“Lo que hace el miedo”

En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto.
Siempre que hacía prisioneros los llevaba a una sala donde, en un lado había un grupo de arqueros y, en otro lado, una inmensa puerta de hierro,...

... sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre.

En esta sala hacía formar en círculo a los prisioneros y les decía:

"Ustedes pueden elegir entre morir por las flechas de mis arqueros o pasar por aquella puerta".

¡Todos elegían ser muertos por los arqueros ante el temor de lo que hubiera detrás de ella!

Al terminar la guerra, un soldado que durante mucho tiempo sirvió al rey, se dirigió al soberano:

– Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?

– ¡Dime, soldado!

– ¿Qué había detrás de la asustadora puerta?

– ¡Vé y mira tú mismo!

El soldado, entonces, abre temerosamente la puerta y, a medida en que lo hace, rayos de sol entran y aclaran el ambiente...

Y, finalmente, él descubre, sorprendido, que la puerta se abría sobre un camino que conducía a la ¡Libertad!

El soldado, admirado, solo puede mirar a su rey, sin articular palabra.

Y el Rey le dice:

– Yo les daba a ellos la elección, pero preferían morir a arriesgarse a abrir esta puerta.

– ¿Cuántas puertas dejamos de abrir por el miedo de arriesgar?

– ¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños?

– ¡Piensa en eso!

– ¡Te deseo una hermosa vida, sin miedo de abrir nuevas puertas!

EL MIEDO
Aprendiendo a vencer el miedo...

Ser efectivo no constituye un don universal como tampoco la autoestima. No todas las personas son efectivas porque el miedo las paraliza; pero el miedo como algo objetivo no existe. El miedo es algo que radica en cada uno de nosotros.

Casi todas las razones que usted podría alegar para no operar desde la fortaleza conllevan una especie de temor al "qué pasará si hago esto, o qué pasará si hago aquello".
Quizás reconozca que a menudo el miedo le paraliza como ser humano.

¿Cree usted que el miedo surge de la nada y le inmoviliza?
Si le dijeran que buscara y trajera algo de miedo, podría pasarse la vida en ello y siempre regresaría con las manos vacías. Sencillamente, en este mundo el miedo no existe.

El miedo es algo que reside en nosotros mismos, es fabricado y alimentado por nosotros mismos y le permitimos que nos paralice.

Se trata de algo que usted mismo se crea mediante el procedimiento de engendrar pensamientos temerosos y albergar temerosas expectativas.

Nadie en este mundo puede lastimarle ni puede hacerle daño a menos que usted lo permita y en consecuencia, es usted en definitiva quien se lastima a sí mismo.

Puede ser víctima de abusos porque está convencido de que alguien le tiene antipatía, o porque está convencido de que alguna catástrofe va a acontecerle o que le ocurrirá algo desagradable.

Puede imaginar mil excusas para no hacer las cosas a su modo, pero el miedo es interno y está sustentado por un bien dispuesto sistema de ideas que usted utiliza hábilmente para evitar enfrentarse de modo directo a su autoimpuesto pavor.

Hay una serie de frases que demuestran el miedo:

¡Fracasaré!

La persona tiene la imagen clara del fracaso en su mente y por lo tanto se paraliza y no actúa. ¿Para qué actuar si voy a fracasar?

¡Carezco de atractivo!

Una idea muy subjetiva y por lo general basada en un concepto muy negativo de sí mismo.

¡Me falta seguridad!

Por supuesto, la seguridad es algo que yo creo o elimino de mí.

¿Es posible que no les caiga bien?

Otra idea muy subjetiva basada en lo que yo creo.

¡Me sentiré demasiado culpable...!

Muy a menudo la culpabilidad nos paraliza y engendra temor.

¡Lo voy a perder todo!

Ahí está el temor evidente a arriesgarnos. En esta vida necesitamos arriesgarnos.

Tal vez se molesten conmigo, tal vez se enfurezcan y se disgusten. Y si se disgustan, ¿qué? ¿Soy yo importante como ser humano o no? Recuerde, no voy a tratar de violar los derechos de los demás ni pisotearlos, pero no puedo pasarme la vida tratando de complacer a todo el mundo.

Puedo perder mi empleo
Esta idea les da el derecho a los demás a que nos utilicen por el miedo a perder el empleo.

