Meditar para sanar: Las terapias alternativas están de moda y parece que cada vez hay más evidencias científicas para recurrir a ellas. Este es el caso de la meditación ya que, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Wisconsin, esta técnica produce más anticuerpos que los que se consiguen con la vacuna de la gripe.

La meditación se emplea desde hace más de 3.000 años. Durante mucho tiempo se consideraba una práctica reservada a los budistas, a seguidores de filosofías como el Zen o el Yoga.

Sin embargo, la lista ha ido creciendo en los países occidentales en los últimos años, hasta alcanzar una cifra que ronda los 10 millones en EE.UU. El interés de los científicos por la meditación comenzó hace ya algunos años. En las décadas de los 60 y los 70 se había demostrado que el uso de estas técnicas proporcionaba una extraordinaria concentración.

Sin embargo, el verdadero salto, y sobre todo su divulgación masiva, han llegado de la mano de una colaboración muy peculiar. El decimocuarto Dalai Lama, Tenzin Gyatso, ha puesto a disposición de los neurocientíficos occidentales su cerebro y el de sus monjes. -EFECTOS- En esta aventura se embarcaron eminentes investigadores de numerosas instituciones.

Uno de los más activos en los últimos años ha sido Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin, en EE.UU. Sus trabajos no sólo se han hecho famosos por contar con un Nobel de la Paz como sujeto de experimentación, sino porque los resultados aportan datos interesantes y sorprendentes sobre la práctica milenaria. “Nuestros resultados indican que la meditación tiene efectos biológicos.

Produce cambios en el cerebro asociados a emociones más positivas y mejoras en la función inmune”, dijo el investigador. La meditación y la disciplina mental pueden cambiar el modo de trabajar del cerebro.

A los monjes budistas la meditación les permite alcanzar niveles de consciencia inusuales gracias a la creación de conexiones neuronales que no existen en los individuos que no suelen realizan prácticas contemplativas. Los últimos resultados de este estudio, han sido publicados en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.

Daniel Goleman, autor de numerosos libros sobre inteligencia emocional y de 'Emociones destructivas' fruto del encuentro del Dalai Lama con los científicos, explicó que “lo importante es que la meditación cambia la base de las emociones”, y añadió que los resultados de los experimentos “tienen importantes implicaciones para la gente a la hora de valorar sus beneficios”.

Los estudios neuronales demuestran un incremento de actividad en el lóbulo frontal izquierdo, que es la residencia de las emociones positivas. Al mismo tiempo se reduce el funcionamiento de la región derecha. Los neurocientíficos han observado que las personas que emplean más la zona izquierda tardan menos tiempo en eliminar las emociones negativas y la tensión que pueden provocar, por ejemplo, un atasco o una discusión con el jefe.

Este desequilibrio entre los hemisferios conlleva también una reducción del miedo y la cólera. Las investigaciones en los monjes budistas con años de experiencia en la meditación indican que éstos tienen una actividad significativamente mayor en el lóbulo izquierdo que las personas que no practican esta técnica.

Asegura que alcanzar un grado de actividad cerebral tan alto en ese área requiere un entrenamiento, al igual que los jugadores de tenis, por ejemplo, mejoran con la práctica en la ejecución de este deporte. -Monjes y estudiantes- Todo comenzó cuando en 1.992 el Dalai Lama invitó al doctor Davidson a su casa en Dharamsala, en la India.

Este psicólogo lleva largo tiempo desgranando los secretos del comportamiento del cerebro; algo que llamó la atención del Dalai Lama. Los monjes budistas cuentan con una tradición centenaria de meditación y recogimiento y la curiosidad llevó al Dalai Lama a proponer al investigador el estudio del cerebro de los monjes de su comunidad.

