Las del doctor Hamilton Naki y Vivien T. Thomas, el jardinero africano y el carpintero americano.
¿Sólo fueron eso?
¿Así fue como les hicieron vivir?
¿Y como la mayor parte de la sociedad los veía…?
Vivien T. Thomas, el carpintero estadounidense, y Hamilton Naki, el jardinero africano, viviendo en ambientes hostiles, con falta de medios y con la segregación racial, llegaron a sobresalir de tal modo en la medicina que ambos contribuyeron de manera significativa a ella, junto a médicos del renombre de Alfred Blalock y Christian Barnard.
A su vez, uno y otro recibieron el doctorado honoris causa, sin poder haber sido médicos (como era su deseo).
Fueron destacados en sus respectivos países de nacimiento, mereciendo toda clase de reconocimientos.
Hamilton Naki
Un sudafricano negro, de 78 años; murió a finales de mayo de 2007.
La noticia no figuró en los diarios, pero su historia es una de las más extraordinarias del siglo XX.
Un acto de reparación
La historia de su vida es un verdadero ejemplo de superación, humildad y dignidad.
El 2 de diciembre de 1967 una joven blanca fue atropellada al cruzar una calle.
Trasladada con urgencia al Groote Schuurhospital, se le diagnosticó muerte cerebral, aunque su corazón seguía latiendo.
Esto sucedía en la ciudad de El Cabo, Sudáfrica, en pleno régimen del "apartheid".
En el mismo hospital, el corazón de un odontólogo llamado Louis Washkansky, en 1967, luchaba denodadamente por seguir latiendo, pero estaba muy debilitado y enfermo.
Ya había dado todo lo que podía dar y la única posibilidad para su vida era un trasplante cardíaco que para esa época parecía imposible.
Sin embargo, para eso estaba preparándose el doctor Christian Barnard, quien tomó la decisión de realizar el primer trasplante de este tipo a un ser humano.
Los diarios de todo el mundo dedicaron largos comentarios laudatorios a la proeza médica.
El cirujano-jefe del grupo se transformó en una celebridad instantáneamente.
Pero nadie tuvo en cuenta ni mencionó al que verdaderamente fue el "alma mater" de semejante hazaña, a Hamilton Naki.
El mismo Barnard lo reconoció antes de su muerte:
"Tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigadores de todos los tiempos en el campo de los trasplantes, y habría llegado muy lejos si los condicionantes sociales se lo hubieran permitido".
Las condiciones sociales estaban dictadas por las injustas normas del "apartheid" y, evidentemente, por las personas que se sentían plenamente satisfechas con ellas.
Hamilton Naki nació el 26 de junio de 1926 en Ngcingane, un pequeño poblado cerca de Centani in Transkei (Sudáfrica).
Concluyó su escuela primaria en esa localidad y a los 14 años se trasladó a Ciudad del Cabo en busca de trabajo.
De raza negra y de familia pobre, halló su primer trabajo a los catorce años, cortando césped y prestando servicio en las canchas de tenis de la Universidad de Ciudad del Cabo.
Pasó luego a limpiar los chiqueros donde estaban los animales que servían para experimentación y práctica de cirugía.
En 1954 fue ascendido para ayudar en el cuidado de los animales de laboratorio.
Muy pronto progresó, después de que un profesor le pidió que ayudara a anestesiar a los animales usados en el entrenamiento de estudiantes en cirugía.
A pesar de que Robert Gotees, de la Facultad de Medicina, lo destinó, además, a cuidar animales de laboratorio y de que pronto se involucró en anestesias, cirugías y cuidados posquirúrgicos de animales, no pudo estudiar Medicina y fue excluido de los anfiteatros de cirugía durante el apartheid (destinados exclusivamente a los blancos).
¡Aprendía deprisa y su curiosidad no tenía límites!
Hizo toda la clínica quirúrgica de la escuela, donde los médicos blancos practicaban las técnicas de trasplantes en perros y cerdos, y luego pasó a tomar parte en operaciones quirúrgicas en los animales del laboratorio, donde tuvo la oportunidad de anestesiar, operar y, finalmente, trasplantar órganos a animales como perros, conejos y pollos.
Experto cirujano
De manera encubierta, Hamilton Naki se había convertido en un experimentado cirujano. Y aunque usaba chaquetilla, barbijo y gorro, jamás estudió medicina o cirugía.
Sin embargo, poco a poco, sus capacidades le fueron granjeando puestos de responsabilidad.
Aprendió cirugía presenciando experimentos con animales.
Se transformó en un cirujano excepcional, a tal punto que Barnard lo requirió para su equipo.
¡Era un quiebre para las leyes sudafricanas!
El "negro Naki" no podía operar pacientes ni tocar sangre de los blancos.
Solamente podía trabajar con animales. Y en negros –¡claro!– que, por otro lado, no eran atendidos en el Groote Schuurhospital.
Pero el hospital hizo una excepción para él. Se transformó en un cirujano...
¡Pero, clandestino!
Era el mejor, daba clases a los estudiantes blancos, pero ganaba salario de técnico de laboratorio, el máximo que el hospital podía pagar a un negro.
