Como indica Julio Caro Baroja, el culto a las aguas tiene una de sus manifestaciones más brillantes en esta noche de Junio. Se dice que, en ella, las aguas del mar, de los ríos, de las fuentes... poseen virtudes

 En Junio, la noche más hermosa

En la iconografía tradicional, Junio era representado como un segador de heno, o como un joven que señala con el dedo un reloj solar -para dar a entender que el sol empieza a bajar- mientras sostiene en la mano una antorcha encendida, como símbolo de los calores del mes.

Aunque la más popular sea la noche de San Juan, también se celebran otras fiestas durante el mes de Junio. En Francia, en el primer día de Junio, los habitantes de Boulbon, en el sur del país, pasean por las calles llevando sobre sus cabezas una botella de vino. Todos caminan hacia la iglesia de St. Marcellin, donde el cura bendice esas botellas rellenas de vino nuevo. Inmediatamente, los hombres las descorchan y lo prueban con sumo deleite. Luego los ciudadanos guardan en sus casas durante todo el año la botella vacía, hasta que vuelve a repetirse esta tradición ya secular.

En muchos lugares del mundo, San Juan se utilizaba como fecha de referencia para realizar determinados cultivos y faenas agrícolas. E incluso para explicar algunos comportamientos inducidos por el calor, tal y como asevera esta copla canaria: En Abril duerme el mozo ruin, en Mayo duermen el mozo y el amo, y por San Juan todos los que en la casa están Existen prácticas comunes que se realizan en este pequeño ciclo veraniego que va del 24 al 29 de junio, como la de mudar de amo o de mozo, que aún pervive en nuestros días en las tareas agrícolas y pastoriles. Consiste en contratar, por San Juan o San Pedro, a gañanes y pastores para todo el año.

San Juan: la Puerta del Solsticio de Verano

Hay dos momentos del año en los que la distancia angular del Sol al Ecuador Celeste de la Tierra es máxima. Estos momentos son los llamados solsticios. Esta palabra significa sol inmóvil, porque da la impresión de que el Sol apenas mueve su declinación de un día a otro. En los antiguos mitos griegos, a los dos solsticios se les llamaba puertas. En parte, no les faltaba razón: la Puerta de los Hombres correspondía al Solsticio de Verano (21 al 22 de Junio), a diferencia de la Puerta de los Dioses del solsticio invernal (21 al 22 de Diciembre).

El Solsticio de Verano es el gran momento del curso anual del Sol; a partir de ese punto comienza a declinar. Antes de cristianizarse esta fiesta, los pueblos de Europa encendían hogueras en sus campos para ayudar al Sol, en un acto simbólico con la finalidad de que no perdiera fuerzas. Probablemente en su consciencia interna participaban de la Idea universal de que el fuego destruye lo malo y lo dañino.

El Solsticio al revés, según en qué hemisferio

La festividad de San Juan está asociada al Solsticio de Verano, pero esto tan sólo es cierto para la mitad del mundo. Mejor dicho, para quienes viven por encima del Ecuador (en el Hemisferio Norte), ya que para los del Hemisferio Sur, el solsticio que corresponde a esta fecha es el de Invierno. En el Hemisferio Norte es el día más largo y, por consiguiente, el poder de las tinieblas tiene su reinado más corto; en el Hemisferio Sur ocurre todo lo contrario.

Este fenómeno da origen a la ceremonia del Inti Raymi, un ritual incaico en honor del Sol que aún sigue celebrándose en Perú. Fiestas como ésta se celebran en los países orientales, con ritos y creencias distintas (eso sí, con otros nombres, a cual más variopinto). Todas conservan la misma esencia: rendir un homenaje al Sol, que en ese día tiene un especial protagonismo. Estemos en el hemisferio que estemos, al Sol se le ayuda para que no decrezca y mantenga todo su vigor.

