Otra injusticia cultural. El artista murciano, que vivía en Valencia, una ciudad a la que estuvo muy ligado, fue amigo de Picasso, Juan Ramón Jiménez y Juan Gil-Albert, entre otros.

Ramón Gaya, escritor, y el último pintor de la generación del 27, falleció a los 95 años en su domicilio de Poeta Querol de Valencia, ciudad en la que se estableció en los años ochenta.

  Más tarde fijó su residencia en Madrid y hace dos años regresó de nuevo a Valencia.

El artista recibió sepultura el pasado día 17 de octrubre, en su localidad natal de Espinardo, una pedanía de Murcia capital. El anterior domicilio valenciano de Gaya estuvo en Grabador Esteve.

La Universidad de Murcia, de la que era Doctor Honoris Causa, decretó tres días de luto en su memoria.

-El reconocimiento de un pintor “bastante desconocido”-

Los Reyes Juan Carlos y Sofía entregaron el año 2.000 el I. Premio Velázquez de las Artes Plásticas a Ramón Gaya, de 91 años, en reconocimiento a toda su trayectoria artística a lo largo de ocho décadas. Gaya había manifestado unos años antes, que creía seguir siendo “un pintor bastante desconocido”. El Premio Velázquez corrigió la injusticia cultural, aunque como casi siempre, un poco tarde.

Siendo muy joven, Ramón Gaya vivió en Valencia en los años republicanos, donde realizó una destacada labor creativa y de activismo cultural, en unos años en los que tuvo una gran amistad con el escritor Juan Gil-Albert (Alcoi, 1.904).

De Gil-Albert realizó Gaya un excelente retrato, que ha quedado como la imagen canónica del poeta alcoiano.

-París, años 20-

Nacido el 10 de octubre de 1.910, la obra de Gaya no fue conocida en España hasta la década de los 70, cuando puso fin a su exilio. Su padre, litógrafo de profesión, lo introdujo en el mundo de la pintura, un arte que para él era “quitar, desnudar, y trazo a trazo, el alma irá acudiendo sin trabajo”. Desde muy joven despuntó con el pincel, influido principalmente por los impresionistas y vanguardistas que pintaban el París de los años 20.

En 1.928 consiguió una beca para viajar a la capital francesa, donde logró exponer sus obras con tan sólo 17 años. Sin embargo, su contacto con el surrealismo y el cubismo le produjo un rechazo e hizo que su arte, siempre marcado por el impresionismo, se dirigiera más hacia los clásicos, entre los que admira a Velázquez, Rembrandt o Rubens.

En 1.937 sus cuadros volvieron a París para colgarse en el Pabellón.

-Fechas Clave-

-1.910 Nace en Espinardo (Murcia) el 10 de octubre de 1.910.

-1.928 Viaja a París y cuestiona el lenguaje de las vanguardias.

-1.952 Se exilia en Méjico.

-1.956 Se instala en Roma.

-1.974 Regresa a España.

-2.000 El IVAM le dedica una antológica.

-2.002 Gana el Premio Velázquez.

-Español de la Exposición Internacional-

En esta etapa participó como único viñetista en la mítica revista valenciana "Hora de España". También colaboró con la compañía de teatro itinerante "La Barraca", de Federico García Lorca.

Su vinculación con el mundo de la cultura le permitió cultivar la amistad de intelectuales, poetas y artistas como Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez, Bergamín, Picasso, María Zambrano y el citado Gil-Albert.

Hacia el final de la Guerra Civil, Gaya perdió a su mujer durante un bombardeo en Figueras. Al caer la República pasó a Francia, donde estuvo internado en un campo de concentración.

En 1.952, al término de la Segunda Guerra Mundial, viajó a Méjico, país donde realizó sus célebres “Homenajes”, en los que refleja la pasión por sus clásicos. Volvió a Europa en 1.956 y se instaló en Roma.

Comenzó a viajar a España, hasta que en 1.974 puso final a su exilio y se instaló en Valencia, muy cerca del Palacio de Dos Aguas. Gaya es autor de libros sobre arte, como “El sentimiento de la pintura” 1.960, “Velázquez, pájaro solitario” 1.969. Además del Premio Velázquez, ya mencionado, obtuvo en otros, el Premio Nacional 1.938, y la Medalla de Oro a las Bellas Artes 1.985.

-Reflexiones inolvidables de un pensador a contracorriente-

Cosa rara, nunca parecía dogmático pese a la contundente dureza de muchas de sus opiniones. He aquí algunas de sus severas reflexiones, que surgían como si fuesen manifestaciones irreprimibles de su más noble naturaleza: “La del arte sí que es una crisis, y no la de los Estados”.

“Todo eso de los cuadros de color liso, como una puerta, y los tubos de neón atados con una cuerda... todo eso está hecho hace sesenta o setenta años. Luego esa 'camelancia' se recubre de mucha palabrería, pero así no vamos a ninguna parte”. “Se habla más de Carmen Cervera que de los Van Gogh de la colección Thyssen”.

“Con la democracia se pueden decir muchas más cosas que antes, pero como mucha gente no tiene las ideas claras, se arman un lío”. “La gente madura ha visto dar tales vaivenes a la sociedad, que ya no cree en ninguna, sobre todo no cree en quien le proponga utopías”.

“A mi edad tengo pocas esperanzas de que se aclare nada; se pierde la ilusión en ese sentido”. “¡Odio a la Bardot! Es una mujer que tuvo un hijo y se deshizo de él enseguida, y sin embargo las focas le entusiasman”. Sobre Gaya: “Ha sido uno de los artistas e intelectuales más relevantes del siglo XX, íntimamente ligado a la Comunidad Valenciana”.

-Consuelo Císcar (Directora del IVAM)-

“La obra de Gaya tiene un interes extraordinario, por el silencio de su pintura y su pureza visual”. -Tomas Llorens (Historiador de Arte)- “Sentía mucho aprecio por el trabajo de Gaya, sobre todo, por el de su primera época, de gran imaginación y viveza”. -Juan Genovés (Pintor)-

“Artista de proyección universal, llevó el nombre de su tierra por todos los lugares en que vivió”. -José L. Valcárcel (Presidente de Murcia)- El pintor valenciano Luis Massoni me lo presentó a mediados de los 80.

Poco después le hice una entrevista a Ramón Gaya. No se lo dije, pero me fascinó intelectual y vitalmente, enseguida. Me sedujo el pintor y escritor por sus ideas (algunas no las compartía: mejor, así me resultaba aún más hipnótico), por el tono pausado de su discurso y por los objetos de su estudio en la calle Grabador Esteve, maravillosamente fotografiado por Penalba. “¿Qué le aturde más de la sociedad actual?”.

Pese a que habitualmente tardaba unos segudos en responder, en este caso su réplica fue inmediata. -“La televisión”. Me recordó a Pasolini, que insistía en ese mismo punto. Insistí: “¿La televisión es un enemigo duro?”. Gaya ya no me dejó “escapar vivo”: -“¡Ah, es una cosa tremenda! Mucha gente no sabe lo diabólica que es. La televisión debería estar prohibida por Dios...” Le hablé de Octavio Paz, con el que tuvo bastante trato en Méjico. -“Me gustaba como poeta. Ahora la poesía la ha dejado de lado.

A Paz le interesa mucho la política, y yo me siento distante de eso”. Con Gaya no podía andarse uno con “criterios políticamente correctos”. Él estaba muy lejos de esas “pulcritudes”.

Fuente: Las Provincias

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