Llama la atención que fueran los griegos, identificados como gente de pensamiento más que de acción, los que exaltaran la actividad física como conjunto de virtudes individuales y, sobre todo, cívicas.

Origen de las Olimpiadas

Pero, seguramente porque fueron ellos quienes lo hicieron, estos han llegado hasta nosotros –Coubertin mediante– cargados de valores sociales, culturales e, incluso, espirituales, y han perdurado por encima del tiempo, del espacio, de la política e, incluso, de la Historia.

Los griegos llevaron a la práctica los Juegos Olímpicos en honra de los seres inmortales en el año 776 antes de Cristo.

El monarca de Élide concertó con el rey Licurgo de Esparta un pacto que perduraría a lo largo de los siglos:

“Olimpia es lugar santo.

Quien ose entrar armado en este pasaje será marcado a fuego como sacrílego. Así mismo será impío aquel que, teniendo poder, no vengue delito tan atroz”.

No eran los únicos juegos que se celebraban en Grecia. Se celebraban otros como: los Píticos de Delfos; los Ístmicos de Corinto y los de Nemea.

Antiguamente, los Juegos tenían un carácter religioso. Se alzaba un altar en honor a Zeus, los sacerdotes depositaban ofrendas y hacían una hoguera para brindarlas en sacrificio.

Más tarde, los griegos hacían una competición entre adolescentes para ver sobre quién recaería la gloria de encender el fuego del sacrificio.

De ahí el orígen de las carreras pedestres.

Las olimpiadas decayeron poco a poco y en el 393 después de Cristo, Teodosio prohibió los Juegos, por ser “anticristianos”.

Pocas instituciones humanas pueden siquiera aproximarse remotamente a la antigüedad de los Juegos Olímpicos.

Orígen de los Juegos
Su cuna estuvo en Grecia, en la región del Peloponeso, hace unos 3000 años, cuando empezaron a organizar competiciones deportivas en algunas ciudades como mezcla de deporte, cultura y religión.

Nadie conoce con exactitud cuándo se iniciaron.

Los primeros de los que se tiene constancia se celebraron el año 884 a. de C., pero los resultados más antiguos que se conocen se remontan al año 776 a. de C.

Leyenda y realidad se confunden en sus orígenes.

Según la mitología, fue Zeus quien instauró las olimpiadas para celebrar su victoria sobre los titanes, a los que arrojó del valle de Alfeo.

Hay quien atribuye su origen a los pisates, primeros pobladores del referido valle, y otros a Pios, el fundador de Pisa, antigua capital del Peloponeso.

Incluso hay quien los hace originarios de la isla de Creta, desde donde llegaron a Grecia a través de un sacerdote llamado Hércules, quien arribó a Olimpia quince siglos a. C. estableciendo la tradición olímpica cretense.

Por su parte, Píndaro los atribuye a Heracles, un caballerizo del rey Augias, soberano de la Elida.

También Turquía reclama su invención basándose en el hecho de que las estatuillas de deportistas más antiguas que se conoce fueron halladas en Anatolia, de donde lo habrían importado los griegos copiando modalidades tradicionales de los turcos, entre ellos la carrera de velocidad sobre una distancia de 192,25 metros que se disputaba en honor del dios Marduk.

Sea como fuere, los primeros Juegos se celebraron por iniciativa de Ifitos, rey de la Elida, que pactó una tregua con Licurgo, rey de Esparta, y que tuvo la idea de que hubiera paz entre todas las facciones en guerra en Grecia: la paz olímpica o Ekecheiria.

Esta paz se extendía desde los tres meses anteriores a los Juegos y después de ellos, lo suficiente como para permitir a los participantes un regreso seguro a sus hogares.

Solo se conocen tres ocasiones en que la Ekecheiria fue rota. Como castigo, los deportistas de esas ciudades que no respetaron la tregua fueron expulsados de las siguientes ediciones de los Juegos.

La tregua sagrada
La tregua (Ekecheiria en griego) se proclamaba antes y durante los Juegos, de forma que permitiera a los visitantes viajar de forma segura hasta Olimpia.

En el templo de Hera estaba depositado un disco de bronce con una inscripción en la que se describía la tregua.

Los mensajeros iban de ciudad en ciudad anunciando las fechas de las competiciones.

