El Hospital Hadassah es el más eficiente de Israel. Cada vez que se produce un atentado, más de la mitad de las víctimas pasan por aquí. Pero lo que le caracteriza es la convivencia entre médicos y pacientes...

¿Dónde se ha visto a un cirujano palestino operando a una joven israelí víctima de un atentado? ¿O a pacientes judíos y árabes compartiendo habitación sin problemas?

- El médico palestino. Khalid Abu Ajamieh, uno de los 10 médicos palestinos que trabajan en el centro israelí, con uno de sus pacientes, un judío ortodoxo. Khalid es un prestigioso cirujano plástico.

- Actividad en urgencias. El hospital es uno de los mejores de Israel. Es el primero donde llegan las víctimas de los atentados que se producen en Jerusalén. Se trata a judíos y palestinos sin distinción. - Modelo de convivencia.

Familias árabes y judías juegan con sus hijos en el servicio de Oncología infantil. El 15% del personal es palestino, y una proporción similar se da entre los pacientes del centro. “La tensión es cada vez mayor en el sector número 9. La intervención quirúrgica es muy delicada. El rostro de la paciente está destrozado por la metralla de una bomba.

La joven, de 20 años, volvía a su casa en autobús desde la Universidad de Jerusalén cuando un terrorista suicida hizo estallar el explosivo adosado a su cuerpo. La mirada del cirujano, parapetada tras sus gafas, muestra una expresión de gran seriedad. El doctor Khalid Abu Ajamieh es palestino. Vive en la ciudad de Hebrón, en Cisjordania.

Para esta operación cuenta con la ayuda del jefe del servicio de cirugía plástica del hospital, Rami Neuman, que es israelí y vive en Maale Adoumin, la mayor colonia judía del país. Juntos salvan muchas vidas. Khalid es uno de los 10 médicos palestinos contratados por el Hospital Hadassah de Jerusalén para trabajar en sus dos centros, el de Ein Kerem, al oeste, y el de Mount Scopus, al este.

El 15% del personal es árabe. Un breve paseo por las instalaciones hospitalarias revela que esa misma proporción se da en el caso de los pacientes. Aquí, los judíos ortodoxos conviven sin problemas con los musulmanes practicantes”. “Las cuestiones políticas no nos impiden tener muy en cuenta la salud de nuestros pacientes, independientemente del sitio del que procedan.

Yo doy siempre lo mejor de mí mismo, tanto cuando estoy tratando a un judío como a un árabe”, explica el doctor Khalid. Hace seis años, salvó la vida de un israelí procedente de Kiriat Aba, una colonia judía cercana a Hebrón. Aquella acción le granjeó el reconocimiento del Hospital Hadassah, que le ofreció la posibilidad de especializarse en cirugía plástica.

Es el único experto palestino en este campo. Operación cancelada: Antes del comienzo de la segunda Intifada, tardaba 30 minutos en llegar a Ein Kerem. En la actualidad, dedica más de tres horas en atravesar el bloqueo de las carreteras. Algunos pacientes israelíes se muestran reticentes ante la idea de ser tratados por él.

“La única vez en que un paciente se negó categóricamente a que fuera yo quien le interviniera, el propio hospital canceló la operación”, comenta Khalid con orgullo. “Khalid es uno de los nuestros”, añade Rami Neuman, que no hace distinción alguna ni entre sus colegas ni entre sus pacientes. “Yo he operado a unos 50 terroristas”.

El doctor israelí cree que la paz está lejos, pero en cuanto recibe cualquier llamada desde Gaza pidiéndole que opere a una víctima, acepta inmediatamente. En la imagen de la portada aparecen: Aron Gozlan, judío, y su enfermero, Ibrahim, musulmán. Cinco plantas más abajo, Aron Gozlan se encuentra de visita en el servicio de Ortopedia. Le amputaron las dos piernas.

Charla en la sala para fumadores con Ibrahim Abo Znero, su enfermero, quien recuerda perfectamente el día que llegó al hospital. Aron, agente de seguridad de 31 años, estaba esperando el autobús en un barrio al norte de Jerusalén. Se percató de la presencia de un individuo sospechoso y se acercó a él. Sorprendido, el terrorista suicida activó la bomba: 17 muertos y 50 heridos.

Aaron se despertó siete días después en el Hospital Hadassah. Después de un año de estancia en el centro y de siete intervenciones, amputar era la única opción que quedaba. E Ibrahim se hizo amigo suyo. “En aquella época nos pasábamos mucho tiempo bromeando y hablando sobre la situación”, dice Aron. Ibrahim es el único empleado árabe del servicio.

“Nadie me ha hecho nunca sentirme diferente. Ni mis colegas ni los pacientes. Aquí tratamos a muchas víctimas de las bombas, como es el caso de Aron. Hay una verdadera igualdad entre judíos y árabes. Y si alguno de nosotros expresa alguna vez ideas políticas diferentes a las de otra persona, siempre lo hace desde el máximo respeto”.

En otro servicio del hospital, el de Oncología Infantil, también se producen encuentros entre personas casi carentes ya de esperanza, generándose entre ellas amistades inimaginables. En la sala principal, decorada con dibujos infantiles, niños procedentes de las colonias judías juegan con otros pequeños palestinos. Un payaso llega hasta allí con la intención de entretenerles.

