Efemérides y aniversarios 1898-1978
Golda Meir no fue profeta en su tierra.

El mundo judío y la comunidad internacional la recuerdan como una dirigente carismática y singular.

Una matrona judía...

visceral, capaz de sintetizar la más compleja de las situaciones en una frase sencilla y proverbial, con acento "yidis" (*).

"La casa de Dios debe ser para nosotros una fuente inagotable de luz y fuerza espiritual.

Debe ser para nosotros aquel astro resplandeciente, cuya influencia benéfica sea percibida también por nuestros futuros descendientes" (Salomón Minor).

Fue una de las primeras jefas de gobierno del mundo –solo precedida por Sirimavo Bandaranaike de Sri Lanka e Indira Gandhi de la India–, y la primera de Oriente Medio, seguida por la primera ministra Tansu Çiller de Turquía.

Golda Meir, antes Myerson, nacida Golda Mabovitch (Kiev, Ucrania, 3 de mayo de 1898 – Jerusalén, Israel, 8 de diciembre de 1978), fue política, diplomática y estadista israelí, y la cuarta Primer Ministro de Israel, entre 1969 y 1974.

Infancia en Rusia
Golda fue la séptima de los ocho hijos de los Mabovitch, una familia judía tradicionalista –aunque no religiosa– y de condición muy humilde, radicada en Kiev, actual capital de Ucrania y por aquel entonces parte del Imperio ruso.

Su niñez supo de penurias y sufrimiento: cinco de sus hermanos mayores murieron de pequeños a causa de la pobreza y las enfermedades; su familia vivió en carne propia los pogromos (*) antisemitas que asolaron a los judíos europeos a principios del siglo XX...

En tanto su padre Moshé, un modesto carpintero, debió emigrar a los Estados Unidos en busca de sustento, dejando atrás a la pequeña Golda de cinco años, junto a su madre autoritaria, y a sus hermanas:

La pequeña Tsipke, y su hermana mayor, Sheine.

Golda admiraba a esta última, que se había afiliado a círculos sionistas socialistas clandestinos, castigados duramente por las autoridades del zar.

Con el padre lejos y sumidas en la miseria, las cuatro mujeres se marcharon a Pinsk –hoy Bielorrusia– en busca de mejor suerte.

El hambre era a veces tal que las pocas migajas alcanzaban a alimentar solo a Tsipke.

Golda diría años más tarde:

"Siempre sentía demasiado frío por fuera, y demasiado vacío por dentro".

Cuando a todo ello se sumó el peligro de que las actividades prohibidas de Sheine amenazaran la integridad de la familia, decidió la madre, en 1906, reunirse con el padre, y la familia emigró a Milwaukee, Wisconsin.

Aquellos duros primeros años fraguaron el carácter de quien recibiera, mucho más tarde, el apodo de "la mujer de hierro".

"Llevo conmigo el complejo de los pogromos, lo reconozco" –dijo–.

"Mi recuerdo más remoto es ver a mi padre tapiando con tablas las entradas de la casa, ante la inminencia de las hordas enardecidas".

Según la propia Meir, "si cabe una explicación al rumbo que tomó mi vida, es seguramente mi deseo y determinación de que nunca más tuviera un niño judío que vivir semejante experiencia".
Golda en Milwaukee, EE.UU.
Estados Unidos: infancia y adolescencia
Golda en Milwaukee, 1914

Establecida la familia Mabovitch en Milwaukee, no acabaron las vicisitudes para la pequeña de ocho años:

Su padre apenas ganaba para el sustento de la familia, en tanto su madre había abierto un almacén de barrio, en el que Golda trabajaba para ayudarle desde la más temprana madrugada, por lo que llegaba siempre tarde a la escuela, habiendo llorado durante todo el camino.

Sus roces con sus padres, estrictos y conservadores, fueron aumentando con el tiempo, y se hicieron insostenibles cuando su madre se negó terminantemente a que Golda realizara su sueño: estudiar magisterio en el colegio secundario.

