“Nada de lo que acerca mi siervo a Mí es más agradable que el cumplimiento de las obligaciones que le he impuesto; y mi siervo no cesa de acercarse a Mí con devociones añadidas por su propia voluntad hasta que le amo; y cuando le amo yo soy el Oído con el que oye, la Vista con la que ve, la Mano con la que agarra y el Pie sobre el que camina”. Hadiz Qudsiy.
El Sufismo es la tradición espiritual que, basada en la Revelación de la unicidad divina, ha llegado desde tiempos inmemoriales hasta nuestros dias. Toda la cadena de profetas de la tradición se considera parte de esta transmisión espiritual, siendo Abraham, Moisés, Jesús de Nazaret y Muhammad rasul-lul-lah (s.a.s) los más elevados ejemplos de maestros que se consideran en este legado. El sufismo busca sumergirse en la esencia humana (nafs) para de este modo llegar a contactar con la Realidad Esencial o Intelecto Universal en que se confunde su última manifestación. “No abandones tu nafs ni te enfrentes a ella. Más bien acompañala y busca lo que hay en ella”. (Sheij Ahmad al-‘Alawi).
No es sino una búsqueda que lleva al Hombre a profundizar en su verdadera realidad, su conocimiento como ser o esencia espiritual, así como el cultivo de la misma para encontrar la explicación de su existencia y lugar en el mundo dando de este modo sentido a su vida. El alma (nafs) es una cosa inmensa; es el cosmos entero puesto que es su copia. Todo lo que está en él, se encuentra en ella, y todo lo que se halla en ella está igualmente en él. Por eso, quién la domina, sin duda alguna lo domina, de la misma manera que quién es dominado por ella, es ciertamente dominado por el cosmos entero”. Sheij al ‘Arabi al Darqawi
Esta tradición mesoriental, resulta ser el Pensamiento de aquellos pueblos a los que no en vano se considera origen y cuna de la civilización humana. El conocimiento de los sabeos, eremitas, esenios, y cuantas culturas florecieron entre los rios y desiertos de Asia Menor, se cultiva y mantiene a través de los siglos llegando a Occidente por la orilla sur del Mediterráneo bajo la externalidad de la cultura islámica una vez que degenera y se pierde en su camino por la deformación que sufre bajo la interpretación romana.
A pesar de la consideración del Hombre como parte de la Creación, no se impide la evolución del pensamiento, del arte, de la ciencia y la técnica permitiendo alcanzar logros sensiblemente superiores a los de otras culturas o civilizaciones que le fueron contemporáneas. El sufismo recaló de manera próspera en el suelo ibérico dando notables personajes en multitud de los aspectos más cotidianos de la vida.
Entre los talentos que dio esta tierra florecieron en sobremedida los sabios de la ciencia y la técnica como es el caso de matemáticos o astrónomos como Ibn Abi ‘Ubayda al Layti, de Valencia, Muhammad Ibn Isma’il al Nahwi, Abderramán Ibn Isma’il Ibn Badr, de Córdoba, Ibn al Zarqala (Azarquiel) de Córdoba, Abu Zakariya Yahya Ibn Hudayl al Tuyibi de Archidona, Mansur Ibn ‘Ali Ibn Abdallah al Zawawi de Granada, médicos como Abu Marwan ‘Abd al Malik ibn Habib de Huetor Vega, ‘Arib ibn Sa’id al Katib, Abu Sulayman ibn Hassan ibn Yulyul, la familia de los Ibn Zuhr (Avenzoar), Abu ‘Imran Musa Ibn Maymun (Maimónides), el propio Ibn Ruchd el nieto (Averroes), Muhammad ibn Qassum ibn Aslam al Gafiqi de Belalcázar, Abu-l-Qasim Jalaf ibn ‘Abbas Al Zahrawi (Abulcasis) de Córdoba o Ibn al Jatib de Loja, que publicó el primer tratado europeo sobre la peste.
