[Imagen: Escuela de Novgorod. Finales del siglo XIV; Museo Ruso, San Petersburgo]

Desde la alquimia a la toponimia, el dragón ha sido utilizado como uno de los seres simbólicos que encierran mayor carga de significado.

Es en el contexto religioso donde el dragón aparece con una referencia más clara: es la personificación del mal, y, dentro de la religión cristiana, uno de los ámbitos en el que más se ha prodigado, el dragón simboliza al conjunto de enemigos de la fe, sean estos bárbaros, vikingos, árabes o turcos.

Cuando San Jorge mata al dragón de Silca, lo que hace en realidad es ofrecer al mundo un icono para ser utilizado por cualquier lengua, un símbolo universal que se entiende en todas las culturas.

 

En Grecia nos encontramos con que el dragón está presente de manera permanente y obsesiva: en la iglesia de San Jorge de Atenas, a la que se accede como en un viaje iniciático a través de una gruta, un fresco reproduce la escena de unos diablos que tratan de llevarse a los muertos hacia el infierno: el infierno es un dragón con las fauces abiertas. Ascienden por la escalera celestial buenos y malos, ayudados por santos y ángeles, pero algunos de ellos son atrapados por las cuerdas de los diablos, y lanzados al dragón, mientras otros diablos lanzan flechas contra las fuerzas celestiales.

En la misma iglesia, otro dragón sucumbe bajo una lanza, pero no es portada por un ángel, sino por un guerrero. En las representaciones más antiguas, San Jorge siempre es un guerrero, un soldado reconocible en sus signos exteriores, especialmente en la cota de malla confeccionada con láminas metálicas, capa roja y, por supuesto, armas: lanza y escudo. Este último elemento puede no ser claramente visible, ya que en ocasiones se lleva colgado al hombro. También se representa a San Jorge con otras armas, como espada o arco, aunque es menos frecuente.

Llama la atención que en esas representaciones antiguas de San Jorge, el guerrero permanece de pie, es un infante, no un caballero, todavía.

Bajo sus pies, el dragón. El monstruo puede aparecer bajo infinidad de rasgos, tantos como la imaginación de los artistas es capaz de concebir. Ahora bien, salvo raras excepciones, todo dragón bajo San Jorge mantiene algún parentesco con los reptiles, yendo desde la serpiente propiamente dicha, hasta reptiles alados que combinan escamas con plumas.

 

SAN JORGE Y SAN MIGUEL

 

San Jorge sin caballo podría llegar a confundirse con otra figura, la del arcángel San Miguel, en cuanto a la colocación del guerrero y la fiera a sus pies. No hay duda de que las dos representaciones de santos guardan un paralelismo que la iglesia medieval no hace sino que alimentar. Posiblemente, el discurso sea: la iglesia apoya a todo rey cristiano en cualquier cruzada contra el infiel-dragón (=San Jorge) de la misma manera que la iglesia apoya a toda persona que se aleje del mal y luche contra el diablo-dragón (=San Miguel). El rey lucha contra los enemigos de la iglesia que son los mismos que los enemigos del reino. La convivencia de los dos santos guerreros se produce en dos planos que en la Edad Media, época en la florece esta iconografía, permanecen unidos y en ocasiones indiferenciados: el poder el rey y el poder de la iglesia. En cuanto a la imaginería, es curioso observar como el dragón que posiblemente estuviera a los pies de San Miguel en los orígenes, evoluciona hacia el antropomorfismo del diablo tradicional, conservando garras, cuernos y alas de murciélago en ocasiones.

En estas dos imágenes, una de San Jorge procedente del Museo de Rodas, en un icono bizantino, y otra de San Miguel y sus ángeles luchando contra dragones, podemos observar como la figura y la posición son prácticamente idénticas en ambos casos.

La batalla de los ángeles contra los dragones está perfectamente relatada en el Apocalipsis escrito por San Juan en la isla de Patmos:

 

 

«También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas;

y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.

Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.

Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.

Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;

pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.

Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.» (cap. XII)

 

Ahora bien, la función principal de San Miguel es el transporte de las almas hacia el cielo, y como tal, dotado de una balanza para decidir el destino de la persona según sus obras, es como termina representándose.

 

                                            San Jorge b 

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EL CABALLERO CRUZADO

Pero la figura tradicional de San Jorge es la del caballero con su cruz. Es evidente que los cruzados necesitaban su icono, y el guerrero pasa a ser como ellos, o como su ideal. En muchos iconos bizantinos llama la atención lo similar de las figuras del santo: la misma posición, tanto de él, como de su caballo. Y, por el contrario, la más absoluta libertad a la hora de representar al dragón.

Cuando surge la leyenda de San Jorge lo hace a partir de sustratos legendarios mesopotámicos y sumerios, en los que el dragón era una presencia habitual, el caos primigenio del que surge el universo tras la intervención del héroe, o el monstruo al que hay que dominar para restituir la presencia del sol y de los astros. Cuando los cruzados encuentran la leyenda del dragón en el contexto cristiano, la hacen suya, y la trasladan desde Siria a occidente. Aquí, el dragón termina siendo el enemigo, cualquier enemigo.