En cambio, y como correspondía por aquellas épocas a una moza judía de 14 años, intentó casarla con un pretendiente mucho mayor que ella; ante lo cual, Golda huyó del hogar sin previo aviso –solo dejó una explicación dirigida a sus padres, que reaccionaron de muy mala manera–, para refugiarse en la casa de su recientemente casada hermana Sheine, en Denver, Colorado.

Lejos de su hogar, Golda pareció florecer: prosiguió con sus anhelados estudios secundarios hasta graduarse como maestra; y se integró de lleno en el grupo de jóvenes sionistas socialistas que se reunía a menudo en casa de su hermana, y a cuyas entusiastas tertulias nunca faltaba.

Uno de aquellos jóvenes, culto e instruido y también emigrado de Ucrania, era Morris Myerson, del que Golda pronto se enamoró.

Luego de reñir también con su hermana mayor, tuvo que dejar su casa e irse a vivir con unas amigas, trabajando de costurera para ganarse el sustento.

Finalmente, y al cabo de cuatro intensos años lejos de su casa, accedió a la petición de su padre –quien, temeroso por la salud de su madre, le suplicó que volviera–, y regresó, a los 18 años, a la casa paterna.

Activista sionista
Ya de vuelta en Milwaukee, Golda encontró a sus padres más holgados económicamente y viviendo en una casa amplia; más compenetrados con la vida comunitaria judía, y habiendo adquirido cierta posición social.

Ciertamente, los años consiguieron abrir a los Mabovitch a nuevas ideas:

Ya no objetaron que su hija estudiara y enseñara.

La joven Golda, por vez primera sin necesidades básicas que la agobiaran, pudo abocarse de lleno a lo que le apasionó desde siempre:

La docencia y la actividad sionista. Dentro de este último marco, se afilió al partido político socialista "Po'alei Sión" (del hebreo, 'obreros sionistas').

Asistió a encuentros con dirigentes sionistas prominentes, como David Ben-Gurión e Isaac Ben-Tsvi; organizó una manifestación en Milwaukee, como acto de repudio a los pogromos antisemitas de la época en Ucrania, en la que fue principal oradora...

Y fue elegida representante de su ciudad ante el Congreso Judío Estadounidense.

A los 19 años, en 1917, logró convencer finalmente a su prometido Myerson de hacer "aliá" (*) y emigrar a Palestina, lo que allanó el camino a su boda.

La emigración de ambos se concretó finalmente en 1921, junto a su hermana Sheine y su familia (sus padres les siguieron los pasos, en 1926).

Primeros años en Palestina
Recién llegados a Palestina, a la sazón bajo mandato colonial británico, la pareja Myerson (más tarde hebraizó su apellido como Meir) se instaló en un apartamento alquilado en Tel Aviv.

Y al poco tiempo, pidieron incorporarse como miembros del kibutz Merjavia, al norte del país.

La respuesta negativa del kibutz, que temió que la pareja americana fuera demasiado refinada para las rudas tareas agrícolas, no arredró a Golda, quien no cejó en sus intentos hasta que fueron aceptados.

Golda disfrutó de aquellos cuatro años en el kibutz, en los que trabajaron duro, plantando árboles y criando pollos, aun estando lejos de sus aspiraciones de dedicarse a la enseñanza del inglés.

No así su esposo Morris, quien pronto se hartó de la vida comunal, las privaciones y las enfermedades.

Aquella época fue el comienzo de la desarmonía conyugal; Morris se negó terminantemente a tener hijos, en tanto no dejaran la comuna.

Finalmente, él ganó por cansancio, mudándose ambos nuevamente a Tel Aviv, y luego a Jerusalén, en la cual recibieron sendos puestos de trabajo en la constructora "Solel Boné", una de las empresas de la organización sindical Histadrut.

Allí, Golda Myerson dio a luz a sus dos hijos: Menájem y Sara.

Su estancia en Jerusalén supuso para ella el reencuentro con una vieja conocida: la pobreza.

