“El hombre siempre esta echando la culpa a las circunstancias. El hombre que triunfa es aquel que se pone a buscar las circunstancias que necesita, y si no las encuentra, las crea”. -Anónimo-.

“Al vencer sin obstáculos se triunfa sin gloria”. -Corneille- Debemos, de una vez por todas, en nuestra vida empezar a apreciar nuestros dones, a no darnos por vencidos y a perseverar con una renovada esperanza. Claro que no es fácil insistir cuando sólo hay nubarrones siniestros y las crisis se eternizan. Por eso hay que comprometerse, ya que con frecuencia gastamos nuestra energía no en construir sino en destruir, no en aportar sino en criticar.

Nuestras actitudes -en muchas ocasiones-, pesimistas y de derrotismo muestran un entorno, que refleja bastante bien cómo actuamos cuando nos dejamos tentar por el “demonio” de la desesperanza y el negativismo. Ha triunfado en la vida quien ha vivido bien, reído a menudo y amado mucho. Quien ha ganado el respeto de los hombres inteligentes, la confianza de las mujeres puras y el amor de los niños. Quien ha cumplido con su deber y realizado su tarea. Quien deja el mundo mejorado ya sea por el injerto que perfecciona la flor, la salvación del alma o el poema sin tacha. Quien buscó lo mejor que había en los demás y les dio lo mejor que tenía. Ha triunfado aquel cuya vida ha sido una inspiración, aquel cuyo recuerdo será una bendición.

Buscando por ahí, hemos encontrado unas anécdotas de seres que se superaron a sí mismos en algún momento de sus vidas, y que dicen así: A pesar de que tenían poder y riquezas, Napoleón y Washington nunca contaron con una pastilla para el dolor de cabeza. Simón Bolívar, San Martín y Pancho Villa jamás pudieron tomar un taxi o un avión cuando necesitaban llegar a tiempo a algún lugar. Ni Cervantes, Dante ni Shakespeare tuvieron una simple máquina de escribir y mucho menos una computadora.

Los vikingos viajaron sin brújulas; Colón y Magallanes durante sus viajes no pudieron servirse de alimentos enlatados, de frigoríficos ni de aire acondicionado. Beethoven no pudo usar audífonos ni escuchar su música en un equipo de sonido. Mozart y Bach hubieran querido poder grabar todas sus composiciones. Hipócrates y Galeno no se sirvieron de las vacunas, y hoy en día se asombrarían hasta el delirio con tantos avances médicos.

Entonces... ¿por qué nos quejamos tanto? Todo nos parece caro, lejos, frío o malo, y estas son las quejas de cada día: no vale la pena vivir, los amigos se acabaron, este país no tiene arreglo, qué calor tan sofocante, este frío nos va a congelar, qué atracón, qué cola... ¿Qué tal si elegimos creer, esperar, alabar y agradecer? Ánimo, en lugar de renegar porque no tenemos todo lo que queremos, demos gracias por ser unos privilegiados. De hecho, lo somos, incluso acorralados por los problemas. Luchemos contra el cáncer del pesimismo antes de que haga metástasis en todos los seres, y recordemos que “el ser humano camina sobre dos pies: los sueños y la acción”.

Fuentes:http://www.geocities.com http://ataxia.enfermedadesraras.org

* * * * * “El valor de la vida no está en la duración de los días, sino en el uso que hacemos de ellos; un hombre puede vivir mucho y a la vez, muy poco”. -Michel de Montaigne-