Efemérides. Miguel Ángel Buonarrotti, en italiano Michelangelo.
Nació el 6 de marzo de 1475 en el pequeño pueblo de Caprese, cerca de Arezzo, aunque, en esencia, fue un florentino...
que mantuvo a lo largo de toda su vida unos profundos lazos con Florencia, su arte y su cultura.
Murió en Roma el 18 de febrero de 1564.
"Con el toque del cincel la piedra cruda y fría se convierte en un molde viviente. Cuanto más se gasta el mármol, más crece la estatua" (Miguel Ángel).
Un hombre cuya excepcional personalidad artística dominó el panorama creativo del siglo XVI, y cuya figura está en la base de la concepción del artista como un ser excepcional, que rebasa ampliamente las convenciones ordinarias.
Uno de los mayores creadores de toda la historia del arte y, junto con Leonardo da Vinci, la figura más destacada del Renacimiento italiano.
En su condición de arquitecto, escultor, pintor y poeta ejerció una enorme influencia tanto en sus contemporáneos como en todo el arte occidental posterior a su época.
Durante los cerca de setenta años que duró su carrera, Miguel Ángel cultivó por igual la pintura, la escultura y la arquitectura, con resultados extraordinarios en cada una de estas facetas artísticas.
Sus coetáneos veían en las realizaciones de Miguel Ángel una cualidad, denominada "terribilità", a la que puede atribuirse la grandeza de su genio; dicho término se refiere a aspectos como el vigor físico, la intensidad emocional y el entusiasmo creativo, verdaderas constantes en las obras de este creador, que les confieren su grandeza y su personalidad inimitables.
La vida de Miguel Ángel transcurrió entre Florencia y Roma, ciudades en las que dejó sus obras maestras.
En 1483, el padre de Miguel Ángel, Ludovico Buonarroti, oficial florentino al servicio de la familia Médicis, colocó a su hijo, con tan solo 13 años de edad, en el taller del pintor Domenico Ghirlandaio, donde aprendió pintura y con el que permaneció poco tiempo.
Dio sus primeros pasos haciendo copias de frescos de Giotto o de Masaccio que le sirvieron para definir su estilo.
Dos años después, se sintió atraído por la escultura en el jardín de San Marcos, lugar al que acudía con frecuencia para estudiar las estatuas antiguas de la colección de los Médicis.
Su primera escultura llamó la atención de Lorenzo de Médicis, jefe de la república florentina, que le abrió las puertas del palacio en 1489.
Aquí conoce la escultura de Donatello a través de Bertoldo di Giovanni, que se reflejaría en sus primeras obras Invitado a las reuniones y tertulias que Lorenzo el Magnífico organizaba en el palacio de los Médicis con otros artistas, Miguel Ángel tuvo la oportunidad de conversar con los Médicis más jóvenes, dos de los cuales posteriormente llegaron a ser papas (León X y Clemente VII).
Conoció también a humanistas de la talla de Marsilio Ficino y a poetas como Angelo Poliziano, habituales visitantes del palacio.
Por entonces Miguel Ángel, que contaba con 16 años de edad, ya había realizado al menos dos esculturas en relieve, el “Combate de los lapitas y los centauros” y la “Virgen de la escalera” (ambas fechadas en 1489-1492, Casa Buonarroti, Florencia), con las que demostró que ya había alcanzado su personal estilo a tan temprana edad.
Adquirió una profunda formación intelectual y humanística.
Su mecenas, Lorenzo el Magnífico, murió en 1492; dos años después Miguel Ángel abandonó Florencia, en el momento en que los Médicis son expulsados por un tiempo de la ciudad por Carlos VIII.
Durante una temporada se estableció en Bolonia, donde esculpió entre 1494 y 1495 tres estatuas de mármol para el Arca de Santo Domingo en la iglesia del mismo nombre.
Allí contempla las esculturas de Jacopo della Quercia en la iglesia de San Petronio, cuya monumentalidad influirá en su arte posterior.
En 1495 regresó a Florencia y esculpió “El descendimiento” y la “Virgen de Manchester”.