Pedían el cese de las guerras, antes, durante y tras los Juegos para permitir tanto a los atletas como a los espectadores viajar a Olimpia, y su regreso al origen con total seguridad.

La existencia de ese clima de paz era considerado muy importante durante el periodo de competición.

Durante ese periodo se suspendían las guerras, se prohibía a los ejércitos entrar en Elis o amenazar los Juegos, y se prohibían las disputas legales o la ejecución de penas de muerte.

La inmensa mayoría respetaba de manera escrupulosa la tregua, aunque se conoce algún caso en que se rompió, como la ocasión en que los lacedemonios atacaron una fortaleza en Lempreum, una ciudad de Elis.

En su defensa, alegaron que no se había anunciado la tregua en el momento de su ataque, pero los helenos les castigaron económicamente con dureza como estaba establecido por la ley.

Este hecho les costó 200.000 dracmas, 200 por cada soldado, lo que equivalía a una verdadera fortuna, si tenemos en cuenta que un dracma era el sueldo medio diario de un trabajador.

Una vez que la tregua sagrada había sido proclamada y la fecha de los Juegos anunciada, los atletas y sus entrenadores partían hacia Olimpia. El viaje podía ser largo y penoso.

Los atletas llegaban a Elis, cerca de Olimpia, y entrenaban en el gimnasio durante un mes. Allí se seleccionaba a los que iban a tomar parte en los Juegos.

 

EL ESP OLIMP GIM

Se disputaron 194 Juegos antes de Cristo y 97 en la época posterior, sin que dejara de celebrarse ninguno hasta su desaparición; hasta entonces solo había sido aplazada una edición, la del año 211, por decreto imperial.

El renacimiento de los Juegos, gracias al aristócrata normando Pierre de Fredi, barón de Coubertin, 2672 años después, no fue capaz de instaurar la tregua olímpica (se ha interrumpido su celebración en tres ocasiones a causa de dos guerras mundiales), algo que sí hacían aquellos pueblos.

Los Juegos Olímpicos en la Antigüedad
Comenzaban con una ceremonia y un sacrificio al dios Zeus y se disputaban en un estadio de la vecina ciudad de Élide.

Nacieron como enormes festivales en los que la religión, las prácticas atléticas y la música se unían para honrar a los dioses y esclarecer quiénes podían asumir el título de mejores "deportistas" de la época.

El culto a Zeus atraía al valle de Olimpia a peregrinos procedentes de los más diversos y apartados lugares de la antigua Grecia; y con ocasión de una de estas prácticas litúrgicas nació la idea que en su desarrollo daría lugar a los juegos deportivos.

Los peregrinos que llegaban a Olimpia ofrecían a Zeus un sacrificio. En una gran pira eran inmolados los presentes que los devotos ofrecían a la deidad.

Como el hecho de prender la llama de la gran hoguera del sacrificio suponía un privilegio y una distinción especialmente codiciada, se arbitró un medio sencillo para designar al elegido.

Los peregrinos que quisieran optar a aquel honor, colocados a una distancia prudencial, emprendían a la señal de una voz o grito una veloz carrera hacia el lugar en donde de pie, y con una antorcha en la mano, esperaba un sacerdote.

Al primero que llegaba hasta él le cabía el honor de encender la llama de la gran pira. Este fue el origen de los Juegos de Olimpia "impregnados en su esencia de una atmósfera de conmovedora sencillez".

La competencia ritual referida daría origen a la carrera denominada “del estadio” (192,27 m), la primera de las pruebas que figuraron en el calendario de los antiguos Juegos.

Los primeros datos que se tienen de los Juegos en honor de los dioses, celebrados en Olimpia, pertenecen a escritos de Hipias de Elis, y datan del 776 antes de Cristo.

La base más fundada de su invención correspondería a la tradición que adjudica a Hercúles su creación como celebración de la victoria de Zeus, su padre, ante Cronos, en la Titanomaquia.

La primera edición consistió únicamente en una carrera de 185 ó 190 metros (un largo de la pista de atletismo) por 32 de ancho; y el vencedor fue Coroebo de Élide.

Su nombre quedó grabado en el estadio, ya que la "inmortalidad" que eso suponía era el premio del vencedor.