Golda rememoró en su autobiografía esa época de estrechez, en la que lavaba la ropa sucia de todos los niños del jardín de infantes al que enviaba a su hijo mayor por no tener cómo pagar la mensualidad, como "la más miserable de toda mi vida".

Actividad pública
El gran cambio en la vida de Golda Myerson llegaría durante 1928, cuando le fue ofrecido ocupar el cargo de directora de la rama femenina de la Histadrut (*).

Al aceptar el puesto, que supondría numerosos viajes, Golda reconocía también la irreversibilidad de la ruptura conyugal.

Se trasladó con sus hijos a un pequeño apartamento en Tel Aviv, en el que la madre durmió por largo tiempo en el sofá de la sala de estar, en tanto el padre venía de visita los fines de semana.

Golda y Morris nunca se divorciaron formalmente; él moriría en 1951.

Entre 1932 y 1934, Golda fue enviada a los Estados Unidos para recaudar fondos para la causa sionista, estancia que aprovechó para tratar a su hija Sara de la grave insuficiencia renal que sufría.

De vuelta al país, fue elegida delegada del Partido Laborista al ejecutivo del poderoso e influyente gremio sindical Histadrut, cargo que ocupó ininterrumpidamente hasta la creación del Estado en 1948, junto a figuras de la talla de David Ben-Gurión, Moshé Sharet y Berl Katzenelson.

Su historia personal, marcada a menudo por la zozobra y la precariedad, motivó que su quehacer público hiciese hincapié en dos cuestiones principales: los derechos del trabajador –y más aún, de la trabajadora–, y el auxilio a los refugiados.

En 1938, como "observadora judía de Palestina" asistió a la Conferencia de Evian, realizada en Francia, que buscaba ayudar a los refugiados judíos de Alemania y Austria.

Golda se enfureció con la hipocresía de los países occidentales, que llenaron sus bocas de simpatía por los perseguidos, al tiempo que explicaban que sus países no podrían ofrecerles refugio.

De modo similar y por motivos humanitarios, condujo la lucha en contra de las fuertes restricciones a la inmigración judía, impuestas por el mandato inglés mediante el "Libro Blanco" de 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.

Acerca de Ernest Bevin, a la sazón ministro británico de Exteriores y acérrimo opositor a la apertura de las puertas de Palestina a los refugiados de Europa, y de su Gobierno, dijo Golda Meir al cabo de los años:

"No sé si este hombre era demente, o solo antisemita, o ambos. Los responsables de la política inglesa nunca podrán perdonarnos el habernos convertido en nación sin su expreso consentimiento.

No entendieron que el problema de los judíos de Europa no fue creado con el único propósito de hacer quedar mal al Gobierno británico".

Cuando, al concluir la guerra, se declaró en huelga de hambre para protestar contra los centros de detención británicos destinados a los sobrevivientes del Holocausto, sintetizó así su pensamiento:

"El sionismo no tiene sentido, sino para rescatar a los judíos".

Y agregó:

"Tenemos la barriga llena contra los ingleses. Pero nuestra principal acusación es que su ‘Libro Blanco’ nos convirtió en impotentes, mientras podríamos haber salvado a cientos de miles; o aunque más no fuera, a decenas de miles; o incluso, ¡a un solo judío!".

Camino del Estado hebreo
Acabada la Segunda Guerra Mundial, se agudizó la tensión entre el movimiento sionista, que exigía la independencia, y las autoridades británicas, a las que la situación en Palestina se les iba de las manos.

Intentando dominar la situación, los ingleses llevaron a cabo el sábado, 29 de junio de 1946, una vasta operación de allanamientos y arrestos, que incluyó a buena parte de la cúpula judía (conocida como el "Sábado Negro").

Ante el repentino vacío de poder, Golda Myerson se convirtió, entre gallos y medianoche, en jefa del departamento de Estado del comité central de la Agencia Judía, la "Sojnut"; o lo que es lo mismo:

En la mano derecha de David Ben-Gurión –que se libró de la cárcel por encontrarse en Europa–, y virtual canciller del "Estado en camino", en lugar de Moshé Sharet, preso en los calabozos ingleses.

