El levantamiento del 2 de mayo de 1808 fue llevado a cabo por la población de Madrid (España) para rebelarse contra la ocupación francesa de la ciudad y para expulsar a este ejército, el cual...
estaba tomando gran parte de la Península Ibérica.
La imagen de la portada representa al Palleter. Pintura realizada por el insigne pintor valenciano, Joaquín Sorolla.
Antecedentes
La Guerra de la Independencia española fue un conflicto armado que convulsionó la Península Ibérica entre 1808 y 1814 y que opuso a España y los aliados Portugal y Reino Unido contra el Primer Imperio Francés, como consecuencia de la política expansionista de Napoleón I, enmarcada en el contexto europeo más general de las Guerras Napoleónicas y la crisis de la monarquía española de Carlos IV.
El conflicto estalló tras las maniobras de ocupación furtiva de importantes ciudades españolas por las tropas de Napoleón, siguiendo un plan de apoyo a la invasión conjunta de Portugal, acordada en el Tratado de Fontainebleau y de secreto derrocamiento del rey, que provocaron en todo el país un levantamiento espontáneo y popular conocido como el Dos de mayo de 1808.
La consecutiva guerra se caracterizó por el original fenómeno de las acciones conjuntas de guerrilleros y ejércitos regulares aliados dirigidos por Wellington que provocaron el desgaste de las fuerzas bonapartistas y su progresivo repliegue hasta las fronteras pirenaicas.
La posterior invasión del territorio francés, provocó la abdicación de Napoleón y la derrota definitiva en la batalla de Toulouse del 10 de abril de 1814.
El conflicto permitió el surgimiento del sentimiento nacional, aunque dividió a la sociedad enfrentando a patriotas y la élite de los afrancesados.
La guerra dañó gravemente la estructura industrial y devastó la agricultura, provocando el retraso posterior en la modernización de las economías peninsulares.
En el plano político, se aceleró el proceso de emancipación de las colonias de América que accederían a la independencia tras la Guerra de Independencia Hispanoamericana, mientras que la reinstauración de la dinastía borbónica y el reforzamiento de la Iglesia Católica abrió en España una era de luchas civiles entre absolutistas y liberales hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Después de los sucesos del Motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808), Madrid es ocupada por el general Murat (23 de marzo).
Tras la llegada triunfal de Fernando VII (24 de marzo) y su padre, que acababa de ser forzado a abdicar, ambos son obligados a acudir a Bayona para reunirse con Napoleón, donde se producirá la final abdicación en José Bonaparte.
En Madrid queda una Junta de Gobierno como representante del rey Fernando VII.
Sin embargo, el poder efectivo queda en manos de Murat, el cual reduce la Junta de Gobierno a un mero títere o simple espectador de los acontecimientos.
El 27 de abril Murat solicita, supuestamente en nombre de Carlos IV, la autorización del traslado a Bayona de la reina de Etruria (hija de Carlos IV) y del infante Francisco de Paula.
Si bien la Junta se negó en un principio, en su reunión en la noche del 1 al 2 de mayo y ante las instrucciones de Fernando VII llegadas a través de un emisario desde Bayona (conservar la paz y armonía con los franceses), finalmente ceden.
¡Que nos lo llevan!
El 2 de mayo de 1808, la multitud comenzó a concentrarse ante el Palacio Real.
El gentío vio como los soldados franceses sacaban del palacio a la reina de Etruria, cuya salida no produjo conmoción alguna.
La presencia de otro coche hace deducir que está destinado al infante Francisco de Paula.
Al grito de ¡Que nos lo llevan!, el gentío penetra en el palacio.
El infante se asoma a un balcón aumentando el bullicio en la plaza.
Este tumulto es aprovechado por Murat, el cual despacha a un batallón de granaderos de la Guardia Imperial al palacio, acompañado de artillería, los cuales disparan a la multitud.
Al deseo de impedir la salida del infante, se une la de vengar los muertos y deshacerse de los franceses. La lucha se extendería por todo Madrid y duraría horas.
La lucha callejera
Los madrileños tuvieron que descubrir en ese instante las necesidades de la guerra callejera: constitución de partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; obligación de proveerse de armas (luchaban navajas frente a sables); necesidad de impedir la llegada de nuevas tropas francesas...
Todo esto no fue suficiente y Murat pudo poner en práctica una táctica tan sencilla como eficaz. Cuando los madrileños quisieron hacerse con las puertas de la cerca de Madrid para impedir la llegada de las fuerzas francesas acantonadas fuera de Madrid, el grueso de las tropas de Murat (unos 30.000 hombres) ya había penetrado en la ciudad, haciendo un movimiento concéntrico para adentrarse en Madrid.
Si bien la resistencia al avance francés fue mucho más eficaz de lo que Murat había previsto, especialmente en la Puerta de Toledo, la Puerta del Sol y el Parque de Artillería de Monteleón, esta operación permitió a Murat poner a Madrid bajo la jurisdicción militar.
Esto es, tratar a los madrileños como rebeldes. Puso igualmente bajo sus órdenes a la Junta de Gobierno.
Poco a poco, los focos de resistencia van cayendo. Acuchillamientos, degollamientos, detenciones... Mamelucos y lanceros napoleónicos extreman su crueldad con el pueblo madrileño.
Cientos de españoles, hombres y mujeres, y soldados franceses murieron en esta refriega. El lienzo de Goya La Carga de los Mamelucos refleja la luchas callejeras que tuvieron lugar ese día.
Daoíz y Velarde
Mientras tanto, los militares españoles permanecían, siguiendo órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete, acuartelados y pasivos. Sólo los artilleros del parque de Artillería sito en el Palacio de Monteleón desobedecen las órdenes y se unen a la insurrección.
