La violencia, es decir, el uso injusto e injustificado de la fuerza, el poder o la superioridad, para el propio beneficio o simplemente para dañar a otro, supone un fallo en el aprendizaje social.

No olvidemos que se aprende a ser violento; nadie nace violento… Se nace con una cierta predisposición a la agresividad, y no a la violencia.

El aprendizaje y la educación deben lograr modular los impulsos agresivos, para aprender a resolver de forma pacífica los conflictos.

“Ante la violencia, tolerancia cero”, es el lema de la campaña centroamericana que dirige Rosario Ortega, escritora infatigable en revistas de ámbito nacional e internacional y experta en relaciones interpersonales, educación para la paz y prevención de la violencia.

En este campo, Rosario Ortega, catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba y directora del departamento de educación, investiga desde hace muchos años la violencia y la agresividad en el ser humano.

Las líneas que siguen nos invitan a reflexionar que la alternativa a la violencia es el diálogo, la negociación de los intereses de uno con respecto a los intereses del otro, y en definitiva la respuesta inteligente del sujeto ante la agresión del exterior.

Objetivo que se consigue mediante la modulación de nuestras emociones, lo cual posibilita un control de nuestra conducta agresiva y un comportamiento socialmente adaptado.

- ¿Qué es la agresividad y cómo se manifiesta?

La agresividad es un patrón básico de conducta heredado, es decir, venimos al mundo con una predisposición a tener respuestas emocionalmente agresivas, impetuosas, de escape, de defensa; y también este patrón de conducta está predeterminado para adaptarnos a un ambiente que puede ser hostil.

Nuestra psique, pues, está preparada para enfrentarse a situaciones de adversidad.Y desgraciadamente también está preparada para provocarlas. Este patrón básico se debe transformar en términos de una modulación que nos dé un comportamiento socialmente adaptado, es decir, con un control de nuestra conducta agresiva.

Así pues, no debemos confundir la agresividad con la violencia, en sentido estricto.

- ¿La agresividad está determinada por bases biológicas o es producto de nuestras conductas?

Está predeterminada por patrones básicos biológicos. Sin embargo, como todos los patrones de conducta heredados, son sometidos desde el principio del nacimiento al aprendizaje, por eso tenemos la oportunidad de modificar nuestros esquemas básicos de comportamiento a través de los procesos de aprendizaje, que en este caso son los de socialización de la conducta, modulación de las emociones y por tanto la construcción de un repertorio de conductas socialmente adaptadas.

- ¿Tiene, entonces, una función de adaptación al medio?

Efectivamente, una vez que se ha aprendido a modular los impulsos agresivos a través del aprendizaje y la educación.

- ¿Se puede hablar de agresividad hacia uno mismo, en comportamientos psicopatológicos, como puede ser el caso de una chica con anorexia?

Sí, muchos expertos consideran que se puede hablar de un tipo de violencia que se dirige hacia uno mismo. De hecho, históricamente, la teoría psicoanalítica describió con todo detalle una suerte de instinto de muerte (tánatos) que se parecería mucho a la agresividad injustificada y neurótica contra uno mismo.

Una conducta no siempre consciente y no siempre autolesiva, pero sí que puede poner en riesgo la salud y la vida de la persona. En realidad, si lo pensamos bien, conductas como fumar, beber alcohol o cualquier otro tipo de comportamiento de adicción, etc., no dejan de ser formas de hacerse daño que tiene el ser humano. Y finalmente, el suicidio es evidentemente un acto violento de la máxima severidad.

- ¿Tienen algún aspecto positivo nuestras conductas violentas?

Nunca tienen nada positivo. Digamos que siempre hay una conducta no violenta que es la idónea frente a una violenta. Otra cosa es si me estás preguntando por la agresividad, que es un concepto más general y no evitable como tal, dado su carácter básico.

Pero volviendo a la violencia, cuando pudiendo resolver un conflicto por la vía del diálogo, se hace un acto violento, en verdad estamos pervirtiendo el equilibrio que deberíamos haber conseguido a través de la conversión de la agresividad hacia una conducta adaptativa.

