Conmemoramos el 406º Aniversario del nacimiento de este insigne escritor. Y también aprovechamos para sacar a la luz a una de sus comedias más desconocidas, “El gran duque de Gandía”.

Destacamos entre las efemérides del 17 de enero, el nacimiento de Pedro Calderón de la Barca, insigne escritor. Que Calderón escribió una comedia sobre Francisco de Borja lo dice él mismo, diez meses antes de su muerte, pues incluye en una lista de comedias a petición del duque de Veragua, la de “San Francisco de Borja”. Esta comedia permaneció inédita hasta que en 1.963, el profesor de la Universidad de Praga Václav Cerny la publicó con la colaboración de la Academia Checoslovaca de las Ciencias. Se trata de “El gran duque de Gandía”, un manuscrito descubierto en 1.959 en la localidad bohemia de Mladá Vozice. Pertenecía a la biblioteca de la condesa de Harrach, hija del embajador de Austria en Madrid, y educada en España desde los 10 años hasta su matrimonio en 1.682, con el conde de Kuenburg.

Aunque de distintas generaciones, el Barroco fue el escenario de ambas vidas. No obstante, sigue habiendo dudas sobre la intención calderoniana. La crítica interna hace pensar que la obra es ciertamente de Calderón, pero la externa ofrece numerosos interrogantes sobre cómo, cuándo y para quién escribió esta comedia. “El gran duque de Gandía” se escribió con motivo de la canonización de Borja, para una fiesta regia en la embajada de Austria en Madrid con ocasión del cumpleaños del emperador. Algunos estudiosos -Hartzenbusch, Cotarelo- creen que Calderón escribió esta comedia antes de 1.651. Por otro lado, en 1.965 Gustav Siebenmann presenta la comedia como de Calderón, lo mismo que en 1.969 lo hizo Díaz-Plaja. Ambos afirman que Calderón la compuso para ser representada en la Corte de Viena a propósito del feliz resultado de las negociaciones llevadas entre Austria y España, frente al creciente poderío de Luis XIV.

Como la emperatriz María Margarita, hija de Mariana de Austria, nunca aprendió alemán, se representaron en Viena numerosas obras de teatro españolas, en especial de Calderón. ¿Por qué Pedro Calderón de la Barca no lo firmó? El problema de la identificación viene porque Calderón no quiso dejar su nombre, y Fomperosa dio a entender que eran jesuitas los autores de esas piezas teatrales, cosa que era frecuente. Esta comedia de Calderón de la Barca se encuadra en el contexto de las fiestas y no tiene un fin histórico, sino edificar al auditorio y exaltar todavía más la figura de Borja. Con todo, Calderón quiso aportar datos históricos.

Juan Eusebio Nieremberg (1.595-1.658), madrileño de origen alemán, pudo tener gran influjo personal sobre Calderón a la hora de redactar su comedia, pues el dramaturgo había sido alumno suyo en el Colegio Imperial. Los personajes que cita son prácticamente todos reales, pero la mayor parte de los hechos y su interpretación son difíciles de admitir hoy día. Está claro que Calderón conocía la afición de Borja por la caza y la música, material que usa para plasmar escenas encantadoras. El autor teatral pintó con colores dramáticos los desengaños de la vida en la Corte y exaltó excesivamente su vida humilde y feliz como jesuita. Desde el punto de vista del rigor histórico, no se puede admitir ni una cosa ni otra. Pero sí debemos admitir que Calderón se movía en el teatro, y en el teatro todo es posible.

- LAS COMEDIAS DE SANTOS Fueron un género característico del Siglo de Oro. La vocación catequista de Calderón, que utilizaba como instrumento pedagógico el teatro, le venía de su formación con los jesuitas. Escribió estas obras en un momento de gran religiosidad y con ellas pretendía edificar a los oyentes, enseñar la doctrina católica de la Redención. Es un teatro parecido a los autos sacramentales, pero acendrado con el espíritu barroco que le anima. Valbuena Prat dice que “las comedias de santos son el verdadero retrato de la época, que nos la presentan con toda su grandeza, su sublimación, su heroica santidad”.

Pero el hombre del Barroco era contradictorio porque, como señala Díez Borque, “se ensimismaba con la ‘devotio’ amorosa, motivo de escándalo y polémica para cerrados moralistas”. En el Barroco las grandes preguntas que se formula el hombre son sobre su sentido final: si Dios es misericordioso y el hombre tan miserable, ¿cómo se produce la salvación? El influjo de Lutero y la Reforma católica con el Concilio de Trento son productos de la religiosidad de la época. Antes nadie se atrevía a hablar de esos temas, ahora, cien años más tarde, las grandes disputas religiosas eran un eco de lo que se vivía en la calle. Así, la controversia de ‘auxiliis’ se discutía en las cátedras de Teología y en los teatros.

Los problemas teológicos se ponían en escena, y Calderón se inclinaba hacia el Molinismo, sistema jesuítico. Supo soslayar el riesgo teológico de decir que “la vida es sueño”, y esperar de los sueños la suprema verdad de nuestra existencia, reafirmando la excelencia de la libertad humana. La vocación literaria de Calderón de la Barca comenzó en 1.620, cuando participó en un concurso poético por la beatificación de San Isidro, y después en otros dedicados a diversos santos. Calderón, aunque no era un teólogo, impregnó todas sus obras del ambiente teológico que respiraba -presencia de libros de la Biblia, como el “Libro de Job” y el “Eclesiastés”, así como las obras de Séneca, estudios de Derecho y su formación con los jesuitas-, y trató de dar su propia interpretación de la vida a través de sus obras.