La atmósfera de San Juan, cargada de leyendas

Las tradiciones son unánimes en decir que en la Noche de San Juan se abren de par en par las invisibles puertas de El Otro Lado del Espejo. Se permite el acceso a grutas, castillos y palacios encantados; se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras, las princesas y las infantas cautivas merced a un embrujo, un ensalmo o un maldición; braman los cuélebres y vuelan los caballucos del diablo. Salen a pasear a la luz de la luna seres femeninos misteriosos; afloran enjambres de raros espíritus duendiles, amparados en la obscuridad de la noche; las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su codiciado plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso para que intente echarles el guante. Las mozas enamoradas sueñan y adivinan quien será el galán que las despose; las plantas venenosas pierden sus dañinas propiedades y, en cambio, las salutíferas centuplican sus virtudes; los tesoros se remueven en las entrañas de la tierra y las losas que los ocultan dejan al descubierto parte del mismo para que algún pobre mortal deje de ser, al menos, pobre. El rocío cura ciento y una enfermedades y además hace más hermoso y joven a quien se embadurne todo el cuerpo con él; los helechos florecen al dar las doce campanadas... La atmósfera se carga de un aliento sobrenatural que impregna cada lugar mágico del planeta. Es el momento propicio para sentir escalofríos, estremecernos, ilusionarnos, alucinarnos y narrar a nuestros hijos, nietos o amigos, toda clase de cuentos, anécdotas y chascarrillos sanjuaneros que sepamos.

Una fiesta desde que el mundo es mundo

Ni que decir tiene que esta fiesta solsticial es muy anterior a las relativamente recientes religiones cristiana o islámica. Incluso, dentro de las distintas prácticas religiosas, no se ha celebrado siempre en la misma fecha. Uno de los antecedentes que se puede buscar a esta festividad es la celebración celta del Beltaine, que se realizaba el primero de Mayo. El nombre significaba Fuego de Bel o Bello Fuego. En ella se encendían hogueras que eran coronadas por los más arriesgados mediante largas pértigas.

Después los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas, para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades. A la vez, rogaban a los dioses por que el año fuera fructífero. Otra de las raíces de tan singular noche hay que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se celebraban en el Solsticio de Verano, encendiendo grandes hogueras de carácter purificador. Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la guerra, Minerva, unas fiestas con fuegos, existiendo la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas. Ya por entonces se atribuían propiedades medicinales a las hierbas recogidas en aquellos días.

Entre los bereberes de África del Norte (Marruecos y Argelia) se encienden, el 24 de Junio, durante la fiesta llamada Ansara, hogueras que producen un denso humo, considerado protector de los campos cultivados. A través del fuego se hacen pasar los objetos y utensilios más importantes del hogar. Los bereberes las encienden en patios, caminos, campos y encrucijadas, quemando plantas aromáticas. Prácticamente ahuman todo, incluso los huertos y las mieses. Saltan siete veces sobre las brasas y pasean las ramas encendidas por el interior de las casas; hasta las acercan a los enfermos para purificar de todos los males el entorno.

Lo cierto es que esta costumbre de celebrar el solsticio es preislámica, pues se basa en el calendario solar, mientras que el musulmán es lunar.

¿Por qué precisamente San Juan? ¿Por qué se puso bajo la advocación de San Juan una fiesta que tiene un origen remoto? Parte de la respuesta nos la da Lucas al narrar en su Evangelio que María, en los días siguientes a la Anunciación, fue a visitar a su prima Isabel cuando ésta se hallaba en el sexto mes de embarazo. Fue fácil fijar el nacimiento del Bautista en las calendas de Junio, seis meses antes del nacimiento de Cristo. Se señaló a esta noche, próxima con el solsticio de verano, como la de San Juan. con sus prácticas, ritos, tradiciones y costumbres de orígenes inmemoriales en toda Europa.

