Efemérides y aniversarios.
2009: año de Darwin.
12 de febrero de 2009: día de Darwin.
En el arte, nada que merezca la pena se puede hacer sin
genio; en ciencia, incluso una capacidad muy modesta puede contribuir a un logro supremo (Bertrand Russell).
Imagen de la portada: "El joven Darwin.
Charles Darwin como símbolo para la celebración de la ciencia y la Humanidad.
Darwin estuvo influenciado por el geólogo Adam Sedgwick y el naturalista John Henslow en el desarrollo de su teoría de la selección natural, que habría de convertirse en el concepto básico de la teoría de la evolución".
El bicentenario del nacimiento de Darwin será el 12 de febrero de 2009, fecha en la cual se celebrará asimismo el 150 aniversario de la publicación de su famoso libro "El origen de las especies".
Así pues, tenemos tiempo suficiente para desarrollar una celebración verdaderamente internacional, para demostrar nuestro aprecio por los enormes beneficios con los que el conocimiento científico, adquirido mediante la curiosidad y el ingenio humano, ha contribuido al avance de la Humanidad.
Las celebraciones son una parte importante de cada cultura.
Proporcionan una tradición y un enlace común que son compartidos entre los que crean su propia cultura, permitiéndoles experimentar una significativa conexión entre ellos y los principios a los cuales se adhieren.
Desafortunadamente, la mayoría de las celebraciones se basan en tradiciones antiguas que son relevantes solamente para un país o una cultura específica y que han sido a menudo, y continúan siendo, el origen de serios conflictos.
En esta coyuntura histórica, el mundo se ha vuelto tan pequeño e interdependiente que necesitamos una celebración universal para promover un enlace común entre toda la gente.
La celebración del "Día de Darwin" fue fundada sobre la premisa de que la ciencia, como la música, es una lengua internacional que habla a toda la gente de forma muy similar.
Mientras que la música es tanto intelectual como entretenimiento, la ciencia es nuestro sistema de conocimiento más confiable, que ha sido y continúa siendo adquirido mediante la curiosidad y el ingenio humano.
Adicionalmente, la evolución mediante la variación genética y la selección natural, introducidas por Darwin, se ha convertido en el principio central de la organización en biología.
Además, la evolución también desempeña un papel central en astronomía y cosmología, donde se refiere a la manera en que las estrellas, galaxias y el universo entero "cambia en el tiempo".
Estudiar biología sin considerar la evolución sería como estudiar física sin las leyes de Newton que gobiernan el universo o química sin la tabla periódica.
Claramente, Darwin mismo se ha convertido en una figura internacionalmente aclamada, cuya influencia en el pensamiento moderno progresivo continúa siendo profunda y penetrante (Ernst Mayr, "La influencia de Darwin en el pensamiento moderno", "Scientific American", julio de 2000).
La investigación actual en el campo de la genética, incluyendo el genoma humano, ha demostrado en forma concluyente que todos los seres humanos son esencialmente idénticos y que estamos genéticamente relacionados con el resto de los seres vivos en este planeta.
Tener una visión ilustrada de la genética es tener una visión de unidad e igualdad entre todos los seres humanos y que fomenta un sentido profundo del respeto y del aprecio por toda la vida.
La validez de la teoría de Darwin de la evolución por la selección natural se apoya hoy en nuestra comprensión de los mecanismos moleculares de la genética.
Por lo tanto, concluimos que Charles Darwin es un símbolo valioso en el cual centrarse para realizar una celebración mundial de la ciencia y de la Humanidad, con la intención de promover un enlace común entre toda la gente de la Tierra.
Biografía
Charles Robert Darwin nació en Sherewsbury el 12 de febrero de 1809 y murió en 1882.
Fue el segundo hijo varón de Robert Waring Darwin, médico de fama en la localidad, y de Susannah Wedgwood, hija de un célebre ceramista del Staffordshire, Josiah Wedgwood, promotor de la construcción de un canal para unir la región con las costas y miembro de la Royal Society.
Su abuelo paterno, Erasmus Darwin, fue también un conocido filósofo, naturalista y poeta inglés, autor de un extenso poema en pareados heroicos que presentaba una alegoría del sistema linneano de clasificación sexual de las plantas, el cual fue un éxito literario del momento.
Por lo demás, sus teorías acerca de la herencia de los caracteres adquiridos estaban destinadas a caer en descrédito por obra, precisamente, de su nieto.
Además de su hermano, cinco años mayor que él, Charles tuvo tres hermanas también mayores y una hermana menor.