Otra de las primeras pruebas olímpicas fue la de los saltos en largo, a causa de que los griegos acostumbraban a saltar zanjas y arroyos, y estaban entrenados en eso.

Las primeras ediciones duraban apenas un día y se reducían a festejar a los dioses, pero poco a poco fue tomando cuerpo la competición, alimentada por el espíritu guerrero de los griegos clásicos.

La fama de los Juegos de Olimpia consiguió que griegos de todas las ciudades conquistadas por la civilización llegaran a la península del Peloponeso para competir.

Entre las ciudades que más y mejores atletas trajeron –y por ello las más gloriosas– se encuentran Atenas, la ciudad del sur de Italia de Cortón, Miletos, en el Asia Menor, y la isla de Naxos.

Los Juegos Olímpicos se celebraban en verano, durante el mes de Hecatombión, (que correspondería a los actuales julio o agosto), y cada cuatro años, período que llamaban olimpíada. En ese período se paralizaban los conflictos bélicos.

A partir de entonces comienza a funcionar un nuevo sistema de calendario en la antigua Grecia, calendario que mide el tiempo por olimpiadas, es decir, por períodos de cuatro años.

Los Juegos Olímpicos eran para los griegos una solemnidad para la que nosotros no podemos encontrar hoy día equivalente similar.

Desde el 776 a. de C., con una matemática periodicidad cuadrienal, los griegos se reúnen en Olimpia a lo largo de 1168 años, hasta el 392 de nuestra.

La conquista de Grecia por los romanos en el siglo II antes de Cristo trajo un paulatino decrecimiento de los Juegos.

Los juegos romanos de la Antigüedad también tuvieron carácter religioso, pero fueron perdiendo estas características, y llevaban a esclavos y prisioneros, con luchas a muerte entre gladiadores.

En el año 393, el emperador Teodosio abolió los Juegos Olímpicos.

La concepción cristiana en la época consideraba inmoral el culto del físico.

Iniciado el año olímpico, desde Elida, capital del pequeño estado neutral de los eleos, dentro del cual estaba enclavada Olimpia, salían en dirección a los puntos cardinales los espondoforos o heraldos de la paz.

Su misión era comunicar a las ciudades y gentes en general que el año olímpico había comenzado, la fecha exacta de los Juegos, y que la tregua sagrada había entrado en vigor.

La tregua sagrada o Ekencheiria fue, al parecer, un convenio acordado en el 884 a. de C. entre los reyes de los Estados de Esparta, Pisa y Elida.

La tregua prohibía todo tipo de actividad guerrera mientras los Juegos durasen, y declaraba inviolable el territorio de Olimpia, donde los Juegos iban a tener lugar, impidiendo el acceso al mismo de toda persona armada.

El texto del histórico acuerdo estaba grabado, en forma circular y concéntrica, en un disco de hierro que se guardaba en el templo de Hera.

Su llegada marcaba el comienzo del intenso entrenamiento y las disputas entre atletas en todas las villas y ciudades.

Los jueces locales jugaban un papel importante en los Juegos; ellos seleccionaban a los atletas participantes y tenían la autoridad para permitirles jugar o descalificarlos.

También supervisaban que los atletas durmieran en un suelo duro y que cumplieran una dieta austera durante un mes de entrenamiento.

Al final, los que eran aprobados viajaban a la ciudad de Olimpia en una procesión de dos días.

Los participantes debían ser libres y de sangre griega, y los esclavos y extranjeros podían asistir, pero solo como espectadores.

Se excluía a todos aquellos que hubiesen cometido crímenes, sacrilegio o violado la tregua.

Solo podían tomar parte de los Juegos Olímpicos los varones.

EL ESP OLIMP MUJ ILas mujeres quedaban terminantemente excluidas.

La infracción de este precepto estaba castigada con la muerte: la ley prescribía el despeñamiento de la infractora desde el monte Tipeo.

Paradójicamente, la única transgresora de la norma, la célebre Callipatria, fue absuelta.

La protagonista del suceso llegó a Olimpia para presenciar la participación de su hijo Peisirrodos, que competía en la carrera del estadio.

Como la entrada al recinto deportivo le estaba prohibida, Callipatria entró al estadio camuflada con una túnica de entrenador, y se ubicó en el lugar que a estos estaba reservado.