Lo paradójico del asunto es que el 24 de Junio se celebra la fecha del nacimiento del Bautista, que en realidad no debería festejarse, pues el dies natalis de los santos siempre fue el de la muerte. En el Evangelio de Lucas se cuenta que el padre de Juan, el sacerdote Zacarías, había perdido la voz por dudar de que su mujer, Isabel, estuviera encinta. En el momento de nacer San Juan, la recuperó milagrosamente, como se lo había predicho el ángel Gabriel. Rebosante de alegría, la tradición religiosa dice que encendió hogueras para anunciar la noticia a parientes y amigos.

La expansión del culto a San Juan Posteriormente llegó a suplantar o reciclar viejos cultos. Lo que antaño se hizo en Baños de Cerrato (a unos pocos kilómetros de Palencia) es uno de los muchos ejemplos que se pueden esgrimir al respecto. Ya en época romana existían en esta localidad unas fuentes o baños consagrados a las Ninfas (hasta el punto de encontrarse un altar dedicado a estas bellas divinidades acuáticas) con el aliciente de que sus aguas tenían propiedades curativas.

El rey godo de Toledo, Recesvinto (siglo VII), se enteró del portento y hasta allí encaminó sus pasos y su séquito. Gracias a sus aguas se curó de una enfermedad que le estaba haciendo la puñeta. Como por entonces ya se había convertido al cristianismo, mandó erigir un templo “en acción de gracias” y se buscó como patrono a un santo que tuviera algo que ver con las aguas: San Juan Bautista. Este es el origen de la famosa basílica visigótica de San Juan de Baños, en cuyo recinto se celebra cada año la "Misa en rito hispano-visigótico-mozárabe”, el domingo más cercano a San Juan, declarada de Interés Turístico.

Canción de San Juan, de Lope de Vega Músicos: La mañana de San Juan, mozas, vámonos a coger rosas. Uno solo: Pues que tan clara amanece... Todos: Vamos a coger rosas. Uno: Y todo el campo florece... Todos: Vamos a coger rosas. Uno: Aquí hay verbena olorosa. Todos: Vamos a coger rosas, la mañana de San Juan, mozas. Vamos a coger rosas. Uno: A donde cantan las aves... Todos: Vamos a coger rosas. Uno: Y corren fuentes suaves... Todos: Vamos a coger rosas. Uno: Aquí convida la sombra. Todos: Vamos a coger rosas, la mañana de San Juan, mozas, vamos a coger rosas. (La Hermosura Aborrecida, Parte VIII)

Junio y San Juan en los refranes

-Barbechar de mayo y binar de junio, buenos barbechones pero pan ninguno. (Se refiere a que estos meses son sólo de trabajo, no de cosecha).

-Agua de por San Juan, quita vino y no da pan. (La lluvia de esta época no es muy conveniente).

-En junio, hoz en puño. (Indica que este mes es cuando se siega el cereal).

Fenómenos Extraños: Pero cuando se habla de un día con un aura tan mágica como este no sólo ocurren acontecimientos más o menos previsibles, también hay que estar a la expectativa de que surja lo imprevisible, lo insólito y lo sorprendente. Me refiero a sonidos espectrales, fenómenos atmosféricos, visiones de llamaradas, luces, apariciones y resplandores que tienen preferencia por manifestarse en esta fecha. Es como si se abrieran las “puertas” que mencionan los mitos griegos.

-Un fenómeno especial que sólo es posible ver en este día en algunas islas canarias es el de los maxios. Serían, básicamente, los espíritus de los ancestros guanches que vagan por los mares, corporeizándose en forma de nubecillas blancas durante algunas fiestas importantes y, sobre todo, como no podía ser menos, en el día mágico de San Juan, que por aquellas épocas remotas recibía otro nombre. Lo que es seguro es que los guanches conocían la fecha del inicio del solsticio de verano y la celebraban.

