Una victoria pírrica es aquella que se consigue con muchas pérdidas en el bando aparentemente o tácticamente vencedor, de modo que aun tal victoria puede terminar siendo desfavorable para dicho bando.

El nombre proviene de Pirro, rey de Epiro, quien logró una victoria sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres. Se dice que Pirro, al contemplar el resultado de la batalla, dijo "Otra victoria como ésta y volveré solo a casa" (en griego: Ἂν ἔτι μίαν μάχην νικήσωμεν, ἀπολώλαμεν.).


A principios del siglo III a. de O., el belicoso territorio del Epiro, al oeste de Grecia, era gobernado por Pirro, un rey guerrero en cuerpo y alma del que se decía que tenía el talante de Alejandro Magno y había heredado la fuerza de Aquiles. Hoy, Pirro es considerado uno de los generales más sagaces de la Antigüedad, pero a él le corresponde también el dudoso honor de dar origen al término “victoria pírrica”.

Después de que el imperio creado por Alejandro Magno quedara fragmentado por las luchas internas entre sus codiciosos generales y mucho después de la muerte del tirano de Siracusa, Dionisio, existió una ciudad del sur de Italia llamada Tarento, que en esos momentos era la más importante de la península. Por algún motivo, tanto Filipo como su hijo Alejandro no prestaron ninguna atención a Italia ni Sicilia, llevando sus conquistas hacia el este.
Tarento había tenido enfrentamientos con los nativos italianos pero gracias a la ayuda de Esparta y a su habilidad consiguieron salir victoriosos.

Pero un formidable enemigo estaba emergiendo poco a poco. Era una ciudad del centro de Italia, que estaba haciéndose cada vez más poderosa, pero de una manera constante y pausada que hizo que cuando Tarento se dio cuenta, ya fue demasiado tarde. Esta ciudad era Roma.

Cuando se declaró la guerra entre estas dos ciudades, Tarento pidió ayuda a Pirro, rey del Epiro, una ciudad macedónica Pirro vio la oportunidad de llevar su influencia al otro lado del Adriático y desembarcó en Italia con un formidable ejército de 20.000 infantes, 3.000 caballeros, 2.000 arqueros, 500 honderos y 20 elefantes de guerra. La primera batalla importante tuvo lugar en Heraclea; Pirro se enfrentó a los romanos. Los romanos jamás habían visto a semejantes animales y en la primera batalla las legiones romanas fueron arrasadas por las falanges macedónicas, gracias a los mastodontes Pero Pirro, después de la victoria, contempló preocupado en el campo de batalla que los romanos sólo tenían heridas en la parte delantera. Aunque los elefantes atemorizaron a los 35.000 romanos que se les oponían, éstos se mantuvieron firmes.
La guerra continuó y en la batalla siguiente Pirro volvió a ganar pero esta vez con mayores dificultades, debido a que los romanos estaban comenzando a saber defenderse de los elefantes.

Después de esta batalla alguien trató de felicitarlo por la victoria, a lo que Pirro contestó: “Otra victoria como ésta, y estoy perdido”. De hecho, en 275 a.C., en Beneventum, cerca de Nápoles, los del Epiro y sus aliados fracasaron estrepitosamente y poco después abandonaron la península Itálica.

Otras victorias pírricas

La batalla de Bunker Hill, guerra de la Independencia de los Estados Unidos

La batalla de Bunker Hill tuvo lugar el 17 de junio de 1775, como parte del sitio de Boston durante la guerra de Independencia de los Estados Unidos. El general Israel Putnam estaba a cargo de las fuerzas revolucionarias, mientras que el general de división William Howe mandaba las fuerzas británicas. Aunque la batalla es conocida como de la colina Búnker ("Bunker Hill"), la mayor parte de la lucha se desarrolló realmente en la cercana Breed’s Hill.
El resultado fue una victoria pírrica para los británicos, quienes se hicieron dueños del terreno superando las trincheras en las colinas Breed y Bunker en el tercer asalto; pero pagando un precio muy alto ya que sufrieron más de mil bajas:. 1.054 habían sido disparados (226 muertos y 828 heridos), y un número desproporcionado de estos eran oficiales. Las pérdidas entre los colonos eran sólo de unos 450, de los cuales 140 murieron (incluido Joseph Warren), y 30 capturados

Batalla de Creta, Segunda guerra mundial, frente oriental

La Batalla de Creta (alemán: Luftlandeschlacht um Kreta ) se produjo entre mayo y junio de 1941, siendo la única gran operación aerotransportada llevada a cabo por la Wehrmacht (ejército alemán) durante la Segunda Guerra Mundial.
El origen de esta batalla se encuentra dentro de la campaña de los Balcanes. Tras el ataque italiano a Grecia y con la conformidad del gobierno griego, tropas británicas se establecieron en la isla a principios de noviembre de 1940 para impedir que fuese ocupada por las tropas del Eje.
Aunque los griegos rechazaron inicialmente a los italianos en la Grecia continental, la intervención alemana terminó con la resistencia aliada en el continente, forzando a reembarcar a las tropas británicas que apoyaban a las griegas. Muchas fueron evacuadas a Creta, por lo que en mayo de 1941 había en la isla unos 43.000 soldados entre griegos, británicos, neozelandeses y australianos. La posesión de la isla era muy importante para el Reino Unido, puesto que conservaba unos excelentes puertos en el Mediterráneo oriental. Al mismo tiempo, desde sus aeródromos era posible bombardear los campos petrolíferos de Ploesti y constituir un peligro en el flanco suroriental del Eje, en un momento en el que se disponía a invadir la Unión Soviética (Operación Barbarroja).

El 27 de abril de 1941 Adolf Hitler ordenó invadir la isla. La operación la llevaron a cabo las tropas aerotransportadas al mando del General Kurt Student, participando 700 aviones de transporte y 750 planeadores apoyados por la Luftwaffe. La invasión de la isla la llevaron a cabo 4500 paracaidistas alemanes que tardaron diez días en ocuparla (20 de mayo - 1 de junio). Los británicos evacuaron sus posiciones protegidos por la Royal Navy, la cual sufrió fuertes pérdidas.
Creta permaneció en poder de los alemanes hasta que su guarnición capituló en mayo de 1944.

La Wehrmacht y la  Luftwaffe obtuvieron una resonante victoria sobre los ingleses, habían capturado un punto estratégico importante en el Mediterráneo como era la isla de Creta. Pero el balance en general fue sangriento, costó a los ingleses más de 15.000 hombres entre muertos, heridos o prisioneros. Del bando alemán se contaron unos 3500 muertos, heridos o desaparecidos; era más de lo que había costado toda la Campaña de los Balcanes.
Hitler, debido al alto número de pérdidas entre los paracaidistas alemanes, no quiso volver a repetir la experiencia. En adelante se negó a confiarles un papel importante en las operaciones ofensivas. El Führer dijo al general Kurt Student en julio de 1941: «Creta demuestra que la época de los paracaidistas ha pasado.»
Los ingleses aunque dolidos y con muchas bajas, lograron consolidarse en Oriente Medio, para después reconquistar África y hacer que Italia abandonase la guerra.

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