Aun luego de la liberación de este último, Myerson conservaría el lugar de influencia que ganó en dicha coyuntura.

En breve, se le encargó –merced a su inglés casi de cuna, cuyo inconfundible acento no perdería hasta su último día– ser principal negociadora con las autoridades inglesas, acerca del plan de partición de Palestina.

Paralelamente, se mantuvo en estrecho contacto con los principales grupos de resistencia judía armada (la "Haganá" y el "Étzel").

Luego de la histórica decisión de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, por la que se creaba un estado judío y otro árabe, y frente al rechazo total de los países árabes al plan, la cúpula sionista comprendió que la guerra era inevitable, y enviaron a Myerson a recaudar donaciones de la comunidad judía norteamericana, para financiar la compra de armamento.

Golda, a secas, como ya se le conocía, volvió con un monto de 50 millones de dólares en su bolsillo.

De inmediato, partió en delicadísima misión: de incógnito y disfrazada de mujer árabe, cruzó las líneas enemigas, para entrevistarse en Amán, el 12 de mayo de 1948, con el rey Abdullah II de Jordania, para instarle a  que se abstuviera de intervenir en la inminente contienda.

El rey se mostró evasivo, y Golda Myerson comprendió que la suerte ya estaba echada.

Abdullah le pidió que tuviera paciencia, y que no se apresuraran a declarar la independencia. A lo que Golda le respondió:

"Su Eminencia, nuestro pueblo ha estado esperando durante 2000 años.

¿Podría usted llamar a eso 'prisa'?".

El Estado de Israel

Finalmente, y dos días más tarde, el 14 de mayo de 1948 (el día 5 de Iyar de 5708), leyó David Ben-Gurión en Tel Aviv el acta de declaración de independencia del Estado de Israel; en tanto Golda Myerson fue una de sus 25 firmantes, con lágrimas en sus ojos.

De inmediato y sin pausa, salió nuevamente de colectas a los Estados Unidos; y allí mismo le fue comunicado su nombramiento como primera embajadora de Israel ante la Unión Soviética.

El recibimiento que ofreció la comunidad hebrea rusa a la diplomática del reciente Estado fue apoteósico: decenas de miles de judíos moscovitas se acercaron a Myerson, con ocasión de su visita a la gran sinagoga de la ciudad, y la llevaron en andas junto al libro de la "Torá" (*).

Sinagoga Liubavich, MoscúSinagoga Liubavich de Moscú

La pasión popular no llegó a confundirla:

"Si en aquellos días hubiese uno mandado a Moscú un palo de escoba –dijo– diciendo que iba en representación de Israel, hubiese tenido el mismo recibimiento".

Alcanzó a cumplir poco menos de un año como embajadora, intentando que las autoridades comunistas suavizaran el trato a la comunidad judía, y que eliminaran las trabas a la emigración a Israel, sin mucho éxito.

Golda y Eva PerónGolda Meir en la Argentina, entrevistándose con Eva Perón (9 de abril de 1951)

En 1949 resultó electa por su partido, el Partido Laborista, a la primera legislatura de la Knéset; y Ben-Gurión la mandó a llamar, para nombrarla Ministra de Trabajo y Seguridad Social.

En sus siete años en el cargo, a las órdenes de dos primeros ministros, demostró una gran eficacia en la construcción del estado de bienestar israelí y en la integración laboral y social de las masas de inmigrantes que afluían al país...

Dejando un sello indeleble hasta el día de hoy en la legislación laboral de avanzada que propició.

Con la renuncia de Moshé Sharet al cargo, pasó a ocupar la cartera de Asuntos Exteriores (1956-1966), hebraizando su nombre, por expreso pedido de Ben-Gurión, a Golda Meir.

