Edipo fue el hijo de Layo, rey de Tebas, y Yocasta, y también el protagonista de una de las leyendas griegas más conocidas.

Por las tragedias griegas lo conocemos como el hombre que acabó matando a su padre y casándose con su propia madre teniendo con ella hasta cuatro hijos. Cuando el incesto fue descubierto ella se suicidó y él se cegó.

Pero en Homero y el Ciclo épico, la historia es diferente. Edipo si acaba con la vida de su padre sin saber en un principio quién era y sí se casa con su madre – hechos básicos que no cambian en ninguna de las versiones conocidas- y cuando se supo el incesto, su madre se suicida colgándose en el palacio. Pero Edipo siguió reinando en Tebas, se desposa por segunda vez con Euriganeia y tiene cuatro hijos con ella. Murió durante una batalla mientras aun reinaba en Tebas y fue sepultado con grandes honores. Así que originalmente no hubo niños nacidos durante el incesto ni se cegó a sí mismo ni se marchó al exilio.

Esta versión del mito es bastante diferente de la ofrecida por Sófocles en Edipo Rey. Edipo Rey fue una de las obras más conocidas de su tiempo citada incluso por Aristóteles en su obra la Poética.
Layo, rey de Tebas, estaba casado con Yocasta, pero el oráculo de Delfos auguró que su hijo, en edad adulta, lo mataría y desposaría a su madre. Para evitar tal futuro, una vez nacido su hijo, ordenó a Forbas, el responsable de los rebaños, que acabara con su vida. Pero el servidor del rey, teniendo piedad del bebé, lo abandonó en el monte Citerón colgándolo de un árbol por los pies, los cuales tuvo que perforar antes. Allí lo encontró otro pastor de rebaños que se lo llevó consigo a su casa en Corinto. Más tarde fue adoptado por los reyes de la ciudad, Pólibo y Merope, que no tenían descendencia.

Edipo creció creyendo ciegamente que los reyes de Corinto eran sus verdaderos padres hasta que un hombre borracho se burló de él insinuando que no era hijo de ellos. Otras versiones cuentan que esta noticia llegó a sus oídos a través de las habladurías de sus compañeros de juego. Como quiera que sea, la duda acabó haciendo mella en su interior, y aunque sus padres intentaron convencerle de lo contrario, decidió consultar el oráculo de Delfos.

Como respuesta a su pregunta, el oráculo vaticinó que mataría a su padre y desposaría a su madre. Aterrorizado ante esta profecía, creyendo que sus padres lo eran verdaderamente, tomó la resolución de abandonar su ciudad para no regresar jamás y se dirigió hacía Tebas.
Durante el trayecto, cerca de Daulis, en un lugar estrecho donde tres caminos se encontraban formando una encrucijada, un hombre en un carro intenta echarlo del camino y discuten sobre la preferencia de paso. Discusión que acabó con la muerte del hombre y todos sus acompañantes excepto uno. El hombre del carro era el rey de Tebas, su padre Layo.

Emprendiendo de nuevo el camino llegó a Tebas donde encontró a la ciudad siendo devastada por la Esfinge que devoraba a cualquiera que no supiera responder sus acertijos. El gobernante, Creonte, dictó una ordenanza en la que recompensaría a quién resolviera las adivinanzas de la Esfinge con el trono de la ciudad y la mano de Yocasta que había enviudado recientemente.

A la pregunta de cuál es el ser vivo que camina a cuatro patas por la mañana, con dos al mediodía y con tres al atardecer, Edipo respondió correctamente que es el hombre. La mañana, la tarde y la noche representan las etapas de la vida. El día o comienzo de la vida muestra al bebé gateando, la tarde o mitad de la vida se corresponde con el ser humano adulto caminando en dos pies y la noche o final de la vida muestra al anciano con un bastón o sea, tres pies. Al segundo acertijo: «Son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y, a su vez, es engendrada por la primera», Edipo contestó el día y la noche. Furiosa, la Esfinge se suicida lanzándose al vacío. De ese modo Edipo es recibido como un héroe, se convirtió en rey y tomó en matrimonio a su madre. Con ella tiene cuatro hijos: dos hijos varones, Eteocles y Polinices y dos hijas, Ismena y Antígona. Los dos hermanos se enfrentarían más tarde entre ellos a muerte por el trono tebano.