 

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CUANDO EL DRAGÓN ES EL ENEMIGO

 

El hecho de que San Jorge sea una figura tan cercana a la mentalidad de los caballeros medievales, termina permitiendo a los ilustradores reinventar la iconografía, haciendo surgir un nuevo San Jorge todavía más guerrero y menos santo tradicional (siempre desde el punto de vista gráfico). En algunas representaciones, San Jorge deja de manejar la pica para lanzar mandobles con su espada, ¡o con su cimitarra!, como sucede con la imagen del libro de horas de Jean, Duque de Berry en 1416. Lo que bien puede significar un alarde de documentación gráfica por parte del ilustrador, que dota a San Jorge de las armas que presumiblemente se usaban en Libia cuando luchó contra el dragón. Ahora bien, también puede haber otra explicación:

Al parecer, muchos caballeros cristianos en la península ibérica gustaban de vestirse con elementos propios de los musulmanes, y no es de extrañar que también algunos usaran sus armas.

Es el caso de un San Jorge iluminado en el manuscrito del Beato de Gerona en el año 975. Aquí es posible ver la imagen de una caballero con turbante al viento y caballo enjaezado con adornos árabes (la media luna). En el manuscrito, se dice que al terminarla obra, el conde leonés Fernando Flainez se hallaba en Toledo luchando contra los moros, y puesto que la imagen no aparece vinculada a ningún texto del apocalipsis ni a ningún comentario religioso, bien pudiera ser aquella la representación de un caballero cristiano luchando contra los infieles, en este caso bajo el símbolo de la serpiente.

 

                         San Jorge c

MOROS, DRAGONES Y CABALLEROS

 

En el reino de Aragón durante la Edad Media resultaba tan evidente que los musulmanes eran el dragón que hasta San Jorge en persona vino a esta tierra para luchar contra ellos.

Esta es la leyenda que se difundió con fuerza con ocasión de la Batalla de Alcoraz, en la ciudad de Huesca, en el año 1096. En este lugar hace su aparición triunfal el Señor San Jorge dotado de todos y cada uno de los elementos de la leyenda tradicional del dragón, salvo el dragón: viene montado sobre su caballo blanco, llega desde tierras orientales, de Antioquía concretamente, acompañado por un cruzado que monta en la grupa, portando el estandarte de la cruz roja sobre sus vestiduras blancas de caballero cruzado, y corta la cabeza no de un dragón, sino de cuatro reyes moros que a partir de entonces adornarán los cuatro ángulos de la cruz de San Jorge. Viene San Jorge para ayudar al rey Pedro I a terminar lo que su padre dejó inacabado cuando murió luchando en la batalla por la conquista de Huesca. A partir de este momento, el rey de Aragón y sus caballeros se manifiestan bajo la protección y el patronazgo de San Jorge, y según la creencia según la cual el héroe adquiere la fuerza del monstruo destruido, los reyes de Aragón utilizan como cimeras cabezas de dragones alados, y, muy posiblemente, alardean de que la palabra Aragón, asumida como una especie de apellido de la familia real, es la misma que D'Aragon, que al oído suena igual que dragón. Por lo tanto, por su figura y su nombre, el rey de Aragón pasa a ser conocido como el Rey Dragón. Esta situación es paralela a la que se vive en Britania, donde la casa real es la casa Pendragón o Pandragón. En la Corona de Aragón, de vuelta a la península y abundando en las coincidencias, nos encontramos con que una de las ciudades portuarias claves para la conquista del Mediterráneo es Tarragona, cuyo topónimo puede traducirse por estragón, planta llamada dragón en otras lenguas, y de la misma raíz etimológica, aunque en España e Inglaterra deriva del griego drakoon por medio de la palabra árabe tarkhun. El estragón, según creencia medieval, era una planta que alejaba y protegía de los dragones.

 

 

Volviendo a la presencia casi fantasmagórica de San Jorge luchando contra los musulmanes en tierras ibéricas, volvemos a encontrarlo en otras crónicas medievales: aparece luchando con muchos otros "caballeros del Paraíso" en la conquista de Valencia, y también en Mallorca donde al primero que vieron entrar en liza fue a "un caballero blanco con armas blancas", según noticias transmitidas por el propio rey Jaime I de Aragón, quien termina confesando que "en otras batallas lo han visto muchas veces cristianos y sarracenos".

 

SAN JORGE Y LOS TEMPLARIOS

 

Curiosa es la forma en la que San Jorge irrumpe milagrosamente en medio de la batalla de Alcoraz: lleva montado a la grupa de su cabalgadura a una caballero cruzado, alemán para más señas, que acaba de rescatar cuando luchaba en Antioquía. Estas precisiones, al parecer, provienen de la llamada Historia de San Juan de la Peña, monasterio legendario aragonés que, muy posiblemente por aquellas fechas a que se refiere el hecho, ya albergaba el Santo Grial en las misteriosas salas bajo la montaña. Y decimos que es curiosa esa imagen porque si ha trascendido hasta nuestros días es gracias a la iconografía simbólica que identifica a la no menos misteriosa Orden de los Caballeros Templarios, en cuyo sello aparecen representados como dos caballeros montados en el mismo caballo. 

 
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