Tras la muerte de su madre en 1817, su educación transcurrió en una escuela local y, en su vejez, recordó su experiencia allí como lo peor que pudo sucederle a su desarrollo intelectual.
Ya desde la infancia dio muestras de un gusto por la historia natural que él consideró innato y, en especial, de una gran afición por coleccionar cosas (conchas, sellos, monedas, minerales), el tipo de pasión "que le lleva a uno a convertirse en un naturalista sistemático, en un experto o en un avaro".
En octubre de 1825 Darwin ingresó en la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina por decisión de su padre, al que siempre recordó con cariño y admiración (y con un respeto no exento de connotaciones psicoanalíticas).
La hipocondría de su edad adulta combinó la desconfianza en los médicos con la fe ilimitada en el instinto y los métodos de tratamiento paternos.
Sin embargo, Darwin no consiguió interesarse por la carrera; a la repugnancia por las operaciones quirúrgicas y a la incapacidad del profesorado para captar su atención vino a sumarse el creciente convencimiento de que la herencia de su padre le iba a permitir una confortable subsistencia sin necesidad de ejercer una profesión como la de médico.
De modo que, al cabo de dos cursos, su padre, dispuesto a impedir que se convirtiera en un ocioso hijo de familia, le propuso una carrera eclesiástica.
Tras resolver los propios escrúpulos acerca de su fe, Darwin aceptó con gusto la idea de llegar a ser un clérigo rural y, a principios de 1828, después de haber refrescado su formación clásica, ingresó en el Christ's College de Cambridge.
Una nueva vida
Pero en Cambridge, como antes en Edimburgo y en la escuela, Darwin perdió el tiempo por lo que al estudio se refiere, a menudo descuidado para dar satisfacción a su pasión por la caza y por montar a caballo, actividades que ocasionalmente culminaban en cenas con amigos de las que Darwin conservó un recuerdo –posiblemente exagerado– como de auténticas francachelas.
Con todo, su indolencia quedó temperada por la adquisición de sendos gustos por la pintura y la música, de los que él mismo se sorprendió más tarde, dada su absoluta carencia de oído musical y su incapacidad para el dibujo (un "mal irremediable", junto con su desconocimiento práctico de la disección, que representó una desventaja para sus trabajos posteriores).
Más que de los estudios académicos que se vio obligado a cursar, Darwin extrajo provecho en Cambridge de su asistencia voluntaria a las clases del botánico y entomólogo reverendo John Henslow, cuya amistad le reportó «un beneficio inestimable» y que tuvo una intervención directa en dos acontecimientos que determinaron su futuro:
Por una parte, al término de sus estudios en abril de 1831, Henslow le convenció de que se interesase por la geología, materia por la que las clases recibidas en Edimburgo le habían hecho concebir verdadera aversión, y le presentó a Adam Sedgwick, fundador del sistema cambriano, quien inició, precisamente, sus estudios sobre el mismo en una expedición al norte de Gales realizada en abril de ese mismo año en compañía de Darwin.
Treinta años más tarde, Henslow se vería obligado a defender al discípulo común ante las violentas críticas dirigidas por Sedgwick a las ideas evolucionistas.
Por otra parte, lo que es aún más importante, fue Henslow quien le proporcionó a Darwin la oportunidad de embarcarse como naturalista con el capitán Robert Fitzroy y acompañarle en el viaje que este se proponía realizar a bordo del Beagle alrededor del mundo.
En un principio, su padre se opuso al proyecto, manifestando que solo cambiaría de opinión si «alguien con sentido común» era capaz de considerar aconsejable el viaje.
Ese alguien fue su tío –y futuro suegro– Josiah Wedgwood, quien intercedió en favor de que su joven sobrino cumpliera el objetivo de viajar que Darwin se había fijado ya meses antes, cuando la lectura de Humboldt suscitó en él un deseo inmediato de visitar Tenerife (España), y empezó a aprender castellano y a informarse acerca de los precios del pasaje.
El 27 de diciembre de 1831 el Beagle zarpó de Davenport con Darwin a bordo y dispuesto a comenzar la que él llamó su «segunda vida», tras dos meses de desalentadora espera en Plymouth, mientras la nave era reparada de los desperfectos ocasionados en su viaje anterior, y después de que la galerna frustrara dos intentos de partida.
Durante ese tiempo, Darwin experimentó «palpitaciones y dolores en el corazón» de origen más que probablemente nervioso, como quizá también lo habrían de ser más tarde sus frecuentes postraciones.
Sin saberlo, Darwin había corrido el riesgo de ser rechazado por Fitzroy, ya que este, convencido seguidor de las teorías fisiognómicas del sacerdote suizo Johann Caspar Lavater, estimó en un principio que la nariz del naturalista no revelaba energía y determinación suficientes para la empresa.
