Juno-Carmenta. Las calendas de cada mes son jornadas dedicadas a la diosa Juno (Iuno), esposa de Júpiter, reina del cielo y protectora del matrimonio y de las virtudes femeninas.

Con su esposo y con Minerva forma la Tríada Clásica o Capitolina, compartiendo el principal templo de Roma, el de Júpiter Óptimo Máximo en el Capitolio. Pero Juno cuenta con muchos otros templos, así como tiene también muchas advocaciones:

Iuno Pronuba (protectora del matrimonio), Iuno Lucina (de los partos), Iuno Conservatrix (de los recién nacidos), Iuno Rumina (de la lactancia), Iuno Februata (de la fertilidad), Iuno Fluonia (de la menstruación), Iuno Covella (de la luna nueva), Iuno Sospita (de la guerra), etc.

En el siglo IV a. de C., cuando Roma estaba bajo asedio de los galos comandados por el rey Brenno, el ejército enemigo intentó al abrigo de la noche escalar las murallas del Capitolio, único lugar donde resistían los romanos.

Unos gansos que se criaban cerca del templo de Juno empezaron a cacarear, avisando así a los guardas romanos del ardid del enemigo, y eso salvó la ciudad de ser arrasada completamente por la horda gala.

Ante este prodigio, los romanos dieron el epíteto de Moneta, “la que avisa”, a la diosa Juno.

En este templo de Iuno Moneta es donde, además, se acuñaba el dinero, razón por la que hoy llamamos “monedas” al metal acuñado.

A Juno se la denominaba también Iuno Regina. Con este nombre se le rendía culto en la ciudad etrusca de Veyes.

Cuando los romanos entraron en guerra con esa ciudad comprobaron que, pese a su superioridad numérica y a todas las tácticas que empleaban, no eran capaces de hacer caer las defensas.

Así que decidieron ofrecerle a Juno, protectora de Veyes, un nuevo templo en Roma para que la diosa se trasladara allí y abandonara al enemigo. La diosa accedió y la ciudad etrusca fue conquistada.

En correspondencia, los romanos le construyeron en el año 392 a. de C. un magnífico templo en el Monte Aventino bajo la advocación de Iuno Regina.

Así como Juno era la esposa de Júpiter, también su sacerdotisa principal, la Flaminica Dialis, era la esposa del sacerdote de Júpiter, el Flamen Dialis.

No obstante, también la esposa del Rex Sacrorum, la Regina Sacrorum, tenía funciones sacerdotales ante la diosa Juno.

En las calendas de cada mes, un pontifex anunciaba desde la Curia Calabra, en el Capitolio, qué día caerían las nonas, con estas palabras rituales: die quinti te kalo Iuno Covella (“al quinto día te llamo, Juno Covella”), si las nonas eran el día 5; o septimi die te kalo, Iuno Covella (“al séptimo día te llamo, Iuno Covella”), si serían el día 7.

Las calendas de enero eran el comienzo del año político, cuando los magistrados asumían las funciones de sus cargos. Para ello, subían al templo de Júpiter Óptimo Máximo del Capitolio, donde los cónsules ofrecían a este dios el sacrificio de un buey.

NONAE
(Nonis Ianuariis – 5 de enero)
En este día, el Rex Sacrorum, el sacerdote romano de mayor dignidad, anunciaba al pueblo las fiestas del mes desde la Curia Calabra, levantada sobre un promontorio del Capitolio conocido como Arx (=“fortaleza”).

AGONALIA
(Ante diem V Idus Ianuarias – 9 de enero)
Las agonales son celebraciones en las que se hacía un agonium, es decir, el sacrificio de un cordero (=agnus) por parte del rey y, tras la caída de la monarquía, por el Rex Sacrorum.

En las agonales de enero se honraba al dios Jano (Ianus), el dios de los principios y de los umbrales, la misma divinidad a la que se había dedicado el primer mes del año (Ianuarius, mes de Jano) tras la reforma del calendario por Numa.

Este dios era tan importante que se le invocaba siempre en primer lugar en todos los ritos públicos o privados, pues, como deidad de los principios, era necesario comenzar por su nombre antes de mencionar a los demás dioses.

Además, tenía bajo su protección los umbrales (=ianua, “jamba”) de las puertas.

En Roma, Jano, que solía ser representado con dos rostros (Ianus Bifrons), tenía un templo con dos puertas, una enfrente de la otra, que permanecían abiertas en tiempos de guerra (Ianus Patulcius, Jano Abierto) y sólo se cerraban cuando reinaba la paz (Ianus Clusius, Jano Cerrado), lo que no ocurría demasiado a menudo: sólo en dos ocasiones estuvieron las puertas cerradas durante la República.

El emperador Octavio Augusto cerró solemnemente las puertas del templo de Jano otras tres veces más, cosa de la que se jacta en su "Res Gestae".

Además de este templo, del que no se ha conservado resto alguno, existe todavía en la urbe un edificio cúbico, semejante a un arco triunfal de cuatro puertas, dedicado a Ianus Quadrifrons en el Foro de los Bueyes (Forum Boarium).

Su sacerdote era, en la monarquía, el propio rey. Al llegar la República, el Senado creó la figura del Rex Sacrorum (“rey de lo sagrado”), también llamado Rex Sacrificulis (“rey de los sacrificios”), a quien otorgó la responsabilidad del culto de Jano y, por ende, la mayor dignidad sacerdotal.

No obstante, la máxima autoridad en los asuntos religiosos no le correspondía a él, sino al Pontifex Maximus (quien, sin embargo, ocupaba sólo el quinto puesto en la dignidad sacerdotal, tras el rey de lo sagrado y los flámines de Júpiter, de Marte y de Quirino).

