Establecer los propios valores en nuestra vida: Nuestro mundo cotidiano da poca importancia a los valores verdaderos que determinan nuestros actos, nuestra forma de vivir, de tal manera que muchas veces actuamos sin convicciones y con mucha confusi&oa

Caminamos como si fuésemos barcos sin rumbo y sin recuerdo del puerto de partida, al no saber claramente lo que es válido para nosotros... Está claro que todos valoramos lo que resuelve nuestra necesidades más apremiantes: dinero, casa, vestidos, elogios, vanidades, etc., y para conseguir todo esto, dedicamos casi la totalidad de nuestra energía.

¿Es todo eso lo que realmente vale para nuestra persona interior? ¿Nos proporciona sabiduría, alegría, belleza, bondad, armonía interior? ¿Nos ayuda a trascender? Tenemos que saber diferenciar lo que nos es necesario como medio, de lo que nos es fundamental para nuestra realización como seres humanos extraordinarios, sabios y de tremendo poder de transformación y creación que llevamos dentro.

Debemos entender, además, que nuestras necesidades físicas, económicas y emocionales no tienen por qué estar en contradicción con las de una realización profunda y espiritual. Si comemos, dormimos, nos movemos y nos relacionamos es con la finalidad de ser nosotros mismos en lo mejor de nosotros mismos, y para realizar esta finalidad y poder ser felices necesitamos mucho más que comer y beber. Reconocer lo valioso en nosotros mismos nos ayuda a trascender, eligiendo de manera clara la verdad, la justicia, la armonía, la belleza y el bien.

El universo nos enseña claramente que la vida se desarrolla a partir de esos valores permanentes y cada uno de nosotros debe elegir los que le resulten fundamentales para expresar su propia esencia, creencias y fuerza interior. Si no establecemos valores y prioridades vamos a despilfarrar nuestra oportunidad de vivir y actuar en la vida, pues sin dirección las decisiones no pueden ser adecuadas. La ausencia de valores nos hace confundir prioridades, objetivos, necesidades disgregándonos en momentos y deseos fugaces que dividen nuestro yo. Eso nos destruye.

Es como si un amigo nuestro quisiera tomar un autobús hacia Mérida y lo obligáramos a acompañarnos a Madrid... le estaríamos haciendo la vida pesada. Bueno, pues entonces no te la hagas pesada a ti mismo. Cuando no sabes lo que quieres, a veces vas al norte, a veces al sur y al final estarás perdido. Busca a través de un diálogo personal y sincero lo que para ti es importante, realmente valioso, hacia dónde quieres dirigirte, qué deseas experimentar y de qué modo. Y no renuncies a tus sueños profundos, ellos son los que bañan tus actos con un halo de espíritu y magia que los hace trascender hacia lo más bello.

-Lídia Pérez-

* * * * * "El valor sólo es virtud cuando se deja dirigir por la prudencia". -Fénelón-

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