Los héroes de mayor graduación serán los capitanes Luis Daoíz y Torres (que asume el mando por ser el más veterano) y Pedro Velarde Santillán. Con sus hombres se encierran en el Parque de Artillería de Monteleón y, tras repeler una primera ofensiva francesa al mando del general Lefranc, mueren luchando heroicamente ante los refuerzos enviados por Murat.
Los levantados en armas
El Dos de Mayo de 1808 no fue la rebelión de los españoles contra el ocupante francés, sino la del pueblo español contra un ocupante tolerado (por indiferencia, miedo o interés) por gran cantidad de miembros de la Administración.
La Carga de los Mamelucos antes citada, presenta las principales características de la lucha: profesionales perfectamente equipados (los mamelucos o los coraceros) frente a una multitud prácticamente desarmada; presencia activa en el combate de mujeres, algunas de las cuales pierden incluso la vida (Manuela Malasaña o Clara del Rey); presencia casi exclusiva del pueblo y del elemento militar.
La represión
El Tres de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, de Goya. Museo del Prado
La represión es cruel. Murat no se conforma con haber aplastado el levantamiento sino que tiene tres objetivos: controlar la administración y el ejército español; aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles; y afirmar que era él quien gobernaba España.
La tarde del 2 de mayo firma un decreto que crea una comisión militar, presidida por el general Grouchy para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en la mano (Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas).
El Consejo de Castilla publica una proclama en la que se declara ilícita cualquier reunión en sitios públicos y se ordena la entrega de todas las armas, blancas o de fuego. Militares españoles colaboran con Grouchy en la comisión militar.
En estos primeros momentos, las clases pudientes parecen preferir el triunfo de las armas de Murat antes que el de los patriotas, compuestos únicamente de las clases populares.
En el Salón del Prado y en los campos de La Moncloa se fusila a centenares de patriotas. Quizá unos mil españoles perdieron la vida en el levantamiento y los fusilamientos subsiguientes.
Consecuencias
Murat pensaba, sin duda, haber acabado con los ímpetus revolucionarios de los españoles, infundiéndoles un miedo pavoroso (garantizando para sí mismo la corona de España).
Sin embargo, la sangre derramada no hizo sino inflamar los ánimos de los españoles y dar la señal de comienzo de la lucha en toda España contra las tropas invasoras.
El mismo 2 de mayo, por la tarde, en la villa de Móstoles ante las noticias horribles que traían los fugitivos de la represión en la capital, un destacado político (Secretario del Almirantazgo y Fiscal del Supremo Consejo de Guerra), Juan Pérez Villamil hace firmar a los alcaldes del pueblo (Andrés Torrejón y Simón Hernández) un bando en el que llama a todos los españoles a empuñar las armas en contra del invasor, empezando por acudir al socorro de la capital.
Dicho bando haría, de un modo indirecto, comenzar el levantamiento general, cuyos primeros movimientos (suspendidos eso sí) fueron los que promovieron el corregidor de Talavera de la Reina, Pedro Pérez de la Mula, y el alcalde Mayor de Trujillo, Antonio Martín Rivas; ambas autoridades prepararon alistamientos de voluntarios, con víveres y armas, más la movilización de tropas, para acudir al auxilio de la Corte.
Antecedentes: expansionismo francés y crisis de la monarquía española (1795-1807)
Expansionismo francés
Los tratados de San Ildefonso de 1795, firmado por Manuel Godoy en nombre de Carlos IV y la Convención Francesa, y el posterior de 1801 con el consulado de Napoleón Bonaparte, restablecieron la alianza tradicional que durante el siglo XVIII había regido las relaciones entre la corona de España y Francia.
En mayo de 1801, el consulado pudo contar con el apoyo militar español para forzar la neutralidad de Portugal, que se negó a romper su alianza con la corona británica, mediante la Guerra de las Naranjas y desde 1803 con el económico y la disposición de la Armada española para la guerra naval contra Inglaterra que culminaría en octubre de 1805 en la Batalla de Trafalgar.
Napoleón mediante el Decreto de Berlín del 21 de noviembre de 1806, relanzó el enfrentamiento directo con los británicos mediante la práctica de la guerra económica total del Bloqueo Continental.
La política del Bloqueo orientó el interés de Napoleón hacia la península ibérica y el mediterráneo occidental, aumentando la presión sobre la corte de Portugal al que se le advirtió para que adoptase medidas para el cierre al comercio con los británicos desde sus puertos y la confiscación de los bienes y emprisonamiento de los residentes en el país.
Ante la inacción portuguesa, Napoleón encargó a Jean-Andoche Junot la organización en Bayona del Cuerpo de Observación de la Gironda con una fuerza de unos 30.000 soldados y reclamó el apoyo de la corte española que con este fin, envió a través del marqués de Campo Alange un ultimátum al gobierno portugués el 12 de agosto de 1807.
A partir del 25 de septiembre de 1807 los portugueses ejecutaron la expulsión de los navíos ingleses.
El 18 de octubre de 1807, Junot atraviesa la frontera y pocos días después, el representante de Godoy firma el Tratado de Fontainebleau en el que se estipula la invasión militar conjunta, la cesión a la corona de los nuevos reinos de Lusitania y Algarves así como y el reparto de las colonias.
A finales de 1807, Napoleón decidió que la débil monarquía de Carlos IV era ya de muy escasa utilidad y que sería mucho más conveniente para sus designios la creación de un estado satélite.
