Nuevos tiempos, viejos errores: Creímos -o al menos se ha pretendido que creyéramos- que el tiempo nos llevaría a éxitos a cual más señalado, a mejores formas de vida, a descubrimi

físicos y la falta de recursos económicos, que nos conducirían a opciones sociopolíticas más justas y equilibradas, a comunicaciones abiertas no sólo a nuestro planeta sino a los muchos del espacio... y tantos otros sueños.

Sin despreciar a quienes se esfuerzan de verdad por remediar todo tipo de males, encontramos que estos esfuerzos son muy pocos y se quedan muy aislados frente a la marea de acontecimientos dolorosos e inesperados que nos sacuden día a día y van en aumento. Sentimos que acaba un ciclo importante de la historia, que los tiempos están dando un giro poderoso hacia un rumbo que no acertamos a discernir con claridad y que, por lo mismo, nos lanza al desconcierto.

Si bien nos interesan las predicciones e investigamos los ya repetidos movimientos milenaristas de los siglos precedentes, pensamos que todo hecho tiene sus causas y también sus resultados consecuentes. Lo que pasa en la actualidad es que estamos saturados de situaciones que no alcanzamos a digerir, a la vez que desconocemos las causas (o no vamos tras de ellas, o nadie se preocupa de que se conozcan) y, por consiguiente, lo que será de nosotros en un futuro inmediato.

Son muchos los hechos evidentes que nos conmocionan y exigen a gritos respuestas. Son muchos los diálogos que entablamos en silencio con nosotros mismos, quedándonos mudos ante una corriente de fuerza que se nos escapa de las manos, y no sólo a los sencillos ciudadanos, sino al parecer también a quienes tienen la posibilidad de manejar medios y soluciones.

Nuestro planeta cambia, se reseca, se empobrece. Cientos de grupos ecologistas, claman por la salvación de la Tierra. ¿Y qué pasa? Nada. Unas cuantas páginas en revistas y periódicos, unas cuantas manifestaciones y todo continúa igual... o peor. Los hombres, cada cual en su continente, en su país, en su terruño, sufren presiones psicológicas, morales, económicas, sociales. Unos luchan por una economía global y otros, a pocos kilómetros, mueren de hambre y desesperación, recorriendo en éxodo mortal unos caminos que no les llevan a ninguna parte.

Recogemos unas palabras emocionantes y sabias de José María Mendiluce: "Creo que es el momento de dar el paso que nos lleve desde la emoción y el sentimiento de indignación al análisis más profundo de las causas que permitan una prevención activa de conflictos... África 'sobra' en el reparto defunciones de esa economía globalizada..." Luchemos contra la inflación... inflación de reuniones y palabras frente al déficit de acciones coherentes... Inflación de falsos inventos hacia una felicidad imposible si se nos aparta de los valores que nos hacen ser humanos, sensibles, solidarios.

La filosofia busca ese tipo de soluciones, en el convencimiento de que el exceso de planificaciones inviables, de verbreas y corrupciones consentidas, no ofrecerán nunca una salida digna. Hay que buscar al ser humano y devolverle su dignidad. Después de todo, las mejores obras civilizatorias, los mejores momentos de la historia, fueron la obra de hombres íntegros, dignos, honestos y generosos, capaces de actuar no sólo para sí mismos sino por todos los que lo necesitan.

Podremos decir con expresión regia: después de mí, el diluvio, pero si no actuamos rápidamente, este diluvio nos mojará a todos, a los vivos y a los muertos.

-Delia Steinberg Guzmán- Fuente: Revista Esfinge.

* * * * * "Hay dos cosas que me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres". -H. Ibsen-

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