Terminada la carrera, como su hijo se alzase con el triunfo, Callipatria, abandonando toda prudencia, se lanzó a la arena para abrazarlo, descubriéndose en ese momento su identidad.

Reunido urgentemente el reinado olímpico, Callipatria fue absuelta, al considerar los jueces como eximente de su culpa el ser hija, hermana y madre de campeones olímpicos.

La única mujer cuya presencia era habitual de los Juegos Olímpicos era la gran sacerdotisa de Deméter, para la cual se reservaba un sitial enfrente de aquel en que tomaban asiento los hellonódicas o jueces supremos de los Juegos.

Las mujeres participaban en Juegos exclusivamente femeniles que se realizaban en honor de la diosa Hera.

En los Estados griegos los Juegos se desarrollaron en homenaje a sus dioses, y periódicamente realizaban fiestas deportivas, entre las que se destacaban:

LOS PÍTICOS: en honor a Apolo Pitio en Delfos.

LOS ÍSTMICOS: dedicados a Poseidón en Corintio.

LOS MENEOS: en homenaje a Hércules en Argólida.

LOS OLÍMPICOS: los más famosos, en homenaje a Zeus en Olimpia (Elide).

Olimpia, desde el II milenio a. de C. fue un lugar de culto de diversos dioses, Gea, Cronos y Rea.

Posteriormente también, Hera, Pélope, Hipodamia y Zeus, pero lentamente, este último, padre de dioses, prevaleció sobre los demás.

Al igual que en los Juegos de la actualidad, en los Juegos de la Antigüedad se celebraban solemnes ceremonias de apertura y clausura.

El primer evento consistía en la carrera de guerreros armados, que era la única competencia donde el atleta se disfrazaba.

El segundo día de la competencia se cerraba con la disputa del pentatlón (salto de longitud, lanzamiento de disco, lanzamiento de lanza, carrera del estadio y lucha libre).

El pentatlón era organizado de tal manera que solo dos finalistas disputaban la última modalidad, la lucha libre.

El tercer día era dedicado enteramente a los espectáculos religiosos, que finalizaban con sacrificios en el altar de Zeus.

El cuarto día se llevaba a cabo en el estadio de Olimpia, en donde de cuatro a ocho hombres corredores, competían en carreras de 200 metros, 400 metros y 4800 metros.

El atleta que ganaba las tres competiciones recibía el título Triastes, un honor recibido cuatro veces por el campeón Leonides de Rodes.

Las pruebas que se disputaban en los Juegos Olímpicos griegos eran las siguientes:

la carrera pedestre (carrera a pie)

la carrera de caballos

el Pankration (lucha a muerte)

la lucha (prácticamente tal como la conocemos actualmente)

EL ESP OLIMP BOXel boxeo

el pentatlón, (consistente en el disco, la jabalina, el salto de longitud, la lucha y la carrera).

Las carreras pedestres: en ellas, los espectadores, se reunían en el estadio, una zona rectangular rodeada por bancos de tierra en pendiente.

Los atletas debían recorrer diversas longitudes largas, y el que ganara dos de ellas se erguía como vencedor.

El Pankration: era una mezcla entre lucha y boxeo. Era el deporte más riguroso.

La competición continuaba hasta que alguno de los participantes reconociera la derrota.

Fue el primer arte de lucha codificado técnicamente. No fue del todo griego, pues tuvo aportes romanos y se empezó a practicar en el año 776 a. de C.

Dio origen más tarde a sistemas de lucha como el karate. Es una de las pruebas con más protagonismo, hasta el 395 a. de C. en que desaparece junto con el conjunto total de los Juegos.

Es el arte marcial que más similitud tiene con el karate, por lo que se puede considerar como predecesor del mismo.

Contaba con una infraestructura muy bien organizada, y se realizaban sorteos de los participantes (tipo ligas), existiendo una figura muy importante en el desarrollo de la prueba, el “árbitro”.

Estaba formado por técnicas de agarre y llaves bien entrenadas, todas ellas dirigidas por el entrenador, el “paidriotibo”.

El luchador que caía al suelo era el que perdía, entregándole al vencedor una corona de laurel que entregaba en ofrenda a los dioses.