Entre los agrónomos, Abu Abdallah Muhammad Ibn Ibrahim Ibn Bassal de Toledo, Ibn al Awwam, Abu-l- Jayr de Sevilla, Ibn Luyun de Almería; farmacéuticos como Ibn al Baytar de Málaga, muchos poetas como, Ibn Jafaya, Ibn al Zaqqaq o Ibn al Rusafi de Valencia, Ibn Bayya de Zaragoza, Ibn Shuhayd, Ibn Hazm, Ibn Zaydun, la princesa Wallada, Ibn Quzman de Córdoba, Yehuda ha-Leví, Mose ben Ezra de Toledo, Ibn Sahl, Ibn Ammar, el rey al Mutamid de Sevilla, Ibn Bassam de Santarem, Ibn Sa’id, Ibn Yayyab, Ibn al Jatib, Ibn Zamrak de Granada, el rey al Mutasim de Almería, Ibn al Labbana de Denia.
Igualmente florecieron las ciencias humanas, de las que la espiritualidad es la máxima representación en tanto que explica la realidad humana: Ibn Masarra de Cordoba, Ibn Tufayl de Guadix, Ibn al Arif de Almería, Ibn al Husyn de Mallorca, Ibn Abbas de Ronda, Abu Madyan de Sevilla, Al Shustarí de Guadix, Ibn al ‘Arabi de Sevilla, Ibn al ‘Arabi de Murcia, Ibn al Jatib de Loja, Slomo ben Gabirol de Málaga, Abraham bar Hiyya ha-Nasí de Barcelona, Abraham ben Meir ben Ezra de Tudela, Ibn Maymun, Ibn Rushd de Córdoba. Tal vez estos, por dedicarse a la luz del alma fuesen, más que ningún otro, aquellos hombres de luz que, a los hombres, alma de hombres les dieron, como reclamó siglos más tarde un tal Blas, de apellido Infante nacido en la localidad de Casares (Málaga).
Esta tradición se pierde tras la fulminante supresión del islam sobre suelo ibérico, si bien se ha mantenido en el Magreb africano, precisamente en el seno de familias o cofradías místicas muchas descendientes del legado espiritual andalusí, como uno de los oasis más importantes del sufismo en el mundo hasta nuestros dias. Es el caso de Shu’ayb ibn Husayn al Ansari Abu Madyan, maestro de Abdeslam al Mashish a su vez maestro del Abu-l-Hassan al Shadili, o las de Ibn al Alawi o Ibn al Darqawi, Curiosamente la tariqa Shadiliyya se mantiene actualmente habiendo vuelto a recalar en tierras de Murcia, lugar de origen del gran maestro Ibn al ‘Arabi (el vivificador de la Religión).
Mi corazón adopta todas las formas,
es pastos para las gacelas y monasterio para el monje,
templo para los ídolos, la Kaaba del peregrino,
las tablas de la Torá y el libro del Corán.
Sigo sólo la religión del amor,
y hacia donde va su caravana me dirijo,
pues es el amor mi sola fe y religión.
Ibn ‘Arabi. Murcia 1165
Los sufís, que practican el silencio, la pobreza y el desapego material se instalan frecuentemente en el entorno rural, constituyendo zawiyas (az zawiya: la Zubia) o ribats (rábitas o rábidas), llegando a convertirse en la mayoría de los casos en lugares de visita popular. Es lo que posteriormente llega a derivar en la multitud de ermitas, santones y centros de romería o peregrinación que actualmente aparecen por la geografía ibérica. La conocida Cova d’Irya por ejemplo, aún mantiene su nombre árabe de Cueva de la Visión.
