Intentar vivir en positivo vale la pena. Reflexiones: “Si quieres hacer feliz a alguien que quieras mucho... díselo HOY. ¡En vida, hermano, en vida…!

Alguien dijo, que si te preguntas por qué existe el dolor, eres un filósofo; si te preocupas por el dolor de los demás, eres una persona sensible, y si haces algo por el dolor de los demás, entonces realmente eres un gran ser humano.

“Felices los que al encontrarme me sonríen y me regalan un minuto de su tiempo. Felices los que no me dicen nunca: ¡Esa historia la contaste ya mil veces! Felices los que me prestan un servicio sin que yo tenga que sufrir pidiéndolo.

Felices los que advierten que mi vista se nubla y son lentos mis reflejos. Felices los que saben hacerme revivir evocando mis más bellos recuerdos. Felices los que escuchan sin molestia cuando mi oído es lento para entender lo que dicen.

Felices los que me conservan a su lado y me siguen amando como siempre. Felices los que recuerdan que existo y me muestran que todavía piensan en mí. Felices los que respetan mis pies lentos, mis manos arrugadas y mis canas.

Feliz quien llama a mi puerta, quien viene a visitarme. Feliz el que se acuerda de saludarme en mi cumpleaños o me da un beso. No olvides que alguna vez fui como tú y que tú -Dios lo quiera- serás como yo”.

EN VIDA, HERMANO, EN VIDA: (Anamaría Rabatté)

“Si quieres hacer feliz a alguien que quieras mucho... díselo HOY. En vida, hermano, en vida. Si deseas dar una flor, no esperes a que se marchite: mándalas HOY con amor.

En vida, hermano, en vida. Si deseas decir ‘te quiero’ a la gente de tu casa, al amigo cerca o lejos... En vida, hermano, en vida. Tú serás muy venturoso si aprendes a hacer felices a todos los que conozcas. En vida, hermano, en vida. No esperes a que se muera la gente para quererla y hacerle sentir tu afecto...

En vida, hermano, en vida. Nunca visites panteones, ni llenes tumbas de flores, llena de amor corazones... En vida, hermano, en vida”. SI YO CAMBIARA: (Anamaría Rabatté) “Si yo cambiara mi manera de pensar hacia los otros, me sentiría sereno.

Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás, los haría felices. Si yo aceptara a todos como son, sufriría menos. Si yo me aceptara tal cual soy, quitándome mis defectos, cuánto mejoraría mi hogar, mi ambiente. Si yo comprendiera plenamente mis errores, sería humilde. Si yo deseara siempre el bien de los demás, sería feliz.

Si yo encontrara lo positivo en todos, la vida sería más digna de ser vivida. Si yo amara al mundo, lo cambiaría. Si yo me diera cuenta de que, al lastimar, el primer lastimado soy yo. Si yo criticara menos y amara más… Si yo cambiara… ¡Cambiaría al mundo!”

Y HABLANDO DE LA VIDA: (Madre Teresa de Calcuta)

“La vida es una belleza. Admírala. Es un reto. Afróntalo. Es preciosa. Cuídala. Es un combate. Acéptalo. Es una aventura. Desafíala. Es felicidad. Merécela. Es la vida... defiéndela”.

“La plegaria en la acción es amor y el amor en la acción es servicio. Hemos de procurar dar de forma incondicional lo que una persona pueda necesitar en un momento dado. La cuestión es hacer algo -por mínimo que sea-, y demostrar a través de nuestras acciones que nos preocupamos, ofreciendo nuestro tiempo.

En ocasiones ello puede comportar realizar algo físico (como hacemos en nuestros hogares para enfermos y moribundos), otras veces en cambio, puede concretarse en ofrecer apoyo espiritual a los que se han encerrado en sí mismos (los que se hallan aislados y solos en sus casas). Si una persona enferma necesita medicinas, démosle medicinas, si necesita consuelo, entonces consolémosle.

Todos somos hijos de Dios, así que es importante que compartamos sus dones. No debemos preocuparnos de por qué existen los problemas en el mundo, sino simplemente responder a las necesidades de las personas. Hay quien opina que si nosotros damos caridad a los demás, eso hará disminuir la responsabilidad de los gobiernos para con los pobres y necesitados.

