Hoy que los medios de comunicación han permitido la proliferación de libros sobre estética; hoy que la terminología presuntamente filosófica ha contribuido a ahogar toda idea natural, sentimos la necesidad de recuper

como sentimiento profundo de lo bello, aquella que se pierde entre exageradas palabras y complicadas definiciones. En su momento, una extraordinaria filósofa del siglo XIX, H.P. Blavatsky, aseguró que si todas las bibliotecas del mundo fuesen destruidas, el hombre, por la sola contemplación inteligente de la Naturaleza, volvería a recuperar todos los conocimientos sobre el mundo y sobre sí mismo.

En verdad, las bibliotecas no están destruidas, pero es como si lo estuviesen, pues a menos de disponer de un criterio de alta selección, es casi imposible encontrar en ellas lo que se necesita, bien porque está sepultado, bien porque falta, bien porque "ha pasado de moda"... En estas circunstancias resulta, pues, más positivo, volver los ojos a la Naturaleza. Y en medio de esta primavera en su pleno apogeo, buscar otra vez el sentido de lo estético. Si la estética es el sentimiento de lo bello, ha de serlo de una belleza viva, de una Armonía en Acción.

No es tan sólo una simple combinación de líneas, o una suma compleja de formas, o un conjunto atiborrado de sonidos: tiene que haber "algo" más que dé vida a esas acumulaciones. Un bosque no es nada más que una agrupación de árboles, que ni siquiera están simétricamente dispuestos... La contemplación del cielo nocturno no irradia belleza sólo porque se vean muchas estrellas juntas...

Estamos con Platón cuando nos enseñaba que una cosa es Lo Bello -el arquetipo ideal de la Armonía-, y otra cosa es la Belleza como plasmación concreta de ese arquetipo en este mundo. Así, un objeto o un ser es tanto más hermoso cuanto más participa de Lo Bello. Su belleza se manifiesta como una energía vital que despierta en nosotros sentimientos de superación. La belleza no es estática; no puede permanecer inerte quien goza de la belleza, quien la siente, quien comprende la estética del Universo. Nuestro mundo actual está saturado de elementos estáticos, bellos en apariencia, pero sin vitalidad.

La inercia predomina por sobre la auténtica creación. Incluso se advierte cómo las modas de diversos tipos, imponen formas rígidas, poses y expresiones estereotipadas, miradas perdidas en el vacío, movimientos lánguidos. A veces encontramos más vida en una vieja estatua de mármol, de aquellas que fueron prodigios de artistas en el amplio sentido de la expresión, porque quedamos atrapados ante unos ojos que no cesan de perseguirnos, o una mano que nos señala, o un rostro que nos traspasa con su dulzura o su fiereza.

Hay cuadros donde el milagro está a punto de producirse, tanta es la realidad de sus imágenes, no nos extrañaría en absoluto que, de pronto, un personaje comenzase a hablarnos, o un río a fluir... Nos hace falta estética: sentir, vivir Lo Bello, descubrir la belleza en la Naturaleza que nos rodea y no descartarla en nosotros mismos como parte activa de esa Naturaleza. Debemos lograr que cada palabra nuestra, cada movimiento, cada mínimo gesto, nuestra apariencia en general, quieran decir algo. Y algo no es nada.

No nos podemos conformar con expresar el "vacío". No nos podemos conformar con reconocer que no hay nada por dentro que valga la pena ser expresado, ni tampoco bajar los brazos ante la posibilidad de que tampoco por fuera haya nada digno de admiración. Basta con sentirse nuevamente "vivos", basta con asimilar el fenómeno renovado de la primavera como renacimiento, para reflejar belleza, cultivarla en nuestro interior y crearla igualmente a nuestro alrededor.

Por hoy, cerraremos los libros y relegaremos las áridas definiciones, ante la clase magistral de una sonrisa plena, una mirada brillante, una mano que sabe tenderse a tiempo. Esas son las cualidades del hombre nuevo hacia el que tan ardientemente aspiramos; y ese es también su nuevo sentido de la Belleza.

Fuente: Delia Steinberg Guzmán.

“La libertad supone responsabilidad. Por eso, la mayor parte de los hombres la temen tanto”. -George Bernard Shaw- * * * * *

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