Cayo Julio César, odiado por algunos y amado por muchos; pero en lo que todos coinciden es en la importancia de su legado, en lo que representó para la historia; en sus capacidades y aptitudes que le coronaron como el mejor general.

Cayo Julio César nació en el 100 a. de C., hijo de Julio César y Aurelia nació bajo uno de los apellidos más influyentes de la história de Roma "los Julios", creíanse descendentes directos de Eneas, fundador del Lacio y por lo tanto, descendientes mismos de la diosa Afrodita. Su padre perteneció al Senado y su madre Aurelia una mujer de gran belleza y de fuerte personalidad independiente, se convirtió en su mayor partidaria y consejera.

El tío de Julio César fue Mario, uno de los mayores generales de la historia que luchó contra Sila en la primera Guerra Civil. Cayo creció por lo tanto, con las historias de su tío, viviéndolas en primera persona ya que Mario murió, cuando César contaba 14 años. Cayo Julio César creció en el barrio del Subura, uno de los más pobres de Roma, eso le permitió establecer cierta relación con la gente llana, algo que le permitiría ganarse la aceptación de estos, y conocer en primera persona las necesidades de la Roma menos favorecida.

Creció con la esperanza de llegar a ser un gran general, pero fue nombrado Flamen Dialis (equivalente a máximo sacerdote al culto de Jupiter Optimus Maximus) por orden de su tío Mario, y eso le impedía ostentar otro cargo público, para la ascensión de su carrera militar. Se casó con la hija del Cónsul Cinna, llamada Cornelia, con la que tuvo su única hija legítima Julia, pero cuando Sila ganó a Mario y posteriomente se enfrentó a Cinna, haciéndose dictador de Roma, avisó a Julio que debía separarse de esta, o se vería obligado a matarle. César, que ya empezaba a despuntar por su orgullo y su "dignitas" se negó en redondo.

Sila le despojó del cargo de Flamen Dialis, y temiendo por su vida y la de su familia se exilió durante un tiempo. Más tarde Sila le perdonó la vida, y César ya despojado de su cargo de Flamen Dialis, volvió a Roma para iniciar lo que tanto ansiaba: su carrera política y militar. Los Inicios de una Carrera Brillante: César había vuelto a Roma pero necesitaba prestigio y dinero para comenzar su carrera, lejos de Sila le quedaba una opción, alistarse en las filas con destino a Asia Menor, allí empezó como simple soldado a ganarse las simpatías de las legiones. Su afán de superación y su percepción del destino que le esperaba, le hacían tener una seguridad en sí mismo que contagiaba a sus compañeros.

Le asignaron diversos trabajos en los que destacó de una manera muy notable. Con 22 años a Julio César le imponen la primera corona laureada por su valentía y triunfo en una de las batallas. A cada trabajo más difícil, César despuntaba con una genial idea, así su superior le obligó a que consiguiera 300 naves en un plazo limitado de tiempo. César lo consigue obligando al rey de Bitinia mediante argumentaciones. La amistad con este rey se forjaría durantes los siguientes años…

A la muerte de Sila, a César se le abre el camino del Senado en Roma, por lo que volvió para hacerse un sitio en la escalada al poder. Sabiendo de antemano que sin sumar grandes hazañas no podría llegar hasta lo más alto, decidió irse como Pretor a la Hispania en el 69 a. de C. Su efectividad como administrador quedó patente en el trabajo que realizó. Ante todo, su honradez iba implícita a su cargo, por lo que lejos de ganar dinero mediante la imposición de pagos ilegales, realizó una contabilidad limpia y eficaz, otorgando más recursos a las arcas romanas, y saneando las cuentas hispanas.

César volvió a Roma, pero la muerte de su mujer le obliga a pesar del dolor, a pensar en una sucesora que tuviera las características apropiadas para seguirle a él, y que se encargara a la vez de su hija Julia. Mientras Pompeyo estaba en Asía en guerra contra el rey Mitridates, César en Roma consiguió diferentes cargos como el de Edil, Pretor urbano o Pontifex maximus (máximo responsable de la religión romana). Esos cargos permiten que César obtenga los favores y la simpatía de la plebe y los boni, mediante su amistad con Craso.