El viaje del Beagle
El objetivo de la expedición dirigida por Fitzroy era el de completar el estudio topográfico de los territorios de la Patagonia y la Tierra del Fuego, el trazado de las costas de Chile, Perú y algunas islas del Pacífico y la realización de una cadena de medidas cronométricas alrededor del mundo.
"El H.M.S. Beagle se hizo a la mar en 1832 con el fin de cartografiar con mayor detalle las costas sudamericanas.
Durante el viaje del Beagle, que duró cinco años, Darwin sufrió mucho de mareo.
El periplo, de casi cinco años de duración, llevó a Darwin a lo largo de las costas de América del Sur, para regresar luego durante el último año visitando las islas Galápagos, Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Mauricio y Sudáfrica.
Durante ese período su talante experimentó una profunda transformación.
La antigua pasión por la caza sobrevivió los dos primeros años con toda su fuerza y fue él mismo quien se encargó de disparar sobre los pájaros y animales que pasaron a engrosar sus colecciones.
Poco a poco, sin embargo, esta tarea fue quedando encomendada a su criado a medida que su atención resultaba cada vez más absorbida por los aspectos científicos de su actividad.
El estudio de la geología fue, en un principio, el factor que más contribuyó a convertir el viaje en la verdadera formación de Darwin como investigador, ya que con él entró inexcusablemente en juego la necesidad de razonar.
Darwin se llevó consigo el primer volumen de los Principles of Geology de Charles Lyell, autor de la teoría llamada de las causas actuales, y que habría de ser su colaborador en la exposición del evolucionismo.
Desde el reconocimiento de los primeros terrenos geológicos que visitó (la isla de São Tiago, en Cabo Verde), Darwin quedó convencido de la superioridad del enfoque preconizado por Lyell.
En Sao Tiago tuvo por vez primera la idea de que las rocas blancas que observaba habían sido producidas por la lava derretida de antiguas erupciones volcánicas, la cual, al deslizarse hasta el fondo del mar, habría arrastrado conchas y corales triturados comunicándoles consistencia rocosa.
Hacia el final del viaje, Darwin tuvo noticia de que Sedgwick había expresado a su padre la opinión de que el joven se convertiría en un científico importante; el acertado pronóstico era el resultado de la lectura por Henslow, ante la Philosophical Society de Cambridge, de algunas de las cartas remitidas por Darwin.
La teoría sobre la formación de los arrecifes de coral por el crecimiento de este en los bordes y en la cima de islas que se iban hundiendo lentamente fue el primero en ver la luz (1842) de entre los logros científicos obtenidos por Darwin durante el viaje.
Junto a este y al establecimiento de la estructura geológica de algunas islas como Santa Elena, está el descubrimiento de la existencia de una cierta semejanza entre la fauna y la flora de las islas Galápagos con las de América del Sur, así como de diferencias entre los ejemplares de un mismo animal o planta recogidos en las distintas islas, lo que le hizo sospechar que la teoría de la estabilidad de las especies podría ser puesta en entredicho.
Fue la elaboración teórica de esas observaciones la que, años después, se plasmó en su enunciado de las tesis evolutivas.
Darwin regresó a Inglaterra el 2 de octubre de 1836; el cambio experimentado en esos años debió de ser tan notable que su padre, «el más agudo observador que se haya visto, de natural escéptico y que estaba lejos de creer en la frenología», al volverlo a ver dictaminó que la forma de su cabeza había cambiado por completo.
También su salud se había alterado; hacia el final del viaje se mareaba con más facilidad que en sus comienzos, y en el otoño de 1834 había estado enfermo durante un mes.
Se ha especulado con la posibilidad de que en marzo de 1835 contrajera una infección latente de la llamada enfermedad de Chagas como consecuencia de la picadura de un insecto.
De todos modos, desde su llegada hasta comienzos de 1839 Darwin vivió los meses más activos de su vida, pese a las pérdidas de tiempo que le supuso el sentirse ocasionalmente indispuesto.
Trabajó en la redacción de su diario del viaje (publicado en 1839) y en la elaboración de dos textos que presentaran sus observaciones geológicas y zoológicas.
Instalado en Londres desde marzo de 1837, se dedicó a «hacer un poco de sociedad», actuando como secretario honorario de la Geological Society y tomando contacto con Lyell.
En julio de ese año empezó a escribir su primer cuaderno de notas sobre sus nuevos puntos de vista acerca de la «transmutación de las especies», que se le fueron imponiendo al reflexionar acerca de sus propias observaciones sobre la clasificación, las afinidades y los instintos de los animales...