Ocho de los monjes más duchos en la meditación se prestaron como voluntarios para la investigación de Davidson. Son monjes que han practicado la introspección durante un tiempo estimado de 10.000 a 50.000 horas, durante un tiempo que oscila entre los 15 y 40 años. El grupo de control lo constituyeron 10 estudiantes sin experiencia previa en el arte de la meditación a los que instaron a dedicar una semana de 'entrenamiento' a la contemplación.

Colocaron una red con 256 sensores eléctricos en la cabeza de los monjes y de los voluntarios y se les animó a meditar durante un rato. Los datos registrados por la red de sensores en los monjes budistas fueron impresionantes. "La amplitud de las ondas gamma recogidas en algunos de los monjes son las mayores de la historia registradas en un contexto no patológico", indican en el artículo.

La altísima amplitud de estas ondas -que están asociadas con la capacidad para prestar atención y el aprendizaje- tiene su explicación en la suma de las que emiten las diferentes neuronas. Durante la meditación, los monjes conseguían poner en fase (sincronizar) un número de neuronas muy elevado. La duda que se planteaba en los estudios con monjes fue si sus cerebros ya eran de partida diferentes y por ello, los hallazgos resultaban tan llamativos.

Para resolver el dilema, Davidson y su equipo decidieron investigar con personas de la calle sin experiencia alguna en las técnicas de meditación. Los resultados confirmaron que no es necesario ser un consumado meditador para disfrutar sus beneficios y que el cerebro de los monjes no era la causa de las observaciones.

Los individuos que practicaban regularmente habían desarrollado, al igual que los religiosos, mayor actividad en el lado izquierdo del lóbulo frontal. Los científicos comprobaron también en este grupo de voluntarios que el sistema inmune de aquellos que se habían entregado a la exploración interior era más potente que el de sus compañeros.

La base científica de este proceso viene explicada por la investigación llevada a cabo por el doctor Richard J. Davidson y sus colaboradores de la Universidad de Wisconsin. En este estudio, publicado en la revista 'Psychosomatic Medicine', participaron 14 empleados de una compañía de biotecnología que recibieron clases de meditación durante una semana y otros tantos que no lo hicieron.

También se les pidió que la realizaran en su hogar durante una hora diaria seis días a la semana, con la ayuda de instrucciones grabadas en cintas de audio. Además, todos ellos recibieron la vacuna de la gripe durante ese periodo. Davidson y sus colaboradores registraron la función eléctrica del área izquierda y frontal del cerebro que suele estar más activa cuando la persona experimenta determinadas formas de emociones positivas y una menor ansiedad.

Los investigadores midieron esta actividad cerebral en diferentes ocasiones, mientras los empleados descansaban o cuando escribían experiencias de su vida tanto negativas como positivas. También analizaron la respuesta del sistema inmunológico entre los participantes determinando el nivel de anticuerpos producidos tras la vacuna de la gripe.

Después de ocho semanas, aquellos empleados que habían practicado la meditación durante todo ese tiempo presentaban más actividad eléctrica en las áreas cerebrales relevantes y mayor nivel de anticuerpos que aquellos participantes que no habían recibido entrenamiento para meditar. El aumento de la actividad cerebral también se relacionó con el incremento de anticuerpos entre los meditantes.

"Nuestros resultados indican que un corto programa de entrenamiento para meditar, de forma no muy avanzada, muestra efectos sobre el cerebro y el sistema inmunológico y subrayan la necesidad de nuevas investigaciones sobre las consecuencias biológicas que tiene este tipo de intervención", explica el Dr. Davidson.

-Un cerebro cambiante-

La versión más aceptada hace unos años sobre el desarrollo de nuestro cerebro indicaba que las conexiones neuronales se fijan cuando somos bebés y niños y no varían durante la edad adulta.

Pero en la última década, las nuevas técnicas de neuroimagen han permitido observar cambios en las conexiones neuronales habituales durante la edad adulta y se ha comenzado a hablar de la llamada 'neuroplasticidad' o continuidad del desarrollo cerebral durante la edad adulta.