Más tarde, Miguel Ángel viajó a Roma, ciudad en la que podía estudiar y examinar las ruinas y estatuas de la Antigüedad clásica que, por entonces, se estaban descubriendo.
Poco después realizó su primera escultura a gran escala, el monumental Baco (1496-1498, Museo del Barguello, Florencia), uno de los pocos ejemplos de tema pagano en vez de cristiano realizados por el maestro, muy ensalzado en la Roma renacentista y claramente inspirado en la estatuaria antigua, en concreto en el Apolo del Belvedere.
En esa misma época Miguel Ángel esculpió también la Pietà (la Piedad), 1498-1500, para San Pedro del Vaticano, magnífica obra en mármol que aún se conserva en su emplazamiento original.
La Pietà (la Piedad), una de las obras de arte más conocidas.
Miguel Ángel la terminó casi con toda seguridad antes de cumplir los 25 años de edad; es, además, la única obra en la que aparece su firma.
Es una escultura de gran belleza y de un acabado impecable que refleja su maestría técnica.
Al cabo de cinco años, regresó a Florencia, donde desarrolló una gran labor escultórica y donde recibió diversos encargos, entre ellos el David (Academia de Florencia), el joven desnudo de cuatro metros de altura que representa la belleza perfecta y sintetiza los valores del humanismo renacentista.
Su estancia en Florencia es corta, ya que en 1505, cuando trabajaba en el cartón preparatorio de la Batalla de Cascina (inconclusa) para el Palazzo Vecchio, el papa Julio II lo llamó a Roma para que esculpiera su tumba.
Miguel Ángel concibió este mausoleo de manera grandiosa, en la basílica vaticana que construía Bramante.
Planeada desde un primer momento como la más magnífica y grandiosa de toda la cristiandad, pensada para ser emplazada en la nueva Basílica de San Pedro, entonces en construcción, Miguel Ángel inició con gran entusiasmo este nuevo desafío que incluía la talla de más de cuarenta figuras, pasando varios meses en las canteras de Carrara para obtener el mármol necesario.
La escasez de dinero, sin embargo, llevó al Papa a ordenar a Miguel Ángel que abandonara el proyecto en favor de la decoración del techo de la Sixtina.
Cuando, años después, retomó el trabajo de la tumba, la rediseñó a una escala mucho menor.
No obstante, Miguel Ángel pudo terminar algunas de sus mejores esculturas con destino a la tumba de Julio II, entre las que destaca el Moisés (1515), figura central de la nueva tumba, hoy conservado en la iglesia de San Pedro in Vinculis, Roma.
También realizó dos esclavos (Museo del Louvre, Paris) y la del Genio de la Victoria (Palacio Viejo, Florencia).
Trabajó en esta obra hasta 1545 y dejó a medias varias estatuas de esclavos que se cuentan en la actualidad entre sus realizaciones más admiradas, ya que permiten apreciar cómo extraía literalmente de los bloques de mármol unas figuras que parecían estar ya contenidas en ellos.
En 1538-1539 se iniciaron las obras de remodelación de los edificios en torno a la Plaza del Capitolio (Campidoglio), sobre la colina del mismo nombre, corazón político y social de la ciudad de Roma.
Concibió el Capitolio como un espacio ovalado, y en su centro colocó la antigua estatua ecuestre en bronce del emperador Marco Aurelio.
En torno a ella dispuso el Palacio de los Conservadores y el Museo Capitolino, así como también el Palacio del Senado, dando al conjunto una nueva uniformidad constructiva acorde con la monumentalidad propia de la antigua Roma.
La obra cumbre de Miguel Ángel como arquitecto fue la Basílica de San Pedro; su cúpula se convirtió en modelo y paradigma para todo el mundo occidental.
Los proyectos de este colosal mausoleo se fueron modificando hasta interrumpirse temporalmente en 1508, en que recibió el encargo de pintar la bóveda de la Capilla Sixtina (Vaticano, Roma), edificada en 1475 por Giovannino dei Dolci, bajo Sixto IV.