Y también como consecuencia de un estudio exhaustivo de cuantas informaciones pudo recoger relativas a las transformaciones experimentadas por especies de plantas y animales domésticos debido a la intervención de criadores y horticultores.
Sus investigaciones, realizadas sobre la base de «auténticos principios baconianos», pronto le convencieron de que la selección era la clave del éxito humano en la obtención de mejoras útiles en las razas de plantas y animales.
La posibilidad de que esa misma selección actuara sobre los organismos que vivían en un estado natural se le hizo patente cuando, en octubre de 1838, leyó «como pasatiempo» el ensayo de Malthus sobre la población.
Dispuesto como se hallaba, por sus prolongadas observaciones sobre los hábitos de animales y plantas, a percibir la presencia universal de la lucha por la existencia, se le ocurrió al instante que, en esas circunstancias, las variaciones favorables tenderían a conservarse, mientras que las desfavorables desaparecerían, con el resultado de la formación de nuevas especies.
Darwin estimó que, «al fin, había conseguido una teoría con la que trabajar».
Sin embargo, preocupado por evitar los prejuicios, decidió abstenerse por un tiempo de «escribir siquiera el más sucinto esbozo de la misma».
En junio de 1842 se permitió el placer privado de un resumen muy breve –treinta y cinco páginas escritas a lápiz–, que amplió hasta doscientas treinta páginas en el verano del año 1844.
Para entonces, Darwin había contraído matrimonio el 29 de enero de 1839 con su prima Emma Wedgwood.
Residieron en Londres hasta septiembre de 1842, cuando la familia se instaló en Down, en el condado de Kent, buscando un género de vida que se adecuase mejor a los frecuentes períodos de enfermedad que, a partir del regreso de su viaje, afligieron constantemente a Darwin.
Por lo demás, los años de Londres fueron, por lo que a vida social se refiere, un preludio del retiro casi total en el que vivió en Down hasta el final de sus días.
El 27 de diciembre de 1839 nació el primer hijo del matrimonio y Darwin inició con él una serie de observaciones, que se prolongaron a lo largo de los años, sobre la expresión de las emociones en el hombre y en los animales.
Tuvo diez hijos, seis varones y cuatro mujeres, nacidos entre 1839 y 1856, de los que dos niñas y un niño murieron en la infancia.
La teoría de la evolución
Durante los primeros años de su estancia en Down, Darwin completó la redacción de sus trabajos sobre temas geológicos y se ocupó también de una nueva edición de su diario de viaje, que en un principio había aparecido formando parte de la obra publicada por Fitzroy sobre sus expediciones.
(Como aportación muy personal aconsejo leer a los interesados en estos temas, el libro "Tras las huellas de Adán", de Herbert Wendt. Editorial Noguer).
En las notas autobiográficas que redactó en 1876 (reveladoramente tituladas como "Recollections of the Development of my Mind and Character", "Notas sobre el desarrollo de mi mente y carácter"), Darwin reconoció que «el éxito de este mi primer retoño literario siempre enardece mi vanidad más que el de cualquier otro de mis libros».
De 1846 a 1854 Darwin estuvo ocupado en la redacción de sus monografías sobre los cirrípodos, por los que se había interesado durante su estancia en las costas de Chile, al hallar ejemplares de un tipo que planteaba problemas de clasificación.
Esos años de trabajo sirvieron para convertirlo en un verdadero naturalista según las exigencias de su época, añadiendo al aprendizaje práctico adquirido durante el viaje la formación teórica necesaria para abordar el problema de las relaciones entre la historia natural y la taxonomía.
Además, sus estudios sobre los percebes le reportaron una sólida reputación entre los especialistas, siendo premiados en noviembre de 1853 por la Royal Society, de la que Darwin era miembro desde 1839.
A comienzos de 1856 Lyell aconsejó a Darwin que trabajara en el completo desarrollo de sus ideas acerca de la evolución de las especies.
Darwin emprendió entonces la redacción de una obra que, aun estando concebida a una escala tres o cuatro veces superior de la que luego había de ser la del texto efectivamente publicado, representaba, en su opinión, un mero resumen del material recogido al respecto.
Pero, cuando se hallaba hacia la mitad del trabajo, sus planes se fueron al traste por un suceso que precipitó los acontecimientos: en el verano de 1858 recibió un manuscrito que contenía una breve pero explícita exposición de una teoría de la evolución por selección natural, que coincidía exactamente con sus propios puntos de vista.
