Pasión andaluza: El otro poeta. Aniversario de este ilustre literato, que durante bastante tiempo fue silenciado a fuerza de ignorarlo. “… Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya n

“LA COPLA” "Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén, de los que escriben cantares: oír decir a la gente que no los ha escrito nadie. Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad".

El poeta Manuel Machado Ruiz nació en Sevilla, actual capital de la comunidad autónoma de Andalucía (España), el 29 de agosto del año 1.874. Su padre (Antonio Machado Álvarez) era un conocido folclorista sevillano de sobrenombre “Demófilo”; su madre, Ana Ruiz. Su hermano fue otro poeta de talla similar y de trayectoria paralela: Antonio Machado.

De su padre heredó con creces el amor a lo auténtico del carácter popular andaluz. También su infancia debió transcurrir en un patio de Sevilla, en donde habría un alegre huerto con al menos, un limonero, en el seno del palacio de Las Dueñas, en donde su padre trabajaba como administrador de la ilustre casa ducal de Alba.

Pero cuando Manuel tenía 9 años, Sevilla se les había quedado pequeña y hubo que buscar fortuna en la capital de España. La familia se trasladó a Madrid, y allí fue donde desarrolló lo importante de sus estudios que llegaron hasta la licenciatura de Filosofía y Letras.

A partir de esos años, la familia Machado volvería a Sevilla en muy escasas ocasiones pero lo sevillano y lo andaluz siempre fue para él una referencia viva, aunque distante, por la nostalgia y el amor que derramaban sus padres hacia la tierra que les vio nacer.

En Madrid, el joven Manuel empieza a dar a conocer sus primeras poesías. Con el transcurrir de los años, llegó a ser director de la Hemeroteca y Museo Municipal. Creó varias revistas literarias de escasa duración, y colaboró en periódicos diarios de Europa y América. En 1.910 se casó con Eulalia Cáceres, a la que había conocido en sus tiempos de estudiante universitario.

En el año 1.938 -en plena Guerra Civil- fue designado para ocupar un sillón en la Real Academia Española. Manuel y Antonio, dos poetas hermanos que despuntaban en aquel Madrid de principios del siglo XX, ambos llegaron a colaborar en la creación teatral, siempre impregnada de situaciones que recordaban al típico ambiente andaluz.

La obra cumbre de la creación teatral de los hermanos Machado, es sin duda, “La Lola se va a los Puertos”. Otras obras teatrales en cooperación fraternal fueron “La duquesa de Benamejí”; “La prima Fernanda”; “Juan de Mañara”; “Las adelfas”; “El hombre que murió en la guerra”; “Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel”.

Después, los dos hermanos poetas, se encaminan por senderos separados que les conducen, hacia el final de sus vidas, a abrazar los dos diferentes bandos en los que desembocó España por culpa de la Guerra Civil. Manuel y Antonio, a pesar de recorrer caminos separados en la creación poética, siempre conservaron un paralelismo en sus obras, que cualquiera que las observe con algún detenimiento, descubrirá en cada una de ellas, algunos retazos o matices que delatan la fuente común de la que bebieron y vivieron.

Tiene Manuel Machado una poesía titulada “Adelfos” que bien pudiera llevar el subtítulo de “Autobiografía”. Se trata de una de las más bellas autobiografías poéticas de la literatura española.

En ella, el poeta describe con bellos florilegios, una argumentación muy paralela a la contenida en la poesía “Retrato” de su hermano Antonio.

Ambas poesías están construidas de versos alejandrinos; ambas poesías se componen de serventesios, -nueve serventesios la de Antonio, uno menos la de Manuel-; y ambas poesías describen con maestría inigualable, las autobiografías poéticas respectivas.

También tiene Manuel otro paralelismo asombroso, en relación con una bella poesía titulada “La saeta”. Quizá, “La saeta” más conocida, a la que puso música el cantautor J. M. Serrat, es la poesía de Antonio Machado. Pero no menos bella, aunque sí menos difundida es “La saeta” de Manuel Machado.