Como segundo canciller del país, desplegó una intensa actividad para lograr el reconocimiento y el apoyo a Israel por parte de los nuevos países independientes que surgían de la descolonización africana.

Sus graves problemas de salud estuvieron a punto de hacerle anunciar por dos veces, en 1965 y 1968, su retirada de la vida política; pero terminó retractándose a instancias de sus compañeros, para evitar que las rivalidades personales entre los líderes socialistas acabaran con la unidad del partido.

En 1965 se enfrentó duramente a Ben-Gurión, que abandonó el Partido Laborista, quedando Meir como secretaria general del partido.

Luego, participó activamente en la reunificación de todas las fuerzas socialistas parlamentarias, en el Partido Laborista Unificado ("Ma'araj").

Primera Ministra
Golda Meir en la Casa BlancaGolda Meir en una visita a la Casa Blanca

La súbita muerte del primer ministro Levi Eshkol, en febrero de 1969, encontró a Golda Meir alejada del Gobierno a causa de su dolencia, pero aún miembro de la Knéset.

De entre varios candidatos laboristas que se postularon para sucederle, Meir fue sorprendentemente elegida para el cargo como candidata de compromiso.

Al poco tiempo, se celebraron las elecciones generales para la sexta legislatura de la Knéset, de las que salió respaldada por una holgada representación parlamentaria (56 de 120 escaños).

Aun así, prefirió proseguir con el Gobierno de coalición nacional, vigente desde la Guerra de los Seis Días, para lo que sumó a su Gobierno a Menájem Beguin y a su agrupación de derechas.

De su periodo de gobierno se recuerdan los tristemente famosos ataques terroristas palestinos del año 1972.

El secuestro del avión Sabena (9 de mayo), célebre porque en su liberación participaron dos jóvenes militares, futuros primeros ministros de Israel, Ehud Barak y Benjamín Netanyahu.

La masacre del Ejército Rojo Japonés en el aeropuerto internacional (30 de mayo), con un saldo de 25 víctimas...

Y más que todos, el asesinato de once atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich (cinco de septiembre).

Golda Meir ordenó a los Servicios de Inteligencia israelíes dar alcance a todos los involucrados en la "Masacre de Munich", en un operativo que dio en llamarse "Cólera Divina", y que ha sido llevado a la gran pantalla de la mano de Steven Spielberg en la película "Munich".

Hacia mediados de 1973, Golda Meir había llegado a un elevado grado de apoyo y consenso en la opinión pública, tanto israelí como internacional; tanto unos como otros la asociaban con la imagen de la "yídishe mame" (yidis, 'madre judía'), con sentido común y sobreprotectora con sus descendientes.

Fueron célebres las reuniones de sus más íntimos allegados en la cocina de su residencia oficial, la famosa "cocina de Golda", en la que se decidían los destinos del país.

Por otra parte, Golda siempre fue considerada un "halcón" político, renuente a la paz con los árabes, de los que siempre desconfió.

En el terreno interno, fue acusada de conservadora y de desatender los nuevos problemas suscitados en la sociedad israelí, especialmente su particular rechazo a los movimientos de protesta de jóvenes marginados orientales, las Panteras Negras, de quienes dijo en su día:

"Ellos no son simpáticos".

La Guerra de Yom Kipur
En 1973, Israel hubo de hacer frente a un nuevo ataque asestado por los países árabes, la llamada Guerra de Yom Kipur, que tomó al Gobierno y al país por total sorpresa.

Si bien durante los meses previos a la guerra fluyó abundante información de inteligencia que prevenía sobre los riesgos de un ataque combinado, el ejército quedó anquilosado en su prejuicio de que una guerra era de "baja probabilidad", ufano todavía de su gran éxito en la Guerra de los Seis Días.

La parsimonia militar confundió y contagió al Ejecutivo presidido por Golda Meir.

Ella misma mantuvo una reunión secreta en Jerusalén con el rey Hussein de Jordania, que vino especialmente a prevenir a Israel de la guerra ya inminente.

Pero Golda dudó de sus verdaderas intenciones.