Su paso por el Colegio Imperial de los jesuitas de Madrid fue definitivo, en especial su vocación hacia el teatro, donde rebosa la profundidad ideológica prototipo del Barroco. En los colegios jesuíticos se ponía en escena la representación dramática en todos sus géneros. Se trataba de que los niños aprendieran lo esencial de la fe de modo cómodo, a la vez que se exaltaba el espíritu misionero tan propio de la Compañía de Jesús. Pero también se pretendía la educación de los afectos, del sentido de la estética e imponer un orden de pensamiento. Al mismo tiempo se les preparaba para que pudieran expresarse con claridad, se utilizaba el latín, se ensayaban declamaciones, gestos, posturas, miradas, módulos de voz y, sobre todo, cómo dominar al público captando al máximo su atención.

Todo este intento educativo quedó sublimado por el genio de los artistas, la mayor parte jesuitas, que con su machacón interés de presentar el desengaño del mundo inventaron diversas formas de obras teatrales y sofisticaron el arte de la escenografía, en gran medida gracias al patronazgo de reyes y príncipes, Mariana de Austria, Felipe IV, los duques de Baviera, el archiduque Fernando de Austria, el duque de Lorena, etc. En “La vida es sueño” y “El gran teatro del mundo” reluce el siguiente pensamiento: la vida es teatro y sus protagonistas viven de la vanidad. La vida está llena de sudores y trabajos, la vida es un continuo morir.

Pero eso no es todo. Calderón había estudiado a Santo Tomás y a San Agustín, había leído a Suárez y sobre todo en su etapa de formación, había visto el modelo que le presentaban de Francisco de Borja, donde aparece un Cristo triunfador por encima de la vanidades. Calderón es el gran dramaturgo sintético del catolicismo que recoge para la poesía la gran época de los teólogos españoles. Su apoteosis triunfal religiosa se plasmará en los autos sacramentales. El dramaturgo alterna las representaciones para palacio con las realizadas en corrales. A partir de 1.642 escribe más autos sacramentales que comedias, y tras ordenarse sacerdote, en 1.651, se limitó a trabajar para la Corte.

La popularidad de Calderón fue menor que la de Lope, quizá por su técnica teatral más compleja y refinada, por su preocupación por los problemas morales trascendentes, su ubicación del palacio como centro dramático, su progresiva tendencia al simbolismo y las abstracción. Con él los celos degeneraron en venganza, y el honor adquirió un tono retórico y declamatorio.

- CALDERÓN DE LA BARCA Y EL TEATRO Pedro Calderón de la Barca, el autor dramático más popular de su tiempo, nació en Madrid el 17 de enero de 1.600, cuando Lope de Vega gozaba de la fama en los corrales de comedias. Su mérito le viene por haber sabido identificarse plenamente con el espíritu de la época, y para ello le fue de gran ayuda la educación recibida y su extraordinario ingenio. Su producción es muy grande: dramas religiosos “La devoción de la Cruz”, “El purgatorio de San Patricio”, dramas filosóficos “La vida es sueño”, dramas trágicos “El Alcalde de Zalamea”, dramas de honor “El mayor monstruo del mundo”, comedias “La, dama duende”, autos sacramentales “El gran teatro del mundo”.

Calderón fue destinado por su padre, escribano de Consejo, al Colegio Imperial de los jesuitas de Madrid, uno de los principales núcleos literarios del Barroco. Su tío Francisco de Heano, hermano de su madre, era jesuita, y su abuela materna, doña Inés de Riaño, nombró como testamentarios al rector del Colegio Imperial y al padre Cetina, su confesor. Allí, con sólo ocho años, Calderón empezó su formación de cinco años en la escuela jesuítica que se había impuesto con la Ratio Studiorum, modelo vigente desde 1.599 que siguió implacable durante dos siglos y marcó en Calderón su estructura mental hasta el final de su vida. Recibió el constante influjo de la figura de Francisco de Borja, cuyas obras y vida se imponían en el campo ascético, así como en el literario. Prosiguió los estudios en las universidades de Alcalá y Salamanca. En esta última se hizo bachiller en Derecho.

En 1.636 fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Sirvió como soldado -entre otras- en la guerra con Francia en 1.638; y en 1.651, acaso tras un desengaño amoroso, se ordenó sacerdote y fue nombrado capellán real con una pequeña pensión. Finalmente, en 1.666, alcanzó la capellanía mayor de la Congregación de Presbíteros Naturales de Madrid, cargo que ostentó hasta su muerte, el 25 de mayo de 1.681. “Quien vive sin pensar, no puede decir que vive”. “El valor es hijo de la prudencia, no de la temeridad”. “Vencer y perdonar es vencer dos veces”.“ Fingimos lo que somos, seamos lo que fingimos”. -P. Calderón de la Barca-

Fuente: Revista "Historia 16". * * * * *