Era su cumpleaños, pero jamás, en sus 32 años de vida, lo había celebrado así. La dulce voz de un grupo de niños entonando “Las Mañanitas” la despertó…
Entonces se situó. Estaba a miles de kilómetros de casa, en El Torreón, un pueblo industrial al norte de México. Merche se trasladó allí a principios de agosto. Decidió pasar sus vacaciones ayudando a los más necesitados. Al igual que ella cientos de valencianos han viajado a decenas de países, no para descansar, sino para trabajar. A diferencia de Merche, otros cuatro voluntarios valencianos, Rafael, Fernando, Adriano y Raquel, ya están de vuelta.
-Estas son sus Experiencias-
Fernando y Adriano: Etiopía, Djibouti y Somalia. Fernando Darder, periodista y técnico en cooperación, preside la asociación Esperanza sin fronteras. Tiene 46 años y lleva 25, sin lo que la mayor parte del mundo, entiende por “vacaciones”. Él ha cambiado, de nuevo este año, las playas paradisíacas y las rutas turísticas por un viaje a la miseria, a pesar de que su destino ha sido Tailandia. Antes de partir a este nuevo destino solidario, compartió 40 días con otros cuatro voluntarios en las zonas más necesitadas entre las fronteras de Etiopía, Djibouti y Somalia. Allí por la guerra en Sudán necesitaban ayuda, sobre todo médica.
"Hemos asistido infecciones dermatológicas, aunque también sufren enfermedades respiratorias, diarreas sangrantes, epidemias de tiñas y otras afecciones graves, que necesitaban ser tratadas con urgencia para apoyar la supervivencia de casi 1.000 personas, en su mayoría mujeres y niños", señala Fernando. Adriano Carbone viajaba con él. Era la primera vez que ha participado en una actividad de ayuda humanitaria, aunque llevaba años viajando por África. Nunca ha sentido lo que este año.
"Llegamos al poblado y nos dijeron que éramos los primeros blancos que pisaban ese desierto. Mataron una cabra y con unos espaguettis comimos de maravilla. Es su dieta de cada día". ¿Por qué dio ese paso? "Necesitaba organizarme, busca de valores y apreciar lo que tenemos. Descubres lo que es un problema real y lo que es un problema que nos creamos", se sincera. Volvieron a Valencia en agosto, y ya quieren regresar. Incluso ya tienen planes para el próximo año.
"Hemos acordado con el Ministerio de Salud de Djibouti cerrar 50 pozos. Los niños cogen con latas el agua que está llena de larvas y serpientes venenosas. Gran parte de las infecciones intestinales que llevan a la muerte de los niños es por las larvas de los mosquitos", explica Adriano. Todo esto y mucha más información se puede encontrar en la página web www.unavacunaenmimochila.com. Salvar vidas ha sido otro objetivo de la asociación.
"Creo que hemos llegado a tiempo de auxiliar a niños infectados por malaria y brotes espásmicos. Gracias a la penicilina y la hidrocortisona muchos de ellos podrán vivir más tiempo". Lo más gratificante: "Lo mejor es regresar a tu país y poder decir: misión cumplida", resume Fernando. Raquel Gangas: Nicaragua. "Es vivir en el infierno dentro del paraíso". A través del proyecto “Nosotros seremos su voz”, con el “Fons Valencia per la Solidaritat”, Raquel Gangas, una valenciana de 30 años, ha estado en una comunidad rural de Esteli, al norte de Nicaragua, junto con otra compañera.
Su objetivo allí era claro. Convivir con las familias nicaragüenses y empaparse de su forma de vida para, una vez de regreso a España, poder explicar sus necesidades. Raquel se integró durante mes y medio en una familia con ocho hijos. La mayor, y única chica, tenía 23 años. El menor, 6 años. Estaban solos. Los padres se habían desplazado a Costa Rica para trabajar. La voluntaria valenciana pudo comprobar que la huella del Mitch todavía estaba presente en esa tierra.
"El huracán Mitch dejó aquello destrozado. El paisaje es verde pero apenas hay recursos. Mi compañera y yo estábamos en la escuela. Era la única que había y estaba a una hora andando por largos caminos de piedras. Atendíamos a 112 niños en distintas actividades escolares". En la comunidad de Esteli viven 840 personas. Tienen muy poco que llevarse a la boca. Su dieta se compone a base de frijoles, arroz, plátanos fritos y tortas de maíz. Rafael Mateu: Colombia "Lo más bonito es ver evolucionar a los niños".
En 1.993 Rafael fue a Colombia y adoptó un hijo. Este verano ha vuelto con él, para que pudiera conocer el lugar del que proviene. No es, sin embargo, la primera vez para este valenciano. Este es el cuarto año, aunque no consecutivo, en que Rafael visita este país durante sus vacaciones. Con el proyecto Niños de papel, la asociación Mundo Cooperante lleva trabajando varios años en esta zona de Sudamérica. Se llama así porque son niños “que están en mal estado y, al igual que el papel, se puede reciclar y sacar un bonito papel charol, con los niños igual".
Para Rafael, hay que tener muy clara la actitud con la que se debe afrontar esta aventura solidaria. "No se puede ir con soberbia y prepotencia. Tiene que ser una persona con bastante sensibilidad y que piense que todos somos iguales". Merche Sabater: Méjico. Ella viajó a principios de agosto con la asociación valenciana Espíritu. Se sumergió en este proyecto con el objetivo de "vivir cerca de la realidad de estos niños y, sobre todo, conocer sus necesidades y las de sus familias para poder desde España recaudar fondos para subvencionar los proyectos".
Desde la distancia, esta valenciana describe la enorme gratitud con la que estos pequeños les reciben. "Lo más gratificante y triste a la vez, es ver la alegría de todos estos niños a pesar de sus situaciones personales como violencia, malos tratos, abandono por parte de los padres..., además de la humildad y la hospitalidad que te brindan algunas de las familias". Como su compañero de Mundo Cooperante, Merche subraya la importancia de "ir sin prejuicios y disfrutar con otros seres humanos que no han sido tan afortunados como tú". El balance para todos lo que han viajado a países necesitados es positivo. "Recibes cien veces más de lo que das".
Fuente: Las Provincias.
* * * * * “Nuestra misión no es la de pensar solamente, sino la de obrar”. -S. Zweig-