Hoy en día, multitud de estudios constatan que el cerebro no es estático sino que cambia dinámicamente a lo largo de la vida del hombre. En opinión de estos científicos, los resultados del estudio indican que el cerebro, con un correcto entrenamiento, puede desarrollar funciones y conexiones neuronales nunca imaginadas.

-¿Un camino hacia la felicidad?-

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Wisconsin en Madison. Estos científicos emplearon nuevas técnicas de imagen para examinar la actividad cerebral en un grupo de budistas. Con ellas han podido comprobar que el lóbulo prefrontal izquierdo está siempre activado, y no sólo cuando se está practicando la meditación. “Podemos realizar hipótesis, con cierta certeza, que los aparentemente felices y calmos budistas de Dharamsala, India, son realmente felices”, explica el profesor Owen Flanagan.

No acaban aquí las ‘pruebas’ de esta verdadera felicidad, pues otro estudio realizado por investigadores del Centro Médico de la Universidad de California ha encontrado que la práctica de la meditación puede domesticar la amígdala, un área del cerebro relacionada con el recuerdo del miedo.

Estos resultados sugieren que la meditación budista puede ayudar a conseguir la 'ansiada' calma. Paul Ekman, uno de los autores del estudio, explica que la investigación demostró que los budistas experimentados son menos propensos a enfadarse, sorprenderse, frustrarse o a sentirse impactados por los acontecimientos que otras personas.

Estos estudios vendrían a confirmar lo que otras investigaciones han mostrado, que tener más en cuenta nuestro espíritu fortalece nuestro cuerpo y la capacidad para enfrentarnos con el día a día con más calma y de la forma más feliz posible. Las posibilidades de la meditación están todavía por explorar. Davidson y su equipo tiene en marcha un trabajo con pacientes depresivos, “del que aún no tenemos resultados”.

Sin embargo, John Teasdale de la Unidad de Ciencias Cognitivas y del Cerebro en Cambridge (Reino Unido) ya dispone de datos. Este investigador ha encontrado que la combinación de meditación introspectiva con terapia cognitiva reduce a la mitad las recaídas de los pacientes depresivos crónicos.

En el Centro Clínico Essen-Mitte, en Alemania, los médicos han empleado durante cinco años un programa de meditación introspectiva antiestrés diseñado por Jon Kabat-Zinn, un investigador de la Universidad de Massachussetts y autor de numerosos libros sobre este tema, en casi 3.000 pacientes con todo tipo de patologías entre las que se incluye el cáncer.

La experiencia no se planteó como un ensayo clínico, de modo que no existen datos objetivos de los resultados, pero los facultativos observaron que la mayoría de los individuos experimentaba mejorías significativas en su enfermedad. Hasta aquí algunos de los potenciales usos terapéuticos o preventivos de la meditación. Sin embargo, tanto el planteamiento budista como el de otras tendencias orientales en las que se emplea regularmente esta práctica va más allá.

Su uso está asociado a un cambio de percepción de la realidad y a estimular los procesos de conciencia, algo que también interesa extraordinariamente a los científicos y que Goleman define como "conocimiento" de la existencia. Uno de los personajes que parece aprovechar este aspecto de la meditación para sus creaciones es David Lynch, el famoso director de la serie Twin Peaks o de películas como Terciopelo azul confiesa que consagra 90 minutos diarios a meditar desde 1.973 y según recoge la revista Time añade:

“Consigo más ideas en niveles de conciencia más y más profundos y además, tienen más claridad y poder”.

-Hacia una medicina integral-

Lo que parece evidente es que este tipo de investigaciones se encuadran de lleno en la tendencia actual de lo que se denomina medicina integral o en un contexto más amplio, el estudio de la interacción mente-cuerpo. Después de siglos de divorcio entre estos dos aspectos que describen al ser humano, “los nuevos datos que proporcionan las neurociencias están matando el dualismo cartesiano”, afirma Goleman.

