"Antes de la vejez, procuré vivir bien; en la vejez procuro un bien morir" (Lucio Anneo Séneca).

"El error del anciano es que pretende enjuiciar el hoy con el criterio del ayer" (Epicteto).

 

Padres héroes y madres heroínas del hogar.

Pasamos buena parte de nuestra existencia cultivando estos estereotipos.

Hasta que un día el padre héroe comienza a pensar todo el tiempo, protesta bajito y habla de cosas que no tienen ni pies ni cabeza.

La heroína del hogar comienza a tener dificultades en terminar las frases y empieza a enojarse con la empleada o...

¿Qué hicieron papá y mamá para envejecer de un momento a otro?
Escena familiar



Envejecieron...
¡Nuestros padres envejecieron!

Nadie nos había preparado para esto.

Un bello día ellos pierden la compostura, se vuelven más vulnerables y adquieren unas manías bobas.

AncianoEstán cansados de cuidar de los otros y de servir de ejemplo: ahora llegó el momento de ser cuidados ellos y mimados por nosotros.

Tienen muchos kilómetros andados y saben todo, y lo que no saben lo inventan.

No hacen más planes a largo plazo, ahora se dedican a pequeñas aventuras, como comer a escondidas todo lo que el médico les prohibió.

Tienen manchas en la piel.

De repente están tristes.

Mas no están caducos: caducos están los hijos, que rechazan aceptar el ciclo de la vida.

Es complicado aceptar que nuestros héroes y heroínas ya no tienen el control de la situación.

Están frágiles y un poco olvidadizos, tienen este derecho, pero seguimos exigiendo de ellos la energía de una usina.

¡No admitimos sus flaquezas, su tristeza...!

Nos sentimos irritados, y algunos llegamos a gritarles si se equivocan con el móvil u otro aparato electrónico, y encima no tenemos paciencia para oír por milésima vez la misma historia que cuentan como si terminaran de haberla vivido.

En vez de aceptar con serenidad el hecho de que adoptan un ritmo más lento con el pasar de los años, simplemente nos irritamos por haber traicionado nuestra confianza, la confianza de que serían indestructibles como los superhéroes.

Provocamos discusiones inútiles y nos enojamos con nuestra propia insistencia para que todo siga como siempre fue.

Padre e hijo¡Nuestra intolerancia solo puede ser miedo!

Miedo de perderlos, y miedo de perdernos, miedo también de dejar de ser lúcidos y joviales –como ahora les está pasando a ellos–.

Con nuestros enojos, solo provocamos más tristeza a aquellos que un día –en la mayoría de los casos–, solo procuraron darnos alegrías.

Y nos enojamos cuando ellos se olvidan de tomar sus remedios, y al pelear con ellos, los dejamos llorando, tal cual criaturas que fuimos nosotros un día.

El tiempo nos enseña a sacar provecho de cada etapa de la vida, pero es difícil aceptar las etapas de los otros...

Más cuando los otros fueron nuestros pilares, aquellos a los cuales siempre podíamos volver y sabíamos que estarían con sus brazos abiertos, y que ahora están dando señales de que un día irán a partir sin nosotros.

Hagamos por ellos hoy lo mejor, lo máximo que podemos, para que mañana, cuando ellos ya no estén más... podamos acordarnos con cariño de sus sonrisas de alegría y no de las lágrimas de tristeza que ellos hayan derramado por nuestra causa.

Al final, nuestros héroes de ayer... ¡serán nuestros héroes eternamente...!

¡Gracias!

¡Es difícil aceptar las etapas de los otros...!

Pareja de ancianosDicen que la vida es una rueda que gira...

Los que estamos a mitad del camino, (¡y nunca se sabe exactamente en qué punto estamos!) llegaremos muy pronto a esa etapa incómoda.


Todo llega y más pronto de lo que pensamos.

La rueda gira demasiado veloz.

Entonces, tendríamos que ponernos en el lugar de nuestros padres, entenderles y no dejar de ser cariñosos con ellos.

Cada lágrima que derraman por nuestros gritos nos va a pesar cuando ya no estén...

Solo el amor por los padres puede allanar esas dificultades de convivencia con una persona mayor.

Cómo amarlos…
Déjale hablar... porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.

Déjale vencer... en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.

Déjale ir a visitar... a sus viejos amigos, porque entre ellos se siente revivir.

Déjale contar... sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando le escuchamos.

Déjale vivir... entre las cosas que ha amado, porque sufre al sentir que le arrancamos pedazos de su vida.

Déjale gritar... cuando se ha equivocado, porque los ancianos, como los niños, tienen derecho a la comprensión.

Déjale tomar un puesto... en el coche de la familia cuando vais de vacaciones, porque el año próximo tendrás remordimientos de conciencia si el abuelito ya no está.

Déjale envejecer... con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la Naturaleza.

Déjale rezar... como él sabe, como él quiere, porque el adulto mayor descubre la sombra de Dios en el camino que le falta por recorrer.

Déjale morir... entre brazos llenos de piedad, porque el amor de lo amado sobre la Tierra nos hace presentir mejor el torrente infinito de amor de Dios.

Fuentes:
http://webalia.com
http://www.lailuminacion.com
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"El mayor de todos los misterios es el hombre" (Sócrates).

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