Tras varios años de reinado una plaga, una enfermedad (la peste), comienza a devastar y asolar la ciudad de Tebas.
En este punto de la leyenda comienza Sófocles su relato Edipo Rey. Esta plaga asola la ciudad como castigo ya que el asesino del rey Layo aun no ha sido descubierto ni llevado a la justicia.

Es entonces cuando Edipo, como rey de la ciudad, decide poner fin a tanta desolación y buscar al culpable del crimen cometido contra Layo. Interroga a su tío y a la vez cuñado Creonte. También interroga a Tiresias en una escena llena de ironía, donde Tiresias, siendo ciego estaba al tanto de toda la verdad, mientras que Edipo, con su visión sana está mentalmente ciego a ella.

Cuando Edipo descubre que Layo fue muerto en una encrucijada formada por tres caminos comprende que, con toda posibilidad, el asesino fue el mismo. Para conocer la verdad completamente ordena buscar al único sirviente que sobrevivió aquel día y que vivía en el extremo más alejado del reino.
Pero peores noticias están por llegar.

Un mensajero llega desde Corinto para anunciar la muerte de Pólibo debido a su anciana edad, lo que parece una buena noticia ya que da la impresión a Edipo de que después de todo, no ha matado a su padre tal y como anunciaba el oráculo. Pero este mensajero es el mismo hombre que tiempo atrás encontró a Edipo en el monte Citerón y lo llevó a Corinto. De este modo Edipo se entera de que los reyes de Corinto eran realmente sus padres adoptivos y resuelve descubrir la identidad de los verdaderos.
Yocasta, que comprende la verdad de todo lo ocurrido, intenta convencerlo desesperadamente de lo contrario sin ningún éxito. Edipo sigue con la búsqueda de sus verdaderos padres, con lo que Yocasta, con miedo a que se sepa sobre el incesto cometido se cuelga en una de las salas de palacio. Es en ese momento cuando llega el único testigo que sobrevivió al encuentro en la encrucijada. Es interrogado por Edipo y en principio se resiste a dar respuestas pero ante las amenazas de Edipo revela cómo el niño que le habían entregado para que lo abandonara en el monte Citerón era hijo del rey Layo y la reina Yocasta y había sido entregado a él para que muriera y de ese modo impedir que se cumpliera un oráculo funesto.

                            Edipo y Esfinge
Edipo conoce finalmente toda la historia; comprende que Yocasta y Layo eran sus verdaderos padres y que todos los oráculos se habían finalmente cumplido. Angustiado, se adentra en el palacio donde encuentra a Yocasta que se ha ahorcado, coge uno de los alfileres de oro de su vestido y se ciega a sí mismo; prefiere cegarse porque no puede permitirse ver, después de sus crímenes, a sus padres en el infierno, a los hijos que ha engendrado, ni al pueblo de Tebas.
Pide a Creonte que no tenga piedad de él; pide ser desterrado y dice a Creonte que cuide de sus dos hijas. Cabe mencionar que el destierro era una pena de máxima en la antigua Grecia, pena considerada en sí misma como una muerte.
El final de esta obra de Sófocles describe Edipo como un pobre hombre, ciego abandonando Tebas para siempre siendo guiado por su hija Antígona.