Solo unas horas antes del estallido, la Primera Ministra decidió desoír a sus militares –el ministro de Defensa, Moshé Dayán, y su ministro y ex comandante en Jefe Jaim Bar-Lev– y ordenó movilizar a las reservas, en una de las decisiones más dramáticas y cardinales de toda la contienda.

Aun así, Golda Meir jamás se perdonó su crucial aporte al fiasco:

"Deberé vivir hasta el fin de mis días sabiendo algo tan terrible", escribió en su autobiografía.

Si bien Israel rechazó el ataque y respondió con una ofensiva victoriosa contra sus enemigos, que llevó a sus tropas a solo 100 kilómetros de El Cairo, y que a la postre le permitió mantener todos los territorios ocupados en 1967, la guerra dejó una profunda e indeleble cicatriz en la sociedad israelí.

Golda Meir, desacreditada y vapuleada, consiguió ganar las elecciones generales de 1974, y se benefició de las conclusiones de la Comisión Investigadora Agranat, que libró a todos los políticos de culpa y cargo, y endilgó todas las responsabilidades por el letargo israelí al Comandante en Jefe, David Elazar.

Pero la opinión pública estuvo en desacuerdo:

El informe de la comisión no hizo sino alimentar una ola de protestas que se fue incrementando en todo el país, y que llevó a Meir a presentar su dimisión poco después de su reelección, el 11 de abril de 1974, siendo sustituida por Isaac Rabin al frente del Gobierno y del Partido Laborista.

IMAGEN Tumba de Golda Meir en el Monte Herzl
Llevando consigo los resquemores de Yom Kipur, Golda Meir se retiró al kibutz Revivim, a la casa de su hija Sara, en donde pasó sus últimos años, hasta que el cáncer la doblegó.

Falleció el 8 de diciembre de 1978; y fue sepultada en el panteón de los "Grandes de la Patria", en el Monte Herzl de Jerusalén.

Golda Meir y J. F. KenedyExtracto de la entrevista concedida a Oriana Falacci, abril de 1973.

Algunas frases de Golda

"El periodo de tiempo desde nuestra independencia, ha sido el primero en muchos, muchos siglos, en que las palabras ‘refugiado judío’ no han sido pronunciadas.

Esto es porque el Estado judío está dispuesto a recibir a cualquier judío: competente o no, viejo o no, enfermo o no. Nos da exactamente igual".

"El hecho de ser abuela me da la certeza de que la paz llegará algún día al Medio Oriente: sé que también hay abuelas en Egipto, Jordania y Siria, que quieren que sus nietos vivan".

Ante la confesión del ex Secretario de Estado Henry Kissinger, de sentirse "primero americano, luego Secretario de Estado, y tercero judío":

"En Israel, leemos de derecha a izquierda".

Preguntada sobre el éxito del programa israelí de ayuda y cooperación con los países africanos:

"Es porque vamos allí a enseñar, no a sermonear".

Ante la pregunta de un estudiante de la Universidad de Princeton, EE.UU., sobre qué haría Israel si Arafat reconociese al Estado de Israel:

"Hay un dicho en yídish que dice: ‘si mi abuela hubiese tenido ruedas, habría sido una carroza’".

"He dado expresas instrucciones de ser avisada personalmente cada vez que caiga un soldado nuestro, así sea en medio de la noche.

Cuando el presidente Nasser dé instrucciones de ser despertado en mitad de la noche cuando caiga un soldado egipcio, llegará la paz".

Al preguntársele si no se sentía menoscabada como la única mujer de entre todos los hombres del gabinete:

"No lo sé. Nunca intenté ser un hombre".

"No nos gustan las guerras, incluso cuando las ganamos".

"No nos regocijamos con las guerras. Nos regocijamos cuando desarrollamos un nuevo tipo de algodón, o cuando las fresas florecen en Israel".

(Aludiendo a Moisés):
"Nos arrastró 40 años por el desierto, para traernos al único lugar en todo el Medio Oriente donde no hay petróleo".