¡Si hago esto, probablemente sucederá algo malo!
He aquí un pánico, un pavor interno basado en la nada.

¡La conciencia no me dejará vivir!

¿No será que tememos el rechazo...? La "conciencia" en muchos aspectos es algo creado por nosotros mismos.

Los pensamientos de esta naturaleza socavan el sistema interno de sustentación y mantienen una personalidad basada en el miedo, lo cual le impedirá operar desde la fortaleza.
Cada vez que usted busque en su interior y salga con alguna de esas frases temerosas, habrá consultado a su mentalidad débil y esta le situará en una posición de víctima. Ello no tardará en evidenciarse en la forma en que usted se conduce y habla.

Necesitamos entender que el miedo nos paraliza y buscar en nuestro interior y analizar cuántas veces tenemos actitudes o utilizamos frases que están demostrando el miedo que tenemos a actuar, el miedo que tenemos a vivir, a ser efectivos.

Y todo esto simplemente por el miedo en sí mismo, ese miedo que no existe, que es algo que nosotros mismos hemos creado.

El valor
Si antes de lanzarse a correr un riesgo, usted debe tener la garantía de que todo le saldrá bien, es obvio que nunca va a abandonar el punto de partida.

Sencillamente porque el futuro no tiene garantías para nadie. Esta es la realidad del mundo en que vivimos. No hay garantías o servicios que la vida pueda prestarle. Deseche todo pensamiento de temor si aspira usted a conseguir aquello que desea de la vida.

La vida no tiene garantías para nadie. El brillante autor y lexicógrafo inglés Samuel Jonson escribió: "Todo miedo es doloroso y cuando no conduce a la seguridad, es inútilmente doloroso".

Por tanto, toda consideración por la cual puedan suprimirse los temores carentes de base, incorpora algo a la felicidad humana. Si sus temores carecen de base, son inútiles y eliminarlos resulta indispensable para su felicidad.

Usted no puede aprender nada, ni eliminar miedo alguno a menos que esté dispuesto a hacer algo. La acción es un antídoto para el miedo.

La rehuyen por supuesto la mayoría de las víctimas que operan desde la debilidad, pero la máxima educativa que parece más razonable para estos casos es: "Cuando escuchamos algo lo olvidamos, si vemos algo lo recordamos, pero si hacemos algo lo comprendemos".

Solamente se vence el miedo por medio de la comprensión y la comprensión solo llega por medio de la acción.

Nunca sabrá usted qué se siente al desembarazarse de un temor hasta que acepte el riesgo de enfrentarse a él.

Podrá escuchar a su terapeuta hasta el cansancio y a los amigos que le dirán que no hay de qué temer, pero no comprenderá nada hasta que no actúe.

Del mismo modo que nadie puede enseñarle a tener miedo, nadie puede enseñarle tampoco a no tenerlo.

Sus temores son sensaciones exclusivamente suyas y solamente usted tiene que enfrentarse a ellas. Es usted quien tiene que hacer el esfuerzo por enfrentarlas porque al fin y al cabo ha sido únicamente usted quien los ha creado.

Imagine a una madre que le dice al niño: No te metas en el agua hasta que no sepas nadar. ¿Dónde está la lógica del aprendizaje? O, no trates de ponerte de pié hasta que hayas aprendido a caminar. O, no te acerques a esa pelota hasta que no sepas jugar fútbol.

Si otras personas pretenden impedirle hacer algo y esperan que usted aprenda a hacerlo, tendrá que considerar el asunto como un problema de esas personas, porque es imposible aprender a menos que lo hagamos en el terreno de la práctica.

Es imposible vencer el miedo en cualquier área a menos que lo enfrentemos en el terreno de la acción y a través de ella tratemos de alcanzar la comprensión del problema.
Experimentar es la palabra clave. Usted necesita concederse a sí mismo las necesarias experiencias. Si se niega a ello estará diciendo: Me niego a saber, me niego a conocer y negará la posibilidad que le va a garantizar la capacidad de ser independiente, de evitar o dejar que los demás le controlen, le manipulen o le avasallen.

No podrá conocer la fortaleza a menos que esté dispuesto a probarse a sí mismo y tampoco deberá dejar de probarse cada vez que fracase. Un ingenioso autor y estadista inglés del siglo XIX dijo en uno de sus primeros escritos:

"La experiencia es hija del pensamiento y el pensamiento es hijo de la acción. No podemos aprender hombría en los libros".

