Miércoles De Ceniza y Entierro De La Sardina. Terminado el Carnaval empieza el ciclo de la Cuaresma, con el Miércoles de Ceniza que nos invita a tomar contacto con la "realidad..."

Y en el que el sacerdote va repitiendo, uno por uno, la letanía de "polvo eres..." Mientras va haciendo la señal de la cruz sobre la frente de los fieles y les impone la ceniza, recordándoles al paso, "nuestra miseria humana", así como la "precariedad y futilidad" de la vida para que no la desperdiciemos entre tanto "abuso y placer" desenfrenado.

La ceniza, hecha con ramos de olivos y palmas bendecidos el año precedente en el Domingo de Ramos, simboliza, entre otras cosas, la condición débil y caduca del hombre que camina inexorablemente hacia la muerte. Hace años, a uno se le ponía el corazón en un puño cuando nos lo recordaba con la tétrica fórmula de "acuérdate, hombre, que eres polvo y en polvo te has de convertir", más expresiva que la actual de "convertíos y creed en el Evangelio".

En latín impresionaba aún más. En el momento de hacer con ceniza una cruz sobre nuestra frente, el cura pronunciaba estas solemnes palabras: "Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris". A muchos fieles, al oírlo, les corría un sudor frío por el cuerpo, se les ponía un nudo en la garganta y luego se iban al banquillo de madera para meditar, de rodillas, sobre el significado profundo de la frase, y de las verdades eternas... La muerte, el juicio final, el infierno y similares temas...

El rey San Fernando, cuando se siente morir, pide que lo acuesten en el suelo sobre un lecho de ceniza para implorar la misericordia divina. Hemos dicho que la ceniza simboliza la precariedad de la vida humana, pero también significa la resurrección, ya que esta se producirá a partir de nuestras cenizas. A esta imposición ritual de la ceniza se seguía en tiempos pasados, un austero sacrificio gastronómico durante toda la Cuaresma -hoy limitado precisa y únicamente al miércoles inicial- del ayuno y la abstinencia.

La prohibición de carne limitaba de hecho la dieta durante la cuarentena a legumbres hervidas, verduras y algún lacticinio si se disponía de ganado lechero, que era casi un privilegio. Así, no es raro que los cristianos se dedicaran a sesudas discusiones científico-metafísicas sobre si los caracoles o las aves acuáticas (tipo oca o pato) eran carne o pescado.

* * * * * Entierro De La sardina: El Miércoles de Ceniza abre las puertas de par en par a la Cuaresma, pero antes es preciso hacer una cosa: enterrar a un pez teleósteo marino de la familia clupeidos. Así es. Ni más ni menos que el entierro de una sardina "en persona o en efigie", que da lo mismo. Tanto en Madrid como en muchísimas provincias españolas cada Miércoles de Ceniza se viene repitiendo una pantomima un tanto "curiosa", cual es el entierro solemne de la sardina con ataúd, plañideras, cirios y jaculatorias al efecto.

Sin embargo, este ritual tan profano se remonta a unos pocos siglos. El origen de este curioso cortejo está en la época del rey Carlos III, quien decidió durante un Miércoles de Ceniza que había que desterrar la carne para cumplir con la abstinencia. A tal fin organizó una fiesta en la Plaza de Ópera y mandó traer suculentas sardinas para combatir el hambre imperante, ya que chuletillas de cordero estaría mal visto. Sin embargo, aquel fue un día que el sol apretó lo suyo, y en lugar de los rigores del invierno, ese miércoles fue un día primaveral y las sardinas empezaron a descomponerse, hasta el punto que el hedor del pescado impidió digerirlo.

El pueblo llano no se resignó ante esta circunstancia adversa, y sobre la marcha se organizó entonces un simulacro de entierro y todos se dirigieron en comitiva hacia la Casa de Campo, en las proximidades de la Fuente de la Teja, para enterrar y deshacerse de la olorosa carga. Esta procesión tan singular, parece que cayó en gracia al pueblo y villa de Madrid, y desde entonces se convoca a los parroquianos para efectuar de nuevo el entierro de la sardina año tras año, en un acto simbólico de recuperar así la carne.

Ramón de Mesonero Romanos, en sus "Escenas matritenses, se refiere al Carnaval de 1.839, y nos dice que la comitiva descendía desde el Madrid castizo hasta el río, pasaba el Puente de Toledo, y más adelante se enterraba la sardina que había sido llevada -en andas, y en la boca de un pelele que era a su vez quemado en alta pira-.

El Miércoles de Ceniza que se celebra en Garicho (Tenerife), adquiere una singular variante. Es el culto al "sansúsino", que personifica el pez de mala calidad, el súsino, paralelo a la sardina que se entierra en otros lugares de España.

Fuente: Jesús Callejo "Fiestas Sagradas".

* * * * * "No es digno de mandar a otros hombres aquel que no es mejor que ellos". -Ciro-

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