Aprovechando los sucesos derivados del motín de Aranjuez y el hecho de que tropas francesas al mando de Murat habían ya ocupado el norte de España, Napoleón forzó la cesión de la corona española a su hermano, José Bonaparte, como José I en las Abdicaciones de Bayona.
Ante la parálisis de la administración borbónica, descabezada y con órdenes de cooperar con los franceses, el pueblo se lanza a la lucha contra el invasor, siendo dirigido por notables locales cuyos intereses, más allá de la lucha por la "independencia", se encuentran en peligro por las medidas "revolucionarias" que podría emprender el nuevo rey, con su reducido núcleo de afrancesados.
De esta forma, se unen en una extraña amalgama los exhortos a la "nación soberana", como forma de deslegitimar el cambio dinástico, y la lucha por la "independencia", con los temores de las clases pudientes a las clases populares en armas.
Con el levantamiento popular madrileño del Dos de Mayo de 1808, se pone de manifiesto la disociación entre la voluntad popular y el gobierno títere instaurado por Napoleón.
Son la ausencia física del propio rey Fernando VII (a quien se le cree secuestrado), el resentimiento contra de la presencia militar francesa rechazada por el pueblo desde su inicio y la brutal represión del 3 de mayo, las gotas que colman el vaso y que producen la pérdida de legitimidad del poder central y la asunción de la representatividad y la voluntad popular por las Juntas regionales.
Desarrollo de la Guerra
Tras los sucesos del Dos de Mayo, la Junta General del Principado de Asturias se proclama soberana, contra un poder central en principio legítimo, envía una embajada a Inglaterra y el 24 de mayo de 1808 declara formalmente la Guerra a Francia.
Como respuesta, las autoridades envían al Principado un batallón del Regimiento de Hibernia y un escuadrón de carabineros reales desde Bilbao y Valladolid respectivamente para apaciguar la rebelión, aunque sin éxito (nótese que aún son tropas españolas).
A la sublevación se irán sumando sucesivamente el resto de las Juntas (Valencia el día 23 de mayo -el Palleter-, Cantabria el día 27, Galicia el 30, León el 1 de junio, etc.) y significará un grave revés para los deseos de conquista pacífica (y con pocos costes) de Napoleón, puesto que aísla a los cuerpos expedicionarios de Portugal, Barcelona, Madrid o Vitoria.
Para evitar ser copados, Napoleón exige a sus generales que eliminen la resistencia, pero los resultados no son los esperados. La victoria de Bessiers en Medina de Rioseco no acaba con la rebelión de Zaragoza, que pronto contagia a Logroño.
En Cataluña, las tropas francesas son derrotadas dos veces en el Bruc, mientras que la sublevación de Gerona corta las líneas de suministro con Francia.
En Oporto, las tropas españolas devuelven la autoridad a las instituciones portuguesas y prenden a sus hasta entonces aliados franceses.
En Andalucía, Dupont sufre la derrota de Bailén frente a las tropas del general Castaños y Cádiz resiste al ataque inicial de los franceses. Este triunfo obliga a evacuar Madrid y hace soñar con el rechazo definitivo de los franceses.
Al mismo tiempo, Gran Bretaña ve abrirse un nuevo frente, inesperado, en su guerra contra Francia.
Sin embargo, Napoleón interviene directamente al mando de un ejército de doscientos cincuenta mil hombres, la Grande Armée. Se trata de un ejército veterano, acostumbrado a los movimientos rápidos y a vivir sobre el terreno, que arrolla rápidamente la resistencia española y a los ejércitos ingleses desembarcados en la península, comandados por el general John Moore.
Después de la entrada del emperador en Madrid, tras la Batalla de Espinosa de los Monteros y la batalla de Somosierra (30 de noviembre de 1808 la Junta Central al cargo del gobierno de la España no ocupada, abandona la Meseta para refugiarse, primero en Sevilla, y luego en Cádiz, la cual resiste a un largo y brutal asedio. Desde ahí, la Junta Central, asiste indefensa a la capitulación de Andalucía.
Napoleón se disponía a partir en persecución del cuerpo expedicionario británico de Moore, cuando tuvo que salir hacia Francia con urgencia porque el Imperio Austríaco le había declarado la guerra (6 de enero de 1809).
Dejó la misión de rematar la guerra en el noroeste en manos del mariscal Soult, dejando el cuerpo de Ney en su retaguardia con la misión de colaborar en la ocupación de Asturias.
Sin embargo, la resistencia popular apoyada por los suministros de armas de la flota inglesa hizo imposible la pacificación de Galicia, que tuvo que ser evacuada tras la derrota de Ney en Pontesampaio (junio de 1809).
La guerra de "guerrillas"
Sin un ejército digno de ese nombre con el que combatir a los franceses, los españoles de las zonas ocupadas inventan un sistema nuevo para luchar, utilizado por vez primera en el mundo: la guerra de guerrillas, como único modo de desgastar y estorbar el esfuerzo de guerra francés.
Se trata de lo que hoy se denomina guerra asimétrica, en la cual grupos de poca gente, conocedores del terreno que pisan, hostigan con rápidos golpes de mano a las tropas enemigas, para disolverse inmediatamente y desaparecer en los montes.
Como consecuencia de estas tácticas, el dominio francés no pasa de las ciudades, quedando el campo bajo el control de las partidas guerrilleras de líderes como Espoz y Mina, Jerónimo Merino, Julián Sánchez, "el Charro", o Juan Martín "el Empecinado".
El propio Napoleón reconoce esta inestabilidad cuando, en contra de los deseos de su hermano, teórico rey de España, pone bajo gobierno militar (francés) los territorios desde la margen izquierda del Ebro, en una suerte de nueva marca hispánica.