"Nuestra generación reclamó la tierra, nuestros hijos lucharon en las guerras, y nuestros nietos deberían disfrutar de la paz".

"Nunca he sido partidaria de la inflexibilidad, excepto cuando la cosa atañe a Israel.

Si se nos critica porque no nos doblegamos, porque no somos flexibles en la cuestión de ‘ser o no ser’, es porque hemos decidido que, sea como fuere, somos y seremos".

"Siempre pensé que un Estado judío estaría libre de las lacras que afligen a otras sociedades: robos, asesinatos, prostitución.

Ahora veo que lo tenemos todo, y eso me lacera el corazón".

En respuesta a la observación del papa Pablo VI, que le recriminó que los judíos, siendo un pueblo tan compasivo, sea tan inflexible en su propio país:

"Su Santidad, cuando fuimos compasivos, débiles y apátridas, nos condujeron a las cámaras de gas".

Frente al rechazo del presidente egipcio Nasser a entrevistarse con Golda Meir:

"Supongamos que quisiésemos devolver territorios ocupados; ¿a quién? Un líder que no duda antes de enviar a su nación a una guerra, no es apto para serlo".

* Yidis, lengua vernácula de los judíos asquenazíes que nacieron o proceden del centro y este de Europa.

Es una lengua germánica, pero especial dentro de esta familia, porque emplea el alfabeto hebreo (con algunos caracteres modificados).

La lengua yidis (derivación de los términos Jüdisch-Teutsch, 'judío-alemán') apareció entre los siglos IX y XII como una adaptación del alto alemán que empleaban los judíos del suroeste de Alemania, a la que se añadieron los términos religiosos procedentes de su liturgia...

* El sionismo: es un movimiento político internacional, que propugnó desde sus inicios el restablecimiento de una patria para el pueblo judío en "Eretz Israel", (Tierra de Israel).

Dicho movimiento fue el promotor y responsable en gran medida de la fundación del moderno Estado de Israel.

* Pogromos: consiste en el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el expolio de sus bienes (casas, tiendas, centros religiosos, etcétera).

El término ha sido usado históricamente para denotar actos de violencia indiscriminada, sean espontáneos o premeditados, contra los judíos.

* Aliá: (en hebreo significa "ascenso") es un término utilizado para denominar la emigración judía hacia Palestina, uno de los preceptos del judaísmo.

Durante la historia reciente de los judíos (la época del sionismo) ha habido cinco olas principales de emigración a Palestina.

Primera Aliá: periodo 1881-1903. Emigrantes: de 25.000 a 35.000.

Segunda Aliá: periodo 1904-1914. Emigrantes: 40.000.

Tercera Aliá: periodo 1919-1923. Emigrantes: 35.000.

Cuarta Aliá: periodo 1924-1929. Emigrantes: 80.000.

Quinta Aliá: periodo 1929-1939. Emigrantes: sin datos.

* El 5 de diciembre de 1920 se crea la Histadrut, Federación Judía del Trabajo en Israel.

La Histadrut, creada como cuerpo representativo de los obreros judíos de todas las profesiones, era una organización comprensiva.

Sus miembros no eran solo obreros agrícolas como en la Segunda Aliá, sino también trabajadores urbanos, intelectuales y todo aquel que trabajaba sin explotar el trabajo del prójimo.

* Torá, es una palabra hebrea que significa enseñanza, instrucción, o más específicamente, ley.

En su sentido más amplio, se utiliza habitualmente para designar la totalidad de la revelación y enseñanza divina al pueblo de Israel.

En un sentido más restringido, se refiere únicamente al texto de los cinco primeros libros de la Biblia (que para los cristianos se llama Pentateuco).

Fuentes:
http://www.proyecto-salud.com.ar

http://www.biografiasyvidas.com

http://es.metapedia.org

http://es.encarta.msn.com

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"Si no quieres repetir el pasado, estúdialo" (Baruch Benedict Spinoza).