Estos asombrosos paralelismos que se pueden detectar en los dos hermanos Machado, no desmerecen en nada la calidad poética de cada uno.

De todo ello hay que desterrar toda vaga sospecha de plagio, y centrarnos en la idea de unos orígenes, vivencias y estilos, lógicamente muy comunes.

Después, la vida, con sus avatares, hizo que quedaran sus destinos muy separados, por culpa de las ideologías o del simple azar. De toda guerra civil, siempre se dice que es una lucha entre hermanos, y en el caso de estos dos poetas, no puede ser la frase de mayor literalidad. Al llegar triunfante a Madrid, la sublevación de Franco en el año 1.939, Manuel tuvo la desatinada ocurrencia de dedicar al mentado dirigente, una poesía de panegírico titulada “Al sable del Caudillo”.

Esto le valió a Manuel el reconocimiento y el salvoconducto para poder vivir dentro de un régimen que exterminó y arrojó al exilio a tantos poetas, literatos e intelectuales de mucha valía.

Cuentan sus biógrafos, que poco tiempo después de publicada, sintió Manuel un gran arrepentimiento por escribir y publicar la fatal poesía, máxime cuando se enteró de la muerte de su madre y hermano, en el obligado exilio francés.

En Madrid, el 19 de enero de 1.947 moría este insigne poeta que nos dejó una buena colección de poesías, de calidad suprema. Después vino el aperturismo español de los años 60 y 70…

Aquella juventud que militaba en el antifranquismo, dio de lado a todo poeta amparado por la dictadura, y empezó a abrazar a esos otros que murieron -o aún vivían- en el exilio. La obra de Manuel Machado fue dada de lado, y su vacío se llenó con la obra poética de su hermano Antonio.

No se trata aquí de comparar cuál de los hermanos dispone de una mayor profundidad poética, más completa, de mayor calidad. Esto, como otras muchas cosas, queda para ser escogido por el gusto de cada cual.

Pero nuestro poeta es el gran conocedor y divulgador de letras de los cantes flamencos, que a decir con el gracejo típico andaluz, ha quedado bajo el conocido nombre de "cante jondo". No es nada raro, que parte de su inspiración la hubiera tomado de la enorme colección de letras de cantes flamencos, que su padre fue recopilando a lo largo de muchos años, tomadas directamente de los anónimos cantaores andaluces y que publicó en un libro titulado “Cantes flamencos”.

Manuel Machado fue un gran estudioso de todos los estilos del cante flamenco, y escribió poesías idóneas, que bien pudieran ser adaptadas para la música de una garganta y una guitarra española. Su estilo poético incluye estrofas de coplas, seguidillas, y soleares. Dentro de este último estilo, el poeta innovó una variante de soleá en la que el verso central tenía un número desproporcionado de sílabas (9, 10, 11, o más sílabas) que él mismo bautizó como soleariyas.

También escribió romances octosílabos, cuartetos, serventesios y sonetos. Bajo el estilo de soneto, escribió como nadie los sonetos octosílabos, denominados sonetillos; y dentro de estos sonetos de arte menor, véase la filigrana que borda con el sonetillo trisílabo titulado “Verano”. Con todo lo anterior, hacemos un agradecido homenaje al fino y gran poeta del alma andaluza, para que sea apreciado y valorado con serena neutralidad.

“CANTE HONDO”

"A todos nos han cantado en una noche de juerga coplas que nos han matado...

Corazón, calla tu pena; a todos nos han cantado en una noche de juerga. Malagueñas, soleares y seguiriyas gitanas...

Historias de mis pesares y de tus horitas malas. Malagueñas, soleares y seguiriyas gitanas... Es el saber popular, que encierra todo el saber: que es saber sufrir, amar, morirse y aborrecer. Es el saber popular, que encierra todo el saber".

Fuentes: http://www.los-poetas.com http://www.alohacriticon.com

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“Es libre el que vive según elige”. -Manuel Machado- “La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen para beneficio de unos pocos que sí se conocen, pero no se masacran”. -Anónimo-