Los brazos se protegían con correas de cuero reglamentarias, como medida de protección, aplicando golpes tanto de puño como de mano abierta en cualquier parte del cuerpo.

A los grandes campeones se les honraba levantando estatuas en su nombre. Famosos de la época fueron:

Milon de Crotona, Vigoras de Rodas, Teogenes de Tarse y Sairon de Peyene.

El boxeo: se hizo cada vez más duro; al principio los pugilistas (los competidores) se envolvían los dedos en tiras de cuero blando para amortiguar los golpes, pero más tarde se usó cuero duro, e incluso le añadían metal para aumentar el peso.

En la antigua Grecia, el boxeo era un deporte popular y formaba parte de los Juegos Olímpicos.

En la antigua Roma los boxeadores llevaban el cestus, un protector metálico para las manos tachonado de clavos, con el que mutilaban e incluso mataban a sus oponentes, a veces como parte de un espectáculo de gladiadores.

La popularidad del deporte declinó con la caída del Imperio romano de Occidente. El boxeo se volvió a integrar en los Juegos Olímpicos en el año 1904, pero con reglas diferentes (menos duras) a las utilizadas en los de Grecia.

La carrera de caballos:
En la que solo los más ricos podían tomar parte, pues cada participante era dueño de su propio caballo y no todo el mundo tenía.

Este tipo de competición era una de las más populares. Anteriormente, no se habían criado caballos lo suficientemente robustos para transportar jinetes a lo largo de distancias significativas, aunque era normal el uso de caballos tirando de carros.

La primera carrera formal de caballos montados por jinetes tuvo lugar en la antigua Grecia (en los Juegos Olímpicos).

En tiempo de los romanos (753 a. de C. hasta el 476 d. de C.), se celebraron carreras de caballos ocasionalmente, aunque las carreras de carros o cuadrigas eran mucho más frecuentes.

Después de la caída de Roma, en el siglo V, declinaron en Occidente la cría y las carreras de caballos.

Esta prueba consistía en correr montado en el caballo una distancia de cuatro estadios.

Era la única prueba en la que la mujer participaba indirectamente, ya que muchas de ellas eran dueñas de caballos que luego vendían a los participantes para la prueba.

La lucha: era la única prueba que requería instrucción, pues para realizarla no solo bastaba con la fuerza de los atletas, sino también la habilidad y destreza a la hora de realizar las presas y esquivas.

Esto iba acompañado de un conocimiento profundo de las estrategias, como el propio reglamento de la prueba.

Esta lucha conocida por perpendicular, hoy se conoce por lucha libre o grecorromana, siendo la menos brutal de todos los sistemas de lucha de la época, pues facilitaba a los participantes golpearse con los puños y con los pies.

Fue una de las causas por las que se crearon los llamados gimnasium, centros donde los individuos entrenaban casi desnudos. Se componían de salas de conferencias, de juegos de pelota, piscinas...

El de Olimpia estaba fuera del Altis, al norte de la palestra, junto a la ribera este del río Alpheos.

Se construyó en el siglo II a. C. y servía como lugar del entrenamiento de los atletas de jabalina, de disco y de los corredores.

Tenía forma rectangular, con 220 metros de longitud y 10 m de ancho, con pórticos a los cuatro lados.

En el lado oeste estaban las cámaras de los atletas mientras la este, que tenía dos columnatas, era la más impresionante de todas.

La entrada estaba marcada por un propilon monumental en la esquina sureste.

Hay que hacer mención de que los mejores gimnasium estaban ubicados en Esparta.
Estaban dirigidos por los gimnasiarcas, que enseñaban a correr, a saltar, a lanzar objetos como disco, jabalina, a levantar pesas, pero sobre todo, todo tipo de lucha.

Hoy la lucha también está incluida dentro de los Juegos Olímpicos, como una de las pruebas.

El pentatlón:
Prueba consistente en cinco ejercicios: salto, carrera, lucha libre, lanzamiento de disco y lanzamiento de jabalina, que en los antiguos Juegos de Grecia eran realizados por los participantes en un mismo día.

El que ganara tres pruebas era considerado como el ganador.

Las pruebas modernas constan de tiro con pistola, esgrima, natación, una prueba ecuestre y una carrera de campo a través.

