter racional recibida por los antiguos filósofos y muy especialmente por Platón y Plotino.

Esta revelación originaria y única divina es la que alienta tanto en el pensamiento de los filósofos como en la acción de los hombres religiosos, y por ello es un error presentarlas como distintas, y no digamos corno opuestas.

Por eso las demostraciones que da Ficino de la inmortalidad del alma –la cual es imagen y reflejo de Dios y está destinada a desenvolverse, en último término, dentro del horizonte de la contemplación del reino divino de las ideas eternas– no deben ser consideradas como meros «argumentos»: son el resultado de una meditación que, a la vez que está muy arraigada en los problemas de la época, pretende descubrir la veta a un tiempo racional y mística que está en la base de toda verdadera filosofía –y, por supuesto, de toda verdadera religión–.

Todas las ideas de Ficino deben ser vistas desde este ángulo: no solo las doctrinas de la reminiscencia y de la existencia de ideas o formas (formulae) innatas, sino también sus frecuentes alusiones al proceso de divinización del alma y del cosmos entero.

Sus ideas fueron decisivas para el desarrollo del Renacimiento poético, contribuyendo a la formulación de las diversas teorías del amor, a las que tanto recurrieron los poetas de su tiempo.

Encomió
la figura del reformador dominico Savonarola, y, cuando este fue condenado y ejecutado en la horca, optó por la fuga, una vez hubo comprobado la amenaza que pesaba sobre él.


La filosofía de Ficino influyó por ello considerablemente sobre todos los pensadores de los dos siglos subsiguientes, que se preocuparon ante todo de buscar una armonía entre la razón y la fe revelada.

Como ha indicado Cassirer, influyó, además, sobre los platónicos de la Escuela de Cambridge y sobre sus precursores ingleses.

Fuentes:
https://filosofia.nueva-acropolis.es/2020/sentir-la-naturaleza/
http://www.mgar.net/docs/mirandola.htm
* * * * *
"Así como los ojos están formados para la astronomía, los oídos lo están para percibir los movimientos de la armonía" (Platón).

Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra página web. Al utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de las cookies.