La violencia es el uso injustificado y cruel del comportamiento agresivo sea físico, psicológico, social o moral.

- Séneca nos dice que la ira es la más fuerte de todas las pasiones, ¿qué la provoca?

La ira, igual que el miedo, la alegría o la tristeza, son lo que los psicólogos llamamos las emociones básicas. La ira es la forma concreta en que se manifiesta la agresividad, cuando ésta no está modulada, no está convertida.

Todos tenemos ira, pero la gente bien educada en sus emociones puede modularla socialmente. Por ejemplo, puede indignarnos la injusticia, y ello llevarnos a ciertos estados de tristeza, o de ira, pero logramos dar salida a esas emociones, no necesariamente con actos agresivos, sino, por ejemplo, implicándonos en acciones de corrección de la injusticia.

En fin, el ser humano aprende a canalizar las emociones básicas y hacer de ellas estados de ánimo útiles para los fines que persigue. Pero volviendo a Séneca: en algún sentido llevaba razón.

La ira es una pasión, es decir, el sujeto con ira, o en estado emocional de ira, no se retiene, no afronta la vida con la tranquilidad necesaria. La ira es pues negativa, excepto cuando la utilizamos en estado puro y para lo que seguramente está ahí como parte básica de nuestro equipamiento emocional: las emociones básicas están al servicio de la supervivencia.

Si estamos en peligro, las emociones de miedo e ira nos permiten una respuesta rápida, aunque poco reflexiva, pero en situación de gran riesgo es necesario actuar de forma rápida y las emociones fuertes nos estimulan a ello.

- ¿Qué entiende por una verdadera paz? ¿Es sinónimo de ausencia de conflictos?

No, para mí la paz tiene distintas dimensiones; la paz personal o psicológica, la paz entre las personas y la paz mundial. La paz psicológica conlleva el conocerse a sí mismo, saber respetarse y en definitiva estar en paz consigo mismo en términos de las exigencias que uno se hace y los logros que quiere obtener.

La segunda dimensión serían las buenas relaciones interpersonales, el crear una capacidad de relación que sea suficiente para resolver adecuadamente los conflictos. No se trata de no tenerlos, sino de enfocarlos de una manera dialogada con nosotros mismos y los demás.

La paz mundial, por último, es la macrodimensión que nos conecta con ser ciudadano. Esto tiene que ver con la justicia social, que tiene una dimensión muy importante para el ser humano, sentir que trasciende su propia personalidad para estar unidos con los otros en el bien común.

El ser humano pacífico busca la armonía con los demás y con el universo, en ese sentido las ideas de civismo, de bondad y de intercambio de los bienes son principios vitales para guardar un equilibrio.

Son principios trascendentes que hacen ir al sujeto más allá de su propia individualidad, compartiendo con los demás este mundo que nos ha tocado vivir.

- ¿Es posible en un mundo tan conflictivo como el nuestro tener paz interior?

Yo creo que sí. El ser humano es muy plástico, muy flexible y sabe distinguir lo interno de lo externo, y al mismo tiempo hay una vinculación íntima entre ambos. Si aprendemos a estar en paz con nosotros mismos, a dominarnos, podremos controlar las circunstancias exteriores y evitar que nos afecten tanto.

- ¿Los medios de comunicación fomentan la agresividad de las personas?

El negocio y la bondad no están muy hermanados. Los medios de comunicación tienen que vender, desgraciadamente buscando el morbo a través de titulares que agiten nuestra pasión, y que no siempre son verdad.

A veces hay mensajes que son de puro maniqueísmo, provocaciones, falsedades, incurriendo entonces los medios de comunicación en verdadera perversión de su función. Esto ocurre principalmente cuando intentan manipular la verdad y crear una opinión que responde a intereses concretos en un afán sensacionalista.

- Cuando ve a dos personas violentas, ¿qué piensa?

Ante la violencia, tolerancia cero. Violencia no, conflicto sí. Abordemos el conflicto y practiquemos la contención visceral. Con la violencia nos descalificamos a nosotros mismos y dejamos de ser ejemplo que imitar.