La guerra en España tendrá importantes repercusiones en el esfuerzo de guerra de Napoleón. Un aparente paseo militar se había transformado en un atolladero que absorbía unos contingentes elevados, preciosos para su campaña contra Rusia.
La situación era, en cualquier caso, tan inestable que cualquier retirada de tropas podía conducir al desastre, como efectivamente ocurrió en julio de 1812.
En esta fecha, Wellington, al frente de un ejército angloportugués y operando desde Portugal, derrota a los franceses primero en Ciudad Rodrigo y luego en los Arapiles, expulsándoles del Oeste y amenazando Madrid:
José Bonaparte se retira a Valencia. Si bien los franceses contraatacan y el rey puede entrar de nuevo en Madrid en noviembre, una nueva retirada de tropas por parte de Napoleón tras su catastrófica campaña de Rusia a comienzos de 1813 permite a las tropas aliadas expulsar ya definitivamente a José Bonaparte de Madrid y derrotar a los franceses en Vitoria y San Marcial, al tiempo que Napoleón se apresta a defender su frontera hasta poder negociar con Fernando VII una salida.
A cambio de su neutralidad en lo que quedaba de guerra, aquél recupera su corona (comienzos de 1814) y pacta la paz con Francia, permitiendo así al emperador proteger su flanco sur. Ni los deseos de los españoles, verdaderos protagonistas de la liberación, ni los intereses de los afrancesados que habían seguido al exilio al rey José, son tenidos en cuenta.
Consecuencias
La firma del tratado de Valençay por la que se restituía en el trono a Fernando VII, el deseado, como monarca absoluto, fue el comienzo de un tiempo de desilusiones para todos aquellos, como los diputados reunidos en las Cortes de Cádiz, que habían creído que la lucha contra los franceses era el comienzo de la revolución española y también el comienzo de la Guerra de Independencia Hispanoamericana.
EL PALLETER
Valencia y la guerra con los franceses
La invasión napoleónica produjo una guerra en suelo valenciano, con todas las consecuencias demográficas y económicas de los conflictos de este tipo: matanzas, hambres, epidemias, destrucciones, requisas de cosechas e impuestos de los ejércitos combatientes exigidos a los pueblos.
El Palleter es el sobrenombre con el que se conoce a Vicente Doménech, personaje popular y destacado en la Guerra de la Independencia y que, según la tradición, sería el primero en alzar su grito de revuelta contra los franceses.
La Junta Suprema de Gobierno Organismo creado por todo el Reino de Valencia el 25 de Mayo de 1808, con atribuciones omnímodas e independientes de toda otra autoridad. Se creó tras el levantamiento del pueblo valenciano contra la orden dada por el gobierno de Madrid de reconocer por rey de España a José Bonaparte.
El 23 de mayo de 1808 En la placeta de les Panses, lugar donde se vendían los periódicos, cundió el alboroto.
El Palleter, un vendedor de pajuelas inflamables (oficio que daría su nombre a su apodo), rasgó su faja de estambre en pequeños trozos para que sirviera de escarapela, puso el jirón mayor en el extremo de una caña, con una estampa de la Virgen de los Desamparados y un retrato del rey, y enarbolando el estandarte gritó:
"Un pobre palleter li declara guerra a Napoleó".
¡Vixca Fernando sèptim y muiguen els traïdors!
Los sucesos del 23 de mayo de 1808 en Valencia
Tras los gritos del Palleter, la muchedumbre, dando vivas a Fernando VII, se dirigió al Palacio de El Real, al otro lado del Turia, residencia del capitán general, que se vio obligado a salir al balcón, prometiendo que tomaría las providencias oportunas.
Desde allí, los amotinados marcharon al Palacio de la Generalitat y los padres Martí y Rico subieron al salón de sesiones, solicitando en nombre del pueblo que se declarara la guerra a Napoleón y se decretara un alistamiento general.
La guerrilla contra el francés
En Valencia, como en el resto del territorio peninsular, se estableció una forma eficaz de luchar contra el ejército francés.
Consistía en rápidos ataques por sorpresa de partidas formadas por gentes del pueblo sin formación militar.
Actuaron con contundencia y representaron una perpetua preocupación para los franceses, constantemente asaltados en sus retaguardias y en sus convoyes de aprovisionamiento.
La compleja orografía del interior de las provincias valencianas, sirvió de apoyo para sus acciones.
Los principales y más activos enclaves de los guerrilleros valencianos se encontraban en Xàbia, la Vall d'Albaida, Bocairent y Cofrentes.
La batalla librada frente a las Torres de Quart finalizó con la derrota francesa.
En las segundas jornadas conmemorativas de la Guerra de la Independencia de Valencia, celebradas el año pasado el director del Museo Histórico Militar de Valencia, José Luis Fuentes remarco:
«Todos los pueblos deben recordar su historia y recordar de donde vienen», indicó el responsable del museo, quién añadió que las recreaciones son una vistosa manera de «rememorar un hecho histórico».
«Valencia es la eterna desconocida de la Guerra. Pero fue uno de los lugares donde primero se derrotó al mejor ejército del mundo», añadió.
En este vieje en el tiempo se representaron enfrentamientos bélicos como los vividos durante la Guerra de la Independencia, en la que Valencia jugó un papel fundamental, ya que fue una de las primeras ciudades donde se derrotó al mejor ejército de la época, el napoleónico.
Y se realizó en un figurado campo de batalla, situado en el antiguo cauce del río Turia.
GRUPOS DE RECREACIÓN PARTICIPANTES
Regimiento de Infantería de Línea de Valencia. Algemesí
Milicias de la Defensa de Valencia 1808. Algemesí.
