Las personas depresivas tienen un cerebro diferente.

Los genes influyen en el tamaño de la región asociada a las emociones negativas...

La estructura del cerebro de las personas con trastorno depresivo es diferente a la de aquellas personas que no sufren esta enfermedad, según un estudio de la Universidad de Texas.

Los genes que influyen en el tamaño del pulvinar y del tálamo, así como en el número de células nerviosas del tálamo, influyen en el desarrollo de este desorden cerebral.

Se calcula que alrededor de un 17% de la población estaría genéticamente predispuesta a desarrollarla, por lo que los especialistas llaman la atención acerca de la necesidad de tener en cuenta la forma del cerebro y las tendencias genéticas a la hora de diseñar tratamientos, e incluso de prevenir la aparición de la depresión.

La genética afecta y condiciona nuestros estados de ánimo, determinando ciertas características del cerebro que nos inducen a ver la vida con cierto pesimismo.

Lo ha descubierto una investigación realizada en el "Southwestern Medical Center" de la universidad de Texas y el "Central Texas Veterans Health Care System", según la cual un gen relacionado con enfermedades mentales aumenta de tamaño a una región del cerebro denominada pulvinar, encargada de las emociones negativas.

El pulvinar es uno de los núcleos del tálamo cerebral, y se divide en los subnúcleos oral, inferior, lateral y medio.

Según publica el "Southwestern Medical Center" en un comunicado, ciertos genes pueden hacer aumentar el tamaño de esta área cerebral, por lo que las regiones del cerebro que reciben sus señales estarían más influenciadas por ellas en individuos que genéticamente hayan propiciado su desarrollo excesivo, lo que los convertiría en tendentes a tener emociones negativas.

Los resultados de este estudio, que ha sido dirigido por el profesor de psiquiatría de dicho centro, Dwight German saldrán próximamente publicados en la revista "Biological Psychiatry".

Menos serotonina
Los investigadores se centraron en un gen relacionado con un neurotransmisor, la serotonina, que es uno de los mensajeros químicos que los nervios utilizan para comunicarse unos con otros.

La serotonina es una sustancia que ejerce una gran influencia sobre el sistema psiconervioso, por lo que a menudo se la denomina "hormona del humor".

Unas células nerviosas específicas que liberan serotonina, las moléculas denominadas transportadoras de serotonina o SERT, pueden devolver también dicha sustancia química al interior de las células, impidiendo la expansión normal de serotonina en el cerebro.

Si este proceso sucede, la serotonina tiene una influencia breve en las neuronas. Medicamentos como el prozac pueden prevenir esta reabsorción celular de serotonina, y por eso suelen ser recetados a los pacientes con depresión.

Genes que gestionan
El gen que determina las características de las moléculas transportadoras de serotonina y su correcto funcionamiento puede tener dos variantes: una corta (SERT-s) o una larga (SERT-l).



Cada individuo puede portar dos variantes cortas, una corta y una larga o dos variantes largas. Se calcula que alrededor de un 17% de la población tiene dos copias del gen SERT-s.

Los individuos con esta característica son más sensibles a los estímulos emocionales y, por tanto, más tendentes a sufrir depresiones que la gente que sólo tiene un SERT-s o dos SERT-l.

Los investigadores estudiaron los cerebros de 49 personas fallecidas, con y sin enfermedades psiquiátricas.

Sus cerebros fueron seccionados, se midió el tamaño del pulvinar, se contabilizó el número de células nerviosas y se analizó la variedad de genes SERT presentes en cada individuo.

Así, descubrieron que los sujetos portadores de dos genes SERT-s tenían un pulvinar un 20% mayor y contenían un 20% más de células nerviosas, alrededor de 1,5 millones más, que los sujetos que tenían uno o dos genes SERT-l.

Más células nerviosas
German señala que los genes SERT-s amplían sólo ciertas áreas del cerebro y que, de hecho, se asocian a la reducción de otras áreas cerebrales.

Sin embargo, se ha demostrado con esta investigación que el cerebro es muy distinto en personas con depresión, lo que debería tenerse en cuenta a la hora de definir tratamientos.

Asimismo, se podrían determinar las tendencias genéticas de los individuos para intervenir antes de que el sistema se vea alterado.

Un estudio anterior realizado también por German y publicado en 2004 en "The American Journal of Psychiatry" había señalado ya que las personas con depresión severa tienen más células nerviosas en la región del cerebro relacionada con el control de las emociones.