“El cerebro junta las emociones y los pensamientos. Los mismos circuitos que nos permiten pensar, nos permiten sentir”, añade. Aunque explica que “el Dalai Lama insiste en que los científicos pueden saber todo sobre el cerebro, pero algunos niveles de conciencia no están limitados a este órgano”. Quizá en las próximas décadas la neurociencia tendrá que traspasar los límites del cráneo.

-La mística de la red neuronal-

Los cambios cerebrales que produce la práctica habitual de la meditación tienen algunos puntos en común con los que se observan en el estado de iluminación o éxtasis místico. Lo cual no es extraño puesto que una de las vías para alcanzar el más alto nivel de abstracción es la meditación, como fue el caso de Buda, pero no es ni mucho menos el único.

-En Oriente y en Occidente-

Desde las tribus africanas con sus danzas hasta Santa Teresa de Jesús entregada a la oración, pasando por el ascetismo de los yoguis y por los chamanes indios bajo los efectos del peyote, todos buscan alcanzar el éxtasis y con él entrar en contacto con su dimensión espiritual.

En su libro “La Conexión divina”, Francisco J. Rubia, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, repasa todas las investigaciones realizadas al abrigo de una nueva disciplina denominada neuroteología, cuyo objetivo es desvelar los mecanismos neurobiológicos de las experiencias místicas. “La conexión divina afecta a ciertas áreas del lóbulo temporal”, afirma Rubia. Al igual que ocurre con la meditación, esta región está desactivada en el momento del éxtasis.

La consecuencia es la pérdida del sentido de unicidad y el sentimiento de unión con el resto de universo. Además, la estimulación del lóbulo temporal deja vía libre al mundo de las emociones y de la sensorialidad. Al mismo tiempo, se desconectan todos los circuitos cerebrales situados en los lóbulos parietales que limitan y clasifican todo lo que viene del exterior.

Así, el individuo entra en un estado en el que percibe con extraordinaria intensidad y riqueza todo lo que le rodea. Se pierde el sentido del espacio y del tiempo y es frecuente que se visualicen imágenes extraordinariamente luminosas. Comparado con la meditación “la iluminación es un salto cualitativo”, asegura Rubia y añade que se ha visto que la cualidad del éxtasis es un cambio de comportamiento inmediato en la persona que lo experimenta. “Se vuelve más compasiva”, añade.

Curiosamente esta es una de las cualidades que destacan Davidson y Goleman de los budistas con los que han trabajado. En principio, cualquier persona tiene la capacidad de vivir este tipo de experiencias espirituales profundas. Sin embargo, tal como señala Rubia, parece que la gran importancia que se ha dado, fundamentalmente en Occidente, al pensamiento racional y analítico ha adormecido los centros neuronales que sirven de enlace con esa otra realidad. Otras culturas, por el contrario, han dado un gran valor a esta capacidad y la han cultivado.

-El método para la abstracción-

Existen numerosos métodos para meditar, algunos de ellos procedentes directamente de las antiguas tradiciones y otros de creación más reciente surgidos de los anteriores. En general, se establecen dos grandes grupos de técnicas. Por un lado, las que emplean un objeto en el que fijar la concentración. Este puede ser una palabra, un texto, la propia respiración o, incluso, algo externo, como una vela.

De este modo, se detiene el bullicio mental que normalmente nos acompaña y se logra un estado de calma y relajación. Un ejemplo de este tipo de métodos es la “meditación trascendental”. Cuando una persona aprende la técnica, el instructor le proporciona una palabra que se denomina mantra que será el objeto de la concentración.

Otra forma diferente es la meditación mientras se camina. En ella, la atención se centra en cada paso, en el más mínimo movimiento y en las sensaciones que se experimentan. Por otro lado, se encuentra la meditación introspectiva. En este caso, el objetivo no es detener la mente sino que se dejan discurrir libremente los pensamientos, pero sin detenerse en ellos y sin juzgar su contenido. El meditante es un simple espectador.

