Salomón y Azrael

Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del profeta Salomón, con el rostro pálido y los labios descoloridos. 

Salomón le preguntó:

–¿Por qué estás en ese estado?

Y el hombre le respondió:

–Azrael, el ángel de la muerte, me ha dirigido una mirada impresionante, llena de cólera.

¡Manda al viento, por favor, te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma!

Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que pedía el hombre.

Y, al día siguiente, el profeta preguntó a Azrael:

–¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a ese hombre, que es un fiel?

Le has causado tanto miedo que ha abandonado su patria.

Azrael respondió:

–Ha interpretado mal mi mirada.

¡No lo miré con cólera, sino con asombro!

Dios, en efecto, me había ordenado que fuese a tomar su vida en la India, y me dije: ¿cómo podría, a menos que tuviese alas, trasladarse a la India?

Yalal Al-Din Rumi

Distinguir la noche del día
Preguntó un gurú a sus discípulos si sabrían decir cuándo acababa la noche y empezaba el día.

Uno de ellos dijo:

"Cuando ves un animal a distancia y puedes distinguir si es una vaca o un caballo".

"No", dijo el gurú.

"Cuando miras un árbol a distancia y puedes distinguir si es un mango o un anacardo".

"Tampoco", dijo el gurú.

"Está bien", dijeron los discípulos, "dinos cuándo es".

"Cuando miras a un hombre al rostro y reconoces en él a tu hermano; cuando miras a la cara a una mujer y reconoces en ella a tu hermana.

Si no eres capaz de esto, entonces, sea la hora que sea, aún es de noche".

Historia del joven celoso
Había una vez un joven que estaba muy celoso de una muchacha a la que creía querer.

Un día le dijo:

–Tus ojos miran a todo el mundo.
Entonces, le arrancó los ojos.

Después le dijo:

–Con tus manos puedes hacer gestos de invitación.

Y le cortó las manos.

“Todavía puede hablar con otros”, pensó.

¡Y le extirpó la lengua!

Luego, para impedirle sonreír a los eventuales admiradores, le arrancó todos los dientes.

Por último, le cortó las piernas.

“¡De este modo –se dijo– estaré más tranquilo!”.

Solamente entonces pudo dejar sin vigilancia a la joven muchacha que amaba.

“Ella es fea –pensaba–, pero, al menos, será mía hasta la muerte”.

Un día volvió a la casa y no encontró a la muchacha: había desaparecido, raptada por un exhibidor de fenómenos.
Henri Pierre Cami

Los ojos culpables
Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y echó a llorar.

La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió:

–Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios.

Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:

–¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.

Ella le respondió:

–No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.

Por la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía:

–La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado.

Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada.

¡La muchacha estaba muerta!
Ah'med Ech Chiruani

El águila real
Un hombre encontró un huevo de águila...

Se lo llevó y lo colocó en el nido de una gallina de corral.

El aguilucho fue creciendo con la nidada de pollos.

Durante toda su vida, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un pollo....

Escarbaba en la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando.

Incluso, sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos.

Después de todo, ¿no es así como vuelan los pollos?

Pasaron los años y el águila se hizo vieja.

Un día divisó muy por encima de ella, en el límpido cielo, una magnífica ave que flotaba elegante y majestuosamente por entre las corrientes de aire, moviendo apenas sus poderosas alas doradas.

La vieja águila miraba asombrada hacia arriba.

"¿Qué es eso?", preguntó a una gallina que estaba junto a ella.

"Es el águila, el rey de las aves", respondió la gallina. Pero no pienses en ello.

Tú y yo somos diferentes de él".

De manera que el águila no volvió a pensar en ello...

¡Y murió creyendo que era una gallina de corral!

¿Qué significa ser pobre?
Un padre, económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre lo llevó para que pasara un par de días en el campo con una familia campesina pobre.

Pasaron tres días y dos noches en la humilde vivienda del campo, los cuales resultaron una gran experiencia para el joven.

De regreso a su casa, en el coche, su padre le preguntó:

–¿Que te pareció la experiencia? Buena
–contestó el hijo, con la mirada puesta en la distancia–.

Y... ¿qué aprendiste?, insistió el padre.

El hijo le contestó:

a- Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.

b- Nosotros tenemos una piscina con agua estancada, que llega a la mitad del jardín... y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina en donde hay peces y cosas bellas.

c- Nosotros oímos CD..., ellos escuchan un hermosa sinfonía de clarineros, pericos, chejes, ranas, sapos cantores y otros animalitos.

d- Nosotros cocinamos en cocina eléctrica..., ellos todo lo que comen tiene ese glorioso sabor del fogón de leña.

e- Para protegernos, nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas y todo eso..., ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.

f- Nosotros vivimos conectados al móvil, a los ordenadores, al televisor..., ellos están conectados a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras; pero, sobre todo, a la familia.

El padre quedó impactado por la profundidad de su hijo..., y el hijo terminó diciendo:

¡Gracias, papá, por haberme enseñado lo pobres que somos!

Cada día estamos más pobres de espíritu de apreciación por la Naturaleza, de aquellas cosas que tienen un valor intangible y las grandes obras de la Creación, estamos tan preocupados por tener, tener, tener, en lugar de preocuparnos por ¡SER!

La vaca y la granja
No hay mal que por bien no venga...

Un filósofo paseaba por un bosque con un discípulo, conversando sobre la importancia de los encuentros inesperados.

Según el maestro, todo lo que está delante de uno ofrece una oportunidad de aprender o enseñar.

En ese momento cruzaban el portal de una granja que, aunque muy bien situada en un hermoso paraje, tenía una apariencia miserable.