Este último le ayudará económicamente a fraguar las deudas que César ha contraído con diferentes proveedores. Mientras, César se casa con su segunda mujer, Pompeya, más joven y lejos de cualquier sospecha o mancha familiar que pueda perjudicar su carrera. Como Pontífice máximo se instala en la residencia que le ofrece su cargo, junto con su familia. Ahí vivirá junto con las vestales en uno de los edificios del mismo Foro Romano, donde se encargará del cuidado de la tradición religiosa, los auspicios etc.

En el 61 a. de C., César es nombrado Gobernador de la Hispania Ulterior. Después de hacer una magnífica labor, regresa a Roma después de un año. Por aquel entonces César tiene como a máximos rivales a Catón el Joven y a Bíbulo entre otros, que ven en él a alguien con mucho potencial y que puede hacer peligrar la República. Estos hacen intentos por manchar su reputación y apartarlo de la política romana, pero nada sale les bien, y César continúa...

César decide que su necesidad primordial es llegar a ser Cónsul de las Galias; para ello sabe que tendrá que someter a toda la Galia mediante la imposición de la fuerza con las legiones, por lo que establece el primer Triunvirato es decir, la repartición de poder entre Pompeyo, Craso y él mismo. Pero la carambola viene dada porque César entrega a su hija Julia, a Pompeyo como esposa, haciendo que los lazos de unión sean indisolubles. A Craso, se le asigna Roma e Hispania; a Pompeyo, Siria, y a César, las Galias. Pero Julia enfermó por lo que Pompeyo pide a Craso, que le ceda el control de Roma y la Hispania para quedarse con su esposa.

La Guerra de las Galias: César consigue su propósito, ha llegado la hora de hacer história. No se puede hablar de la Galia, sin hacer mención a que estaba constituída por diferentes tribus: los eduos, los belgas, los helvetios, etc. En un principio, César logra someter a diferentes tribus, pero con otras llega a hacer tratados por los cuales se hacen amigos y aliados de Roma. No obstante, hay un obstáculo que ralentiza el control de las Galias, y ese tiene un nombre: Vercingetorix.

La guerra de las Galias tiene su origen en el 58 a. de C. Hasta el 51 a. de C., primero César tuvo que frenar la invasión helvética con la ayuda de los eduos, amigos del pueblo romano. No obstante, Vercingetorix sabe que la única solución para derrotar las legiones romanas es la unión de todos las tribus galas haciendo de ellas una sola, ello comportará que presione a los eduos para que abandonen su alianza con Roma y firmen su adhesión a una Galia unida.

Vencingetórix se reúne con los regentes de todas las tribus incluídos los druídas y establece la unión de la Galia invitando a que le nombren rey, y conduciendo bajo su mando todas las tropas. Una de las medidas que adopta es obligar a todos a quemar cosechas y matar el ganado para desabastecer las tropas romanas y dejarlas sin alimento. Vercingetorix decide acampar en Alesia una ciudad sobre un terreno inaccesible, donde sabe de antemano que César no puede atacarles. Pero lo que no prevee es la astucia de un hombre con una aguda inteligencia, y que tiene comiendo de su mano a las legiones romanas, bien organizadas.

César jugándoselo todo a una carta, decide construir en 23 días alrededor de Alesia, una fortificación hecha de troncos en círculo que rodea la ciudad, y dentro de estos círculos otros que protegen a las legiones romanas del exterior.

Alesia: Cada uno de esos círculos escondieron trampas mortales para aquellos que desde el centro de la ciudad fortificada deseaban salir así como para los que viniendo de fuera quisieron entrar: Fosos de agua, catapultas, torres de vigilancia con arqueros, máquinas de guerra como los escorpiones, o lanzas clavadas en los fosos y tapadas con ramas y hojas, haciéndola prácticamente inexpugnable.