Compañía de Granaderos de Valencia. Valencia.
Regimiento de Cazadores Voluntarios de Valencia. Valencia.
4º Regimiento de Artillería Real. La Coruña
3eme Régiment Infanterie de Ligne. La Coruña
Voluntarios de la Victoria. Ferrol.
Regimiento de Infantería de Línea Voluntarios de León. León.
Regimiento de Infantería de Línea de Jaén. Jaén
Regimiento de Infantería de Línea de La Reina. Bailén
3º Regimiento de Artillería Real. Bailén.
Regimiento Suizo Reding 3. Bailén
2º Regimiento de Infantería de Línea Voluntarios de Madrid. Madrid.
1º Batallón de Infantería Ligera Voluntarios de Aragón. Zaragoza.
Regimiento de Infantería de Línea de Cariñena. Cariñena.
1º Régiment de Grenadiers de la Garde Impériale. Móstoles.
Tercio de Morados Viejos. Almansa
Tercio de Mosqueteros de la Reina. Almansa.
Partida de Guerrilleros del "Fraile". Castellón.
LA BATALLA DEL "PASO DE LAS CABRILLAS"
Por todos son conocidas las incontables acciones, batallas y hechos de armas que se dieron en la geografía española durante le periodo de la Guerra de la Independencia y la importancia que tiene el preservar los lugares donde se dieron tan importantes gestas.
En lo concerniente a la Provincia de Valencia, existe un lugar significativo que no es otro que "El Paso de las Cabrillas", prácticamente la frontera histórica con el Reino de Castilla y lugar de preferencia por los valencianos para defender nuestra tierra de las agresiones externas provenientes desde el oeste.
No en vano, encontramos que el 21 de junio de 1808 las tropas españolas, mal organizadas, disputaban a las tropas francesas el paso del río Cabriel, siendo derrotados los españoles.
Lejos de desmoralizarse y guiadas por oficiales superiores que se resistían a no combatir, las unidades supervivientes se agrupaban para plantar cara al enemigo en cualquier zona que pudiera ser favorable en consideración a su menor número en comparación con las invasoras.
Así pues el 24 de junio de 1808, 3000 soldados españoles, de los cuales tan sólo unos 200 infantes del Saboya y algunos Suizos podrían caracterizarse como "veteranos", acompañados de 3 piezas de artillería y unos 6000 paisanos entusiastas venidos de casi todas las localidades valencianas, decidían presentar batalla en el "desfiladero de las Cabrillas" al imponente contingente francés del Mariscal Adrian Jeanot de Moncey, que con 8000 infantes, 16 piezas de campaña y una caballería de 1300 jinetes corría a sofocar la revuelta de la Capital del Túria.
El resultado de aquella acción es por todos conocido y los franceses lograron vencer a pesar de ser bien rociados sus jinetes con la metralla que disparaban las piezas españolas, decidiendo la acción el ataque al flanco izquierdo español llevado a cabo por el bravo General francés Harispe.
600 españoles perecieron en aquella batalla, entre ellos, soldados, artilleros, labriegos y alcaldes como el de la localidad de Benaguacil D. Evaristo Arrué. Días después de aquella acción, Moncey regresaba derrotado a los dominios franceses sin haber podido tomar Valencia.
En cuanto al campo de Batalla del Paso de las Cabrillas, podemos decir que es una posición ventajosa en extremo, donde abundan los montes escarpados, abruptos y cubiertos de bardales, monte bajo y alto (aunque este último, en la actualidad ha ido desapareciendo con los innumerables incendios que durante la década de los 90 azotaron Valencia).
En los mapas de época podemos encontrar litografiadas innumerables líneas de parapetos de infantería e incluso dos fortines, todavía hoy por redescubrir sus restos.
Durante la Guerra de Sucesión, Guerra de la Independencia y Primera Guerra Carlista, todas las partes beligerantes en sus correspondientes contiendas, intentaron hacerse fuertes en este entorno natural y maravilloso, librándose celadas, escaramuzas y grandes batallas.
2º SITIO DE VALENCIA
Diciembre 1811 – Enero 1812
En Junio de 1808, el Mariscal Moncey sitió Valencia, después de duros combates, se tuvo que retirar derrotado, dos años y medio después, en diciembre de 1811, el Conde Suchet con l'Armeé d'Aragon, después de tomar Zaragoza, Lérida, Tortosa, Tarragona y Mont Serrat donde recibió el bastón de Mariscal del Imperio, y vencer en Sagunto, volvió a sitiar la ciudad, defendida por el general español más prestigioso, Joaquin Blake, General en Jefe del 2º Ejército.
La ciudad estaba defendida por las murallas medievales con el foso y la trinchera natural del río, por el norte, para aumentar la fuerza defensiva se construyo un terraplén con flancos y foso que empezaba junto al río por delante del baluarte de Santa Caterina, que ya tuvo una gran importancia en el anterior sitio por Moncey, y seguía por la parte exterior por Quart, Sant Vicent y Russafa acabando en Montolivet, donde se montó otro baluarte, desde aquí al mar se atrincheró el campo, además se cortaron los puentes de Serrans y La Trinitat, y para evitar que las fuerzas francesas se pudieran fortificar en el margen izquierdo del río, se empezó a demoler los edificios que estaban en dicha orilla, se pudo hacer con el Palacio Real, pero la proximidad del ejército de Suchet impidió que se siguiere con los edificios restantes.
La defensa de la ciudad dependía de mantener libre el camino de Madrid, a fin de que pudieran llegar los refuerzos necesarios, ya que la debilidad de los muros no permitiría aguantar un sitio duradero, para ello era imprescindible mantener las posiciones de Manises y Quart ahí se encontraban las fuerzas del Gral.