Aquí Miguel Ángel demuestra su sabiduría de arquitecto, escultor y pintor, ejecutando prácticamente sin ayuda una obra maravilla que dio por terminada el 1 de noviembre de 1542.
En un principio Miguel Ángel se resistió a aceptar, puesto que se consideraba ante todo un escultor, pero que se convirtió finalmente en su creación más sublime.
En ella plasma la grandiosidad del relato bíblico por medio de un espacio arquitectónico fingido, dividiendo el espacio con lunetos y pechinas donde sitúa las escenas del Génesis, junto con figuras de profetas y sibilas que significan la integración del mundo pagano y del cristiano, además de pasajes de los antepasados de Cristo.
Técnicamente utiliza la pintura al fresco con un marcado dominio del dibujo y gama cromática uniforme, destacando el desnudo y el carácter volumétrico de las figuras.
Alrededor de las escenas centrales, que representan episodios del Génesis, se despliega un conjunto de profetas, sibilas y jóvenes desnudos, en un todo unitario dominado por dos cualidades esenciales: belleza física y energía dinámica.
En 1513 regresa a Florencia, donde residirá ahora por largo tiempo para realizar obras de arquitectura y escultura: tumba y fachada de San Lorenzo, obra que le dio muchos quebraderos de cabeza y que, por último, no se realizó.
Y tumbas de Giuliano de Médicis, para las que cinceló las estatuas del Día y la Noche, que son indudablemente la obra maestra de Miguel Ángel.
Simbolizan el curso del tiempo, la aurora y el crepúsculo; para estos sepulcros también realiza los retratos de Juliano de Médicis "il divino" y Lorenzo de Médicis "il pensieroso", duques respectivamente de Nemours y de Urbino (Capilla Medicea, iglesia de San Lorenzo, Florencia); a ambos los situó Miguel Ángel por encima de las figuras alegóricas, como símbolo de triunfo sobre la muerte.
Todo el conjunto escultórico está dispuesto simétricamente.
El artista proyectó para San Lorenzo dos obras magistrales: la Biblioteca Laurenciana y la capilla Medicea o Sacristía Nueva, donde hace una unión entre estructura y decoración, nueva y original, tratando todo el interior plásticamente a modo de escultura.
Esta obra no se terminó hasta después de su muerte.
Ambas realizaciones son, en el aspecto arquitectónico, herederas de la obra de Brunelleschi, aunque la singular escalera de acceso a la biblioteca, capaz de crear un particular efecto de monumentalidad en el escaso espacio existente, solo puede ser obra del genio de Miguel Ángel.
La capilla Medicea alberga dos sepulturas que incluyen la estatua del difunto y las figuras magistrales del Día, la Noche, la Aurora y el Crepúsculo.
En 1534 abandonó Florencia definitivamente y se afincó en Roma, donde va a ser nombrado arquitecto, escultor y pintor de los Palacios Vaticanos por el papa Paulo III.
Realizó el fresco de El Juicio Final, pintado en la pared del altar de la Capilla Sixtina (1534-1541), inducido por el papa.
Se concibe por superposición de planos, sin tener en cuenta la perspectiva tradicional, utilizando cánones decrecientes para los personajes de arriba abajo, no como efecto de fuga, sino para exaltar el movimiento.
Agrupa a los personajes en zonas, marcando un ritmo general, sin comunicación entre las partes; el tema lo desarrolla de forma muy personal, tal como lo ve a través de su propia cultura religiosa, que le lleva a una representación iconográfica próxima a la Antigüedad clásica.
Paulo III también le encarga que termine la basílica de San Pedro, donde Miguel Ángel, siguiendo el plan de Bramante, pero superándolo por medio de reformas de las cuales la más importante es la enorme cúpula inspirada en la de Brunelleschi de la catedral de Florencia, la convirtió no solo en símbolo del Vaticano y de Roma, sino de toda la cristiandad, edificó el ábside y dirigió las obras hasta su muerte.
Sus planes fueron modificados a su vez por Rafael y Sangallo.