El tema más importante en esta obra es el tema de la fuerza del destino. Es imposible escapar de él y todas las profecías de los oráculos acaban haciéndose realidad. En el caso de Layo, aun habiendo tomado fuertes medidas para que su hijo no lo matara, al final lo mata prácticamente por casualidad y, en el caso de Edipo, ocurre que, intentando huir de su destino (huyendo de Corinto para no matar al que cree su padre), se topa con su verdadero progenitor de frente y le da muerte en un cruce de caminos, ya que éste, junto a las personas con las que viajaba, atacaron a Edipo provocando que se defendiera con más ira de lo pensado.

Otro tema que encontramos es la relación entre Edipo y Yocasta, la cual es, sin que ellos lo sepan, incestuosa. Sigmund Freud aplica el concepto de «complejo de Edipo» al agregado complejo de emociones y sentimientos infantiles caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores.

La secuela a los hechos descritos arriba es relatada por Sófocles en su obra Edipo en Colono, escrita por el autor en el último año de su vida. En ella describe la conmovedora muerte de Edipo. Edipo ha recorrido todas las tierras como un vagabundo ciego acompañado por su leal hija Antígona. Se dirige ahora a Colono, un lugar del Ática, hacía el recinto sagrado de las Euménides donde según el oráculo del dios Apolo, ha de morir.

Los lugareños le piden que abandone el recinto sagrado donde se encuentra y apelan al rey Teseo. Sin embargo el rey Teseo le da santuario y protección y le promete que será enterrado en suelo ático; de esta forma su espíritu protegerá Atenas. Ismena, la otra hija de Edipo, llega de Tebas contando el futuro enfrentamiento entre los hermanos Eteocles y Polinices por la ciudad de Tebas; un oráculo ha anunciado que conseguirá la victoria aquél hacia el cual se incline la razón de Edipo. Es por ello por lo que Creonte, su cuñado y defensor de Eteocles, aparece con intención de prenderlo; sus hombres capturan a Antígona e Ismena. Teseo interviene en ese momento para rescatarlas. A su vez Polinices aparece para ganar el apoyo de su padre, simulando arrepentimiento e intenta obtener el beneplácito paterno en su enfrentamiento con Eteocles, pero sólo consigue enfurecer a Edipo, quien lanza maldiciones contra ellos, que morirán el uno a manos del otro.

El final de la obra describe como un trueno señala el fin inminente de nuestro protagonista. Tras bendecir a sus hijas, indica a Teseo cuál será el emplazamiento de su tumba y muere solo.

Se pueden encontrar muchas obras sobre Edipo de diferentes autores con pequeñas variaciones. En el 467 aC, Esquilo escribió la trilogía sobre esta leyenda, las tres tragedias Layo, Edipo y Los Siete contra Tebas. Aunque solo se conoce la tragedia final donde se dramatiza los efectos de la maldición de Edipo sobre sus hijos, cuyos resultados son dramáticos y tráficos. Se conservan fragmentos de las otras obras, y se sabe, por ejemplo, que el oráculo de Delfos aconsejó al rey Layo no tener niños, pero que poseído por la lujuria engendró a su hijo.

En la obra perdida de Eurípides, titulada Edipo, Edipo fue cegado por los sirvientes del rey Layo. En su obra Fenicias, datada en torno al 410 aC, Yocasta no se suicida, sino que sigue viva e intenta mediar entre sus hijo Eteocles y Polinices. Ambos luchan por obtener el control sobre Tebas y solo cuando se matan el uno al otro, Yocasta se suicida sobre los cuerpos de ambos.


A pesar de la gran cantidad de obras sobre nuestro héroe, la versión de Sófocles es la que más ha influenciado trabajos posteriores.
En la Edad Media versiones del mito de Edipo sobreviven en las leyendas cristianas de San Albano, San Gregorio y San Julián.
En Edipo Filósofo, Goux (1988), propone que Edipo representa el poder de la razón, capaz de develar los acertijos con el ejercicio de la inteligencia sin tener que apelar a los dioses ni a ningún saber ancestral, siendo quien inicia el camino del pensar filosófico "que llega a la cima con Descartes"

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki - www.ual.es – Dictionary of classical mithology, Ed: Cassell

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