Solo la prueba ecuestre ha cambiado de manera significativa desde los Juegos Olímpicos de 1912: de ser una prueba campo a través de 5000 m pasó a ser una prueba de saltos en un estadio.

– La velocidad: se trataba de una prueba en la que los atletas corrían unos contra otros la distancia de un estadio, teniendo en cuenta las cualidades y aptitudes necesarias para ello.

Hoy derivan como pruebas cortas de velocidad, de 100 ó 200 metros habiéndolas con o sin obstáculos.

– El disco: era un plato de bronce con forma de lente, que consistía en lanzarlo lo más lejos posible, utilizando un solo brazo. Hoy en día forma parte de las pruebas de atletismo.

No se saben con exactitud las reglas de dicho deporte en la Antigüedad, pero las reglas del moderno son muy simples: lanzar el disco lo más lejos posible, desde un círculo marcado.

El disco utilizado para el juego era más pesado antes, ya que era de bronce, y ahora es de metal. Esta prueba fue una de las más antiguas, puesto que fue de las primeras.

– La jabalina: la jabalina fue otra de las pruebas integradas en el pentatlón. Consistía en lanzar una especie de lanza lo más lejos posible, con un solo brazo.

Se arrojaba con la ayuda de una cinta enrollada en el asta, que producía un movimiento de rotación, dándole una mayor distancia y precisión.

Hoy por hoy es otra de las pruebas dentro del atletismo, y las reglas son las mismas, aunque las medidas no.

– El salto: esta prueba era de longitud, no de altura. Consistía en llegar lo más lejos posible en un terreno de arena.

Existían muchas tácticas para ello, pero la más común y que se inventó en esos juegos, fue la del fursbury, (el nombre se le dio más tarde).
Consistía en hacer mientras se salta, en el aire, un dibujo en forma circular, con los brazos, para llegar lo más lejos posible.

– La lucha: es como la que se realiza por separado, explicada anteriormente.

Posteriormente, se fueron añadiendo más pruebas, como por ejemplo, las carreras más largas, las luchas entre gladiadores y las carreras de carros.

La flama olímpica es el símbolo más venerado de los Juegos Olímpicos. La idea de ella se adoptó en los antiguos, donde la flama sagrada permanecía encendida en el altar de Zeus durante la competición.

La flama fue reintroducida en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1932.

Carl Diem propuso que la flama fuera encendida en Grecia y transportada a Berlín haciendo relevos con la antorcha; esto simboliza la unión entre los Juegos de la Antigüedad y los Juegos de la era moderna.

La flama, cada vez que los Juegos Olímpicos comienzan, es encendida en el antiguo sitio de Olimpia por los rayos naturales del sol reflejados en un espejo curvo.

EL ESP OLIMP MUJ IEs encendida en una ceremonia por una mujer vestida con el tipo de ropas que eran usadas en la Antigüedad, y es ella quien se la entrega al primer corredor de la ruta de relevos.

Los juegos romanos diferían de los juegos griegos en varios puntos. En Grecia, el pueblo era a menudo partícipe, mientras que en Roma eran meros espectadores y, normalmente, solo participaban atletas profesionales, esclavos y prisioneros.

Mientras, en los juegos griegos el espectáculo principal era proporcionado por la competición entre los atletas; además, frecuentemente los juegos romanos incluían luchas a muerte entre gladiadores, y se utilizaban fieras.

En los Juegos Olímpicos antiguos se daba la simbiosis de la competición deportiva con la presencia en Olimpia de literarios, filósofos, retóricos, poetas, escultores e historiadores.

Pierre de Coubertin intentó implantar la idea para los Juegos Olímpicos Modernos estableciendo por primera vez el llamado Pentatlón de las Musas (competiciones de arquitectura, pintura, escultura, música y literatura) en los Juegos Olímpicos de Estocolmo, en 1912, y en los que Pierre de Coubertin, concursando bajo seudónimo, obtuvo la medalla de oro en literatura con su composición "Oda al deporte".

"El deporte debe concebirse como productor de arte y como ocasión de arte. Produce belleza puesto que engendra al atleta, que es una escultura viviente.

En ocasión de belleza por los edificios que consagran y los espectáculos y las fiestas que suscita”.

El arte antiguo se sirvió del atleta con abundancia y perfección, pero solo del atleta en reposo.