Es el caso también de la Rábita de Canillas de Aceituno, a la que la historia reciente se refiere como lugar de veneración local. “Allí nombraron capitanes particulares de cada lugar y pareciéndoles que estarían mejor todos juntos en el Peñón de Fregiliana, que era muy fuerte y cerca de la mar, enviaron a decir a los del fuerte de Sedella que se viniesen a juntar con ellos. Los cuales, confiados en la vana devoción que tenían con los sepulcros de cuatro morabitos que decían estar enterrados en la Rabita de Canilles de Aceituno, que está junto al fuerte, no querían desamparar el sitio hasta que, enviándoles gente y bagajes, los obligaron a no hacer otra cosa contra la voluntad de un moro viejo, llamado el Jorron de Leimon, que les decía que por ninguna cosa lo dejasen, porque era lugar dichoso, donde habían tenido siempre felices sucesos los moros con la protección de aquellos santos, y que esto se hallaba en sus escrituras ”. (Historia del Rebelión y Castigo de los Moriscos del Reino de Granada. Luis del Mármol y Carvajal.).
Por este motivo, se promueven estos actos, encaminados a facilitar el conocimiento de lo que un dia fue la cultura que floreció sobre esta tierra sirviendo igualmente como homenaje tardío a quienes la habitaron, la regaron con agua o sudor y la hicieron posible hasta llegar a nuestros dias, con el convencimiento de que aquellos andaluces merecen más reconocimiento que el olvido en el que hasta ahora han estado sumidos.
El sufí es como un borracho,
pero no bebe vino.
Está saciado sin haber comido.
Es comparable a un rey,
pero va vestido de harapos.
se parece a un tesoro
escondido debajo de escombros
y es poseedor de cien soles,
estrellas y lunas.
El sufí conoce la verdad universal
que no se aprende en los libros.
POESÍA Y MÍSTICA SUFÍ
Mística sufí
El hijo del instante
Hace cerca de mil años un poeta sufí decía del sufismo que era un sabor, porque su objeto y su fin podrían definirse como una sabiduría directa de verdades trascendentes, más comparable con las experiencias de los sentidos que con el conocimiento que procede de la mente. "¿Dónde está la sabiduría que perdimos con el conocimiento?", anotaría para el caso un poeta de Occidente.
Más que una doctrina, el sufismo es un puente (puente entre Oriente y Occidente), un camino, una manera de buscar, un arte de llamar. "Buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá." Al modo sufí, diríamos que la poesía es un sabor.
Antes de que el mundo existiera, viña, racimo o uva,
nuestra alma estaba embriagada de vino inmortal.
Ibn al Farid
Visto como esa vuelta al origen, al núcleo sagrado, al reducto físico del alma, el sufismo ha tenido nexos directos con la creación poética: es el movimiento del poeta hacia lo desconocido y lo indecible, ese deseo por elevar el espíritu por encima de sí mismo, emigrando del mundo sensible al imaginario. La existencia para Ibn Arabi es imaginación dentro de la imaginación.
El sutil alquimista transmuta en un instante
en oro el pesado metal de los días.
Ibn al Farid
William James denomina a este rasgo místico como inefabilidad: desafío de la expresión, incapacidad de la palabra para informar acerca del contenido de la experiencia. Así, es posible afirmar que el único modo de comunicar lo inefable es, precisamente, mediante el lenguaje poético (William James, Las variedades de la experiencia religiosa, Barcelona, Península, 1994. p. 285). De allí que frente al escepticismo del poeta moderno el maestro sufí Al-Alawi replicara: "Pero, diga lo que diga, y piense lo que piense, usted está más cerca de Dios de lo que cree". Sólo Dios puede enunciar, por medio de las palabras de su fiel, el misterio de su unidad.
El desarrollo espiritual sufí requiere que el aspirante pase por siete fases de preparación tras las cuales la individualidad está dispuesta para la creación completa. Estas fases se conocen con el término nafs (alimento):
1. El nafs depravado y dominante.
2. El nafs acusador.
3. El nafs inspirado.
4. El nafs sereno.
5. El nafs realizado.
6. El nafs que realiza.
7. El nafs purificado y completo.
Se considera que el nafs pasa, a su vez, por unos procesos que transmutan la conciencia: la duda, la perplejidad, la detención, el aniquilamiento y la resurrección (instante de la creación). Esencialmente, el sufismo cumple la función de recordar al hombre quién es en realidad, liberando su alma de los confines de aquella prisión ilusoria del ego.