Todos aquellos que quedaron atrapados en la ciudadela vieron como sus ciudadanos morían de hambre al no poder abastecerse de víveres, y todos aquellos de otras tribus galas que quisieron ayudar a Vercingetorix, no pudieron alcanzar la ciudadela ni atravesar los fosos de César, abandonando la batalla. Durante esta época, César iba escribiendo notas y cartas al Senado explicando los éxitos de Roma. Eso le procuró un respaldo mayoritario de la plebe que adoraba ante todo, las hazañas de su mayor general.

Pero eso tenía una doble cara porque si bien la plebe estaba pletórica con sus éxitos, el Senado y en concreto Pompeyo Magno, Cónsul único en ese año, urdían una trampa que consistía en lo siguiente: Para ser nombrado Cónsul, se debía estar en Roma para solicitar el cargo; debido a que César estaba en las Galias no podía ser nombrado como tal, por lo que solicitó a Pompeyo que se le renombrara Cónsul "in absentia" (en ausencia). Pero lejos de hacer esto, Pompeyo y otros senadores afines, firmaron una ley por la cual una vez concluyera su consulado en marzo, debía volver a Roma despojándose de su "imperium" y sus legiones, yendo en su lugar otros gobernadores nombrados desde Roma.

Esto significaba que una vez que César volviera a Roma le podrían acusar de traición, etc., condenándole al exilio, esa era una manera muy "legal" de eliminarlo de la política romana. César, que sabía de la trampa, decidió que no había otra manera de entrar en Roma sino por la fuerza; se acercó al río Rubicón, frontera natural que marca la entrada en Italia, y recitó su famosa frase "alea jacta est" (la suerte está echada). Cruzó el Rubicón y entró con todas sus legiones en Roma.

Esta frase famosa pudo no haber sido la pronunciada, ya que otros escritos, apuntan hacia esta otra: "que los dados vuelen alto", frase originaria de una comedia griega, y que designarían el carácter de destino y suerte que obsesionaron a César toda su vida. La Roma de César: César obligó a Pompeyo a huír con sus tropas y aliados a Grecia y realizó una tarea de limpieza del Senado. Aunque es una época que se enmarca como de dictador, la verdad es que César en ese año aplicó una serie de medidas muy importantes que permitieron calmar los ánimos de ciertos sectores del Senado y de la población.

Impuso una ley por la cual hacía de todos los sometidos a Roma: la Hispania, la Galia, etc., ciudadanos romanos. Eso implicaba que poseían los mismos derechos que cualquier romano. Otra de sus medidas fue instaurar un calendario que permitió establecer un orden a las cosechas. Así mismo, para no dejar la economía de Roma en bancarrota, aprobó en el Senado unas medidas económicas por las que las deudas que los ciudadanos romanos adquirían con los "boni" o clases altas, no eran elimimadas, sino que con un sistema de intereses permitía la devolución de las mismas a un 10%; haciendo que tanto las clases favorecidas como las que no, hicieran circular la economía a un ritmo favorable.

También regaló trigo a los ciudadanos para procurar el abastecimiento total, e inició las reparaciones de templos y edificios estatales. César se casó por tercera vez y adoptó a su sobrino Octavio, ya que César no tuvo hijos legítimos varones. Eso permitió que a la muerte de César se consolidase el periodo imperial, que se inciaría con la llegada de Octavio más conocido como Augusto. Cayo Julio César, a su vuelta de Egipto, continuaba siendo uno de los hombres más odiados; por lo que en los idus de marzo del 44 a. de C. (15 de marzo), cuando era Cónsul con Marco Antonio, una fracción del Senado representada por Casio y Bruto, le asesinaron a cuchilladas.

A la muerte de César se firmó el segundo Triunvirato, que daba la región de Siria a Marco Antonio, y a Octavio y a Lépido la de la parte occidental: Hispania, Galia, Roma, etc...

Fuente: http://www.atenea-nike.com

* * * * * "Nada más fácil que censurar a los muertos". -Julio César-