Primero piense y después actúe, pero solo en tercer lugar llegará a conocer. Así es como usted plantará todas las semillas del triunfo. Creará la actitud que le ayudará a vencer la timidez y que ahora le mantiene en la condición de víctima.

El valor es una cualidad necesaria para dejar de ser víctima.

La predisposición a enfrentarse al miedo se llama valor y le resultará bastante arduo dominar sus temores; es una tarea que requiere mucho esfuerzo.

Nada en esta vida se logra sin esfuerzo. Valor significa salir al encuentro de las críticas, confiar en sí mismo, estar preparado para aceptar las consecuencias de sus posiciones y sacar de ellas las oportunas enseñanzas.
Significa creer en sí mismo y vivir de acuerdo a sus preferencias. De esta forma cortará las riendas que otras personas empuñan y utilizan para llevarle en dirección contraria a sus deseos.

Le será más factible dar saltos mentales hacia el valor mediante la pregunta reiterada: ¿Qué es lo peor que podría sucederme?

Evalúe lo peor y verá que tiene la capacidad para hacerle frente a las cosas y que estas no son tan trágicas como las imagina.

Fracasar significa quedarse donde uno estaba al principio. Cora Barrys, autora norteamericana, lo expresa así: "Lo más valioso que uno puede hacer cuando no es valiente, consiste en manifestar valor y actuar de acuerdo con él".

Me gusta la idea de manifestar valor, porque lo importante en la vida es actuar. Más que pretender convencerse a sí mismo de lo valiente que uno es en un momento determinado, lo importante es actuar.

Cuando se encuentre paralizado por el miedo, o en una palabra, avasallado, pregúntese: ¿Qué obtengo de ello? La primera tentación será responderse: ¡Nada!, pero si profundiza un poco más, se preguntará por qué a las personas les resulta más fácil ser víctimas que adoptar posturas de fuerza y manejar sus propios mandos. Al parecer uno puede eludir así un montón de riesgos.

La autoestima
Cuando uno permite que los demás tomen el control, si las cosas van mal, siempre podremos echarle la culpa a quien esté empuñando las riendas.

Al mismo tiempo, podemos evitar convenientemente tener que cambiar. Usted es libre de continuar siendo una buena víctima y obtener dividendos regulares de la hipócrita aprobación de los sojuzgadores del mundo. Los beneficios que produce la debilidad proceden en gran parte de evitar los riesgos.

No sitúe nunca a nadie que realmente no se lo merezca, por encima de usted mismo... Esas personas que realmente son superiores moralmente, ¡nunca, nunca!, se van a aprovechar de su superioridad para manipular a otro semejante.

Si está listo para operar desde la fortaleza, tendrá que abstenerse de colocar a los demás por encima de usted en cuanto a mérito y valía. Hay un principio fundamental para todo ser humano:

Tratar siempre con las personas sobre la base del nombre propio, a menos que ellas dejen bien claro que consideran necesario que se les dé otro tratamiento.

Cada vez que usted concede a otra persona más prestigio del que se concede a sí mismo, se convertirá en víctima propiciatoria. Nadie es superior a usted ni nadie es inferior.

No puedo darme el lujo de colocar a otra persona en una posición más elevada que la mía. ¿Por qué razón no lo haré? Porque simplemente al hacerlo estaré demostrando a los demás que tienen un arma para manipularme cuando lo deseen.

Comprendamos que elevar a los demás a posiciones de alta categoría mediante el envío de señales inequívocas, significa que estamos dispuestos a dejarnos embaucar y manipular.

Resulta mucho más fácil aprovecharse de alguien que ya lo espera, que defraudar a alguien que no tiene la perspectiva de verse atropellado. Demuestre que no tiene deseos de que le atropellen, de que le manipulen y los demás recibirán este mensaje.

Promover la superioridad de los demás, debe ser una táctica rara que se utilice solamente cuando no exista otra de carácter eficaz.

Como consiste en enviar mensajes a otra persona que digan:
Aprovéchate de esta alma de Dios, se ha de tener la absoluta certeza de que no nos resulte perjudicial o que tal vez lo sea para la otra persona.

Fuente:
http://www.mailxmail.com
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"El hombre es verdaderamente libre cuando no teme y no desea nada" (Louis Auguste Pétiet).

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