Era conocido especialmente por enseñar a los estudiantes de medicina a realizar complicados trasplantes de hígado en cerdos, un procedimiento que se dice es más complicado que los trasplantes de corazón en los humanos.
Los médicos que observaban el trabajo de Naki quedaban admirados ante su destreza para suturar diminutos vasos sanguíneos con sorprendente delicadeza y precisión con sus dedos gruesos y rudos.
Otra cosa que hacía con gran paciencia era completar en silencio operaciones que los estudiantes de medicina –blancos– comenzaban y abandonaban ante el primer obstáculo.
Para realizar el trasplante programado se necesitaban dos equipos: uno que extrajera el corazón y el otro que realizara el trasplante.
Barnard le pidió a Naki que dirigiera el primer equipo y luego lo ayudara en la sutura de los pequeños vasos, en lo que Naki era todo un experto.
Vivía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corriente, en un gueto de la periferia.
Su participación violaba las leyes de segregación racial del país, que señalaban que los negros no deberían recibir entrenamiento médico, ni deberían trabajar en ambientes sólo para blancos, ni tener contacto con pacientes blancos.
En una épica intervención de 48 horas, los dos equipos lograron extraer el corazón de la joven e implantarlo en el cuerpo de Washkansky.
Los asistentes recuerdan la delicadeza con la que Naki limpió el órgano de todo rastro de sangre antes de que Barnard volviese a hacerlo latir en el pecho del hombre.
Un detalle realmente vergonzoso: todo el equipo quirúrgico se fotografió.
Pero Hamilton Naki no podía salir en las fotografías por su "calidad" de negro.
Cuando apareció en una, por descuido, el hospital informó que era un empleado del servicio de limpieza.
Años después, cuando desapareció el sistema de segregación racial en 1994, se revelaron –tardíamente, como suele suceder–, las contribuciones de Naki.
El cine lo bautizó como "El cirujano clandestino".
Terminado el "apartheid", recibió en 2002 el título honorario de "Magister Scientarum" en Cirugía de la Universidad de Ciudad del Cabo y en 2003, de manos del presidente Thabo Mbeki, la Orden Nacional de Mapungubwe en bronce, uno de los más prestigiosos premios sudafricanos.
En 2005, poco antes su muerte y cuando Mbeki hizo su discurso presidencial ante el parlamento sudafricano, Naki era uno de los guardias de honor.
Cuando se jubiló en 1991, sólo había llegado a ser asistente de laboratorio.
Pero tuvo que contentarse con su pequeña pensión de jardinero, en vista de que su trabajo especializado nunca había sido revelado.
Asimismo, dijo en una entrevista que “en esos días uno tenía que aceptar lo que ellos decían porque no había otra vía, porque era la ley que reinaba”.
Durante su jubilación, adaptó un autobús como clínica ambulante para el área de su hogar y patrocinó una escuela en Eastern Cape con donaciones recibidas de médicos que él había entrenado.
Daba clases a los estudiantes blancos, pero ganaba salario de técnico de laboratorio, el máximo que el hospital podía pagar a un negro.
Hamilton Naki enseñó cirugía durante 40 años y se retiró con una pensión de jardinero, de 275 dólares al mes.
Nunca reclamó por las injusticias que sufrió durante toda su vida.
Pese a su clandestinidad y discriminación, jamás dejó de dar lo mejor de sí...
¡Su pasión por ayudar a vivir...!
Murió de un ataque cardíaco el 29 de mayo de 2005 a los 78 años.
Y aunque se le valoró en los últimos tiempos, tal reconocimiento no equipara el logrado en la actualidad por Vivien Thomas.
La muerte de Hamilton Naki, condenado durante casi cuatro décadas al anonimato por su condición de negro, nos recuerda uno de los episodios más vergonzosos de la clase humana.
Fueron capaces de apropiarse de sus conocimientos tildándolos como propios.
El mismo Barnard sólo reconoció su valía al final de su vida, porque seguramente las leyes diabólicas de su país, no le permitieron decir la verdad cuando debía decirla; o quizás, no le convenía demasiado.
Por eso, este pequeño homenaje a uno de los médicos más valiosos de todos lo tiempos: valioso por sus conocimientos.
Valioso por sus enseñanzas que nunca fueron reconocidas.
Valioso por su humildad y entrega.
Valioso por su calidad de "vir bonus medendi peritus".
– – – – –
El carpintero estadounidense
Vivien Theodore Thomas fue un técnico quirúrgico afro-americano que, en la década de los 40, desarrolló una técnica quirúrgica para tratar la tetralogía de Fallot.
Nació en New Iberia, cerca de Lago Providencia (Louisiana, Estados Unidos), el 29 de agosto de 1910.
Su familia se trasladó posteriormente a Nashville (Tennessee) donde, en la década de los 20, estudió en escuelas públicas, entre ellas, en la Pearl High School (conocida ahora como Pearl Cohn Magnet High School), en un sistema educativo marcado por la segregación racial.