Algunos voluntarios que hablan hebreo y árabe les traducen lo que dice el payaso. Allí, los niños, todos juntos, se preparan incluso para la celebración de sus respectivas fiestas religiosas, ya sean judías, árabes o cristianas. La mayor parte del tiempo, los padres, sentados en sillas bajas al lado de sus hijos, son los únicos que permiten identificar los distintos orígenes de unos u otros.

Fatma, una mujer árabe-israelí que vive en la aldea de Bet Safafa, es uno de los pilares de este servicio. Después de trabajar aquí durante más de 17 años, es la enfermera jefe del hospital de día para niños que padecen cáncer. Conocida por su gran calor humano y su amabilidad, se le saltan las lágrimas cuando se plantea el acercamiento entre las dos comunidades.

Fatma cuenta con verdaderos amigos entre sus colegas judíos. Una de ellas es la pediatra Shoshana Revel-Vilk, prestigiosa pediatra especializada en cáncer y en enfermedades del sistema circulatorio infantil. Es judía ortodoxa y tiene cinco hijos. Su marido es rabino y dirige un instituto de enseñanza media en Efrat, una colonia religiosa judía de Cisjordania.

“Nuestros pacientes representan fielmente la población de Jerusalén. Y los orígenes de nuestro personal son igualmente diversos”, asegura Shoshana, quien hace gala, en todo momento, de una gran calma y compostura. “Esa es la razón por la que todo el mundo se siente como en su casa”. Lo único que lamenta es no poder tratar a un mayor número de pacientes palestinos.

“No todas las familias árabes disponen de los medios económicos necesarios para que sus hijos puedan ser tratados aquí”. El hospital nació gracias al esfuerzo de una asociación médica de carácter humanitario. Hadassah fue fundado por una judía estadounidense, Henrietta Soldz, que visitó Palestina en 1.912 y pudo comprobar las deplorables condiciones sanitarias de la región.

De regreso a Nueva York, creó junto a otras 12 profesionales la asociación Hadassah, que es el segundo nombre de la reina Esther. Gracias a su esfuerzo nació la primera infraestructura médica en la zona, y luego los dos hospitales, las cinco escuelas y un gran centro de investigación médica que funcionan en Jerusalén.

En la actualidad, la organización cuenta con más de 300.000 socios repartidos por todo el mundo. “Gracias a sus donaciones, muchos pacientes palestinos pueden ser tratados aquí gratuitamente”, cuenta Barbara Sofer, responsable de la organización en Israel. El último proyecto es la construcción de un centro médico de urgencias que costará 37 millones de euros.

Los niños: Para Maya, una madre israelí que tiene ingresado en el centro a su hijo de un año, son los gestos y las caras sonrientes de otros padres (muchos de los cuales no hablan hebreo) los que le han ayudado a sobrellevar su situación. “Cuando se tiene un hijo enfermo, todo el mundo está en el mismo barco”, explica Maya. Otra de las madres, Vida una palestina cristiana procedente de Ramala, se muestra de acuerdo con ella.

En el rostro de ambas se puede apreciar la misma expresión de angustia. Han tenido que pasar juntas tiempos muy difíciles. Anton, hijo de Vida, de 10 años, ha superado recientemente una leucemia, aunque todavía debe someterse a tratamiento dos veces a la semana. Un día después de que los médicos le dieran a conocer el diagnóstico, el propio centro les procuró unos salvoconductos para que pudieran sortear el bloqueo de las carreteras.

“En este lugar, yo no me siento ni árabe ni judía. Aquí todo el mundo nos acepta tal como somos”. Conectado al ordenador que tiene sobre su mesilla, Anton no se ha apercibido de la entrada del doctor Motti Menahem. Es el médico encargado de hacerle una transfusión de sangre. Sorpresa: “El origen de un paciente nunca es tema de debate. Nosotros tratamos y cuidamos a todos nuestros niños enfermos”, certifica Motti, un joven médico interno que lleva puesta su kippa, el típico gorro judío.

“Algunas veces, tengo la impresión de que las familias palestinas se sorprenden un tanto ante la amabilidad que muestro hacia ellas”. De hecho, “Hadassah no es un simple hospital”, en palabras de su director, el profesor Shlomo Mor-Yossef. El conflicto se vive de una manera muy especial en el centro. “Al menos 30 de las personas que trabajamos aquí”, relata Mor-Yossef, “hemos tenido que enterrar a algún familiar o amigo.

Uno de nuestros profesores falleció a consecuencia de una bala perdida que le alcanzó cuando circulaba por una carretera. Y un empleado palestino perdió la vida al estallar una bomba en el autobús en el que viajaba. Muchos días, un atentado convierte la sala de urgencias en un auténtico campo de batalla. Todos los quirófanos deben quedar libres inmediatamente”. En una de sus salas, Fatma se acerca para animar a Anton durante unos momentos.

“Yo sufro muchísimo cuando veo por la televisión la clase de existencia que llevan los palestinos que viven en los territorios ocupados”, admite Fatma. “Mi vida es mucho más fácil que la suya. Ojalá se pudiera disfrutar ahí fuera del ambiente que se vive dentro del hospital. Si fuera así, habría paz en la región y en el mundo entero”. Sobre el hospital de Jerusalén, en la web www.hadassah.org www.hadassah.org

Fuente: Mateo Balín, Periodista Agencia de Información Solidaria www.infosolidaria.org y Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

* * * * *

Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra página web. Al utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de las cookies.