Según informó entonces el UT Southewestern Medical Center, el estudio de pacientes fallecidos, algunos de ellos diagnosticados con desorden depresivo grave, mostró que éstos tenían un 31% más de media del número de células nerviosas que los demás en una parte del tálamo relacionada con la regulación emocional.

Asimismo, el tálamo era más grande en ellos que en el resto de los pacientes analizados, alrededor de un 16%.

Ambos estudios respaldan por tanto la hipótesis de la existencia de anomalías estructurales en el cerebro, que serían responsables de la depresión.

Estas diferencias conllevan comportamientos variados.

Diversas causas
La depresión, que afecta a uno de cada ocho adolescentes y sólo en España a más de cuatro millones de personas, no tiene una única causa, si bien el estudio de la Universidad de Texas destaca la importancia de la genética en la génesis de su formación.

Son muchos los factores que desempeñan un papel, incluidos la genética, el entorno, el estado de salud, los sucesos de la vida y determinados patrones de pensamiento que afectan las reacciones de las personas frente a los acontecimientos.

LA-DEPRESION-C

Las investigaciones han revelado que la depresión es hereditaria y sugieren que algunas personas heredan genes que los hacen más propensos a la depresión.

Pero no toda persona que tiene propensión genética a la depresión se deprime. Y muchas otras que no tienen una historia familiar ligada a la depresión sí la sufren.
Por lo tanto, si bien los genes son un factor, no constituyen la única causa de la depresión.

Algunos tipos de depresión tienden a afectar miembros de la misma familia, lo cual sugeriría que se puede heredar una predisposición biológica.

Esto parece darse en el caso del trastorno bipolar.

Los estudios de familias con miembros que padecen del trastorno bipolar en cada generación, han encontrado que aquellos que se enferman tienen una constitución genética algo diferente de quienes no se enferman.

Sin embargo, no todos los que tienen la predisposición genética para el trastorno bipolar lo padecen.

Al parecer, hay otros factores adicionales que contribuyen a que se desencadene la enfermedad: posiblemente tensiones en la vida, problemas de familia, trabajo o estudio.

En algunas familias la depresión severa se presenta generación tras generación. Sin embargo, la depresión severa también puede afectar a personas que no tienen una historia familiar de depresión.

Sea hereditario o no, el trastorno depresivo severo está a menudo asociado con cambios en las estructuras o funciones cerebrales.

Las personas con poca autoestima se perciben a sí mismas y perciben al mundo en forma pesimista. Las personas con poca autoestima y que se abruman fácilmente por el estrés están predispuestas a la depresión.

No se sabe con certeza si esto representa una predisposición psicológica o una etapa temprana de la enfermedad.

En los últimos años, la investigación científica ha demostrado que algunas enfermedades físicas pueden acarrear problemas mentales.

Enfermedades tales como los accidentes cerebro-vasculares, los ataques del corazón, el cáncer, la enfermedad de Parkinson y los trastornos hormonales, pueden llevar a una enfermedad depresiva.
La persona enferma y deprimida se siente apática y sin deseos de atender a sus propias necesidades físicas, lo cual prolonga el periodo de recuperación.

La pérdida de un ser querido, los problemas en una relación personal, los problemas económicos, o cualquier situación estresante en la vida (situaciones deseadas o no deseadas) también pueden precipitar un episodio depresivo.

Las causas de los trastornos depresivos generalmente incluyen una combinación de factores genéticos, psicológicos y ambientales.

Después del episodio inicial, otros episodios depresivos casi siempre son desencadenados por un estrés leve, e incluso pueden ocurrir sin que haya una situación de estrés.

TIPOS DE DEPRESIÓN
Al igual que en otras enfermedades, por ejemplo las enfermedades del corazón, existen varios tipos de trastornos depresivos.

Los tres tipos más comunes son: depresión severa, la distimia y el trastorno bipolar. En cada uno de estos tres tipos de depresión, el número, la gravedad y la persistencia de los síntomas varían.

La depresión severa se manifiesta por una combinación de síntomas que interfieren con la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer y disfrutar de actividades que antes eran placenteras.

La distimia, un tipo de depresión menos grave, incluye síntomas crónicos (a largo plazo) que no incapacitan tanto, pero sin embargo interfieren con el funcionamiento y el bienestar de la persona.