De este modo, la atención se centra en el momento presente y desaparecen las preocupaciones por el futuro. En este grupo se incluyen técnicas como Vipassana, cuyo origen se atribuye a Buda, que ha sido el método elegido para los experimentos de Davidson y el único del que, según él mismo, existen datos científicos. Una técnica similar, pero surgida en Japón de la mano de la filosofía Zen es el Za Zen.

Según Michael Hyland, un profesor de salud psicológica de la Universidad de Plymouth, en Reino Unido, “si te quedas mirando a un punto en el otro lado de la habitación y dejas de hablar y de pensar, ya estarás meditando”. -Gran demanda- Cada vez existen más lugares especializados en ofrecer cursos para aprender esta técnica. No hace falta dedicar mucho tiempo para practicar este tipo de terapia ya que, según el maestro Tharpa, cinco o 10 minutos diarios durante 10 semanas son suficientes para conseguir más calma y energía positiva.

Francesca Zúñiga directora del centro City-Yoga, en Madrid, comenta que cada vez son más los interesados en esta técnica. "En la vida moderna hay muchos factores que interrumpen el contacto con uno mismo (televisión, ordenador...). Tenemos muy poco tiempo para encontrar la estimulación dentro de nosotros, la gente cada día vive con más estrés".

Las personas interesadas, suelen ser profesionales de todo tipo agobiados por el estrés, pacientes a los que sus médicos recetan unas sesiones de exploración interior para mejorar o prevenir el dolor o individuos interesados en profundizar en sí mismos y aprender a manejar sus emociones. Los estadounidenses pueden acceder a cursos o sesiones de meditación en los colegios, los hospitales, en instituciones oficiales y prisiones.

En España existen centros donde se pueden aprender diferentes técnicas, pero está todavía lejos de ser considerada una herramienta terapéutica. La meditación puede ayudarnos a mejorar nuestra salud y a conseguir paz, "lo que todos buscamos, pero sin tener que dejar nuestra vida cotidiana, y también libertad para poder vivir en armonía con nosotros mismos", afirma el maestro Tharpa.

-ARMONÍA Y PAZ INTERIOR-

Cada vez existen más evidencias de que una vida espiritual rica tiene un importante impacto positivo en la salud física y psicológica. Eso sí, esto no significa que sea necesario hacerse seguidor de una religión concreta, la espiritualidad debe entenderse como el convencimiento profundo de que la existencia tiene un valor y un sentido.

La última prueba de que no sólo de pan vive el hombre viene de la mano de un equipo de investigación del Memorial Sloam Kettering Cancer Center de Nueva York, (EE.UU.). Estos científicos han comprobado que la calidad de vida de los pacientes terminales mejora considerablemente cuando se satisfacen sus demandas espirituales en el momento de enfrentarse a la muerte.

Curiosamente, los resultados del estudio publicado en 'The Lancet' sugieren que lo que realmente reconforta a estos individuos no es la fe religiosa, sino alcanzar un estado de armonía y paz interiores, independientemente del camino que hayan elegido para obtenerlas. Nadie pone en duda ya que cuerpo y espíritu caminan al unísono.

En cada persona conviven estas dos realidades en estrecha comunicación. El conjunto no puede funcionar correctamente si sus partes no están en equilibrio. A pesar de todo, el Dalai Lama, al que le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz en 1.989, no cree que los científicos puedan explicar el nirvana. "La ciencia puede desvelar que ciertas técnicas podrían ayudar a distinguir los porqués de una vida feliz o una miserable, pero la comprensión profunda de la naturaleza de la mente sólo puede alcanzarse a través de la meditación", asegura.

Fuentes: http://www.elmundo.es/elmundosalud

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“El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”. -Buda-

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