El texto, remitido desde la isla de Ternate, en las Molucas, era obra de Alfred Russell Wallace, un naturalista que desde 1854 se hallaba en el archipiélago malayo y que ya en 1856 había enviado a Darwin un artículo sobre la aparición de especies nuevas con el que este se sintió ampliamente identificado.
En su nuevo trabajo, Wallace hablaba, como Darwin, de «lucha por la existencia», una idea que, curiosamente, también le había venido inspirada por la lectura de Malthus.
Darwin puso a Lyell en antecedentes del asunto y le comunicó sus vacilaciones acerca de cómo proceder respecto de la publicación de sus propias teorías, llegando a manifestar su intención de destruir sus propios escritos antes que aparecer como un usurpador de los derechos de Wallace a la prioridad.
El incidente se saldó de manera salomónica merced a la intervención de Lyell y del botánico Joseph Dalton Hooker, futuro director de los Kew Gardens creados por su padre y uno de los principales defensores de las teorías evolucionistas de Darwin, con quien le unió una estrecha amistad desde 1843.
Siguiendo el consejo de ambos, Darwin resumió su manuscrito, que fue presentado por Lyell y Hooker ante la "Linnean Society" el 1 de julio de 1858, junto con el trabajo de Wallace y con un extracto de una carta remitida por Darwin el 5 de septiembre de 1857 al botánico estadounidense Asa Gray, en el que constaba un esbozo de su teoría.
Wallace no puso nunca en cuestión la corrección del procedimiento; más tarde, en 1887, manifestó su satisfacción por la manera en que todo se había desarrollado, aduciendo que él no poseía «el amor por el trabajo, el experimento y el detalle tan preeminente en Darwin, sin el cual cualquier cosa que yo hubiera podido escribir no habría convencido nunca a nadie».
Tras el episodio, Darwin se vio obligado a dejar de lado sus vacilaciones por lo que a la publicidad de sus ideas se refería y abordó la tarea de reducir la escala de la obra que tenía entre manos para enviarla cuanto antes a la imprenta.
En «trece meses y diez días de duro trabajo» quedó por fin redactado el libro "Sobre el origen de las especies" ("On the Origin of Species by means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life"), del que los primeros 1250 ejemplares se vendieron el mismo día de su aparición, el 24 de noviembre de 1859.
Las implicaciones teológicas de la obra, que atribuía a la selección natural facultades hasta entonces reservadas a la Divinidad, fueron causa de que inmediatamente empezara a formarse una enconada oposición, capitaneada por el paleontólogo Richard Owen, quien veinte años antes había acogido con entusiasmo las colecciones de fósiles traídas por Darwin de su viaje.
En una memorable sesión de la British Association for the Advancement of Science que tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, el obispo Samuel Wilberforce, en calidad de portavoz del partido de Owen, ridiculizó con brillante elocuencia las tesis evolucionistas, provocando una contundente réplica por parte de Thomas Henry Huxley, zoólogo, que fue el principal defensor ante la oposición religiosa de las tesis de Darwin, ganándose el sobrenombre de su bulldog.
A la pregunta de Wilberforce sobre si a Huxley le hubiera sido indiferente saber que su abuelo había sido un mono, la respuesta inmediata fue, según el testimonio de Lyell:
«Estaría en la misma situación que su señoría».
Darwin se mantuvo apartado de la intervención directa en la controversia pública hasta 1871, cuando se publicó su obra "The Descent of Man and Selection in Relation to Sex" ("La descendencia del ser humano y la selección en relación con el sexo"), donde expuso sus argumentos en favor de la tesis de que el hombre había aparecido sobre la Tierra por medios exclusivamente naturales.
Tres años antes había aparecido su estudio sobre la variación en animales y plantas por los efectos de la selección artificial, en el que trató de formular una teoría sobre el origen de la vida en general («pangénesis»), que resultó ser la más pobre de sus aportaciones a la biología.
En 1872, con "The Expression of the Emotions in Man and Animals" ("La expresión de las emociones en el ser humano y los animales"), obra seminal de lo que luego sería el estudio moderno del comportamiento, Darwin puso fin a sus preocupaciones por los problemas teóricos y dedicó los últimos diez años de su vida a diversas investigaciones en el campo de la botánica.
A finales de 1881 comenzó a padecer graves problemas cardíacos y falleció a consecuencia de un ataque al corazón el 19 de abril de 1882.
Fuentes:
http://oei.es/noticias
http://www.biografiasyvidas.com
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"Comprender las cosas que nos rodean es la mejor preparación para comprender las cosas que hay más allá" (Galileo Galilei).