El artista moderno tiene ante sí una posible interpretación completamente distinta, y muy bellas obras pueden realizarse, tanto en escultura como directamente, mediante la creación, relacionada con el deporte, de edificios, jardines, ornamentos de monumentos o de tribunas oficiales compuestos en un marco armonioso.

Los poetas inmortalizaron a los ganadores en sus composiciones.

– Escultura: una de las más importantes esculturas que representa a un atleta, es El discóbolo de Mirón.

En ella se muestra la figura armónica de un atleta en disposición de realizar el lanzamiento de disco.

Otra de las esculturas más conocidas con respecto a los Juegos Olímpicos, es El auriga de Delfos, que muestra a un auriga (persona que dirige los caballos desde el carro), con las riendas en las manos, en posición de salida de la carrera que va a dar comienzo en esos instantes.

– Pintura: con respecto a la pintura, no destacó mucho; simplemente, se pintaban vasijas llamadas ánforas.

En ellas, a veces, se solían representar pruebas de los Juegos, o en negro sobre fondo rojo, o al contrario.

– Arquitectura: en la arquitectura, los griegos destacan por todos los edificios hechos para los Juegos Olímpicos, reunidos en la ciudad de Olimpia.

Los hay de dos tipos: los templos, dedicados a cada uno de los dioses a los que se conmemoran, o los de uso deportivo, en los que se realizaban las pruebas.

Del primer tipo, destacan el santuario de Atenea, el templo de Zeus, el templo de Dionisio (al que honraban las mujeres) y otros muchos, pero de menor importancia.

Del segundo tipo, destacaban, el estadio, el circo, los Gimnasium y los edificios en los que se alojaban los participantes, los senadores y los jueces respectivos para cada una de las pruebas.

La mujer
Durante los primeros años, los Juegos eran exclusivamente para los hombres. Las mujeres tenían incluso prohibida la entrada a los recintos deportivos.

Era una prohibición estricta.

Tan solo una mujer, la sacerdotisa de la diosa Deméter, podía permanecer en Olimpia durante los Juegos.

Si una mujer era sorprendida intentando entrar en los recintos donde se disputaban las competiciones, podía ser condenada a muerte.

Afortunadamente, no se conoce ningún caso en que esta barbarie tuviera lugar. Y, en cambio, sí hay noticias de alguna mujer que se atrevió a sortear la prohibición.

En concreto, se sabe la historia de Callipatria (según otros Calipátira), hija de Diágoras, un famoso campeón olímpico, que llegó procedente de Rodas para ver competir a su hijo Pisidoro (o Peisirrodos) en pugilato o en la carrera del estadio, dato que no se conoce exactamente.

Aprovechando que los preparadores llevaban la cabeza cubierta, y dado que era su entrenadora, pasó inadvertida. Pero la alegría de ver triunfar a su hijo le llevó a descubrirse y fue detenida.

Como castigo fue obligada a construir una estatua de Zeus. Y desde entonces los entrenadores ya no llevaron cubierta la cabeza.

La causa de la prohibición no está clara.

Hay fuentes que apuntan a que se debía a la desnudez de los atletas, ya que tras la restricción absoluta de los primeros años, sí se permitió después el acceso a los Juegos a las mujeres solteras, mientras que siempre estuvo vedado para las casadas.

Las mujeres acabaron siendo admitidas para pruebas mixtas; nunca hubo pruebas específicamente femeninas.

Sí se instauraron unos Juegos femeninos, los Heraia, en honor a la diosa Hera, pero que tuvieron un carácter puramente residual.

Se disputaban un par de meses después de los Juegos masculinos (hacia septiembre), y estaban reservados a las vírgenes de Elis.

Consistían en una carrera de 162 metros. Corrían con los pies descalzos y con una falda desde la cintura hasta la rodilla como único vestido.

La campeona recibía una corona de olivo y un trozo de la carne de la vaca sacrificada en honor a Hera.

En los juegos culturales, paralelos a los deportivos, donde se cantaba, tocaba música y se recitaba poesía, sí estaba permitida de pleno derecho la participación femenina.

Fuentes:
http://www.nueva-acropolis.es/Editoriales
http://www.galeon.com
http://html.rincondelvago.com
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"La mejor lección es la que nos enseña a dominarnos" (Goethe).

 

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