Muchas personas con distimia también pueden padecer de episodios depresivos severos en algún momento de su vida.

Otro tipo de depresión es el trastorno bipolar, llamado también enfermedad maníaco-depresiva. Éste no es tan frecuente como los otros trastornos depresivos.

El trastorno bipolar se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de ánimo: fases de ánimo elevado o eufórico (manía) y fases de ánimo bajo (depresión). Los cambios de estado de ánimo pueden ser dramáticos y rápidos, pero más a menudo son graduales.

Cuando una persona está en la fase depresiva del ciclo, puede padecer de uno, de varios o de todos los síntomas del trastorno depresivo.

Cuando está en la fase maníaca, la persona puede estar hiperactiva, hablar excesivamente y tener una gran cantidad de energía. La manía a menudo afecta la manera de pensar, el juicio y la manera de comportarse con relación a los otros.

Puede llevar a que el paciente se meta en graves problemas y situaciones embarazosas.

Por ejemplo, en la fase maníaca la persona puede sentirse feliz o eufórica, tener proyectos grandiosos, tomar decisiones de negocios descabelladas, e involucrarse en aventuras o fantasías románticas.

Si la manía se deja sin tratar puede empeorar y convertirse en un estado sicótico (el paciente pierde temporalmente la razón).

Otros datos
Según la Organización Mundial de la Salud, "se espera que los trastornos depresivos, que en la actualidad son la cuarta causa de muerte y discapacidad a escala mundial, ocupen el segundo lugar, después de las cardiopatías, en 2020".

Las depresiones representan, después de las enfermedades cardíacas, el mayor problema sanitario si se considera la mortalidad prematura y los años de vida útil que se pierden por esta incapacidad.

Según la OMS, 121 millones de personas padecen depresión; 37 millones, la enfermedad de Alzheimer; 50 millones, epilepsia y 24 millones esquizofrenia.
Hasta ahora los esfuerzos para incrementar la calidad en la atención se han centrado en el tratamiento de los episodios depresivos, más que en la detección de los casos y el tratamiento de las depresiones crónicas.

En estos últimos años, algunos practicantes y teóricos de la salud no han vacilado en considerar la depresión como una verdadera "enfermedad social".

Algunos llegan a decir que, después de la sociedad industrial y la del ocio, se ha instalado la "sociedad depresiva".

Según ciertos medios, los medicamentos antidepresivos se convierten en "artificiales píldoras de la felicidad", y los deprimidos se vuelven "toxicómanos legales".

Para la opinión pública la depresión también suele ser "el mal del siglo", producto del estrés, el hastío y la falta de ideales de la sociedad contemporánea.

Las personas con "humor deprimido" presentan pérdida de energía e interés, sentimientos de culpa, dificultades de concentración, pérdida de apetito y pensamientos de muerte o suicidio.

El humor deprimido y la pérdida de interés o satisfacción, son los síntomas clave de las depresiones.
En ellas se manifiesta una pérdida de energía que empeora el rendimiento escolar y laboral, y disminuye la motivación para emprender proyectos. La inhibición es su trastorno fundamental.

Otros signos y síntomas son los cambios en las funciones cognitivas, en el lenguaje y las funciones vegetativas (como el sueño, el apetito, etc.).

Cambios que casi siempre afectan al funcionamiento social, laboral e interpersonal.

Los deprimidos presentan una visión pesimista de sí mismos y del mundo, así como un sentimiento de impotencia y de fracaso. La existencia pierde sabor y sentido.

Se sienten aislados y abrumados por esa vergonzosa indiferencia hacia su prójimo.

El depresivo es un agobiado en busca de estímulo; un ansioso en busca de calma; un insomne en busca del sueño.

Ese agobio se expresa en la temporalidad, "no tengo futuro"; en la motivación, "no tengo fuerzas" y en el valor, "no valgo nada".

Muchos hombres deprimidos no son diagnosticados porque su actitud no consiste en recluirse en el silencio del abatimiento, sino en el ruido de la violencia, el consumo de drogas o la adicción al trabajo.

Suelen mostrar lo que, con un eufemismo, se suele llamar "irritabilidad".

Fuentes:
http://www.pagina12.com.ar
http://www.depresion.org/causas.php
http://www.tendencias21.net
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"El árbol de la vida es la comunicación con los amigos; el fruto, el descanso y la confianza en ellos".
-Francisco de Quevedo-

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