Mahy con las divisiones de Villacampa y Obispo, un poco más a la derecha la División Creagh, el Batallón de la Corona y los tiradores de Cádiz, Burgos, Princesa y Alcázar de San Juan, la Div. Zayas en Mislata, la caballería estaba en Torrent y Miranda en Monte Olivete, en la costa frente al Grao habían dos navíos ingleses y varias cañoneras españolas.
El plan de Suchet era desplazar una parte del ejército junto a la caballería y cruzar el río por la zona occidental de la ciudad, ocupar Manises y Quart y de este modo dominar el camino de Madrid, impidiendo la llegada de refuerzos desde esta zona, en Requena se encontraban las fuerzas de Freire, el siguiente paso ocupar la zona sur llegando hasta el mar quedando así cercada la ciudad por el sur y a la vez cortar la carretera de Murcia, impidiendo tanto la retirada como la llegada de tropa, otra parte del ejercito avanzaría por el margen izquierdo del río y ocuparía El Grao, llegando al mar y completaría el sitio.
El 24 de diciembre de 1811 comenzó las maniobras para sitiar la ciudad, la noche del 25 el capitán Dupau del cuerpo de Ingenieros, tendió dos puentes sobre el Turia entre Manises y Riba-roja y la artillería, un tercero de barcas, para poder pasar el río en el Llano de Quart.
A primera hora del día 26, ya habían cruzado el río la División Harispe (7º, 10º y 41º de linea y el 3º del Vistula) la Brigada Robert (114º de linea y 1º del Vistula) y la Brigada Delort (4º de húsares, 13º de coraceros, 24º de dragones, y dragones Napoleón), sin encontrar mucha resistencia, cuando la División Reille (10º, 81º, 20ª y 60º de linea) empezaron a pasar el río, la División Harispe apoyada por por el 4º de húsares y 13º de coraceros, se dirigieron hacia Torrent, donde estaba reunida la caballería española, al mando de Martín de la Carrera, obligándola a retirarse hacia Alzira, después de un duro combate, en el cual el soldado Antonio Frondoso, hirió al general Boussard, que tuvo que ser rescatado por los coraceros y los húsares.
La Brigada Fricatier (121º de linea y 2º del Vistula) se dirigió a Manises , mientras la División Palombini (2º ligero y 4º, 5º y 6º de linea) y los dragones Napoleón, atacaba Mislata defendida tenazmente por la División Zayas.
La División Severoli (1º ligero, 1º y 7º de linea, 9º de húsares y 1º de Cazadores Italianos) junto con la Brigada Burke (20º y 60º de linea) avanzaba hasta Aldaia para cortar la retirada española.
El 9º de húsares hizo un centenar de prisioneros y obligo a los españoles a retirarse dentro de Valencia.
Mientras tanto en Mislata la División Zayas combatía duramente con el 2º ligero y el 4º de linea al mando del Gral.
Balathier, obligándolos a retroceder hasta la orilla, hasta que el coronel de Ingenieros Henri consiguió establecer un puente apoyado por los dragones de Napoleón y pudo pasar el río la 2ª brigada,(5º y 6º de línea), esto obligo a retirarse a la Div. Zayas a los atrincheramientos que iban desde el baluarte de Sta. Caterina hasta Montolivet, al mismo tiempo el Gral. Robert con el 114 de línea y el 1º del Vistula, atacaban Manises y Quart, no encontrando mucha resistencia, según el parte que envió el Gral. Blake al Consejo de Guerra explicando la capitulación de la ciudad “las tropas españolas se retiraron sin haber estado atacadas, las de Manises solamente sufrieron un ataque ligero, la caballería no actuó y la artillería, no se retiro, se abandono a excepción de 5 piezas que se llevaron a Valencia", se enviaron dos batallones del Rgto. Voluntarios de Castilla a reforzar la posición de Quart, pero al ver que ya había sido evacuado se posicionaron cerca de Xirivella, en aquel momento Suchet estaba en la torre de la iglesia que se usaba como puesto de observación, pudiendo haber sido hecho prisionero si las fuerzas españoles hubieran sabido que estaba tan cerca, protegido solo por su escolta.
A mediodía, el Gral. Habert con la batería que emplazo en el puerto del Grao, obligo a retirarse a los navíos ingleses y españoles y cruzó la desembocadura del río con los Cazadores Napolitanos ocupando Nazaret, defendido por cerca de 500 paisanos armados.
El Gral. Harispe desde Torrent llegó hasta Catarroja, y antes de anochecer la ciudad quedaba cercada.
El Gral. Delort llegaba a Alzira y el Coronel Christophe ocupaba Cullera, cerrando el camino que transcurría entre el mar y la Albufera.
El día 26 en Consejo de Guerra las autoridades militares de Valencia decidían que ante la imposibilidad de recibir refuerzos, la poca consistencia de sus defensas y la falta de alimentos, era inviable mantener un asedio a largo plazo, por lo que se intentaría una salida de las tropas atrincheradas fuera de los muros de la ciudad, para evitar la perdida total y las que estaban dentro servirían para poder llevar a cabo la capitulación.
La noche del 28 al 29, las fuerzas que estaban fuera de la ciudad al mando del Gral. Blake, intentaron la salida por la puerta de Sant Josep, la vanguardia iba al mando de Lardizabal con el Coronel Michelena, en el centro Blake con Zayas y Miranda con la retaguardia, quedando el Gral. O'Donell al mando de las que quedaban dentro, con la orden de capitular en cuanto estas estuviesen a salvo, pero descubiertas por las compañías de elite del 1º del Vistula después de un combate fueron obligadas a retroceder hasta la ciudad, solamente el Coronel Michelena con unos 300 hombres pudo atravesar las líneas francesas, llegando a Lliria al amanecer del día 29.