Vida-muerte, amor-guerra, naturaleza-Dios son los motivos de revelación pretemporales en la tradición primordial sufí, al igual que en la lírica clásica; poemas, oraciones, himnos, proverbios, sus expresiones y experiencias: "Materia inmaterial de los místicos, en la que la imaginación metafísica puede modelar sus sueños", según Henry Corbin.
Con frecuencia, un verso precioso
alivia un corazón apesadumbrado.
Hafiz
"No hay más realidad que la realidad", afirma este arte sagrado en su doctrina de geométrica simpleza. Todas las cosas formadas por las fuerzas del universo tienen una forma y un contenido divinos: perplejidad metafísica. Agotar la realidad, darle un ritmo -aquí y ahora- a esta geometría divina, es la propuesta de estos místicos heterodoxos (de raíces platónicas - neoplatónicas-, gnósticas y zoroastrianas), de allí que se defina al sufí como el hijo del tiempo presente o el hijo del instante.
Yo, que he visto a mi Señor con el ojo del corazón,
le digo: ¿Quién eres Tú? Y Él me responde: ¡Tú!
Hallâj
Percibir dimensiones suplementarias de profundidad y elevación -despertar vertical de la conciencia- en una nueva realidad es el objetivo analógico del sufismo y de la poesía. Para William James, los estados místicos corresponden a estados del conocimiento, estados de penetración, revelaciones e iluminaciones repletos de sentido. Forma de conocimiento no intelectual -razonamiento lógico- sino intuitiva, caracterizada por una visión de conjunto, de totalidad. La palabra original aplicada aquí a este tipo de experiencia tiene que ver con lo que brota directamente del origen o de la fuente. Originales porque tienden al origen mismo.
Evocando con vino al amado,
bebimos hasta embriagarnos,
cuando aún la viña estaba por crear.
Ibn alFarid
La metáfora de la embriaguez habla de ese viaje del alma desde la dispersión y el pesar hasta el conocimiento real (divino), la promesa de ebriedad más allá de la apariencia efímera.
Deja ya tu egoísmo; no temas la pobreza.
No persigas el oro. Y bebe, que una vida
tan llena de pesares, hay que pasarla toda
en un sueño profundo o embriagado de vino.
Omar Khayyam
El sufismo, como la poesía, trasciende las cadenas de la religión hacia una esencial forma de contemplación -mística salvaje- más allá de cualquier ideología. El asombro ante la contemplación de la realidad lleva al poeta a divinizarla, a volverla sagrada. El poeta sufí no pretende tan sólo utilizar el lenguaje sino fundirse en comunión con él.
Si la locura le encuentra,
él la toma por sabiduría.
Rûmi
Los maestros sufíes describen diversas especies de oración: la oración litúrgica, la oración silenciosa o meditación, la contemplación solitaria, la danza, la remembranza de los nombres divinos. Cuántas exclamaciones calificadas como teopáticas.
Mi silencio es el verbo que deseas,
¡Oh! escuchador de la oscuridad.
Ghazali
El sentido final del sufismo es la santidad, pero una santidad creada, particular, individual -aun inversa, como la del malamatí que concita la reprobación- ya que la originalidad es inseparable de la unidad. Lo que en términos poéticos se aproximaría de alguna manera al estilo, el estigma, esa marca particular que nos hace universales. La santidad del poeta es su estilo.
Transforma tu cuerpo entero
en visión, hazte mirada.
Rûmi
Malamatí es un término derivado de malama o censura. El malamatí oculta sus actos meritorios como otros ocultan sus malas acciones. Busca ser despreciado y reprobado. Ibn Arabi lo define como "solitario en la multitud" y lo sitúa en la esfera más alta de la santidad.