Hacia 1536 conoció a Vittoria Colonna, que sería su musa y su amor platónico, reflejado en los poemas escritos por el artista hasta la muerte de ella en 1557.
Al mismo tiempo que realizaba sus labores arquitectónicas, pinta los murales de la capilla Paulina de los palacios vaticanos, dedicados a la conversión de san Pablo (1542-1545) y el martirio de san Pedro (1545-1550), ambas con riqueza de movimientos y gestos que influirían en el manierismo.
A partir de esta época, sus obras de temática religiosa reflejan una profunda crisis espiritual, como lo muestra La piedad (catedral de Florencia), La piedad Rondanini (Museo Cívico, Milán).
En su testamento desea "legar su alma a Dios, el cuerpo a la tierra y los bienes a sus parientes más próximos".
Pasó gran parte de su madurez en Roma trabajando en encargos de los sucesivos papas; sin embargo, siempre se preocupó de dejar instrucciones oportunas para ser enterrado en Florencia, como así fue; su cuerpo descansa en la iglesia de Santa Croce.
La Capilla Sixtina: la creación del hombre
El Génesis es uno de los fragmentos más conocidos de la Capilla Sextina. Adán, en un lecho de tierra, se vuelve hacia Dios. El Creador es un anciano de cabellos blancos, físico potente y ademán poderoso.
La técnica del fresco
Miguel Ángel aceptó a regañadientes la decoración de la Capilla Sixtina porque no confiaba demasiado en su talento pictórico.
Pese a ello, la enorme bóveda está considerada como una de las mayores empresas artísticas de todos los tiempos.
Miguel Ángel empleó la técnica del fresco, un método de pintura mural en el que se aplican sobre una pared recién revocada (embellecida o pintada) pigmentos terrosos mezclados con agua y cal, para crear una superficie compacta.
Miguel Ángel también utilizó la misma técnica en la representación del Juicio Final, en la pared de entrada a la Capilla.
Ambos trabajos, debido a sus grandes dimensiones (más de 900 metros de superficie en el caso de la bóveda de la Capilla), agotaron mental y físicamente al artista.
CRONOLOGÍA
6-3-1475: Miguel Ángel Bounaroti nace en Caprese, Italia.
1488: Entra en el taller de Ghirlandaio, en Florencia.
1490: Crea su primera escultura: “La Virgen de la escalera”.
1492: Muere su protector y mecenas, Lorenzo de Médici.
1494: Esculpe “Ángel sosteniendo un candelabro”.
1496: Primer viaje a Roma. Crea el “Baco” y la “Piedad”.
1504: Florencia alberga su famosa estatua de “David”.
Pinta la “Batalla de Cascina”, un fresco inconcluso.
Siglo XXI: La permanencia de la belleza
Miguel Ángel es el maestro de lo excelso, de los efectos grandiosos, rasgos que recorren de principio a fin su obra y que influyeron decisivamente en las corrientes artísticas del siglo XVI, tanto por su clasicismo como por su complejidad.
Sin la existencia del genio de Caprese, la Humanidad no hubiera gozado jamás de las formas alambicadas del Barroco.
Pero la historia del arte es una sucesión de episodios que revolucionaron las formas de expresión.
Con la perspectiva que otorgan quinientos años, el Renacimiento permanece en la memoria de la Humanidad como un período espléndido, aunque lejano, tal vez demasiado.
¿Cómo vencer los efectos devastadores del tiempo, la amenaza latente del olvido?
La respuesta reside en el afán del artista por ser inmortal. Así de simple. Y así de complejo.
No importa el tiempo, ni la adscripción a un género. La obra artística no es efímera si sigue conmoviendo, si emociona.
Y Miguel Ángel ejemplifica, total y cabalmente, ese deseo de inmortalidad. Sus obras son imperecederas por una razón esencial: porque son bellas.
Ese aserto cobra todo su sentido al contemplar la Capilla Sixtina, la ciclópea presencia del Moisés o de las formas esbeltas del David.