Durante la noche del 30 al 31 las vanguardias de la Div. Severoli se aproximaron a la ciudad desde el SO, entonces los españoles intentaron una salida, por la puerta de Quart, siendo rechazados por el 1º de linea italiano, que les obligó a retirarse a cubierto de los muros.
La noche siguiente, los ingenieros franceses empezaron a abrir una trinchera a unos 160 metros de las fortificaciones de Sant Vicent y de Montolivet, el día 5 por la mañana ya habían posicionado al amparo de estas fortificaciones 5 baterías de artillería y dos más a 120 metros.
Suchet emplazó en total doce baterías de sitio, la nº 7 (2 morteros de 8 y 1 obús de 6), en la orilla izqda. del Turia frente a Montolivet, en la derecha frente a ésta la nº 1 (4 piezas de 24 y 2 obuses de 8) y la nº 2 (3 piezas de 16 y un obús de 6), la nº 8 (2 morteros de 12, 2 obuses de 8 y 2 obuses de 6) en Russafa, la nº 9 (2 morteros de 10 y 2 obuses de 8) y la nº 10 (10 piezas de 24) frente a la Puerta de San Vicent, la nº 3 (4 piezas de 24), 4 (6 piezas de 24), 5 (3 piezas de 24 y 2 morteros de 10) y 6 (4 piezas de 24 y 2 obuses de 8) un poco más atrás junto al camino de Murcia, entre la puerta de Sant Vicent y la de Quart la nº 11 (9 piezas de 24) y en Tendetes en la orilla izqda. la nº 12 (4 obuses de 6).
Esa misma noche el enemigo tan cerca del foso, las tropas españoles abandonan el campo atrincherado y se refugian dentro de la ciudad, la retirada se hizo sin desorden y se entraron la artillería de campaña y algunas piezas de gran calibre, las demás se clavaron en el sitio dejándolas inservibles.
A primera hora, el ataque de la infantería francesa se realiza por tres sitios a la vez, 300 granaderos a las órdenes del Coronel Belotli, escalan los fosos que protegen el baluarte de Montolivet, cubiertos por el fuego de las baterías, el Gral. Montmarie ataca la puerta de Sant Vicent, atrincherándose en las casas vecinas, y el Gral. Palombini la de Quart. Suchet ordena entonces comenzar el bombardeo de la ciudad que durara toda la noche.
Por la mañana Suchet envía a su primer ayudante de campo, Coronel Meyer, con una propuesta de rendición en los siguientes términos:
“En el campo delante de Valencia, 6 de enero de 1812
Señor General:
Las leyes de la guerra asignan un tiempo a la desgracia de los pueblos, ese tiempo ha llegado. Hoy el Ejercito Imperial está a 20 metros de vuestra ciudad, dentro de unas horas se abrirán brechas en los muros y entonces un asalto general precipitará en Valencia a las columnas francesas.
Si Vd. espera este terrible momento, no estará en mi mano parar el furor de los soldados, y solo Vd. será responsable ante Dios y los hombres de los males que sufrirá Valencia.
El deseo de evitar la ruina total de una gran ciudad, me impulsa a ofreceros una capitulación honorable.
Me comprometo a que los oficiales conserven sus equipajes, y hacer respetar las propiedades de sus habitantes, no es necesario decir que la religión que ambos profesamos será respetada.
Espero su respuesta en dos horas, y os saludo con muy alta consideración".
Firmado el Mariscal del Imperio.
Conde Suchet.
Esta propuesta es rechazada por el Gral. Blake:
“Valencia, 6 de enero de 1812
Señor General:
He recibido esta tarde la carta de Su Excelencia. Puede ser que ayer por la mañana yo habría cambiado la posición de mi ejército, evacuando la ciudad para evitar a sus habitantes los horrores de un bombardeo, pero las primeras veinticuatro horas que habéis empleado en incendiarla, me han hecho conocer la constancia de este pueblo, y su resignación a todos los sacrificios que hagan falta para que el ejército mantenga el honor del nombre español.
Que Su Excelencia continúe sus operaciones, y en cuanto a la responsabilidad delante de Dios y de los hombres, de las desgracias que ocasiona la defensa de una plaza y de todas las que una guerra conlleva, no recaerá jamás sobre mi, solo sobre los que empezaron y mantienen una injusta agresión".
Firmado Joaquin Blake.
Suchet ordena entonces que continúe el bombardeo durante tres días y tres noches, cerca de 3000 bombas cayeron sobre Valencia, causando considerables incendios, entre ellos el Palacio Arzobispal y la Universidad, mientras tanto los zapadores y minadores empiezan a atacar las puertas de Quart y Sant Vicent.
Un cronista de la defensa escribió:
“Prosigue el bombardeo horroroso... el pueblo se halla sin víveres, sin gobierno, con tres días de bombardeo... Todo es desorden... La escasez y la miseria producen espantosos efectos...
Los animales muertos incomodan mucho, pero lo que más los cadáveres de algunos infelices tendidos en las calles... No se ve otro remedio a tanta calamidad que la capitulación”.