La doctrina de la nada
A semejanza del taoísmo y del zen, el pájaro sufí establece una relación tácita entre revelación mística e inspiración poética y provee la metafísica necesaria para su comprensión. Las palabras son el vehículo para el íntimo deslumbramiento y el silencio es su oración. "En verdad, somos Dios, y a Él regresamos", afirma el versículo de "la sabiduría del retorno". Este reflujo (tentativa de inmersión en lo absoluto) o viaje hacia el interior divino ha sido encontrado por estos místicos a través de dos vías de ascesis: la meditación y la poesía (ojos de la imaginación).
Quien no ve la mano que realiza la escritura,
supone que el resultado procede del movimiento de la pluma.
Rûmi
Para el sufí el corazón es el centro y comprende todas sus prolongaciones verticales. El corazón es el istmo-emblema que separa los dos mares que simbolizan cielo y tierra, espíritu y cuerpo. Particularmente representativa de esta tradición primordial es la frase del profeta: "El perfume y las mujeres se me han hecho queridos y el frescor ha venido a mis ojos en la oración". La mística erótica también tiene cabida en este arte hierático:
Su Torá es la tabla de sus piernas en su esplendor,
que yo sigo y estudio como si fuera Moisés.
Ibn al Farid
Tariqa es el método de vida que, por medio de una plenitud sexual, conduce a la luz imperecedera. El sexo lleva a cabo esa reconciliación milagrosa: carne-espíritu, entraña-luz. No sólo el amor divino y abstracto, también el amor al cuerpo, más allá de la razón.
No hay bondad en un amor si la razón lo gobierna.
Ibn Arabi
Adoración del amor, instinto de posesión del cuerpo, anhelo de fusión del ser en el otro. En la lectura erótica sufí hay que presuponer y diferenciar tres clases de amor que, como tres modos de ser, se manifiestan en la criatura:
1. El amor divino: el amor de la criatura por su Creador (deseo del Dios revelado).
2. El amor espiritual: en el cual sujeto y objeto son el mismo (el Amante y el Amado). Teofanía física.
3. El amor natural: que desea poseer y satisfacer sus propios deseos. El viaje en este amor, como lo afirma Ibn Abbad de Ronda, es de "descenso y bajada" tras el éxtasis. El deseo desaparece y con él, el deleite.
La oración, el poema y el corazón son para el sufí el centro de la conciencia. "Serena tu espíritu y aprende a nadar", decía Alí al Yamal a propósito del estado de perplejidad, de quietismo, de alumbramiento que busca el iniciado. Dicho en otros términos: libera tu mente de tal modo que tu espíritu (en inspiración), tras dejar de caminar, pueda experimentar los movimientos espontáneos de la intuición, de la misma manera que un cuerpo en el agua se libera a los gestos espontáneos de sus miembros, agitándose, sin aferrarse a nada: "Aquellos que no son peces pronto se cansan en el agua" (Rûmi). Este estado privilegiado sólo logra ser abarcado por el instante poético -intuición del instante-, momento que se hace físico a través de la danza en la Orden de los Derviches Giróvagos.
Dejar el corazón vacío, cortar los vínculos con el mundo, es el método de ascesis de los sufíes, sean cuales sean sus grados o formas y está resumido en la palabra árabe fanâ, que traduce "aniquilamiento". "Si quieres ser sincero, muere", dice Ibn al Farid. Aniquilar el ego (el ídolo de todo hombre es su ego). "Que tu aniquilamiento sea tal, que no tengas ya que negar ni afirmar". La vía mística es el vacío, pero no el vacío absurdo, sino el vacío pleno. Se vacía de sí mismo (kenosis) y se deja invadir por la divinidad. Este ir más allá sobrepasa la razón hasta llegar a la ebriedad. Es el vino del que hablara Omar Khayyam en sus Robaiyyat.
No hay lugar digno en el mundo para quien vive sobrio,
pues el saber se le escapa a quien ebrio no muere.
Ibn al Farid
Aquí pobreza, vacío, nada, locura, ebriedad no son más que el contenido del éxtasis
Fuente:
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