Nuevos datos investigados muestran que los pequeños usan estrategias informáticas para detectar los patrones estadísticos y prosódicos de las señales del lenguaje, y que ello les lleva a descubrir los fonemas y palabras.

Además se ha constatado la importancia de la interacción social con otros seres humanos. ¿Poseen los niños pequeños habilidades innatas en su mundo, que ninguna inteligencia artificial ha podido aún reproducir? Al parecer, sí. Las investigaciones han desvelado algunas claves del asombroso poder de aprender el idioma, por parte de los niños, antes de llegar al año de edad.

Se han dado avances para descifrar el misterioso código del lenguaje humano. Ellos (entre los 6 y 12 meses de edad) aprenden los patrones con una notable velocidad, pero cómo lo hacen, sigue siendo un misterio. El cometido del cerebro con respecto a los patrones estadísticos y prosódicos que son experimentados en los primeros meses de la vida, ayuda a explicar el enigma de por qué los niños pequeños son mejores aprendices del idioma que los adultos.

El descubrimiento de los éxitos en el aprendizaje así como también las restricciones en ese aprendizaje, están cambiando las teorías de la adquisición del lenguaje. La adquisición del lenguaje y del habla parece una cuestión engañosamente simple. Los niños pequeños aprenden su lengua materna rápidamente y sin esfuerzo, desde los balbuceos a la edad de seis meses hasta formar frases completas a la edad de 3 años, y siguen el mismo patrón de desarrollo sin distinción de cultura, nacionalidad o condición social.

Para los lingüistas, psicólogos y neurocientíficos ha resultado un problema explicar este fenómeno y por qué este es tan regular, si el mecanismo del aprendizaje debe depender de las condiciones ambientales. Esta incógnita, junto con los fracasos en construir ordenadores que aprendan lenguajes, ha llevado a la idea de que el habla es un código profundamente encriptado. Romper este código es un juego para los niños y un problema no resuelto para los teóricos adultos y nuestras máquinas.

Durante la última década ha habido una explosión de información acerca de cómo encaran este tema los niños. Nuevos datos ayudan a comprender por qué los ordenadores no han podido romper el código del habla humana y arrojan nueva luz sobre un y largo debate acerca del origen del lenguaje en los niños. Los niños se acercan al lenguaje dotados de un conjunto de habilidades perceptivas que son necesarias para adquirir el lenguaje, aunque no son únicas a los seres humanos, los pájaros cantores también las tienen.

Pero después, estando expuestos a un idioma determinado, aprenden rápidamente de una manera que es única en el género humano, con extrañas habilidades como saber detectar patrones lingüísticos y aprendizaje estadístico. Al mismo tiempo se ha establecido la importancia de las relaciones sociales ya que de alguna manera se premia el aprendizaje de las regularidades y singularidades del propio idioma. Los lenguajes humanos contienen aproximadamente 600 consonantes y 200 vocales diferentes.

Sin embargo, cada idioma usa únicamente un conjunto de unos 40 elementos distintivos llamados fonemas, que cambian el significado de una palabra (por ejemplo, “mal”, “mar”). Estos fonemas están compuestos, a su vez, por unidades de sonidos diferentes denominados unidades fonéticas, que son funcionalmente idénticos en el idioma. Es tarea del niño pequeño lograr avances en la composición de estas categorías fonéticas, antes incluso de intentar adquirir palabras. Esto implica habilidades diversas, entre las que está la de percepción de categorías, en saber diferenciar los cambios acústicos entre las diferentes categorías.

Los niños pequeños se sabe que pueden diferenciar y reconocer prácticamente todas las unidades fonéticas usadas en los lenguajes, mientras que los adultos, no. Después deben aprender a agrupar diferentes sonidos que oyen claramente como diferentes. En el medio natural, los niños oyen sonidos que varían mucho dependiendo del que habla, del contexto, etc. No obstante saben categorizar los sonidos del habla a pesar de tales variaciones. Hasta ahora los ordenadores no son capaces de realizar esta función.

A ello se suma después la capacidad de escuchar los sonidos de un idioma con los patrones propios de ese idioma. No es lo mismo el sonido “l” y “r” en japonés que en castellano. Independientemente del lugar donde vivan, los niños pequeños entre los 6 y los 12 meses serían algo así como “ciudadanos del mundo” capaces de reconocer los sonidos de todos los idiomas, pero a partir de dicha edad, se convierten en “escuchantes” ligados a la propia cultura. Esto supone una nueva capacidad: la de analizar la distribución estadística de sonidos en el propio idioma.

También se ha constatado la fundamental importancia de las relaciones humanas en cuanto al aprendizaje del idioma, es decir, del contacto humano para desarrollar esas capacidades, y que ello tiene una enorme influencia en el aprendizaje. Se han dado casos dramáticos que han constatado que el aislamiento social tiene una influencia devastadoramente negativa en la adquisición del lenguaje. Es decir, que los niños no son simples receptores auditivos habiéndose constatado que no es el mismo efecto el aprendizaje mediante métodos audiovisuales (monitores, pantallas o altavoces) que la interacción humana.

La presencia humana parece ser fundamental. Todo ello permite afirmar que se han dado progresos importantes en la comprensión de la complejidad de la adquisición del lenguaje. Por algo es que el lenguaje es uno de los tesoros de la humanidad, diseñado para comunicarse: Al parecer se aprende en un momento muy determinado de la vida y se mantiene para toda la vida.

Fuente: www.nature.com/cgi-taf/Dyna.taf?file

* * * * * “Hagamos el bien a nuestros amigos y a los enemigos, porque así conservaremos a los unos y nos será posible acercarnos a los otros”. –Cleóbulo–

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