En la ciudad el día 8, la población empezó a exigir que se capitulase, las autoridades militares siendo conscientes de la debilidad de los muros, faltos de alimentos, sin esperanzas de refuerzos y ante la imposibilidad de resistir un ataque en regla mas de 4 ó 5 días, que realmente no iban a servir mas que para prolongar tanto sufrimiento, reunidas en Consejo acuerdan enviar al gral. francés dos oficiales con las condiciones para una rendición honrosa, solamente contó con la oposición del Mariscal de Campo Francisco Marco del Ponte, que era partidario de hacer una salida con las armas en la mano a través de las líneas enemigas.
Las condiciones de Suchet para la capitulación fueron discutidas y aceptadas en el Consejo, son las siguientes:
“Capitulación acordada entre S. Exc. el Mariscal del Imperio conde Suchet, Comandante en jefe del ejercito imperial de Aragon y S.Exc. el General en jefe Joaquín Blake, comandante de los 2º y 3º ejércitos españoles, para la ocupación de la ciudad de Valencia.
Art.1 La ciudad de Valencia será entregada al ejercito imperial, la religión será respetada, los habitantes y sus pertenencias serán protegidos.
Art.2 No se tomará ninguna represalia contra los que hayan tomado parte activa en la guerra o la Revolución, será permitido a los que quieran salir durante tres meses a irse con la autorización del comandante militar, para transportar con ellos a sus familias y fortunas.
Art.3 El ejercito saldrá con los honores de la guerra, por la puerta de Serrans, y depondrá las armas junto al puente de Sant Josep, en la orilla izqda. del Turia. Los oficiales conservarán sus espadas, caballos y equipajes y la tropa sus petates.
Art.4 El Gral.Blake, organizará el cambio de los prisioneros franceses o sus aliados que se encuentran en Mallorca, Alacant y Cartagena, por un numero igual de prisioneros españoles, que quedarán en las ciudades en poder de los franceses hasta que se haya hecho el cambio hombre por hombre y grado por grado.
Empezará con la llegada de la primera columna de prisioneros franceses.
Art.5 A partir de hoy, 9 de enero cuando se firme la capitulación, la Porta de la Mar y la Ciudadela serán entregadas a dos compañías de granaderos del ejercito imperial al mando de dos coroneles.
Mañana a las 8 de la mañana la guarnición saldrá de la ciudad por la puerta de Serrans, salvo 2000 hombres, que saldrán por la de Sant Vicent, para rendirse en Alzira, donde serán detenidos hasta que llegue el mismo numero de franceses, que vendrán de Alacant.
Art.6 Los oficiales retirados que se encuentren en Valencia, serán autorizados a permanecer en ella, y se les proveerá de medios que aseguren su existencia.
Art.7 Los generales comandantes de la Artillería, Ingenieros y el Comisario General del ejercito, remitirán a sus correspondientes del ejercito francés, el inventario de todo lo que dependa de su servicio".
Valencia, 9 de enero de 1812.
General de Brigada, Jefe del Estado Mayor del Ejército de Aragón
SAINT-CYR-NUGUES
General de División.
JOSE ZAYAS
Aprobado, General en Jefe, Capitán General
JOAQUIN BLAKE
Aprobado, Mariscal del Imperio
CONDE SUCHET
El mismo día 9, el Gral. Robert, nombrado gobernador de Valencia y el Jefe de Batallón Bugeaud, con 1200 granaderos y voltigeurs, entraron en la ciudad para tomar posesión de la Ciudadela y de los almacenes, para prevenir saqueos el grueso de las tropas permaneció fuera de la ciudad.
El 10 de enero por la mañana las tropas españolas desfilaron delante de una parte del ejército francés que les rindió honores, el 14 entró Suchet en Valencia al frente del ejército Imperial.
Por esta victoria recibió el título de Duque de La Albufera, durante el tiempo que estuvo en Valencia, hasta Junio de 1813, residió en el Palacio de Cervelló.
El General Blake solicitó ser de los primeros en salir y fue llevado a Sagunto, después se le trasladó al castillo de Vincennes, donde estuvo prisionero hasta la caída de Napoleón en 1814.
Según fuentes francesas se hicieron prisioneros:
23 Generales de Brigada, 898 Oficiales, 15.229 soldados de infantería, 1.436 de caballería, 392 de artillería y 271 de ingenieros.
22 banderas, 393 cañones y 20.000 fusiles.
Es de destacar la táctica empleada por Suchet, bombardeo continuo de la ciudad sitiada, por evitar la entrada de las tropas en la ciudad, se lo remarca a Blake en su propuesta de rendición y el día 8, en el parte que le envía al Príncipe Berthier, Jefe del Estado Mayor le dice:
“El ejército espera el asalto con valor, y si tenemos que hacer un combate casa por casa, como en Zaragoza, intentaré que sea corto, pero antes de llegar a ese extremo espero evitarle a una ciudad floreciente y poblada, los últimos horrores de la guerra”.
La toma de Zaragoza por sus tropas, había costado 54.000 muertos, incluyendo civiles, mujeres y niños.
Dentro de la desgracia de la guerra, tuvo suerte mi ciudad de que los dos comandantes fueran dos personas sensatas, Blake considerado por la Junta de Cádiz, el mejor General del momento, en el Consejo que mantienen las autoridades militares de la plaza el día 8 de enero, decide rendir la ciudad “considerando la inutilidad de prolongar el asedio de manera que fuera útil la Patria, sin exponer a sus habitantes a los horrores de un asalto”.
Y Suchet, fue posiblemente el más profesional de los mandos de Napoleón.
FUENTES:http://www.lilliputmodel.com/Fernando Boan Montenegro, en http://www.valencia1808.com/
DIARIO LEVANTE. VALENCIA. Domingo, 1 de julio de 2007
Texto: Atlas Visual de la Comunidad Valenciana "Las Provincias"
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"Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada" (Alejandro Dumas).