No me preocupo de esas cosas, porque los gobiernos no suelen ofrecer amor. Me limito a hacer lo que yo puedo hacer, el resto no es asunto mío”. (Teresa de Calcuta).

UNA SIMPLE FRASE: “Si doy comida a los pobres, me llaman santo. Si pregunto por qué los pobres no tienen comida, me llaman comunista”. Helder Camara (+1.999), Obispo de Recife y Olinda, Pernambuco, Brasil.

ORACIÓN: “En tus manos, ¡oh Dios!, me abandono. Modela esta arcilla, como hace con el barro el alfarero. Dale forma, y después, si así lo quieres, hazla pedazos. Manda, ordena. ‘¿Qué quieres que yo haga? ¿Qué quieres que yo no haga?’

Elogiado y humillado, perseguido, incomprendido y calumniado, consolado, dolorido, inútil para todo, sólo me queda decir a ejemplo de tu Madre: ‘Hágase en mí según tu palabra’. Dame el amor por excelencia, el amor de la Cruz; no una cruz heroica, que pudiera satisfacer mi amor propio; sino aquellas cruces humildes y vulgares, que llevo con repugnancia.

Las que encuentro cada día en la contradicción, el olvido, el fracaso, los falsos juicios, la indiferencia, en el rechazo y el menosprecio de los demás, en el malestar y la enfermedad, en las limitaciones intelectuales y en la aridez, en el silencio del corazón. Solamente entonces, Tú sabrás que te amo, aunque yo mismo no lo sepa. Pero eso basta. Amén”. (Esta oración fue escrita por Robert Kennedy, y se la halló en un bolsillo de su chaqueta el día en que lo mataron).

SI YO CAMBIARA MI MANERA DE...: (Probable adaptación del poema de Anamaría Rabatté)

“Si yo cambiara mi manera de pensar hacia los otros, comprendería. Si yo encontrara lo positivo en todo, con que alegría me comunicaría con ellos. Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás, los haría felices. Si yo aceptara a todos como son, sufriría menos. Si yo deseara siempre el bienestar de los demás, sería feliz. Si yo criticara menos y amara más, ¡cuantos amigos ganaría!

Si yo comprendiera plenamente mis errores y defectos sería humilde. Y si tratara de cambiarlos, ¡cuánto mejoraría mi hogar y mis ambientes! Si yo cambiara el tener más por el ser más, sería más persona. Si yo cambiara el YO por el NOSOTROS, comenzaría la civilización del amor”.

HONRAR LA VIDA: (Eladia Blázquez)

“¡No! Permanecer y transcurrir no es perdurar, no es existir ni honrar la vida.

Hay tantas maneras de no ser, tanta conciencia sin saber adormecida. Merecer la vida no es callar y consentir tantas injusticias repetidas. Es una virtud, es dignidad, y es la actitud de identidad más definida.

Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir porque no es lo mismo que vivir honrar la vida. Hay tanta pequeña vanidad en nuestra tonta humanidad enceguecida.

Merecer la vida es erguirse vertical más allá del mal, de las caídas. Es igual que darle a la verdad y a nuestra propia identidad la bienvenida”.

ESPACIOS VITALES EN EL COSMOS: (Mahatma Gandhi)

“Hay tres espacios vitales en el cosmos: el mar, donde nadan los peces que no hablan, la tierra, donde viven los animales que gritan, el cielo, donde vuelan las aves que cantan. El hombre participa de esos tres espacios: de la profundidad del mar, del peso de la tierra, de la inmensidad del cielo. Y le pertenecen el callar, gritar y cantar. Pero el hombre privado de trascendencia, sólo queda facultado para gritar”.

CARTA DE DESPEDIDA: (Autor no conocido)

Hace un tiempo, el texto que sigue se atribuyó a Gabriel García Márquez, pero este posteriormente negó su autoría. No obstante, lo reproducimos porque contiene algunas ideas interesantes que merecen atención.

“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate! Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, ¡sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.

Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría ‘te quiero’ y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

No te recrees en tus propias emociones y dolores. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles ‘lo siento’, ‘perdóname’, ‘por favor’, ‘gracias’ y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan”.

* * * * * “Por la calle del ya voy, se va a la casa del nunca”. -Miguel de Cervantes Saavedra (1.547-1.616)-

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