- Nuestra sociedad actual, ¿es más o menos violenta que en otros momentos de la historia?

Ahora tenemos otro tipo de violencia, por ejemplo el peligro de tener una guerra nuclear; pero en la vida cotidiana no estamos en una situación más violenta que hace dos mil años.

Lo que sí tenemos es una manera más sofisticada de ser agresivo y violento. Ahora el soldado que mata al enemigo no lo ve, son guerras teledirigidas. Esto es terrible. No sé si somos más violentos que antes, lo que si sé es que ahora el mundo es violento.

- ¿Una sociedad violenta, ¿puede ser justa?

No, creo que una sociedad es violenta cuando es injusta. Cuando uno vive en una situación de injusticia, con frecuencia está más en riesgo de provocar y de recibir violencia.

- Los modelos actuales de desarrollo, ¿engendran violencia?

Claramente hay una agresión al medio. Nuestras condiciones de vida son muy difíciles, nos aprisionan en minúsculos pisos, con unas dificultades considerables para establecer la amistad, en horarios de trabajo que son agresivos. Hay pues muchas cosas que son mejorables; pero no creo que podamos decir que en el pasado los modelos de vida fueran mejores.

- ¿A qué cree que se deba la tan actual violencia de género?, ¿existió siempre?

Existió siempre. Las mujeres siempre han sido consideradas como figuras de segundo nivel.

El mundo es machista desde siempre y esto es muy cruel e injusto. Esta es una de las formas de violencia del sistema, una forma de violencia que genera más violencia y que además, en términos de las víctimas, es la más extensa del mundo: el 50% de la población ha sido históricamente, y hablando en estos términos generales, víctima de unas sociedades machistas en las que a la mujer se la ha relegado de múltiples formas y se le ha lastimado desde la dignidad y la autoestima hasta de forma más directa y cruel.

No olvidemos que hay, todavía, muchos países y sociedades donde la mujer no tiene derechos o donde es objeto de asesinato por razones que no puede controlar, como el supuesto honor del marido, el padre o el hermano.

- ¿Se puede ser competitivo sin dañar al otro?

Si competitivo significa competencia y por competencia los psicólogos entendemos saber hacer bien las cosas, no hay ningún problema.

Si por competencia entendemos la rivalidad con el otro, la ley del más fuerte o el luchar por el beneficio propio sin tener en cuenta que todos tenemos derechos y deberes, estamos ante un verdadero problema.

- ¿La falta de cortesía es una forma de violencia?

Sería una forma de violencia menor o violencia disimulada, pero sí que es violencia. Debemos ser amables con los otros, aunque no seamos amigos, debemos ser amables porque ello significa, en sentido estricto, que los reconocemos como iguales en derechos y deberes.

- ¿Cuál es su aportación para formar un Hombre menos violento?

Mi aportación la hago a través de mi trabajo. Durante más de diez años investigué sobre la potencialidad transformadora de los juegos infantiles y contribuí a que la actividad lúdica fuera vista como un escenario social de construcción de conocimiento y afecto.

Ahora, en los últimos quince años, investigando y previniendo la violencia en las escuelas, tanto en nuestro entorno como en los países pobres, tratando de transferir conocimiento y herramientas de intervención para la prevención de la violencia; creo que también contribuyo con mi participación ciudadana y con mi forma de ver el mundo enfocada hacia la paz y el cumplimento efectivo de los Derechos Humanos.

Intento ser coherente con lo que pienso, siento y vivo.

- ¿Le gusta el mundo en que vivimos?, ¿qué cambiaría?

Me encanta el mundo en que vivimos, pero al mismo tiempo cambiaría muchas cosas. A mí me parece bien este mundo sobre todo por una cuestión pragmática: es el único que conozco y me interesa vivirlo de la manera más intensa y feliz posible, amando a los míos y respetando y haciéndome respetar.

“El aprendizaje y la educación deben lograr modular los impulsos agresivos, para aprender a resolver de forma pacífica los conflictos”.

Fuente: Antonio M. Cantos Prats. Corresponsal de la revista “Esfinge”, en Córdoba.

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