Un ejemplo de su vigencia: Steven Spielberg recurrió al simbolismo del Génesis al unir los dedos de un chico y de un extraterrestre en E.T.
Miguel Ángel ejerció el arte como un sacerdocio.
Abdicó de los placeres terrenales y se consagró por entero a su labor.
Pero el reconocimiento de sus contemporáneos fue, en la mayoría de las ocasiones, miserable.
Hoy, la Capilla Sixtina es un lugar de peregrinación para millones de personas.
En buena parte lo hacen atraídas por las pinturas que Miguel Ángel realizó en su bóveda.
Quedan extasiados ante lo que es capaz de hacer el genio de un hombre. Podría decirse que, al verlo, surgen un antes y un después.
La Humanidad tiene contraída con él una deuda de gratitud inmensa solo comparable a la vigencia de su obra.
Y es que la belleza no entiende de modas, es permanente y, por eso, continua fuente de inspiración.
La Piedad del Duomo, fue trasladada de la Catedral al Museo de la Ópera del Duomo. Se cuenta que en esta Piedad se autorretrató Miguel Ángel, pudiendo ser el personaje más elevado de los cuatro que componen la escultura.
El genio del escultor
"El alma del mármol"
Sueño de escultor, fría roca que yace tranquila en la montaña, soñando que unas manos privilegiadas den forma a su vulgaridad y rebusquen en su centro hasta encontrar el alma, el alma del escultor.
(Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni).
Algunas obras comentadas
La Pietá (la Piedad) fue esculpida entre el año 1498 y 1499, cuando Miguel Ángel tenía veinticuatro años, y sus dimensiones son de 174 por 194 cm.
Miguel Ángel se encargaba personalmente de escoger los bloques de mármol más apropiados en las canteras de los Alpes Apuanos en la Toscana.
Su perfecta ejecución le supuso estar en tela de juicio, dudándose de su autoría, por lo que Miguel Ángel, en un arranque de furia, grabó su nombre en la escultura, pudiendo leerse en la cinta que cruza el pecho de la Virgen las siguientes palabras:
"Miguel Angel Buonarroti, florentino, lo hizo".
El David lo esculpe Miguel Ángel entre 1501 y 1504 por encargo de la Cooperativa de Mercaderes de la Lana de Florencia.
Para su realización emplea un bloque de mármol muy estrecho y alargado que llevaba años abandonado en el patio de obras de la Catedral de Florencia.
La escultura es de mármol de Carrara y mide 409 cm de altura.
Su rostro tiene una expresión desafiante y su mirada está expectante a la espera de Goliat.
Su perfección hace que sea considerada un patrón estético de anatomía y un canon de belleza.
El Moisés lo realiza Miguel Ángel entre 1513 y 1515.
Concebido en su inicio para la tumba del papa Julio II en la Basílica de San Pedro, formaba parte de un gran proyecto escultórico que nunca se finalizó, posiblemente por falta de presupuesto, ubicándose finalmente en la iglesia menor de San Pietro in Vincoli, en Roma.
El Moisés es representado con cuernos, que posiblemente equivalgan a rayos de luz, como se describe en el Éxodo.
Para Miguel Ángel era su escultura más realista y cuenta la leyenda que, al terminarla, el escultor pensó que la única cosa que le faltaba por extraer del mármol era la propia vida, por lo que golpeó la rodilla derecha de la estatua y le dijo: "¿por qué no me hablas?".
En dicha rodilla se puede apreciar una marca, que pudo ser hecha por el artista.
Solo un ser privilegiado, tocado por la mano de Dios, es capaz de dar forma a estas rocas, esculpiéndolas hasta alcanzar la perfección e incluso impregnarlas de un cierto halo de vida; ese ser era Miguel Ángel.
"El amor es el ala veloz que Dios ha dado al alma para que vuele hasta el cielo" (Miguel Ángel).
Fuentes:
http://www.indexarte.com.ar
http://www.portalplanetasedna.com.ar
http://www.biografiasyvidas.com
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"Si se pudiera morir de vergüenza, yo ya no estaría vivo" (Miguel Ángel).