Vea este lugar –comentó el discípulo. –Usted tiene razón: acabo de aprender que mucha gente está en el paraíso pero no se da cuenta, y continúa viviendo en condiciones miserables.

–Yo dije aprender y enseñar –replicó el maestro.

–No basta constatar lo que sucede: es preciso verificar las causas, pues solo entendemos el mundo cuando entendemos las causas.

Llamaron a la puerta y fueron recibidos por los moradores: un matrimonio y tres hijos, con las ropas rotas.

–Usted está en medio de este bosque y no hay ningún comercio en los alrededores –dijo el maestro al padre de familia. –¿Cómo sobreviven aquí?

Y el hombre, calmadamente, respondió:

Amigo mío, tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días.

Una parte de ese producto la vendemos o la cambiamos en la ciudad vecina por otros tipos de alimentos; con la otra parte producimos queso, cuajada y mantequilla para nuestro consumo.

¡Y así vamos sobreviviendo!

El filósofo agradeció la información, contempló el lugar durante algunos instantes y se marchó. En mitad del camino, dijo al discípulo:

Busca esa vaca, llévala hasta ese precipicio que tenemos enfrente y tírala por él.

–¡Pero si es el único medio de sustento de aquella familia! – exclamó el discípulo.

El filósofo permaneció mudo. Sin otra alternativa, el muchacho hizo lo que le habían ordenado y la vaca murió en la caída.

La escena quedó grabada en su memoria...

Pasados muchos años, cuando ya era un empresario de éxito, decidió volver al mismo lugar, confesar todo a la familia, pedirles perdón y ayudarlos financieramente.

Cuál no fue su sorpresa al ver el lugar transformado en una bella finca, con árboles floridos, un coche a la puerta y algunos niños jugando en el jardín.

Se desesperó al pensar que aquella humilde familia había tenido que vender la propiedad para sobrevivir.

Apresuró el paso y fue recibido por un casero muy simpático.

–¿A dónde fue la familia que vivía aquí hace diez años? –preguntó.

Continúan siendo los dueños –fue la respuesta.

Asombrado, entró corriendo en la casa, y el propietario lo reconoció.

Le preguntó cómo estaba el filósofo, pero el joven estaba ansioso por saber cómo había conseguido mejorar la granja y situarse tan bien en la vida.

–Bien, nosotros teníamos una vaca, pero se cayó al precipicio y murió –dijo el hombre–.

Entonces, para mantener a mi familia, tuve que plantar verduras y legumbres.

Las plantas tardaban en crecer, así que comencé a cortar madera para su venta.

Al hacer esto, tuve que replantar los árboles y necesité comprar semillas.

Al comprarlas, me acordé de las ropas de mis hijos y pensé que, tal vez, podía cultivar algodón.

Pasé un año difícil, pero cuando la cosecha llegó, yo ya estaba exportando legumbres, algodón y hierbas aromáticas.

Nunca me había dado cuenta de todo el potencial de aquí: ¡fue una suerte que aquella vaca muriera...!

El genio liberado
Un genio, recién liberado, le dijo al pescador:

–Pide tres deseos y te los daré.

–Me gustaría –dijo el pescador– que me hicieses lo bastante inteligente como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos.

–Hecho –dijo el genio–, ¿cuáles son los otros dos deseos?

–¡Gracias, no tengo más deseos!, –contestó el pescador.

El cambio
Un Maestro decía:

–Desgraciadamente, es más fácil viajar que detenerse.

Los discípulos quisieron saber por qué.

–Porque mientras viajas hacia una meta, puedes aferrarte a un sueño; pero cuando te detienes, tienes que hacer frente a la realidad.

–Pero entonces, ¿cómo vamos a poder cambiar si no tenemos metas ni sueños? –preguntaron perplejos los discípulos.

–Para que un cambio sea real, tiene que darse sin pretenderlo.

¡Haced frente a la realidad y, sin quererlo, se producirá el cambio!

El pozo
Una gran caravana viajaba sin encontrar pueblo ni descubrir agua.

De repente, encontraron un pozo, pero no tenían cubo. Tomaron una vasija y cuerdas y la hicieron descender a la profundidad del pozo.

Cuando intentaron subirla, la cuerda se rompió.
Bajaron otra vasija y esta también se rompió.

Entonces ataron con cuerdas a gente de la caravana, y los metieron en el pozo.

¡Ninguno volvió!

Había entre ellos un hombre razonable que dijo:

–Voy a bajar.

Casi había llegado al fondo cuando apareció un genio terrorífico y el hombre se dijo:

–No saldré ileso, pero es preciso que actúe razonablemente y no pierda la cabeza, para ver lo que va a ocurrirme.

–Deja de hablar, eres mi cautivo y sólo te salvarás si me das una respuesta justa; de otro modo no te salvarás –dijo el genio.

El hombre respondió:

–¡Habla!

–De todos los lugares, ¿cual es el mejor? –preguntó el genio.

El hombre pensó que estaba cautivo e impotente en sus manos.

Si decía Bagdad u otra ciudad sería lo mismo que mostrar desprecio por la morada del genio.

Así que respondió:

–El mejor lugar es aquel en el que el hombre tiene un amigo de verdad, aunque se encuentre en el fondo de la tierra o en una ratonera.

–¡Bravo!, –dijo el genio– estás salvado. En este mundo eres un verdadero hombre.

Ahora te salvo, y gracias a tu valentía, los otros se salvarán.

¡He perdonado a todos los hombres del mundo por amor a ti!

Luego, dio agua a la gente de la caravana.
* * * * *
"El bien que hagas hoy será olvidado mañana. Aun así, haz el bien"
(Anónimo).

 

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