El faican de la isla de Gran Canaria (especie de sumo sacerdote y adivino guanche) o el guañameñe, en la isla de Tenerife, eran los intermediarios que ponían en contacto a la Comunidad de Iniciados con los maxios. Leamos lo que nos cuenta el historiador Gómez Escudero sobre ellos: “Dicen que llamaban a los Majos” (o magos) que eran espíritus de sus antepasados que andaban por los mares y venían allí a darles aviso cuando los llamaban... y dicen que los veían en forma de nubecitas a las orillas del mar; los días mayores de el año, cuando hacían grandes fiestas... veíanlos a la madrugada el día de mayor apartamento de el sol en el signo de Cáncer, que a nosotros corresponde el día de San Juan Bautista.

Juan Bethencourt Alfonso, en Historia del Pueblo Guanche, dice que con el nombre de “carreras de los maxios” se conoce un extraño fenómeno que tiene lugar en las amanecidas de ciertos días y que consiste en –formarse a ras de la llanura compañías y batallones de nubecillas, semejando hombres cargando leña que, después de volucionar en distintos sentidos como atacando o persiguiéndose, siempre concluyen por irse arrojando de cabeza al mar unos tras otros, desvaneciéndose tan original fenómeno con la salida del sol–.

-Otro se recoge en la feligresía de Bermés (Lalín-Pontevedra), en cuyo puente de Abellas más de uno llegó a ver en el siglo pasado cómo la peña “humeaba” tan sólo en la noche de San Juan. ¿Y qué decir de la visión que tuvieron once habitantes del pueblo francés de Montessé, cerca de Lourdes, la noche del 23 de junio de 1.848, cuando aseguraron ver a la virgen resplandeciente repetidas veces? En este día -y más en esta noche- en la actualidad hay personas que aseguran ver: fuegos fatuos, fuegos de San Telmo, formaciones lumínicas, seres “astrales”, ánimas benditas, fantasmas malditos, duendes traviesos, hadas juguetonas...

Ahora bien, si en ese día y esa noche hay costumbre de que surjan seres luminosos, objetos esféricos, luces erráticas o fauna de la más diversa calaña, también se produce el fenómeno inverso, es decir, desaparecen cosas y personas... En algunas leyendas piadosas, hasta los santos parecen saber los mecanismos escapistas que proporciona el solsticio y aprovechan la víspera de este día para trasladarse de manera milagrosa a otra parte. Es el caso de Santa Trahamunda, una santa insólita gallega de mirada melancólica cuya imagen se puede ver en el Monasterio de Poio (Pontevedra) al lado de su supuesto sepulcro visigodo.

De esta santa tan poco conocida se cuenta que había sido hecha prisionera muy joven en el convento de San Martín, en una de las incursiones árabes a Galicia. La llevaron a tierras sureñas y allí se estaba pudriendo física y psicológicamente durante diez largos años, prisionera en las húmedas mazmorras en Córdoba. En esta lamentable situación era lógico que sintiera morriña de su tierra. La leyenda dice que en la víspera del día de San Juan exclamó: “¡Oh, Señor, quien se hallara mañana en San Juan de Poio, para celebrar su fiesta!”. Dicho y hecho. Sucedió lo que deseaba.

Estando en su celda se esfumó, se trasladó, se escapó o se volatilizó y apareció en su pueblo natal de Poio (aunque algunas leyendas dicen que el lugar de llegada fue la isla de Tambo que se encuentra enfrente de Poio). ¿Que medio de transporte utilizó? Parece ser que volando en una palmera, a falta de otro objeto, aunque otras versiones aseguran que lo hizo montada en una barca de piedra llegando puntual a la fiesta, mientras las campanas de los dos conventos tocaban solas a rebato. Como prueba irrefutable de su “milagro” traía consigo, cogida entre sus manos, una palma de Córdoba como testimonio de su venida real.

Sus hermanas de fe la plantaron en el huerto y con el tiempo germinó una palmera que perduró como testimonio visible hasta el año 1.578. La “Santa de Poio” tiene méritos suficientes para ser considerada la patrona de la morriña o de la saudade (en portugués).

Fuente: Extraído principalmente de "Fiestas Sagradas" de Jesús Callejo. * * * * *

“Aquel que tiene fe no está nunca solo”. –Carlyle–

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