Trabajó como carpintero para financiarse sus estudios y en 1929 se matriculó como estudiante pre-médico en el Tennessee Agricultural and Industrial College.
La gran depresión, iniciada ese año, le arrebató sus ahorros y le forzó a abandonar los estudios que había comenzado y a emplearse en 1930 como ayudante en el laboratorio de Alfred Blalock, en la Vanderbilt University (Nashville, Tennesse).
Sus habilidades como ayudante de cirugía y de investigador asociado (juntos investigaron las causas del choque hipovolémico que derivaría luego en el síndrome de aplastamiento), condujeron a Blalock a llevarlo consigo cuando se mudó a la John Hopkins University (Baltimore, Maryland) durante 1941.
Fueron con él, su esposa Clara y su hijo.
En 1943, Blalock comenzó a colaborar con la doctora Helen Taussig, que tenía una idea de cómo tratar el síndrome de los “bebés azules” (tetralogía de Fallot y otras cardiopatías congénitas).
La doctora Taussig también sufrió discriminación, en su caso de género, ya que si bien la John Hopkins University, que admitía mujeres, la aceptó.
Sólo la contrató como profesora titular cuando ya era reconocida internacionalmente y tras dieciséis años de desempeñar un puesto como mera instructora.
La actuación de la doctora Helen Taussig, fundadora de la cardiología pediátrica, fue decisiva a pesar de su dislexia y posterior sordera.
Además, Taussig fue una adelantada en su tiempo pues apoyaba el ingreso de la gente de color a las facultades de medicina y al sistema de seguro social Medicare y el derecho al aborto.
Ella sugería que un procedimiento adecuado para mejorar el síndrome de los “bebés azules” sería aumentar el flujo sanguíneo desde el corazón a los pulmones, lo que suponía el desarrollo de una técnica quirúrgica harto complicada y que demandaba la creación de nuevos instrumentos médicos.
Thomas entendió su idea y, tras dos años de trabajo y de experimentos con 200 perros, desarrolló un procedimiento quirúrgico experimental satisfactorio.
La primera perra operada, llamada Ana, es el único animal cuyo retrato cuelga de las paredes de la John Hopkins University.
A fines de 1944, Blalock, asistido por Thomas, operó a la primera paciente, Eileen Saxon, que sólo sobrevivió dos meses.
Sin embargo, el siguiente paciente, una niña de once años, recibió el alta hospitalaria a las tres semanas de ser intervenida.
Ambos casos y un tercero más, el de un niño de 6 años, fueron el núcleo de un artículo publicado por Blalock y Taussig en 1945 en el Journal of the American Medical Association.
"Blalock A, Taussig H. The surgical treatment of malformations of the heart in which there is pulmonary stenosis or pulmonary atresia.
JAMA 1945; 128:189-202", en el que Vivien Thomas ni siquiera fue mencionado.
Obviamente el procedimiento se conoce como de Blalock-Taussig.
En un año, se realizaron más de 200 operaciones.
Mientras tanto, Thomas comenzó a formar a otros cirujanos en el procedimiento, pero su precariedad salarial le obligó a trabajar simultáneamente como camarero.
Sin embargo, y tras negociar con Blalock, llegó a ser en 1946 el técnico mejor pagado de la John Hopkins University.
En 1947, Thomas intentó reiniciar sus estudios de medicina pero, aunque se inscribió en la Morgan State University, al poco tiempo la realidad le hizo abandonar la idea.
Blalock, que mantuvo una dualidad favorable-desfavorable respecto de la raza de Vivien Thomas en lo referido a reconocimientos internos e impedimentos externos, murió a los 65 años habiendo trabajado 34 de ellos con Thomas.
En 1975, la "John Kopkins University" reconoció la labor de Thomas con un doctorado honorario en leyes, ya que ciertas restricciones le imposibilitaron hacerlo en Medicina.
Thomas plasmó su vida en Partners of the Heart: Vivien Thomas and His Work with Alfred Blalock cuya última edición editada por University of Pennsylvania Press data de 1998.
Falleció a los 75 años, el 26 de noviembre de 1985.
La “Johns Hopkins Medicine” ha creado la “Vivien Thomas Fund” con el fin de aumentar la diversidad en la John Hopkins University School of Medicine, rompiendo barreras económicas y raciales.
Consideraciones finales
Un carpintero y un jardinero negros, ambos en ambientes hostiles por cuestiones raciales, superan las adversidades de su época, se enancan en sus habilidades y sobresalen, poniéndose al nivel, e incluso superando, a sus mentores blancos.
Sus trayectorias son ejemplares, con su cuota de grandeza humana a la vez que recibieron la inhumana perversidad.
Resultan dignos de ser conocidos por alumnos y profesionales de la salud en particular, y por el público en general, así como de ser debatidos en los aspectos académicos, ético-morales y humanos que ofrecen.
Fuentes:
http://www.historiadelamedicina.org
http://www.elsigloweb.com
* * * * *
"El talento puede dar prestigio, el valor puede dar soldados, la tiranía puede dar esclavos, pero sólo la justicia puede dar la fuerza"
(Silvio Pellico).