CARMENTALIA
(Ante diem III Idus Ianuarias, Ante diem XVIII Kalendas Februarias – 11 y 15 de enero)

DIOSESENEII

Las carmentales son las fiestas de Carmenta, una diosa de culto muy antiguo, cuya función inicial era la de proteger a las mujeres durante el parto. Compartía este encargo con las diosas Antevorta y Postvorta, denominadas así por la posición que podía tomar el niño en el alumbramiento.

Quizá por asociación con las Parcas griegas, que predicen el destino de los hombres en el momento de su nacimiento, o quizá a causa de la etimología de su nombre (carmen = canción o verso, que era la forma en la que tomaban en la antigüedad romana los oráculos) a Carmenta se le atribuyó más tarde también la tutela sobre el don de la profecía.

Bajo esa faceta, Antevorta se convirtió también en diosa del futuro, y Postvorta en diosa del pasado.

Esta divinidad tenía a su servicio un flamen menor, el Flamen Carmentalis, que ejercía su sacerdocio en un santuario que tenía la diosa cerca del Capitolio, junto a la Porta Carmentalis.

En este templo, donde no se celebraba ningún sacrificio sangriento por ser un lugar dedicado a una diosa que ayuda a dar la vida, acudían las mujeres para evitar los abortos naturales.

Nada relacionado con la muerte podía mancillar el santuario de Carmenta, razón por la que el cuero, piel curtida de un animal muerto, era tabú en su interior.

Ovidio nos dice que había originalmente sólo un día de fiestas carmentales, y que el segundo día se añadió para complacer a las mujeres de Roma, las cuales se habían negado a engendrar más hijos hasta que el Senado no las autorizara a ser llevadas por las calles de la ciudad en carruajes.

El Senado no sólo accedió a su petición, sino que quiso también que la diosa de los partos fuera doblemente honrada dedicándole un día más en el calendario.

IDVS
(Idibus Ianuariis – 13 de enero)
Los idus de cada mes estaban consagrados a Júpiter (Iuppiter), señor del cielo, del rayo y la tormenta; rey de los dioses y padre de los hombres.

Era la divinidad principal de los romanos, protector del Estado y legitimador del poder. Presidía la tríada capitolina desde su templo en el monte Capitolio, dedicado a él como Iuppiter Optimus Maximus, el “mejor y más grande” de los dioses.

El nombre de Júpiter, que en latín arcaico y en otras lenguas itálicas era Diespiter, “padre del día”, guarda relación con el griego Zeus Pater, el báltico antiguo Dievs, el ilirio Deipaturos, el sánscrito Dyauspita, el sajón antiguo Tiwes o el antiguo alemán Ziw.

Se trata de una divinidad presente en casi todos los pueblos de origen indoeuropeo, cuya función es ser el señor del cielo y de la luz.

Pero, como ocurre con todas las divinidades importantes de Roma, Júpiter tenía otros epítetos: Iuppiter Latiaris (supremo dios de los latinos), Fulgur (del rayo), Tonans (del trueno), Lucetius (de la luz), Elicius (de la lluvia), Dapalis (de la abundancia), Iurarius o Dius Fidius (de la palabra dada), Farreus (del matrimonio ritual por confarreatio), etc.

Con la advocación de Iuppiter Feretrius le dedicó Rómulo un templo en el Foro; allí ofrecían los generales victoriosos las armas de sus enemigos (spolia opima); también se guardaban allí los tratados de paz o de alianza con las naciones extranjeras.

En otro templo que también le erigió Rómulo, se le invocaba como Iuppiter Stator, para infundir valor en los ejércitos que se baten en retirada. En el templo del Quirinal era adorado junto a Marte y Quirino, formando con ellos la “tríada arcaica”.

DIOSESENE

En el templo de Júpiter Óptimo Máximo del Capitolio, el más importante de la antigua Roma, estaba acompañado por su esposa Juno y su hija Minerva. Este templo fue comenzado a construir por el rey Tarquino Prisco, y terminado al poco de instaurada la República.

La estatua del dios estaba modelada en terracota y era obra del artista etrusco Vulca de Veyes. Se situaba en la cella central; en la de su derecha, la estatua de Minerva, y en la de la izquierda, la de Juno.

Con ellas configuraba la tríada clásica o capitolina. Pero en este templo de Júpiter Capitolino también se encontraban los altares del dios Terminus y de la diosa Iuventas.

Júpiter recibía culto de un sacerdote especial dedicado a su servicio: el Flamen Dialis. Este flamen mayor debía estar casado por confarreatio, y así su mujer se convertía en la Flaminica Dialis, sacerdotisa de Juno.

Al Flamen Dialis le rodeaba una gran cantidad de prohibiciones: no podía llevar nudos en el vestido ni en el calzado, no podía tocar nada que fuera de hierro ni que hubiera estado en contacto con un cadáver, no podía dormir fuera de su cama más de tres noches seguidas, y esta debía tener las patas manchadas con barro, no podía ver perros ni otros animales considerados impuros, y otras muchas.

En cambio era, tras el Rex Sacrorum, el sacerdote romano de mayor dignidad. En los idus de cada mes, el Flamen Dialis sacrificaba en honor de Júpiter una oveja cuyo vellón fuera completamente blanco (ovis idulis).

Fuentes:
http://www.monografias.com/
es.geocities.com
http://www.nrhispania.org/
* * * * *
"No hay cosa que los humanos traten de conservar tanto, ni que administren tan mal, como su propia vida".

Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra página web. Al utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de las cookies.